Reinado de Alfonso XII

MANIFIESTO DE SANDHURST

Análisis

Documento histórico-circunstancial, fuente primaria y de carácter político al tratarse de un manifiesto; el autor material es el príncipe Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II y futuro Alfonso XII, aunque fue ideado y redactado por Antonio Cánovas del Castillo, líder del partido alfonsino y artífice del sistema político de la Restauración. En el documento, Alfonso de Borbón, además de presentarse a sí mismo, se postula para al trono de España, defendiendo una monarquía constitucional como medio de garantizar las leyes, la estabilidad y el progreso del país. Se dirige a todo el pueblo español, es público, personal y de ámbito nacional, importante para conocer el ideario político del futuro rey y de Cánovas del Castillo. Fue firmado mientras se encontraba en el exilio en la academia militar británica de Sandhurst (Nork-Town, Inglaterra) -de ahí el nombre- el 1 de Diciembre de 1874 con el pretexto de responder a unas felicitaciones por su mayoría de edad y dado a conocer el 27 de ese mes, dos días antes del pronunciamiento militar de Martínez Campos en Sagunto que proclamó a Alfonso como Rey de España. La idea principal del texto es la defensa del restablecimiento de la monarquía constitucional, dentro de la dinastía borbónica y en su propia persona, como única garantía que puede poner fin a la falta de libertades y la incertidumbre que asolan al país tras la experiencia del Sexenio Democrático. Basa su pretensión en su legitimidad dinástica, frente a cualquier otro pretendiente, que le avala tras la abdicación “tan generosa como infortunada” de su madre Isabel II en su persona. En segundo lugar, se apoya en la tradición de la monarquía hereditaria constitucional como institución representativa que supo hacer frente a momentos difíciles como la Guerra de independencia de 1812 y la Guerra Carlista de 1840. En tercer lugar, rechaza las decisiones arbitrarias y afirma que la monarquía que él quiere representar es una monarquía liberal, garantía de orden y convivencia, en base “al respeto de los resultados electorales y las Cortes”. Por último, se considera informado sobre los problemas que atañen a España y se presenta como un hombre moderno y liberal -”hombre de siglo”-, debido al exilio- “ infortunio”- sufrido en Inglaterra, al tiempo que se presenta como buen español y respetuoso con la tradición católica.

Explicación y desarrollo del problema histórico así como su contexto

La etapa conocida como el Sexenio Revolucionario, que puso fin a la monarquía de Isabel II, estuvo marcada por una gran inestabilidad política y social, cuyos hitos fueron la llegada al poder y posterior dimisión de Amadeo de Saboyá y la proclamación de la Primera República. La aparición de nuevas corrientes ideológicas, como los nacionalismos y los movimientos obreros, introdujo cambios, en muchos casos revolucionarios, que no encontraron respuesta adecuada en los gobiernos de la época. La tensiones y el enfrentamiento político fueron constantes: reanudación de la guerra carlista, insurrección en Cuba, pretensiones federalistas llevadas al límite con el fenómeno del cantonalismo, toma de conciencia del proletariado obrero y campesino inspirada por las ideas anarquistas y marxistas y la aparición de los primeros sindicatos, etc. A pesar de los intentos de modernización económica basados en la liberalización y el desarrollo del capitalismo, la situación de la mayoría de la población siguió siendo muy precaria, lo que no hizo más que aumentar los conflictos. La experiencia republicana acabó cuando un sector del ejército al frente del cual estaba el general Pavía entro en el Congreso y disolvíó las Cortes en Enero de 1874 instaurándose el régimen conservador y autoritario de Serrano. Aunque Cánovas preparaba una restauración pacífica y confirmada por las Cortes, el pronunciamiento militar de Mtnez. Campos en favor de Alfonso -Sagunto, 29 de Diciembre-, precipitó los acontecimientos. Ni el gobierno ni la población opusieron resistencia y Cánovas asumíó la regencia hasta la llegada del Alfonso XII. Finalmente, en Enero de 1875, Alfonso es proclamado Rey ante las Cortes republicanas. El texto se publica solo dos días antes del pronunciamiento y tenía por objeto dar a conocer el proyecto político del que se postulaba como futuro rey de España, Alfonso de Borbón tras el fracaso del Sexenio. El autor es Alfonso XII, aunque fue redactado o al menos inspirado por Cánovas del Castillo, que lideraba un amplio sector de las clases altas y de la burguésía española en torno al llamado partido alfonsino, partidaria de la restauración de la dinastía borbónica, tras la inestabilidad política del Sexenio Democrático (1868-1874). En 1870, Cánovas había obtenido la abdicación de los derechos al trono de su madre en el príncipe Alfonso. El 1 de Diciembre, Alfonso de Borbón firma este manifiesto en el cual propone la restauración de la dinastía «legítima» como única vía de estabilidad y progreso, asumiendo elementos de tradición y renovación. Defiende la legitimidad dinástica de su persona (frente a la experiencia republicana), aludiendo a la abdicación de su madre en él y rechazando implícitamente las pretensiones de los carlistas que en estos momentos se encuentran en guerra contra el Gobierno. En el manifiesto el futuro rey ofrece a España una monarquía constitucional y un régimen liberal parlamentario como la única solución para muchos sectores sociales para devolver la paz y orden al país, amenazados por la inestabilidad social existente y la política librecambista del Sexenio. También como solución para crear un orden liberal estable que acabe con la guerra carlista y la insurrección cubana. No emplea la palabra “democrática” y sí la de “representación» para referirse a la monarquía que se pretende porque, en la ideología canovista, habría que recuperar lo que Cánovas denominaba la constitución interna del país, es decir, las instituciones tradicionales que debían quedar a salvo de discusión: Monarquía y Cortes anteriores a la revolución liberal. Estas Cortes, desde su origen medieval y ahora dentro del modelo liberal, compartirían con el rey la toma de decisiones, de ahí que se asuma el principio del liberalismo doctrinario de la soberanía compartida. El manifiesto, por tanto, resume claramente el su pensamiento liberal moderado que, formulado por Cánovas sería la base del nuevo régimen de la Restauración. El sistema Canovista o de la Restauración, se apoyaban en tres pilares : la Corona, como institución incuestionable por encima del devenir histórico y de cualquier decisión política, los partidos dinásticos, conservador y liberal, que se alternaban pacíficamente en el poder sin recurrir a la fuerza y el ejército, que debía ser alejado de su intromisión en la política haciéndole respetar la supremacía del poder civil y dándole una gran autonomía en la gestión de los asuntos estrictamente militares. La constitución de 1876 recogíó fielmente estos principios la ideología liberal conservadora propia de la Restauración. Por su estabilidad, el modelo político de Cánovas era el parlamentarismo inglés de la Inglaterra victoriana, donde, en un sistema bipartidista, los partidos liberal y conservador colaboraban en la consolidación del Estado liberal de forma pacífica, turnándose en el poder de forma pactada. A través del Manifiesto de Sandhurst, el futuro Alfonso XII se presentaba ante el pueblo español con el compromiso de ser el rey de todos los españoles a diferencia del exclusivismo político que practicó su madre Isabel II, vinculada estrechamente a los intereses de los liberales moderados. En definitiva, el príncipe apelaba en el manifiesto a la uníón de lo “nuevo” (liberalismo) y lo “viejo” (monarquía y catolicismo), de la tradición histórica , sentando las bases de la política de la Restauración, que Cánovas aplicó en la formación del primer gobierno del nuevo sistema. El gobierno dio cabida a todos los liberales que aceptaran la monarquía de Alfonso XII: moderados, progresistas, unionistas e incluso demócratas con pasado revolucionario. Quedaban excluidos los carlistas y los republicanos por razones obvias. La restauración de la monarquía borbónica en 1875 en la persona de Alfonso XII inició uno de los periodos más estables de la historia contemporánea española. La Restauración supuso algo más que la vuelta de la monarquía y los borbones, significó ante todo un nuevo régimen liberalconservador, no democrático y oligárquico que permitíó a los grupos dominantes mantener su posición preeminente gracias al voto censitario de propietarios. Además, el funcionamiento de la alternativa en el poder de conservadores y liberales se basó en la exclusión sistemática de los grupos de la oposición al sistema (nacionalistas, republicanos y movimiento obrero) y en el falseamiento electoral y el desarrollo del caciquismo y las redes clientelares, una de las lacras del sistema y causa, a la larga, de muchos de sus problemas.

Definiciones


Monarquía hereditaria y constitucional:


Régimen político en el que el Jefe del Estado es un rey o reina. En la mayoría de los casos, el cargo se transmite hereditariamente de padres a hijos, siendo excepciones históricas las monarquías electivas o no respetuosas con la dinastía, como fue el caso de Amadeo de Saboyá. La monarquía constitucional se caracteriza por el equilibrio de poder entre la corona y la representación de la nacíón depositada en el parlamento (soberanía compartida). Este tipo de monarquía se establece a lo largo del Siglo XIX como consecuencia de las revoluciones liberales.

Cortes:


Órgano legislativo y representativo de la nacíón; en ocasiones también controlan al gobierno. En España, el modelo liberal de cortes se inaugura con la Constitución de 1812. En los textos constitucionales españoles ha predominado el bicameralismo (Congreso y Senado), salvo en las Constituciones de 1812 y 1931.

Liberal:


Partidario del liberalismo, doctrina económica, social y política surgida a finales del Siglo XVIII. Se basa en la libertad individual como máxima aspiración social. En el terreno político afirma los derechos fundamentales del individuo, la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, la defensa de la propiedad privada, la separación de poderes y la soberanía nacional, todo ello reconocido en una constitución. Los liberales defienden en lo económico la propiedad privada individual y la libertad de empresa garantizada a través de las leyes del mercado (oferta y demanda), teoría que planteó Adam Smith

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