Texto 9: Ley de 21 de Julio de 1876

9.1.- Alfonso XIII y la crisis del sistema político de la Restauración: los partidos dinásticos. Las fuerzas políticas

de oposición: republicanos, nacionalistas, socialistas y anarcosindicalistas

Introducción:

En 1902, Alfonso XIII fue declarado mayor de edad. La vida política funcionaba sobre la base de la constitución

canovista de 1876, con el sufragio universal masculino introducido en 1890. El sistema estaba viciado por el

caciquismo, que alimentaba a los dos partidos políticos dinásticos que se habían turnado en el Gobierno, el

partido Conservador y el partido Liberal. Otras fuerzas políticas (republicanos, nacionalistas y socialistas) tenían

grandes dificultades para acceder al Parlamento.

Así pues, en los primeros años del reinado, asistimos a un proceso lento de descomposición política y social que

culminó en 1923 con el Golpe de Estado de Primo de Rivera.

En el ámbito internacional, coincide con la llamada “carrera de armamentos” que desembocó en la Primera

Guerra Mundial (1914-1918), la cual tuvo consecuencias profundas en la vida política y económica española.

También coincidíó con el inicio y auge del fascismo.

1. La primera etapa del reinado de Alfonso XIII (1902-1914) estuvo marcada por el espíritu regeneracionista. A la

nueva actuación seguida desde el poder se denominó revisionismo, ya que se pretendía revisar el sistema,

modificando lo necesario y adaptándolo a las nuevas demandas sociales y políticas. No obstante, fue un periodo de

inestabilidad política y de fracaso de este revisionismo político:

A) Intervencionismo constante de Alfonso XIII en la vida política, debido al protagonismo político que le otorgaba

la Constitución de 1876. La oposición al sistema derivó en gran medida en un rechazo a su persona, que acabaría

con su caída y la de la institución monárquica.

B) La división de los partidos dinásticos. Esta etapa de revisionismo político será protagonizada por Maura

(sucesor de Cánovas en el partido Conservador, en el poder desde 1907 a 1909) y por Canalejas (sucesor de

Sagasta en el partido Liberal, en el poder desde 1909 a 1912).

Los principales intentos de reforma los impulsaron gobiernos conservadores (según Maura, era emprender la

“revolución desde arriba” para evitar la “revolución desde abajo”) hasta la crisis de 1909:

– Ley de Jurisdicciones (1906): otorgaba a los tribunales militares la jurisdicción sobre cualquier ofensa

al ejército.

– Plan de reconstrucción naval.

– Regulación del descanso dominical y creación del Instituto Nacional de Previsión.

– Ley electoral de 1907 que, aunque no democratizaba el sistema político, sí dificultaba el fraude

electoral.

– Ley de Administración Local: concedía más autonomía a los ayuntamientos y diputaciones.

La Semana Trágica de Barcelona (1909) truncó la labor del gobierno de Antonio Maura. La ejecución de cinco

penas de muerte levantó una ola de protesta internacional, provocando la dimisión de Maura y la caída de su

gobierno.

Desde 1910 a 1912 dirigíó el gobierno Canalejas con un programa regeneracionista:

– Suprimíó los impuestos de consumos.

– Reformó el sistema de reclutamiento por quintas (servicio militar obligatorio).

– Aprobó la Ley del candado que prohibía la instalación en España de nuevas comunidades religiosas si

antes no habían recibido autorización del gobierno.

– Tramitó la Ley de Mancomunidades con la que pretendía canalizar las reivindicaciones autonomistas

catalanas.

José Canalejas fue asesinado en Madrid en un atentado terrorista llevado a cabo por los anarquistas. Con su

muerte se inicia una etapa de crisis permanente en los dos partidos turnistas.

C) Fracaso de la reforma del sistema

Crisis del bipartidismo y del turno de poder: a partir de 1912, Maura, enfrentado a Dato- jefe de su partido-, proclamó la

imposibilidad de mantener el turnismo con el partido Liberal (Romanones), al que consideraba demasiado inclinado hacia

la izquierda. Comenzará así un enfrentamiento real entre los dos partidos.

Fracaso de la experiencia de gobiernos de concentración (presididos por el liberal García Prieto y por Maura) debido a la

incapacidad del sistema para renovarse e integrar a las nuevas fuerzas sociales.

2. Las fuerzas políticas de oposición: republicanos, nacionalistas, socialistas y anarcosindicalista

Los republicanos representaban la principal fuerza de oposición al régimen, dentro de las Cortes y en el ámbito

extraparlamentario. En este periodo surgieron dos nuevos partidos republicanos:

– El Partido Radical, fundado por Lerroux en 1908, izquierdista y anticlerical, se definía como

autonomista en lo político y socialista en lo social, que unido a su discurso populista, le permitíó

ampliar sus apoyos sociales.

– El Partido Reformista, fundado en 1912 por Melquiades Álvarez y Gumersindo de Azcárate,

representaba un republicanismo más moderado. Su preocupación por la cultura y la educación atrajo

a destacados intelectuales, pero tuvo menos implantación social que el partido Radical.

Dentro de los partidos republicanos, seguía creciendo el Partido Socialista Obrero Español, dispuesto a

participar en la política parlamentaria, sin renunciar por ello a la revolución. En las elecciones de 1910 se presentó

dentro de la llamada Conjunción Republicano-Socialista, que permitíó por primera vez el acceso a las Cortes de un

socialista (Pablo Iglesias, fundador del partido).

En cuanto a los nacionalismos, el que tuvo una mayor implantación social era el catalán. El desastre del 98

produjo un incremento del nacionalismo en el País Vasco, pero fue sobre todo en Cataluña donde la pérdida de las

colonias y su efecto económico ayudaron a fortalecer el sentimiento nacional.

El principal representante en la vida política fue la Lliga Regionalista, de ideología conservadora, cuyo principal

objetivo era conseguir la autonomía para Cataluña.

En 1906 se fundó Solidaritat Catalana, que integraba a todas las fuerzas políticas catalanas (excepto partidos

dinásticos y republicanos de Lerroux) con el fin de defender los derechos de Cataluña.

La izquierda catalanista tardó en organizarse, y no tuvo un papel destacado hasta la creación, de Estat Català,

en 1922, bajo la dirección de Francesc Macià. Se convertirá en la expresión del nacionalismo radical no

conservador.

Muy distinto era el nacionalismo vasco, de carácter arcaizante y esencialmente vizcaíno. Su única expresión

seguía siendo el Partido Nacionalista Vasco, que se apoyaba en la pequeña burguésía bilbaína, ultraconservadora y

recelosa del progreso y la industrialización.

Sin embargo, con la paulatina incorporación al PNV de elementos menos radicales respecto al

independentismo y de espíritu algo más moderno, se ensanchó la base social del partido, aunque pervivirá el

tradicionalismo de su fundador, Sabino Arana.

El anarquismo siempre mantuvo su negativa a participar en política y rechazaba el reformismo social. Estaba

arraigado en las zonas industriales de Cataluña y entre el campesinado andaluz y extremeño. En su seno persistían

dos tendencias: los partidarios de la acción terrorista y los sectores proclives al sindicalismo. En 1907 se forma el

sindicato Solidaridad Obrera y en 1910, bajo el impulso de las sociedades obreras catalanas se funda la

Confederación Nacional del Trabajo, CNT, que reafirmó la acción directa mediante la huelga general como

estrategia frente a la lucha política. Tras la huelga general de 1911, la CNT fue declarada ilegal hasta 1915.

9.2.- La intervención en Marruecos. Repercusiones de la Primera Guerra Mundial en España. La crisis de

1917 y el trienio bolchevique

En 1902, Alfonso XIII fue declarado mayor de edad. La vida política funcionaba sobre la base de la constitución

canovista de 1876, con el sufragio universal masculino introducido en 1890. El sistema estaba viciado por el

caciquismo, que alimentaba a los dos partidos políticos dinásticos que se habían turnado en el Gobierno, el partido

Conservador y el partido Liberal. Otras fuerzas políticas (republicanos, nacionalistas y socialistas) tenían grandes

dificultades para acceder al Parlamento. En los primeros años del reinado, asistimos a un proceso lento de

descomposición política y social que culminó en 1923 con el Golpe de Estado de Primo de Rivera. En el ámbito

internacional, coincide con la llamada “carrera de armamentos” que desembocó en la Primera Guerra Mundial

(1914-1918), la cual tuvo consecuencias profundas en la vida política y económica española. También coincidíó con

el inicio y auge del fascismo.

1. La intervención en Marruecos

Ante el “problema militar” ocasionado por la derrota del ejército español en 1898, el estamento militar atribuía

toda la responsabilidad de esta derrota a los políticos y reclamaba el papel protagonista que el Ejército había

tenido antaño. Se enfrentaban a sectores antimilitaristas y a una prensa liberal hostil que acusaba a los militares

de la derrota.

Tras la Conferencia de Algeciras (1906), celebrada para resolver los conflictos sobre Marruecos entre Francia y

Alemania, España obtuvo el reconocimiento de sus “derechos” sobre el norte del territorio. Un sector del ejército

veía la oportunidad de recuperar el prestigio perdido tras el desastre, además de capitalistas interesados en la

explotación de las minas del Rif.

En los años siguientes compañías españolas comenzaron a explotar las minas del Rif y a construir un ferrocarril

que uniera las minas con Melilla. Este territorio era muy accidentado y habitado por cabilas o tribus bereberes,

muy celosas de su independencia, hostiles a la presencia extranjera y que no estaban sometidas al sultán, lo que

dificultaba su dominio militar.

En Febrero de 1909 España comienza la ocupación militar del norte de Marruecos. El 9 de Julio los rifeños atacaron

una línea de ferrocarril y mataron a cuatro trabajadores españoles, por lo que el gobierno de Maura decidíó

reforzar militarmente la zona. La movilización de reservistas dará lugar a una huelga general y a la denominada

“Semana trágica” de Barcelona (26-31 Julio), duramente reprimida.

Barcelona vivía un clima de tensión por las fricciones con los militares, la intervención en Marruecos, el malestar

ante el sistema de quintas, las reivindicaciones anarquistas entre los obreros, el creciente anticlericalismo y el éxito

de las consignas de Alejandro Lerroux (jefe del partido Radical) entre las clases medias.

Los disturbios se iniciaron por el envío de reservistas al Protectorado de Marruecos, donde se habían producido

ataques de las tribus rifeñas. Se convocó una huelga general que derivó en una revuelta popular con sucesos muy

violentos, en las que se manifestaron todas las tensiones sociales acumuladas. Las autoridades declararon el

estado de guerra y el ejército acabó con la revuelta.

La represión fue dura y arbitraria: más de mil detenciones, casi doscientas penas de destierro, más de cincuenta

cadenas perpetuas y diecisiete penas de muerte, de las cuales se ejecutaron cinco, entre ellas la del pedagogo

anarquista Ferrer y Guardia, fundador de la Escuela Moderna.

La oleada de protestas provocó la caída del gobierno de Antonio Maura, quien presentó su dimisión, mandando

el rey formar nuevo gobierno al partido Liberal.

Por otra parte, la experiencia de la Semana Trágica hizo ver a los anarquistas la necesidad de una organización

sindical propia, por lo que en 1910 se fundó el sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT).

A la impopularidad de esta guerra se añadía la división dentro del propio ejércitos entre un sector “africanista”,

que aspiraba a beneficiarse con los ascensos por méritos de guerra, y los no africanistas, que rechazaban este

sistema de promoción.

Después de la Primera Guerra Mundial, 1914-1918, Francia y España empezaron una política de expansión para

controlar a las tribus rifeñas.

El nuevo alto comisario, el general Dámaso Berenguer, inició la ocupación del sector occidental, mediante la

combinación de la acción militar y la política de alianzas, y ordenó al general Silvestre, comandante general de

Melilla, que detuviese su ofensiva en el Rif hasta someter al caudillo indígena El Raisuni que dominaba el sector

occidental.

Sin embargo, el ejército español mal pertrechado y mal dirigido por el general Silvestre, reanudó un avance

precipitado sobre el corazón del Rif con el objetivo de ocupar la bahía de Alhucemas, y penetró por un territorio

extenso y de difícil orografía, muy alejado de los centros de aprovisionamiento y defendido por una línea débil y

dispersa de fuertes militares. Abd-el-Krim organizó una rebelión rodéó a las tropas españolas en Annual. El

desastre de Annual, 1921, se cobró 13000 vidas y se exigíó responsabilidades por la derrota.

El expediente fue instruido por el general Picasso. Las compañías que explotaban los recursos mineros con

importantes intereses en la regíón y el Gobierno entorpecieron su trabajo, lo que ocasiónó fuertes críticas por

parte del PSOE y los republicanos que propusieron el abandono de Marruecos. También la opinión pública pedía el

fin de la guerra.

2. El impacto de la Primera Guerra Mundial (1914-1918)

El gobierno español mantuvo la neutralidad y la no intervención en el conflicto, a pesar de que dividiera a los

españoles en dos bandos (aliadófilos y Germánófilos) y produjera una alteración económica: el aumento de la

demanda exterior produjo una inflación y una carestía que afectó de modo especial a las clases obreras, las cuales

apoyaron la radicalización del sindicalismo. Los grandes beneficios de las empresas no repercutieron en aumentos

salariales, sino todo lo contrario: el espectacular enriquecimiento empresarial vino acompañado del

empobrecimiento general de los trabajadores, a consecuencia de la subida de los precios de los productos básicos

y de la especulación industrial y comercial.

3. La crisis de 1917 y el trienio bolchevique

El triunfo en 1917 de la Revolución bolchevique en Rusia originó un notable entusiasmo en las organizaciones

obreras, que imaginaron inicialmente a la Uníón Soviética como un paraíso de los trabajadores. En este contexto de

presión de un movimiento obrero cada vez más fuerte, el gobierno se vio obligado a adoptar algunas medidas de

carácter social, como la tradicional reivindicación de la jornada de ocho horas en la industria (1919), o la creación

del Ministerio de Trabajo (1920).

Este triunfo también supuso una nueva división ideológica dentro del socialismo. En 1919 se fundó en Moscú la

Tercera Internacional o Internacional Comunista, que pretendía agrupar a todas las organizaciones obreras. Al año

siguiente, un grupo de las Juventudes Socialistas fundó el Partido Comunista de España (PCE).

En 1917 tres problemas pudieron haber acabado con el régimen si los objetivos de sus protagonistas hubieran

sido coincidentes

 Rebelión de las Juntas Militares de Defensa: los oficiales de infantería y caballería se organizaron para

reforzar su influencia en el estado y mejorar sus ingresos. Sus objetivos eran oponerse al ascenso por

méritos de guerra de los africanistas; solicitar una subida de sueldos; enfrentarse a los políticos

parlamentarios, quienes aparecían como responsables de las medidas, y exigir que los gobiernos y el

pueblo tuvieran más respeto al ejército. En Junio publicaron un manifiesto y se negaron a disolverse. El

gobierno conservador de Eduardo Dato tuvo que reconocer a las Juntas de Defensa como portavoces del

ejército.

 Rebelión de la burguésía: las Cortes estaban cerradas por miedo del Gobierno a que se plantearan los

problemas. Cambó, jefe de la Lliga Regionalista y de la burguésía catalana, decidíó solicitar su apertura

para tratar el tema de las Juntas de Defensa. El Gobierno de Eduardo Dato no atendíó a la petición y el

político convocó una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona, el día 19 de Julio, para imponer un

gobierno de concentración y convocar a Cortes Constituyentes con las fuerzas más representativas y así

salvar al país.

El gobierno conservador de Eduardo Dato disolvíó la Asamblea tachándola separatista, disolvíó las Cortes

y suspendíó las garantías constitucionales.

Las Juntas Militares y la derecha política no aceptaron colaborar con la Asamblea de Parlamentarios por

miedo a una revolución social al estallar la huelga general.

 Rebelión del proletariado: la UGT y la CNT iniciaron los contactos para pedir al gobierno respuestas para el

malestar social. Romanones, sucesor de Dato en el gobierno, no se consideró en la obligación de cumplir

las promesas de su predecesor. Los sindicatos decidieron ratificar la huelga general, que sería pacífica y se

extendería por todo el país.

Los huelguistas se enfrentaron al ejército y hubo muertos y heridos en Valencia, Barcelona, Madrid,

Vizcaya y Asturias. El factor decisivo fue la colaboración del Ejército con el Gobierno para sofocarla. Los

miembros del comité de huelga fueron sometidos a consejo de guerra y varios resultaron condenados a

cadena perpetua.

A partir de 1918 y hasta 1921 se produjeron en España una serie de huelgas y disturbios, siendo especialmente

graves en Andalucía y en Cataluña. Algunos historiadores lo llaman el “trienio bolchevique”.

En Andalucía se vivíó una fase de actividad revolucionaria provocada por la situación de miseria de los jornaleros

agrícolas, la carestía de la vida y la influencia de la Revolución rusa. Bajo la dirección de los dos grandes sindicatos

(UGT y CNT), se sucedieron las huelgas, se ocuparon fincas, se repartieron tierras y se tomaron ayuntamientos. La

declaración del estado de guerra y una dura represión pusieron fin a esta revuelta.

En Cataluña el crecimiento de la CNT continuó de forma ininterrumpida, y se impuso como corriente mayoritaria

la anarcosindicalista, más violenta y partidaria de la acción directa, frente a la sindicalista, de carácter más

moderado y pragmático. En consecuencia, las huelgas, sabotajes y atentados se sucedieron continuamente.

La patronal catalana respondíó con igual dureza: frente a la huelga, el lock-out o cierre temporal de la empresa; y

frente a la acción directa o “terrorismo rojo”, el “terrorismo blanco” o contratación de pistoleros y bandas

armadas para asesinar a dirigentes obreros y sindicales.

En este clima de enfrentamiento, las autoridades civiles y militares de Barcelona practicaron también un

auténtico terrorismo de Estado, con la aplicación de la conocida como “ley de fugas”, que autorizaba a los cuerpos

armados a disparar contra un detenido que intentara huir…

En definitiva, la violencia sufrida en Cataluña adquiríó una intensidad alarmante, en aumento con el paso del

tiempo.

Por todo ello, en Septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña dio un Golpe de Estado.

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