La Restauración Borbónica en España (1874-1898): Sistema, Turno y Oposición

Introducción

Tras el fallido intento del Sexenio Democrático (la caída de Isabel II, el reinado de Amadeo de Saboya y la Primera República) se instaló el liberalismo censitario y se restauró la monarquía borbónica con Alfonso XII (hijo de Isabel II) como monarca. Alfonso XII permitió la alternancia en el poder político entre conservadores y liberales, ideada por Cánovas del Castillo. Desde el pronunciamiento de Martínez Campos en 1874 hasta la pérdida de las últimas colonias en 1898 se desarrolla en España el periodo conocido como la Restauración.

El Sistema Canovista, la Constitución de 1876 y el Turno de Partidos

El Sistema Canovista

En diciembre de 1874, el General Martínez Campos realizó un pronunciamiento para reponer a los Borbones en la corona con Alfonso XII. Hasta su regreso en enero de 1875, Antonio Cánovas del Castillo asumió la regencia y gestó el cambio. Las fuerzas conservadoras vieron de muy buen grado la Restauración de los Borbones para lograr estabilidad política.

Cánovas pretendía desarrollar un nuevo modelo político en el que los militares quedaran al margen, para lo que planeó elaborar una constitución con un sistema político bipartidista y pacificar el país. Se convocan elecciones a Cortes constituyentes con sufragio universal, para sustituir la Carta Magna de 1869. Se institucionaliza un sistema político basado en la alternancia en el poder de conservadores y liberales pacíficamente, obligándose a renunciar al pronunciamiento como la forma de llegar al poder.

El ejército subordinó su poder al civil, obligándole a no intervenir en la política; a cambio se dio a los militares cierta independencia y se les aumentó el presupuesto.

Se pacifica el país. Tras la reposición de los Borbones se logró acabar con los Carlistas, que aún tenían seguidores en Cataluña, País Vasco y Navarra, cuando en febrero de 1876 Carlos VII se exilia en Francia. Se abolió el régimen foral, pero en 1878 se firmaron unos conciertos económicos.

Se finaliza la Guerra de los Diez Años con la Paz de Zanjón, donde se incluía una amnistía, abolición de la esclavitud y promesas de reformas políticas. Pero el incumplimiento de estas reformas provocó un nuevo conflicto en 1879 con la Guerra Chiquita y la posterior insurrección de 1895.

La Constitución de 1876

Con un sufragio censitario y soberanía compartida entre Cortes y Rey, era una constitución conservadora y tradicionalista, parecida a la de 1845.

  • El rey tenía un poder moderador con derecho de veto, nombramiento de ministros y potestad de convocar Cortes, suspenderlas o disolverlas.
  • Las Cortes eran bicamerales: Congreso y Senado, elegidas con voto censitario, aunque en 1890 se aprueba el sufragio universal masculino.
  • El Estado se proclama Católico, se restablece presupuesto para la Iglesia.
  • Tenía una breve declaración de derechos que fueron restringidos.

La oposición se mostraba muy débil: el movimiento obrero estaba empezando, el republicanismo estaba dividido y el nacionalismo no tenía consistencia política.

El Turno de Partidos

Hasta 1898 hubo una alternancia pactada entre el partido conservador de Cánovas y el liberal de Sagasta, tras convencer Cánovas a diferentes ámbitos políticos.

Sagasta preside el Gobierno entre 1881 y 1883, modernizando el Estado con la Ley de Asociaciones, libertades de prensa y tolerancia política. Promulgó el Código Civil en 1889 y restableció el sufragio universal masculino en 1890.

Se restringió la participación ciudadana, a lo que se unió el caciquismo, para el control electoral. Los caciques, personas notables y ricos propietarios, mediaban para obtener beneficios propios y para las zonas que controlaban a través de sus tramas de poder, principalmente en Andalucía, Galicia o Castilla.

Se desarrolló el falseamiento electoral o pucherazo con el consentimiento de los gobernadores civiles, a lo que ayudó el sufragio censitario y el control de quien votaba.

Tras la muerte de Alfonso XII en 1885, liberales y conservadores acuerdan el pacto de partidos mediante el Pacto del Pardo. La situación se mantuvo en la regencia de María Cristina de Habsburgo durante la minoría de edad de Alfonso XIII.

En la última década, el personalismo de los líderes políticos provocó disidencias internas. Surgen nuevas figuras como Antonio Maura y Francisco Silvela en el ámbito conservador, y otras en el liberal.

La Oposición al Sistema. Regionalismo y Nacionalismo

La Oposición al Sistema

Había otras opciones políticas como el Partido Católico Nacional o los carlistas en la derecha, y republicanos, socialistas y anarquistas en la izquierda; pero no lograron articular una oposición mayoritariamente aceptada, eran opciones minoritarias.

Republicanismo

Los republicanos estaban divididos entre: el Partido Republicano Posibilista del moderado Emilio Castelar, el Partido Republicano Progresista del radical Ruiz Zorrilla, el Partido Republicano Centralista de Nicolás Salmerón, y el Partido Republicano Federal de Pi y Margall. Lograron una minoría republicana en las cortes tras el descalabro de 1886 bajo la Unión Republicana (1893-1901).

Socialismo

Por el voto obrero compitió con los republicanos el PSOE, fundado por Pablo Iglesias en 1879.

Carlismo

Otro grupo opositor fueron los carlistas. Tras la derrota de la tercera Guerra Carlista en 1876 se acepta a Alfonso XII, y la Constitución de 1876 negaba toda opción al carlismo. El Carlismo tuvo que readaptarse y surgió Cándido Nocedal con apoyo en Navarra, País Vasco y Cataluña. En los 80, Juan Vázquez de Mella, con el Acta de Loredán, basó su programa en la unidad católica, el fuerismo, la oposición a la democracia, y aceptaban el nuevo orden liberal-capitalista. Posteriormente se escindió el Partido Nacional Católico, que criticó el escaso catolicismo de Carlos VII.

Otros Grupos

Otra fuerza política fue la Unión Católica liderada por Alejandro Pidal, que era un partido conservador y católico, y crítico con los conservadores. En el lado de los liberales surgieron partidos como el Partido Democrático-Monárquico de Segismundo Moret o la Izquierda Dinástica del General Serrano.

Regionalismo y Nacionalismo

En el último cuarto del siglo XIX surgen los grupos nacionalistas o regionalistas, que propusieron políticas contrarias al centralismo estatal en algunas regiones.

Cataluña

En Cataluña surgió la Renaixença para recuperar la lengua y las señas de identidad catalana, debido a un renacimiento de la cultura, una expansión de la lengua y al grupo social industrial cuyos intereses económicos estaban poco representados. En los 80 surge el catalanismo político: conservador bajo el obispo Torras y Bages, y progresista con Valentí Almirall, que fundó en 1882 el Centre Català para defender la autonomía. En 1887 los conservadores fundan la Lliga Catalana, defendiendo el catalán frente al código civil de 1889; junto a las Bases de Manresa en 1892, por la Unió Catalanista de Enric Prat de la Riba, que pretendía poder catalán y la autonomía. En 1901 se creó la Lliga Regionalista con Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó.

País Vasco

El nacionalismo vasco surgió en 1890, tras la pérdida de los fueros carlistas y con la defensa de la lengua y cultura vasca, surgiendo los euskaldunes. Sabino Arana pretendía defender la cultura vasca frente a la migración al País Vasco. Surgió el Partido Nacionalista Vasco en 1895. Arana dio el nombre de Euskadi, una bandera propia y el lema Dios y Ley Vieja (gran sentimiento católico y tradicional). El PNV se declaró independentista de España, pero evolucionó al autonomismo.

Galicia

El nacionalismo gallego tuvo un carácter cultural. Intelectuales y literatos como Rosalía de Castro quisieron convertir la lengua gallega en literaria, surgiendo el Rexurdimento. Hubo una preocupación por la emigración de Galicia, cada vez el galleguismo fue más político. La figura más importante fue Vicente Risco.

Otros Movimientos Regionalistas

Otros movimientos: el valencianista con Teodor Llorente y Constantí Llombart en el ámbito cultural, y políticamente la creación de Valencia Nova; el aragonesismo con la burguesía, como Joaquín Costa, que defendía los valores culturales y quería recuperar las instituciones medievales; el andalucismo con Blas Infante que escribió el Ideario Andaluz, en 1916 se creó el primer centro andaluz en Sevilla, en 1918 se realizó la asamblea regionalista en Ronda para defender la cultura y la política andaluzas.

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