Crisis y cambios políticos en la España del siglo XIX y XX

La Segunda República

El 12 de abril de 1931 se celebraron elecciones municipales mediante sufragio universal masculino. Triunfaron las candidaturas republicano-socialistas en las grandes ciudades. Aunque el número de concejales monárquicos era superior, se hizo evidente que buena parte de los votantes habían apostado por un cambio de signo. El 14 de abril los concejales de Éibar proclamaron la República, la población salía a la calle para celebrarlo. Ese mismo día Alfonso XIII abandonó el país. En Madrid constituyeron un gobierno provisional y se proclamó oficialmente la Segunda República. El gobierno convocó elecciones a Cortes Constituyentes y decretó una serie de medidas: amnistía para los presos políticos, libertades políticas y sindicales, designación de altos cargos de la administración, la reforma del ejército… Las promesas de cambio contaron con gran apoyo popular, pero con la animadversión de propietarios, parte del ejército y la Iglesia.

La Revolución de Septiembre de 1868

El 19 de septiembre de 1868, Topete, protagonizó un alzamiento militar contra el gobierno de Isabel II. Prim y Serrano se unieron con los sublevados y consiguieron el apoyo de la población con el lema: «¡Viva España con honra!». El gobierno de Isabel II se aprestó a defender el trono con las armas. Envió un ejército para enfrentarse a los sublevados. Ambas fuerzas se encontraron cerca de Córdoba, donde se libró una batalla que dio la victoria a las fuerzas afines a la revolución. El gobierno no vio más salida que dimitir y la reina no tuvo más remedio que exiliarse en Francia. Además, del pronunciamiento militar tuvieron un gran protagonismo las fuerzas populares. Se constituyeron juntas revolucionarias que organizaron el levantamiento y lanzaron llamamientos al pueblo. El radicalismo de algunas propuestas no era compartido por los dirigentes unionistas y progresistas, que ya habían visto cumplido su objetivo de derrocar a la monarquía. Se nombró un gobierno provisional de carácter centrista, el general Serrano fue nombrado regente, y el general Prim, presidente de un gobierno formado por progresistas y unionistas

Amadeo de Saboya (1871-1873)

Prim fue el encargado de sondear y de llevar a cabo las negociaciones para restablecer el candidato más idóneo para el trono español. Consiguió imponerse la candidatura de Amadeo de Saboya, miembro de una dinastía que gozaba de gran popularidad por haber sido la artífice de la unificación de Italia. El nuevo monarca fue elegido rey por las Cortes y llegó al país 3 días después del asesinato de Prim. Amadeo fue proclamado rey, y tras tomarle juramento, las Cortes se disolvieron. La nueva dinastía contaba con escasos apoyos. El rey y su esposa contaron desde el principio con la oposición de la aristocracia, el clero y las camarillas cortesanas de la época de Isabel II. Una parte del ejército mostró su resistencia a expresar fidelidad al nuevo monarca, lo que fue grave cuando se desencadenó el conflicto carlista y la guerra de Cuba. Una vez establecido el sufragio universal y las libertades, el nuevo monarca pretendió consolidar un régimen plenamente democrático. Pero los 2 años del reinado de Amadeo de Saboya se vieron marcados por dificultades constantes: problemas económicos, lucha permanente entre los grupos políticos, la revitalización del conflicto carlista, la guerra de Cuba…. Amadeo I contó desde el principio con la oposición de los moderados, que empezaron a organizar la restauración borbónica. Cánovas del Castillo fue captando disidentes y les convenció de que la monarquía borbónica era una garantía de orden y estabilidad. La Iglesia estaba en contra de que se obligase al clero a jurar la Constitución. Los carlistas, se habían reorganizado como fuerza política. La llegada de Amadeo dio argumentos al carlismo para volver a intentar la insurrección. La rebelión se inició en el País Vasco y se extendió a Navarra y Cataluña, donde se convirtió en foco permanente de problemas e inestabilidad. Amadeo I tampoco contaba con el apoyo de los sectores republicanos ni de los grupos populares. En 1872 se produjeron nuevas insurrecciones que aunque fueron rápidamente reprimidas, hicieron aumentar la inestabilidad. En 1868 se inició el conflicto en Cuba. La crisis final del reinado de Amadeo fue la desintegración de la coalición gubernamental. Así, en 2 años se formaron 6 gobiernos y hubo que convocar elecciones 3 veces. Finalmente, privado de todo apoyo, Amadeo de Saboya renuncia al trono y abandona España.

Desamortización de Mendizábal

La segunda gran desamortización fue la iniciada en 1855 por Madoz, establecía la venta en subasta pública de toda clase de propiedades rústicas y urbanas pertenecientes al estado, la Iglesia y baldíos de los municipios y en general todos los bienes que permanecieran amortizados. Se trataba de completar y terminar el proceso de desamortización iniciado por Mendizábal en 1836 y a diferencia de este, la ley Madoz se desarrolló a gran velocidad. El volumen de dinero se destinó a amortizar la deuda y a cubrir las necesidades de la hacienda tras la abdicación del impuesto de «consumo» decretados en los días anteriores al golpe de 1854. Las consecuencias de esta segunda desamortización fue la eliminación de la propiedad comunal y lo que quedaba de la eclesiástica. Lo que provocó en el primer caso un agravamiento de la situación considerable económica del campesinado y en el segundo una ruptura de las relaciones con la Iglesia ante la violación del concordato con la Santa Sede. En conjunto el proceso desamortizador contribuyó al cambio hacia una sociedad burguesa, significó el traspaso de una enorme masa de tierras a los propietarios y la fusión de la antigua aristocracia feudal con la burguesía urbana para crear una nueva élite terrateniente.

Tipos de comentarios:

  • Rev. 68 sept.: tipo circunstancial, autor Prim, texto público, dirigido al pueblo español, carácter individual, se divide en 3 partes.
  • Renuncia de Amadeo de Saboya: circunstancial, autor Saboya, texto público, dio lugar a la república.
  • Manifiesto del golpe de estado 1923: autor Primo de Rivera.

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