Revolucion liberal en el reinado de isabel ii selectividad

1.- LAS GUERRAS CARLISTAS

LAS GUERRAS CARLISTAS son guerras civiles que se producen en el tránsito entre el Antiguo Régimen y el Liberalismo en España, situándose la más virulenta de ellas justo en el momento en que se produce esta transición, es decir, en el periodo de las regencias debido a la minoría de edad de Isabel II (1833-43).Podemos asimismo definir el CARLISMO como un movimiento antiliberal y contrarrevolucionario que se desarrolla en España desde comienzos del siglo XIX como reacción a la implantación del sistema liberal.
Sus orígenes hay que buscarlos en los diputados “serviles” de las Cortes de Cádiz, en los realistas del Trienio Liberal, en los Voluntarios Realistas de la última etapa del reinado de Fernando VII; el desencadenante de su organización sería el conflicto sucesorio que analizamos a continuación. CAUSAS. Se superponen dos conflictos: CONFLICTO DINÁSTICO O SUCESORIO. Dos aspirantes al trono, Isabel (niña de tres años hija de Fernando VII, representada por si madre, la reina María Cristina) y Carlos María Isidro (hermano de Fernando VII). Los acontecimientos que sustentan este conflicto nos llevan al reinado de Felipe V (1713) cuando es promulgada la Ley Sálica que impedía reinar a las mujeres (sólo podrían reinar cuando no hubiera herederos varones en las línea principal, hijos, o lateral, hermanos y sobrinos). No obstante, en 1830 Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción redactada por su padre Carlos IV en 1789, que establecía que las mujeres tendrían preferencia en la sucesión sobre los varones de parentesco más lejano. El conflicto quedaba así planteado: María Cristina se apoyaba en la Pragmática Sanción; Carlos, en la Ley Sálica. CONFLICTO POLÍTICO O IDEOLÓGICO. Los apoyos políticos e ideológicos de Carlos se encontraban entre grupos contrarios o agraviados por el liberalismo naciente: partidarios del absolutismo monárquico, del fundamentalismo religioso y del foralismo territorial, además de los campesinos que asisten asustados a la transformación del medio rural ante el embate de las ciudades (su lema es Dios, Patria, Rey y Fueros). Es en este entramado de intereses donde se halla la verdadera génesis de las sucesivas guerras civiles carlistas. APOYOS SOCIALES. Variados, tanto social como territorialmente: LOS CARLISTAS tenían su base social en el campesinado del norte y este de España (País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña, norte de Valencia y noreste de Castilla), clero rural y regular, baja nobleza, algunos artesanos y pocos oficiales del ejército. Sus motivaciones también era variadas: proletarización en ciernes del campesinado, desaparición de los privilegios nobiliarios, reacción ante la desamortización y la supresión de las órdenes religiosas… Su concentración en territorios que históricamente habían disfrutado de privilegios (fueros) es también explicativa. LOS CRISTINOS O LIBERALES (ya que estos, los liberales apoyarán a la Regente debido a las posiciones ideológicas de sus oponentes) tendrán su base social en las ciudades y en los sectores más o menos partidarios o beneficiados por en naciente liberalismo: burguesía, trabajadores urbanos, alta jerarquía eclesiástica, alta nobleza y mayor parte del ejército. APOYOS INTERNACIONALES: A los carlistas, las potencias absolutistas: Austria, Prusia, Rusia, Nápoles y los Estados Pontificios. A los liberales, Francia, Inglaterra y Portugal.

1.1.- La Primera Guerra Carlista


Podemos distinguir tres fases: 1833-35, de predominio o iniciativa carlista.
Las partidas carlistas, móviles y no estructuradas en principio como un ejército regular, logran dominar el medio rural vasco y navarro, llegando a conformar un auténtico ejército gracias a la labor de Zumalacárregui. Sin embargo, no consiguieron dominar las ciudades, muriendo el citado militar en el sitio de Bilbao. Entre 1835 y 1837 se da un equilibrio de fuerzas debido a la reacción liberal: victorias liberales en algunas batallas, guerrillas del general Cabrera en el Maestrazgo y expediciones militares carlistas que recorren casi toda la península sin afianzar dominio alguno. El nuevo fracaso carlista ante Bilbao (victoria de Espartero en Luchana) marca el definitivo cambio de tendencia en la guerra. La iniciativa liberal y la división carlista (trasaccionistas o partidarios de un acuerdo que pusiese fin a la guerra e intransigentes o partidarios de la continuación del conflicto) llevó a la firma del Convenio de Vergara (agosto de 1839), por el que el Estado se comprometía a admitir a militares carlistas en el ejército y a estudiar el mantenimiento de los fueros. Sólo Cabrera resistió un poco más (hasta julio de 1840) en el Maestrazgo. Parece evidente que la derrota de los carlistas debía suponer la implantación definitiva del sistema liberal en el conjunto de los territorios hispanos. No obstante, durante un cierto tiempo, el Estado respetó, disminuidos, los fueros vasconavarros hasta su definitiva anulación en 1876 (debemos recordar que los fueros suponen una excepcionalidad jurídico-política en un Estado que se pretende de Derecho). El carlismo derivó en varias corrientes políticas que nacen de sus diferentes orígenes: Una suerte de TRADICIONALISMO a la española, espejo de las mismas corrientes que por estas mismas fechas se producen en toda Europa como forma de lucha frente a la sociedad liberal-democrática. El NACIONALISMO O REGIONALISMO español, aún presente hoy en día, se nutre de la lucha del FORALISMO frente al UNIFORMISMO liberal.

1.2.- La Segunda Guerra Carlista (1846-49)


Tuvo lugar en Cataluña debido al fracaso de la proyectada boda entre la reina Isabel y el pretendiente carlista (Carlos IV).

1.3.- La Tercera Guerra Carlista (1872-1876)


Para hacer frente a la llegada de un rey extranjero (Amadeo de Saboya) y después a la I República. Se desarrolló en Cataluña, Navarra y País Vasco.

2.- PARTIDOS POLÍTICOS. MODERADOS Y PROGRESISTAS

2.1.- Los partidos políticos en el siglo XIX

Los partidos políticos en el siglo XIX eran agrupaciones de personalidades alrededor de algún notable, civil o militar. Más que partidos organizados eran corrientes de opinión o “camarillas”, vinculadas por intereses económicos o relaciones personales, que se unen para participar en las elecciones y controlar diferentes parcelas de poder. El sistema político liberal español se articuló en torno a dos partidos políticos: el moderado y el progresista.
Entre los moderados y los progresistas -estos últimos, llamados hasta entonces exaltados o radicales- no había demasiadas diferencias. Para dar estabilidad al Estado, ambos admitían ciertas bases, que pueden resumirse en la aceptación de una ley fundamental escrita, la Constitución, y de unos órganos representativos de la nación basados en el sufragio censitario, y en la necesidad de un régimen con opinión pública y con libertades individuales.

Posteriormente aparecieron la Unión Liberal y, a la izquierda de los progresistas, los

demócratas y los republicanos.

2.2.-Los moderados

Bases sociales:


Los moderados eran un grupo heterogéneo compuesto por terratenientes, comerciantes, intelectuales conservadores, nobleza, alto clero y altos mandos militares. Se definían a sí mismo como “personas de orden”.

Ideas:


Y, efectivamente, defendían el orden social existente, el principio de autoridad y la propiedad. Así como un sufragio censitario muy restringido, de forma que solo una minoría propietaria e ilustrada tuviese derecho al voto y a la participación política. Frente a la idea de soberanía nacional defienden el principio de soberanía compartida entre las Cortes y la Corona, ésta última con amplios poderes: nombrar ministros, disolver las Cortes, vetar las leyes, etc. El poder legislativo también estaba en poder de la Corona y las Cortes. (es decir la Corona tenía iniciativa legislativa: podía proponer leyes). Y las Cortes debían ser bicamerales:

· Congreso elegido por sufragio censitario muy reducido

· Senado elegido por la Corona

Eran partidarios de limitar los derechos y libertades, especialmente los derechos colectivos, como la libertad de opinión, de asociación, de reunión.

Eran la opción más clerical del liberalismo, ya que defendían la confesionalidad católica del Estado y otorgaban a la Iglesia católica un gran poder social y económico.

Líderes:


Sus principales líderes fueron Narváez y Bravo Murillo.

Obra:


Los moderados fueron el grupo que estuvo más tiempo en el poder, al ser los preferidos de la Corona, tanto de la regente Mª Cristina como, posteriormente, de su hija Isabel II. Por ello pudieron configurar el régimen liberal de acuerdo con los principios del liberalismo doctrinario, con el apoyo de la Corona y de parte del ejército. Sus principales realizaciones se llevaron a cabo en la Década Moderada: política centralizadora, Concordato con la santa Sede, creación de la Guardia Civil…

2.3.- Los progresistas

Bases sociales:


Los progresistas se consideraban los defensores de la libertad y de la reformas. Entre ellos predominaban la mediana y pequeña burguesía, los oficiales medios del ejército y las clases populares urbanas (artesanos, comerciantes, profesionales liberales).

Ideas:


Defendían el principio de soberanía nacional como fuente de todo poder y por tanto el predominio de las Cortes en el sistema político y la limitación del poder de la Corona. Defendían los ayuntamientos elegidos popularmente. Como los moderados, defendían el sufragio censitario, pero ampliando el cuerpo electoral. Eran partidarios de limitar la influencia de la Iglesia en la sociedad. Defendían también ampliar las libertades e impulsar las reformas.

Líderes:


Sus principales líderes fueron Juan Álvarez Mendizábal, Baldomero Espartero y Juan Prim.

Obra:


Los progresistas estuvieron poco tiempo en el poder ya que no fueron del agrado de la Corona (Mª Cristina e Isabel II). Sus principales realizaciones fueron las desamortizaciones de las tierras de la Iglesia (1837) y de los ayuntamientos (1855) y una serie de medidas económicas para impulsar la economía entre las que destacó la Ley General de Ferrocarriles que favoreció la construcción de las primeras líneas férreas.

2.4.- La Unión Liberal

En 1854, se creó la Unión Liberal, un partido que se presentaba como centrista y que atrajo a sectores moderados y a los grupos más conservadores del progresismo. Ideológicamente no aportó ninguna novedad ya que era una unión política con finalidad de gobierno. Sus líderes fueron los generales O’Donnell y Serrano. La Unión Liberal gobernó de 1856 a 1863 con una política exterior muy activa, llevando a cabo varias intervenciones militares:
en Indochina y México a remolque de los intereses franceses, y en Marruecos donde se obtuvieron varias victorias.

2.5.- Demócratas y republicanos

En 1849, una escisión de los progresistas dio origen a la formación del Partido Demócrata que defendía la soberanía popular y el sufragio universal masculino. Defendía también la ampliación de las libertades y los derechos colectivos, la libertad de culto y la implicación del Estado en la enseñanza y la beneficencia social.El desprestigio de la monarquía de Isabel II hizo ganar fuerza al republicanismo que defendía la república como forma de gobierno auténticamente democrática al permitir la elección de todos los cargos públicos, incluyendo la jefatura del Estado, y presentaba un fuerte carácter social y popular.

3.- ETAPAS POLÍTICAS DEL REINADO DE ISABEL II

3.1.-Regencia de María Cristina (1834-1840)

En 1833 murió Fernando VII y le sucedió su hija Isabel, con solo dos años de edad.Ante la minoría de edad de la reina, actuó como regente su madre María Cristina. En un principio, María Cristina intentó conservar las prerrogativas del poder absoluto frente al liberalismo. Sin embargo, la necesidad de obtener el apoyo de los liberales para defender los derechos sucesorios de Isabel II frente a su tío don Carlos, la obligó a una apertura política, con lo que poco a poco se abrió paso el sistema político liberal.

Se promovieron así acuerdos con los grupos más moderados del liberalismo para introducir reformas que no cuestionaran los fundamentos del absolutismo. Fruto de esta colaboración fue el Estatuto Real de 1834 elaborado en el gobierno de Martínez de la Rosa, en el que se negaba a las Cortes la iniciativa legisladora y se consideraba su convocatoria como una gracia real. Como las prometidas reformas no llegaron a realizarse se sucedieron revueltas ciudadanas desde el verano de 1835 y, finalmente, tras el motín de La Granja (1836) en el que un grupo de sargentos obligó a la Regente a jurar la Constitución de 1812, se aceleró la ruptura entre absolutistas y liberales. En este contexto nació la Constitución de 1837, de espíritu liberal reformador pero que evitaba las propuestas del liberalismo más radical haciendo compartir la iniciativa legislativa a las Cortes y a la Corona. Mendizábal inicia la desamortización de las tierras de la Iglesia.

3.2.-Regencia de Espartero (1840-1843)

El final de la guerra carlista animó a los moderados a volver al poder y frenar las reformas. Esto originó nuevas insurrecciones ciudadanas que, finalmente, obligaron a María Cristina a renunciar a la regencia. Ésta fue asumida por Espartero, progresista y artífice de la derrota carlista.

La regencia de Espartero estuvo marcada por una serie de conflictos políticos queacabaron aislándole políticamente: oposición de los moderados –apoyados por la reina exiliada- y el descontento entre los mismos progresistas que no perdonaban a Espartero su forma autoritaria de gobernar. El motín de Barcelona de 1842 (promovido por burgueses descontentos por la política librecambista y pro-británica del gobierno) duramente reprimido por Espartero, desencadenó el alzamiento militar del general moderado Narváez.
Espartero huyó al exilio y se tuvo que adelantar la mayoría de edad de Isabel II con 13 años.

3.3.- El reinado de Isabel II (1843 – 1868)

3.3.1.- Década Moderada (1845-1854)

En 1845 los moderados lograron el poder. Isabel II encargó el gobierno a Narváez. Se elaboró la Constitución de 1845, que recogía los principios básicos del moderantismo: Soberanía compartida entre las Cortes y la Corona, se aumentó el poder de ésta y se estableció un sufragio censitario muy restringido por el que sólo tenían derecho de voto los mayores contribuyentes de cada localidad y personalidades destacadas de la cultura, el ejército, la administración y la Iglesia. Se firmó un Concordato con la Santa Sede, por el que se ponía fin a la desamortización de tierras de la Iglesia, la Santa Sede reconocía a Isabel II y el Estado a cambio reconocía el catolicismo como la religión oficial del país, se comprometía al sostenimiento de la Iglesia española (presupuesto de culto y clero) y le concedía amplias competencias en materia control de la educación (texto página 116). La labor de gobierno se completó con una importante labor legislativa que buscaba unificar el territorio y acabar con las múltiples particularidades. Los nuevos códigos civil (1844) y penal (1848) y la reforma fiscal (1854) igualaban las leyes y los impuestos entre todos los territorios. El gobierno controlaba las provincias (que desde 1833 tenían una nueva división parecida a la actual), a través de las diputaciones provinciales y los gobernadores civiles. Otra medida destacada de los moderados fue la creación de la Guardia Civil (1844), un cuerpo armado con estructura militar para mantener el orden público y la propiedad especialmente en las zonas rurales.

3.3.2.- Bienio Progresista (1854-1856)

Los últimos años de la Década Moderada se caracterizaron por la corrupción y el autoritarismo de los gobiernos, que dejaron de convocar las Cortes. En julio de 1854, una facción del ejército encabezada por el general moderado O´Donnell se pronunció en Vicálvaro, enfrentándose a las tropas del Gobierno. El resultado de la acción quedó indeciso y O´Donnell se retiró camino de Andalucía. En Manzanares se le unió el general progresista Serrano y ambos decidieron lanzar un Manifiesto al País (Manifiesto de Manzanares, elaborado por Antonio Cánovas) con promesas progresistas. Desde que se produjo su difusión, las agitaciones populares proliferaron y casi toda España se unió a la insurrección, de modo que el alzamiento militar moderado quedó desbordado y convertido en un movimiento popular y progresista. A la vista de los acontecimientos, la reina Isabel II decidió entregar el poder a la principal figura del progresismo, el general Espartero.

Los nuevos gobernantes se plantearon la realización de una nueva Constitución, que no llegó a publicarse (Constitución de 1856). Además se puso en marcha un nuevo proceso desamortizador, con la Ley de Desamortización General, de Madoz (1855) y se aprobaron leyes para promover el ferrocarril (símbolo de la industrialización y el progreso) y los bancos. En conjunto se pretendió ampliar la participación electoral y las libertades ciudadanas.

3.3.3.- La segunda mitad del reinado (1856-1868)

En 1856 O’Donnell desplazó del poder a Espartero y los progresistas, y asumió el poder con el apoyo del partido que él había creado: la Unión Liberal que se presentaba como una vía política centrista que superara la oposición entre moderados y progresistas. Más que un nuevo partido, se trataba de un conglomerado de políticos oportunistas que tampoco conseguirían poner remedio al agotamiento del sistema.

Entre 1856 y 1868 se alternaron en el poder la Unión Liberal de O’Donnell y el partido moderado de Narváez. En su primer gobierno, O’Donnell restableció la Constitución dde 1845 con un Acta Adicional que pretendía liberalizarla. De 1858 a 1863, O’Donnell presidió el más largo gobierno del reinado, cuya labor más interesante fue la política Marruecos y expediciones militares a Conchichina y México.Entre 1866 y 1868 la monarquía entró en una profunda crisis económica. Tras la caída de O’Donnell le suceden varios gobiernos moderados dirigidos por Narváez que aumentó la política conservadora y la represión de las libertades públicas y oposición: fusilamientos, cierre de la prensa crítica con el gobierno y de las Cortes. En esta situación el descontento con el régimen aumenta, el desprestigio de la Corona aumenta y los progresistas conspiran para acabar con él.

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