Orígenes y principios del liberalismo en la historia

1.1. Orígenes del liberalismo

El liberalismo surgió como filosofía política en el contexto de la Revolución inglesa del siglo XVII, cuando se difundieron las ideas de John Locke sobre soberanía popular, separación de poderes y derechos y libertades del ser humano (Doc. 1). El pensamiento de Locke fue recogido por los teóricos franceses de la Ilustración, sobre todo Montesquieu, que insistió en la división de poderes; Voltaire, que vio en el pensamiento de Locke una garantía de las libertades del individuo; y Rousseau, que partió de las teorías del británico para proponer su “contrato social”. El liberalismo político encontró a uno de los más firmes defensores en el británico Thomas Paine. Su obra El sentido común (1776) se convirtió en un firme alegato por la independencia de las colonias británicas en América, y en Los derechos del hombre defendió la Revolución francesa contra el conservador Edmund Burke. Las ideas de Paine hallaron eco en la Revolución americana, en autores como Benjamin Franklin, George Washington y Thomas Jefferson, principal autor de la Declaración de independencia de Estados Unidos del año 1776.

1.2. Los principios del liberalismo

El liberalismo político defiende los siguientes principios políticos:

  • División de poderes. Para evitar la tiranía, los poderes básicos del Estado residirán en instituciones independientes. Así, el ejecutivo será detentado por los gobiernos, el legislativo por un parlamento y el judicial por los tribunales.
  • Soberanía nacional. La legitimidad política pertenece a los ciudadanos, por lo que el poder solo puede ser ejercido por instituciones representativas elegidas por la ciudadanía. La manifestación de la soberanía cristaliza en el derecho al sufragio, es decir, votar para elegir a los representantes de los ciudadanos.
  • Igualdad ante la ley. El fin de los privilegios estamentales significa que todos los ciudadanos serán iguales ante la ley, con independencia de su nacimiento y fortuna.
  • Libertades. Los ciudadanos disfrutarán de una serie de libertades, entre las que destacan la libertad de expresión y de pensamiento. Esta idea se concreta en el fin de la censura y en la libertad de publicación.
  • Separación de Iglesia y Estado. Como consecuencia del final de los privilegios y de la proclamación de la igualdad jurídica y de la libertad de pensamiento, queda reducida la influencia de la Iglesia en el ámbito político.
  • Constitucionalismo. Los liberales reclaman la promulgación de una constitución que garantice los derechos y libertades de los ciudadanos, y a la que deben estar sometidos los gobernantes. Estados Unidos (1787), Francia (1791), Suecia (1809) y España (1812) fueron los primeros países en disponer de una.

1.3. La evolución del liberalismo en el siglo XIX

En el siglo XIX, el liberalismo se configuró alrededor de dos grandes corrientes políticas entre las que existían profundas diferencias (Doc. 3):

  • Liberalismo doctrinario. Era la vertiente conservadora del liberalismo. Tenía una concepción restrictiva de los derechos y libertades políticos, que se concretaba en la defensa del sufragio censitario y del orden social por encima de los derechos ciudadanos. El moderantismo se reflejaba en su defensa de la soberanía compartida entre la corona y el parlamento y la monarquía parlamentaria.
  • Liberalismo democrático. Defensor de la democratización de los poderes ejecutivo y legislativo y sensible a las reformas sociales que permitieran mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras, a las que reconocía el pleno ejercicio de los derechos políticos a través del sufragio universal.

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