Gobierno isabelino

Reinado Isabel II (1843-1868):


Durante este periodo, los moderados contaron con el total apoyo de la Corona y, salvo breves interrupciones, se mantendrían en el Gobierno hasta 1868.

El gobierno isabelino se caracteriza por:



1-Enfrentamiento
abierto entre moderados y progresistas.

2-Gran influencia del ejército
en la vida política, protagonizando pronunciamientos o convirtiéndose algunos militares en dirigentes políticos.

3-Abandono del papel moderador
y de árbitro que tenía la Corona, que actúa con evidente parcialidad a favor de la política de los moderados.      Los veinticinco años que duró su reinado se organizaron del siguiente modo: Década Moderada (1844-1854), Bienio Progresista (1854-1856) y Segunda Década Conservadora (1856-1868

).-La Década Moderada

La Década Moderada comienza con el pronunciamiento del general Narváez al que la reina le encarga la formación de Gobierno. Líder del partido moderado, gobierna con mano dura, configurando un régimen político basado en el control total de la Corona sobre los mecanismos reguladores de la acción política.   Para ello, en primer lugar se deroga la Constitución de 1837 y se redacta una nueva, la de 1845. En ella se ampliaban los poderes de la Reina y del Gobierno, a la vez que se reducían los de las Cortes, y volvía a restringirse aún más el sufragio.    En segundo lugar, se puso en marcha un programa de reformas administrativas destinadas a limitar las actuaciones iniciadas por los progresistas (se suspendió la venta de bienes desamortizados, se establecen impuestos uniformes,…) y a fortalecer el poder de la Corona (nueva Ley de Ayuntamientos con el nombramiento real de los alcaldes, división provincial del territorio,…). También es el momento en el que se crea el Banco de España y la Guardia Civil (para mantener el orden en las zonas rurales y proteger a los terratenientes –asegurando el derecho a la propiedad frente a los procesos desamortizadores anteriores- y se elaboran el Código Civil y el Penal.     Con la firma del Concordato con la Iglesia en 1851, se restaurarán las relaciones con la Santa Sede, rotas tras las desamortizaciones sufridas. La Iglesia aceptará la desamortización eclesiástica y, a cambio, el Estado declara la unidad religiosa y la confesionalidad, reconoce su intervención en la enseñanza e incluye el sostenimiento de la Iglesia con cargo a los presupuestos generales.     El régimen moderado sufrirá un debilitamiento progresivo con la división interna del partido en tres tendencias (conservadora, de centro y progresista o “puritana”) y con el giro hacia el autoritarismo conservador a partir de 1847 con Narváez y Bravo Murillo. Finalmente los casos de corrupción (ferrocarril, puerto de Barcelona) darán pie a una nueva sublevación conocida como Revolución de 1854 que dará paso al bienio progresista.

Bienio progresista (1854-1856):


Se inicia con un pronunciamiento militar contra el gobierno en el cuartel de Vicálvaro en Madrid, la “Vicalvarada”, protagonizado por los generales Dulce y O’Donnell. Tras la victoria de las tropas rebeldes, Cánovas del Castillo redacta el Manifiesto de Manzanares cuya difusión provocará una auténtica movilización en la capital. No pretendía destronar a la reina, enemiga del constitucionalismo, sino forzarla a admitir las reformas democráticas interrumpidas en 1844. Finalmente, la reina nombra de nuevo al general Espartero (exiliado en Inglaterra). Presidente del Gobierno.     De nuevo los progresistas pondrán su empeño en volver a las reformas políticas y económicas que los moderados se habían encargado de paralizar:

1-Redactarán una nueva Constitución
que no llegará a promulgarse (“non nata”), la de 1855. Tendrá un carácter progresista: defendía la soberanía popular7 y una amplia nómina de libertades.

2-Se iniciarán importantes reformas
, mediante la promulgación de leyes como las del Ferrocarril y algunas de apoyo a la banca y al comercio, aunque destacará la elaboración de una segunda Ley de Desamortización, la “Ley Madoz”, que complementaba la de Mendizábal, afectando a los bienes municipales y clericales.    Espartero, presionado por la enorme deuda pública y un nuevo levantamiento carlista, terminará dimitiendo en 1856, momento en que la reina llama a O’Donnell a formar gobierno. Por estas fechas, se amplió el panorama político, y a los ya existentes, como eran los carlistas (extrema derecha), moderados y progresistas, hubo que sumar los siguientes:

1-De la unión del ala izquierdista
de los moderados y el ala derechista de los progresistas surgió un nuevo partido: la Unión Liberal, con O’Donnell a la cabeza.

2-De los progresistas
también se escindió una de las facciones que pedían reformas más radicales: los demócratas. Pero la situación económica empeorará y aumentará la agitación social hasta el punto que O’Donnell disolverá el Parlamento, poniendo fin al bienio progresista.

Segunda Década Conservadora (1856-1868)

Esta última etapa supondrá un giro a la derecha en la actuación de la reina, que continuará apoyándose fundamentalmente en los moderados pero que ahora alternará con breves gobiernos de la Unión Liberal, dejando al margen de las tareas de gobierno a los progresistas. Así, se van a suceder múltiples cambios de gobierno, entre los que destacan los dirigidos por Narváez (dos años), O’Donnell (cinco años en el poder, conocido como “Gobierno Largo”) y otro de Narváez en la recta final del reinado. Al final de la década conservadora, comienza a fallar el sistema de alternancia pactada. En 1866 se van a suceder una serie de hechos que acelerarán la descomposición del sistema isabelino: la crisis económica, el deterioro de la imagen de la reina, dos levantamientos militares fallidos (el de Prim en enero y el del cuartel de San Gil en junio) y la firma del Pacto de Ostende, por el que los partidos demócrata y progresista primero, y la Unión Liberal poco después, unían sus esfuerzos a fin de desalojar a Isabel II del trono. La culminación de todo este proceso será la Revolución de 1868, “la Gloriosa”, con el exilio de la familia real a Francia y el nacimiento de una nueva etapa en el liberalismo: el Sexenio Revolucionario.

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