Reinos cristianos en la Edad Media

La conquista musulmana de la península ibérica, que comenzó en el año 711, puede explicarse por dos razones:

El reino visigodo padecía una profunda crisis por los continuos problemas de la monarquía.

El ímpetu expansivo del islam que había conquistado un extenso territorio que comprendía desde el Magreb hasta el Imperio persa.

Un ejército beréber, dirigido por tarik, cruzó el estrecho de Gibraltar como aliado de una facción visigoda, y poco después, tras derrotar al rey don Rodrigo, inició la conquista del territorio peninsular.

La rapidez de la conquista se explica por diversos factores. Algunos aristócratas visigodos prefirieron pactar con los musulmanes el sometimiento a su autoridad y el pago de tributos a cambio de conservar su señorío y practicar su religión.


El emirato dependiente

En Alandalus se establecíó un emirato sometido a la autoridad del califato de damasco. La dinastía omeya, que hasta ese momento había gobernado en damasco, puede puesta del poder y una nueva dinastía paso a dirigir al califato: la Abasí. Una de sus objetivos fue la eliminación de la familia omeya.

Abderramán logro sobrevivir y huyó a Alandalus, donde conservaba apoyos. Derrotaron al emir cerca de Córdoba, ocupó la capital y se proclamó emir en 756.

El emirato independiente

Abderramán I creó el emirato independiente de Córdoba. Cecillo, respetando la autoridad religiosa del califa de Bagdad.

Una vez lograda la victoria, Alandalus atrajo a otros Omeyas y logró la adhesión de ciudades importantes. Este respaldo le sirvió para instaurar su propia dinastía.

El nuevo emirato consolidó el poder del islam en la península.


Se corrigió la organización administrativa y mejoró la recaudación de impuestos. El aumento de esta permitíó la creación de un ejército permanente y mercenario y se realizaron aceifas.

El califato

A principios del Siglo X el emirato cordobés sufríó una gran crisis. En este contexto llegó al poder Abderramán tercero.

Las victorias militares sobre sus enemigos le otorgaron el prestigio necesario para proclamarse califa, lo que significaba deslizar Garcés de la sumisión religiosa y el fin de cualquier dependencia del califato de Bagdad.

Abderramán III consiguió pacificar el territorio de Alandalus, lo que le posibilitó fortalecer la estructura del Estado.


. Su nombramiento como Khalifa, le otorgaba la supremacía religiosa

. Reorganizó la recaudación fiscal y centralizó sugestión, lo que le permitíó obtener recursos

. Destacó el papel del hachib y el de los visites, así como la importancia de la nobleza de palacio, vincula directamente al califa

. Los impuestos le permitieron el pago de un potente ejército, mercenario, formada especialmente por bereberes y eslavos

Aumento igualmente su influencia en el Magreb y organizo un protectorado omeya para defender la península de la creciente influencia fatimí. 


2.2. Imperio almorávide (1090-1145)

Tras la conquista de Toledo en 1085, por Alfonso VI, Sevilla, Granada y Badajoz) se unieron para luchar y llamaron en su ayuda al Imperio almorávide. Los almorávides (bereberes nómadas y saharianos que pretendían volver al islamismo de la época coránica) desembarcan en en 1086 y vencieron a Alfonso VI en la batalla de Sagrajas (Badajoz), y, a partir de 1090, iniciarán un proceso de unificación de todo el territorio. En los primeros momentos gozan de popularidad, ya que se presentan como restauradores del islam tradicional y ortodoxo, y prometen una bajada de impuestos. Pero los fracasos y perdidas territoriales frente a los cristianos (pierden Zaragoza en 1118, y no recuperan Toledo) obligan a los gobernantes norteafricanos a aumentar los impuestos, lo que unido a la corrupción les hace perder apoyos.


2.4. Imperio almohade (1170-1224)

Poco después de la instauración de los segundos reinos de taifas, comenzaban a actuar en la península los almohades, grupo ultra ortodoxo y rigorista. Sustituyeron a los almorávides en el norte de África y cruzaron el estrecho tomando Sevilla e iniciando una larga campaña para dominar todas las taifas. Derrotaron a Alfonso VIII de Castilla en la batalla de Alarcos (1195), pero no lograron recuperar ninguna ciudad importante (Toledo, Zaragoza) de los dominios cristianos.

Una coalición de reyes cristianos (Castilla, Aragón, Navarra y Portugal, con el apoyo del Papa, que predicó la guerra como una cruzada, con participación de “peregrinos” franceses) logra vencerlos en las Navas de Tolosa (1212): fomentó la aparición de nuevos reinos de taifas, que fueron sucumbiendo, excepto el reino nazarí de Granada


2.5. Reino nazarita de Granada (1224-1492)

En 1238 los reinos de taifas, excepto el de Granada, habían desaparecido. El reino granadino fue creación de Muhammad I hacia 1232. Muhammad posteriormente se convertirá en vasallo del Rey castellano al que pagará un tributo. El reino nazarita de Granada tuvo durante los dos siglos y medio de su existencia una vida muy azarosa, con disputas internas y la permanente amenaza castellana sobre sus fronteras. El reino nazarita pudo pervivir hasta 1492, en que fue conquistado por los Reyes Católicos.

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