El triunfo del frente popular. las elecciones de febrero de 1936. para presentarse a las elecciones, los partidos de izquierda (republicanos, socialistas y omunistas) se agruparon en el frente popular,

La 2ª República (1931-1936). Las elecciones y el gobierno provisional


El 12 de abril de 1931 se celebraron las elecciones municipales mediante el sufragio universal masculino. Los republicanos-socialistas triunfaron en la mayor parte de España. El 14 de abril se proclamó la República en Éibar y se fue extendiendo por el país. Alfonso XIII decidió exiliarse tras estos acontecimientos. Los partidos que participaron en el Pacto de San Sebastián constituyeron un gobierno provisional que se presentó en el Ministerio de Gobernación para proclamar oficialmente la Segunda República española. Este nuevo gobierno convocó elecciones a Cortes constituyentes, y decretó unas medidas de urgencia así como la proclamación de las libertades políticas y sindicales.

La Constitución de 1931

Los nuevos diputados formaron las nuevas Cortes republicanas y el ejecutivo quedo en manos de Alcalá Zamora. Las Cortes nombraron el proyecto de La Constitución de 1931 que tenía carácter democrático y progresista. El poder legislativo residía en las Cortes de una sola cámara. El poder ejecutivo recaía en el gobierno y el poder judicial se confiaba a unos jueces independientes. Amplia declaración de derechos y libertades. Establecía el voto desde los 23 años y concedía el voto a la mujer. Estado laico. La aprobación de los artículos religiosos provocó la dimisión de los sectores católicos del gobierno, por lo cual Manuel Azaña sustituyo en la jefatura del gobierno a Zamora y este pasó a ser presidente de la República.El Parlamento pasó a ser el centro de la vida política del país.

Las formaciones de izquierda

En la izquierda política destacaron los Radicales-socialistas con clases medias e intelectuales. En el ámbito regional, lo mismo sucedió con las Organización Republicana Autonomista Gallega pero no con Esquerra Republicana de Catalunya. El partido más sólido y estructurado en la izquierda era el PSOE, dentro de este existían dos corrientes, una socialdemócrata encabezada por Besteiro y Prieto, y otra más revolucionaria liderado por Largo Caballero. Más a la izquierda destacó el Partido Comunista de España PCE.

Los grupos de derecha

Existían formaciones republicanas como el Partido Radical dirigido por Lerroux, o la Derecha Liberal Republicana. Los partidos conservadores y católicos tradicionales se desmoronaron tras la proclamación de la República. En Cataluña los grupos conservadores estaban representados por la Lliga Regionalista, y en el País Vasco, por el Partido Nacionalista Vasco. Existían grupos monárquicos como Renovación Española. Por último las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista unidas a Falange Española y dirigido por José Antonio Primo de Rivera. Presentaba una ideología antidemocrática, una defensa al nacionalismo español y se organizaron en grupos paramilitares.

Las elecciones de 1933

Las elecciones generales se celebraron el 18 de noviembre. Los republicanos y los socialistas estaban enfrentados, sin embargo la derecha estaba unida y organizada, los que ganaron, que inauguraron el Bienio negro.

La paralización de las reformas

El nuevo gobierno, presidido por Alejandro Lerroux inició su mandato paralizando el proyecto reformista. Se fijó la devolución de tierras a la nobleza. Los propietarios mostraron su voluntad de desquitarse de las reformas anteriores y los campesinos respondieron con huelgas. La cuestión agrícola enfrentó también al gobierno central con la Generalitat de Catalunya. Los propietarios catalanes buscaron el apoyo de la mayoría conservadora en las Cortes. El gobierno de la Generalitat no aceptó la anulación y aprobó una ley prácticamente idéntica. El gobierno central se enemistó con los nacionalistas vascos al paralizar el proyecto de estatuto vasco impulsado por el PNV. Asimismo, el gobierno también intentó contrarrestar la reforma religiosa aprobando un presupuesto de culto y clero e iniciando negociaciones con la Santa Sede. El viraje conservador y la obstrucción de las reformas impulsadas en el bienio de izquierdas tuvieron como consecuencia una radicalización del PSOE y de la UGT. Su ala más izquierdista propició la revolución social. El sector más radical del PSOE y los anarquistas declararon una guerra abierta contra el nuevo gobierno.

La revolución de octubre de 1934

La izquierda interpretó la entrada de la CEDA en el gobierno como una deriva hacia el fascismo. Al día siguiente de la formación del nuevo gobierno se produjeron huelgas y manifestaciones en algunas ciudades. El movimiento fracasó a nivel nacional por la falta de coordinación y la contundente respuesta del gobierno, que decretó el estado de guerra. En Asturias, los mineros protagonizaron una revolución social. Los mineros tomaron parte de los cuarteles de la Guardia Civil y sustituyeron los ayuntamientos por comités revolucionarios. El gobierno envió desde África a la Legión para reprimir el levantamiento y fueron derrotados. Se declaró el estado de guerra.

La crisis del segundo bienio

Las consecuencias de la revolución de octubre fueron notables. La CEDA aumentó su influencia en el gobierno y se mostró partidaria de aplicar las condenas del gobierno con rigor. Se suspendió el Estatuto de Autonomía de Cataluña. Se devolvieron las propiedades a los jesuitas y se nombró a Gil Robles ministro de la Guerra y a Francisco franco, jefe del Estado Mayor. La Ceda presentó un anteproyecto para modificar la Constitución, que recogía la abolición del divorcio y la negociación de la posibilidad de expropiación de tierras aunque no llegó a ser votada. Una fuerte crisis de gobierno estalló en el otoño de 1935. El partido Radical se vio afectado por escándalos de corrupción. Estos escándalos  agravaron las diferencias  en el interior de la coalición gubernamental. Se hacía imprescindible un relevo en el poder. Gil Robles intentó que le nombraran presidente del gobierno pero Alcalá Zamora se negó y se decidió convocar nuevas elecciones para febrero de 1936.

Las elecciones de febrero de 1936

Los partidos de izquierda se agruparon en el Frente Popular. La CNT no participó en el pacto, lo que significaba el apoyo al Frente Popular. Los partidos de derecha formaron distintas coaliciones. En las elecciones el Frente Popular se convirtió en la fuerza ganadora. La derecha tuvo buenos resultados y aumentó su fuerza en parte de España. De acuerdo con lo firmado en el programa del Frente Popular, el nuevo gobierno quedó exclusivamente por republicanos con apoyo del resto de partidos de la coalición. Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República y Casares Quiroga, jefe de Gobierno.

El frente popular

Se decretó una amnistía y se obligó a las empresas a readmitir a los obreros despedidos. El gobierno de la Generalitat volvió de nuevo al poder y se restableció el Estatuto de Autonomía de Cataluña, y en el País Vasco y Galicia se inició la aprobación de sus respectivos estatutos. El nuevo gobierno reanudó el proceso reformista interrumpido en 1933 y presentó un proyecto para la devolución de los bienes comunales. Los partidos de izquierda y los sindicatos se lanzaron a una movilización popular. Los anarquistas defendían la necesidad de acciones revolucionarias. Se convocaron huelgas para pedir la mejora de las condiciones laborales. La nueva situación fue recibida por las derechas con absoluto rechazo de muchos propietarios de tierras, de algunos empresarios industriales y de la iglesia, que volvió a lanzar campañas contra la República.

El golpe de Estado

El clima de violencia era una estrategia que favorecía a los sectores decididos a organizar un golpe de Estado contra la República. En marzo, un grupo de generales acordó un alzamiento que restableciese el orden. La conspiración militar tuvo escasa fuerza y mala organización hasta que se puso al frente el general Emilio Mola. Su plan consistía en organizar un pronunciamiento militar simultáneo en todas las guarniciones posibles, con protagonismo especial del ejército de África, al mando del general franco. Para frenar los rumores golpistas, el gobierno trasladó de destino a lo generales más directamente implicados con el complot, pero no se atrevió a destituirlos. La conspiración militar contaba con el apoyo de las fuerzas políticas. El día 14 de julio se produjo en Madrid el asesinato de Calvo Sotelo en respuesta al asesinato del teniente Castillo, que colaboraba con las milicias de izquierda. Su muerte aceleró los planes golpistas y la sublevación se inició en Marruecos el día 17 de julio dando origen a una guerra civil que se prolongaría durante tres años.

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