Constitucion de 1853 y secesion de buenos aires

bernardino de la Trinidad González Rivadavia y Rivadavia (Buenos Aires, 20 de mayo de 1780Cádiz, 2 de septiembre de 1845) fue un político, de las Provincias Unidas del Río de la Plata, actual Argentina. Fue Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata,1 ejerciendo dicho cargo entre el 8 de febrero de 1826 y el 7 de julio de 1827.

Poco después ejerció el cargo de Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores de la provincia de Buenos Aires.

Fuertemente cuestionado por sus políticas unitarias, Rivadavia debió renunciar al cargo, siendo sucedido por Vicente López y Planes, pero al poco tiempo el cargo fue disuelto y pasaron muchos años hasta que se creara nuevamente.

Luego de su renuncia Rivadavia se retiró a España, en donde murió en 1845. Sus restos fueron repatriados a Argentina en el año 1857, recibiendo honores de Capitán General. En la actualidad sus restos descansan en un mausoleo situado en la Plaza Miserere, adyacente a la Avenida Rivadavia nombrada en su honor.

Se educó en el Real Colegio de San Carlos, pero abandonó sin terminar los estudios. En 1811, después del golpe institucional que expulsó a los diputados del interior de las Provincias Unidas del Río de la Plata para instaurar un triunvirato centralista dirigido desde Buenos Aires, fue designado Secretario de Guerra del Primer Triunvirato, iniciándose así en la vida pública. Adquirió preponderancia en las decisiones que se tomaron durante la represión con ajusticiamientos durante el desarrollo del Motín de las Trenzas, el fusilamiento de Martín de Álzaga y el armisticio de Rademaker, el representante portugués.

Exigieron la renuncia del Triunvirato y su reemplazo por un Segundo Triunvirato, que tomó la decisión de arrestarlo y obligarle a alejarse de la capital por un tiempo.

Tras varios intentos, la misión fue un fracaso.

Permaneció varios años más en Europa, dedicado a apoyar otros proyectos monárquicos, con varios candidatos españoles y uno francés (éste era el futuro rey francés Luis Felipe de Orleáns).

Cuando en 1820 cayeron el Directorio y el Congreso, Rivadavia fue convocado por el nuevo gobernador, Martín Rodríguez, que lo nombró en el cargo de Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores de la provincia de Buenos Aires. En mayo de 1824 Juan Gregorio de Las Heras es elegido gobernador y ofrece a Rivadavia continuar en el cargo, pero éste no acepta porque desea partir hacia Londres.

En su discurso de asunción declaró su plan de gobierno:
«La provincia de Buenos Aires debe plegarse sobre sí misma, mejorar su administración interior en todos los ramos; con su ejemplo llamar al orden los pueblos hermanos; y con los recursos que cuenta dentro de sus límites, darse aquella importancia con que deberá presentarse cuando llegue la oportunidad deseada de formar una nación»

Entre los recursos con los que contaba «dentro de sus límites», estaba la Aduana, que era nacional, de la que se apropió, y cuyos ingresos representaban la mayoría de todos los ingresos públicos del país.

Esto aisló y ahogó las economías provinciales.

Mientras tanto continuaba la depresión económica en el resto del país.

Estaba controlado por comerciantes ingleses y algunos socios locales, y se dedicó a otorgar créditos a corto plazo, pensados para el comercio, no para fomentar la industria o la ganadería. Serían la clase política y socialmente dominante por varias generaciones, pero nunca tendrían el control económico del país.

Pero, como era de esperar, en la lista fueron anotados todos los opositores. Esta reforma puso automáticamente en su contra a todos los militares alejados, y casi todos se unirían a las rebeliones en su contra.

Esto llevó a que muchos católicos se unieran a las conspiraciones.

Fue rápidamente sofocada, y sus cabecillas ejecutados tras un rápido juicio secreto.

Suprimió los cabildos, tanto el de la capital como los de Luján y San Nicolás de los Arroyos.

Gracias a su gestión se fundó la Universidad de Buenos Aires, reuniendo en un solo cuerpo las academias de Leyes y Medicina, con algunas nuevas fundaciones. Quien no la tuviera era arrestado y enviado como soldado a la frontera. [cita requerida]

De las pocas ideas que se le conocen para el interior, cabe destacar dos: el desarrollo de la minería para conseguir metales preciosos con que acuñar moneda, y un increíble proyecto de un canal navegable desde el sur de Mendoza hasta Buenos Aires. Algunos críticos argumentaban que este proyecto era imposible de realizar, alegando que en Cuyo no hay agua suficiente para alimentar semejante canal, y que la poca que había la querrían usar los cuyanos para riego.

Dos enviados de San Martín tuvieron que oír en la Legislatura que a Buenos Aires le convenía que no se fueran los realistas de Perú. Cuando finalmente renunció al gobierno del Perú y regresó a Buenos Aires, fue amenazado con encarcelarlo por su desobediencia de años atrás.

Cuando el cabildo de Montevideo le pidió ayuda, envió un emisario, Tomás de Iriarte, al gobernador brasileño a solicitar la devolución de la provincia usurpada.

 

La Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires decretó el 19 de agosto de 1822 una ley que facultaba al gobierno a «negociar, dentro o fuera del país, un empréstito de tres o cuatro millones de pesos valor real». Los fondos del empréstito debían ser utilizados para la construcción del puerto de Buenos Aires, el establecimiento de pueblos en la nueva frontera, y la fundación de tres ciudades sobre la costa entre Buenos Aires y el pueblo de Patagones. Además debía dotarse de agua corriente a la ciudad de Buenos Aires.

La Junta de Representantes había autorizado la colocación a un tipo mínimo del 70%, pero Rivadavia acepta constituir un consorcio que represente al Gobierno de Buenos Aires para la colocación del empréstito al tipo de 70%. Este consorcio estaba encabezado por los señores Braulio Costa, Félix Castro, Miguel Riglos, Juan Pablo Sáenz Valiente y los hermanos Parish Robertson, quienes en virtud del poder conferido celebraron el acuerdo en Londres con la firma Baring Brothers & Co.

Como la colocación en el mercado sería fácil, la Baring propuso al consorcio colocarlos al 85%, pagando 70% a Buenos Aires y repartíéndose el 15% de diferencia con el consorcio.

El 15% de diferencia de colocación representó 150 000 libras, de ellas el consorcio en su conjunto se llevó 120 000 libras en carácter de comisión, y los 30.000 restantes fueron para Baring.

El Bono general dispuso que:

Los intereses serían pagados semestralmente, encargándose la Casa Baring de hacerlo a nombre de Buenos Aires cobrando una comisión del 1%. El Estado de Buenos Aires «empeñaba todos sus efectos, bienes, rentas y tierras, hipotecándolas al pago exacto y fiel de la dicha suma de 1.000.000 de libras esterlinas y su interés». Baring retendría 200.000 títulos al tipo de 70, acreditando a Buenos Aires las 140.000 libras correspondientes y disponiendo para sí del excedente de su venta. Por cuenta del consorcio, Baring vendería en bolsa los 800.000 títulos restantes al tipo de 85%, cobrando un 1% de comisión por ello, y acreditando a Buenos Aires el 70%. Si lograse colocarlas a más del 80% la comisión subiría a 1,5%. En toda suma a entregarse en lo futuro por Buenos Aires, en concepto de intereses y amortizaciones, Baring cargaría un 1% de comisión a cuenta del gobierno.

Como no se había especificado como llegaba el dinero a Argentina, el consorcio informa a la Casa Baring que la mejor manera era enviando letras giradas contra casas comerciales de prestigio que dieran garantías en Buenos Aires. Al final, del millón de libras que totalizaba el mismo, sólo llegaron a Buenos Aires unas 570.000, en su mayoría en letras de cambio y una parte minoritaria en metálico.

De modo que fue entregado al Banco de Descuento para que lo entregara como créditos a sus clientes, a intereses mucho más bajos que los que pagaba la provincia por ese dinero.

Entre 1822 y 1826 las colonias españolas se endeudaron con Londres por la suma de 20.978.000 libras, habiendo Inglaterra desembolsado una suma real de sólo 7.000.000 de libras.


La ley de enfiteusis

Como garantía del empréstito Rivadavia hipotecó todas las tierras y demás bienes inmuebles de propiedad pública, prohibiendo su enajenación en toda la Nación. No siendo posible enajenar las tierras por la existencia de esta hipoteca, les aplicó el régimen de enfiteusis, mediante el cual se arrendaban contra el pago de un canon.

Pero de hecho la ley sólo se aplicó en territorio porteño y en Corrientes, habiéndola reconocido ésta última recién en 1830.

1º Las tierras de propiedad publica, cuya enajenación por la ley del 15 de febrero es prohibida en todo el territorio del Estado, se darán en enfiteusis durante el termino, cuando menos, de 20 años, que empezaran a contarse desde el 1º de enero de 1827.

2º En los primeros diez años, el que los reciba en esta forma pagará al tesoro publico la renta o canon correspondiente a un ocho por ciento anual sobre el valor que se considere a dichas tierras, sin son de pastoreo, o a un cuatro por ciento si son de pan llevar.

3º El valor de la tierra sera graduado en términos equitativos por un jury de cinco propietarios de los más inmediatos, en cuanto pueda ser, al que ha de justipreciarse, o de tres en caso de no haberlos en ese número.

4º El gobierno reglará la forma en que ha de ser nombrado el jury del que habla el artículo anterior, y el juez que ha de presidirlo.

5º Si la evaluación hecha por el jury fuese reclamada, o por parte del enfiteuta, o por la del fisco, resolviera definitivamente un segundo jury, compuesto del mismo modo que el primero.

6º La renta o canon que por el artículo 2º se establece, empezara a correr desde el día en que al enfiteuta se mande dar posesión del terreno.

7º El canon correspondiente al primer año se satisfacerá por mitad en los dos años siguientes.

8º Los periodos en que ha de entregarse el canon establecido, serán acordados por el Gobierno.

Además, se proponía favorecer la inmigración, otorgándoles tierras a los extranjeros a cambio de un canon, para que pudieran dedicarse a producir, en vez de a adquirir un pedazo de tierra.

Rivadavia no aceptó y partió hacia Londres, con una autorización de la Legislatura para gestionar la explotación de minas. Pero las minas en cuestión no estaban en Buenos Aires, sino en La Rioja, donde el caudillo Facundo Quiroga se había asociado con el capitalista porteño Braulio Costa y otros socios, como Anchorena y los Aguirre, y con capitales de la Baring Brothers formaron la Famatina Mining Company, nombre extranjero para la Sociedad del Banco de Rescate y Casa de la Moneda de La Rioja, reconocida por el gobierno de esta provincia.

Esa aventura financiera no le sirvió de mucho, pero le ganó la terrible enemistad de Quiroga.

Pero el ministro Rivadavia ordenó el regreso de los diputados porteños, con la excusa de que las provincias representadas no se habían organizado interiormente. Por otro lado, Buenos Aires exigía que el número de diputados por provincia debía estar en proporción al número de habitantes de cada una, lo que siempre había sido rechazado por las demás provincias.

El Tratado del Cuadrilátero, firmado en enero de 1822 entre las provincias del litoral y Buenos Aires, obra de Rivadavia, significó la muerte definitiva del Congreso federal. El ministro invitó a los diputados de las demás provincias a reunirse nuevamente en congreso cuando la situación interna de las provincias lo permitiera.

El nuevo Congreso General se reunió en diciembre de 1824 en Buenos Aires, y bajo las condiciones porteñas.

Y reunieron un congreso que declaró que la Banda Oriental se reincorporaba a la Argentina. El Congreso Nacional aceptó la reincorporación de la Banda Oriental el 25 de octubre de 1825,2 y el emperador declaró la guerra a la Argentina en diciembre.

Inesperadamente, la Guerra del Brasil obligó al congreso a formar un ejército urgentemente, y se pensó que también tenía que formar un Poder Ejecutivo Nacional para unificar el mando militar. De modo que, sin empezar siquiera a discutir una constitución que le diera marco legal al cargo, el 6 de febrero de 1826 se sancionó la ley de presidencia, creando un Poder Ejecutivo Nacional Permanente, con el título de «Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata».3 Duraría en sus funciones el tiempo que estableciese la Constitución.

Claramente, Rivadavia llevaba al gobierno un proyecto centralizador, es decir, unitario. La primera comunicación a los gobernadores del interior les hacía saber que les concedía a cada uno el mando político y militar que ya tenían como gobernadores, sólo que de forma provisoria, hasta que decidiera reemplazarlos.

El cónsul inglés iba a ir a Buenos Aires a firmar un tratado de reconocimiento de la independencia pero era imposible ya que las provincias se habían transformado en estados autónomos, era necesario encontrar una autoridad nacional. Los porteños se comprometieron a concederle al litoral la libre navegación de los ríos.

A fines de 1824 se reunió un congreso para redactar una constitución, entre los elegidos había unitarios y federales. La necesidad de un gobierno nacional llevó a nombrar a Rivadavia como el primer presidente en febrero de 1826, esta noticia no fue bien recibida en las provincias. Luego de 3 meses la constitución fue aprobada pero todas las provincias la rechazaron. Rivadavia decidió deshacerse de la guerra ya que el bloqueo naval impuesto por Brasil afectaba el comercio, que era la base de recaudación de rentas del estado.

La Ley de Capitalización

Inmediatamente luego de asumir, Rivadavia presentó al Congreso un proyecto de capitalización de Buenos Aires:4 la ciudad y gran parte de la campaña circundante se proclamaba capital del Estado. Pocos días más tarde emitió un decreto en que ordenaba la demarcación de la capital de la república,5 y de la provincia de Buenos Aires. También se ganó el odio de los estancieros, que no estaban dispuestos a perder la ventaja que les daban las relaciones en Buenos Aires, y que además comprendían que la pérdida de la aduana significaría impuestos internos más altos. No obstante, la ley fue sancionada el 4 de marzo de 1826.

La Junta de Representantes fue disuelta, y se nacionalizaron el ejército de la provincia, las tierras públicas, la aduana y todas las propiedades provinciales.

El Banco de Descuentos de la provincia fue transformado en el Banco Nacional7 en 1826, y estaba autorizado a abrir sucursales en las provincias. Su capital formado por el aporte del Estado y por acciones que se suscribirían en todo el territorio, sería de 10.000.000 pesos (de la época).

El Banco, que absorbió al Banco de Descuentos de la provincia, no logró reunir el capital correspondiente y el papel moneda que emitió careció de respaldo. Los gastos derivados de la guerra del Brasil llevaron al gobierno a solicitar reiteradas sumas que provocaron su ruina. En 1836, vencido el plazo de diez años establecido por la ley, Rosas dispuso su disolución.

El presidente Rivadavia dispuso la inmediata nacionalización de Buenos Aires y sus instituciones, incluida la aduana;8 la recaudación pasaría al gobierno nacional, quien la usaría en beneficio de todo el país, pero no se contemplaba la distribución entre las provincias. Además, la deuda pública de la provincia de Buenos Aires se nacionalizó.

10

Se nacionalizaron tierras que hasta ese momento se consideraban provinciales, sobre las que se debía aplicar el sistema de enfiteusis.

El gobierno procuró atraer capitales ingleses para explotar recursos naturales e intensificar la producción; para esto propició la formación de sociedades por acciones. Las dos sociedades fracasaron.

El capital inglés se retrajo; durante tres décadas no estuvo dispuesto a afrontar riesgos en estas tierras.

Sin embargo, la falta de recursos impidió definir la contienda, tanto por tierra como por mar.

Finalmente, Rivadavia envió al ministro Manuel José García a gestionar la paz. El presidente Rivadavia rechazó el convenio; pero igualmente sufrió el costo político del pacto, que se convertiría en una de las razones de su renuncia.

El gobierno nacional se organizaba en base al principio de división de poderes. Los gobiernos de provincia estarían a cargo de gobernadores, elegidos por el presidente con acuerdo del Senado, a propuesta en terna de los Consejos de Administración; estos organismos eran elegidos por el pueblo de cada provincia.

La Guerra civil en el interior

Las provincias habían sido sacudidas por varias guerras civiles durante la primera mitad de esa década. Parecían a punto de pacificarse, cuando el coronel Gregorio Aráoz de Lamadrid, uno de los oficiales que debía reunir tropas en las provincias del norte para la guerra del Brasil, las usó para usurpar el gobierno de la provincia de Tucumán. En lugar de desautorizarlo, Rivadavia lo incitó a usar esas tropas para atacar a los caudillos federales vecinos, que se oponían a su política. El más capaz de ellos, Facundo Quiroga, lo derrotó en dos batallas, pero esa nueva guerra civil garantizó el rechazo de varias provincias a su autoridad y a la constitución.

Efectivamente, la Constitución fue rechazada por todas las provincias: las misiones enviadas por el Congreso ante los gobiernos de provincia fracasaron.

Gran Bretaña presionaba para acordar una paz que garantizase la reanudación del comercio exterior.

La provincia de Buenos Aires recuperó su autonomía, eligiendo gobernador a Dorrego.

Pasó luego al Brasil y volvió definitivamente a España a finales de 1842, falleciendo en la ciudad de Cádiz el 2 de septiembre de 1845.

En ese año se dispuso darle su nombre a la avenida más larga de Buenos Aires. Sus restos descansan en un mausoleo en la Plaza Miserere de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sobre dicha avenida, desde 1932.

Su impulso reformista dio a la vida intelectual una dinámica desconocida hasta entonces, creando un clima propicio que fructificó en diversos campos a través de la obra personal de muchos individuos.

Siendo secretario del Triunvirato, ayudó a Mariano Moreno en la creación de una Casa de Libros en Buenos Aires que se abrió en 1812. Creó varias escuelas, proyectó la confección de un plano topográfico de la provincia de Buenos Aires y la formación de un museo de historia natural, que recién comenzó a funcionar en 1823.

Gracias a su gestión como Ministro de Gobierno de Martín Rodríguez se inauguró el 12 de agosto de 1821 la Universidad de Buenos Aires. Durante la época de Rivadavia se contrataron a distinguidas personalidades intelectuales del extranjero, como el matemático mexicano José Lanz, el naturalista francés Aimé Bonpland, los físico y astrónomos italianos Pedro Carta Molino y Octavio Fabricio Mossotti, el publicista e historiador, también italiano, Pedro de Angelis, el ingeniero francés Carlos Enrique Pellegrini y otros. También en su época se crearon laboratorios de química, el primer observatorio astronómico del país, el Museo de Ciencias Naturales, el Archivo General, el Departa


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *