El Despotismo Ilustrado en España: Carlos III (1759-1788)
El Despotismo Ilustrado, representado por Carlos III (1759-1788), fue una corriente política clave en España. El monarca se rodeó inicialmente de ministros italianos que él mismo nombró. Estos se aprovecharon de una crisis de subsistencia y promovieron el Motín de Esquilache en 1766. Este fue un levantamiento popular contra dicho ministro, cuyo detonante fue un bando sobre la modificación de la indumentaria tradicional española. Tras ser depuesto este motín, Carlos III se rodeó de ministros españoles como Aranda, Campomanes, Floridablanca y Jovellanos, quienes aplicaron medidas para modernizar el país.
Entre las reformas impulsadas, se limitó la capacidad de actuación de la Inquisición y se aplicó una política regalista, que implicaba el sometimiento de la Iglesia al poder real. También se potenció el desarrollo económico. Se fomentó la educación, construyendo nuevos colegios y cambiando el plan de estudios en las enseñanzas secundarias. Asimismo, se impulsó la creación de Sociedades Económicas de Amigos del País, que eran grupos de ilustrados que se reunían para intercambiar ideas. En cuanto a la política exterior, España fracasó en el intento de arrebatar Gibraltar a Reino Unido, pero sí logró recuperar la isla de Menorca.
La Paralización de las Reformas: Carlos IV (1788-1808)
Carlos IV accedió al trono en 1788, un año antes de que comenzara la Revolución Francesa. Sus ministros, entre ellos Floridablanca, Aranda y Godoy, tuvieron que hacer frente a la crisis de la Hacienda Real para intentar aumentar los ingresos. España participó, junto con otros países, en la guerra contra Francia. El estancamiento militar obligó a la firma de la Paz de Basilea en 1795, que supuso la cesión a Francia del territorio español de la isla de Santo Domingo. Se renunció a la alianza hispano-francesa en el Tratado de San Ildefonso en 1796, y a causa de ello, la Armada española fue destruida en la Batalla de Trafalgar en 1805, tras la victoria de Reino Unido.
La Revolución Americana: Orígenes y Guerra de Independencia
Orígenes de la Independencia
Los primeros colonos, al llegar a América, denominaron a la parte este de Norteamérica como Nueva Inglaterra. A comienzos del siglo XVII y posteriormente en el siglo XVIII, se formaron las Trece Colonias. Reino Unido quería disponer de las materias primas y no tenía interés en mejorar la industria comercial, reservándose el monopolio comercial, lo que dificultaba el comercio entre las Trece Colonias. Esto generó un aumento de la tensión política. Aunque les gobernaba el rey desde Inglaterra, existían asambleas con importantes atribuciones, como recaudar impuestos.
En 1776, el Parlamento Británico estableció la Tea Act, que otorgaba el monopolio de venta del té a la Compañía Inglesa de las Indias Orientales y perjudicaba a los comerciantes americanos. Ese mismo año, Thomas Jefferson redactó la Declaración de Derechos de Virginia. Finalmente, el 4 de julio de 1776, las Trece Colonias firmaron en el Parlamento de Filadelfia la Declaración de Independencia de Estados Unidos.
Guerra de Independencia de Estados Unidos (1775-1783)
Fue una guerra larga que se prolongó desde 1775 hasta 1783. Los colonos, liderados por George Washington, fueron apoyados por España y Francia. Tras las victorias decisivas en las batallas de Yorktown y Saratoga, la guerra finalizó con la Paz de Versalles en 1783. En 1787, se aprobó la Constitución de Estados Unidos, y su primer presidente fue George Washington en 1789.
La Revolución Francesa: De sus Orígenes al Directorio
Orígenes de la Revolución Francesa
La Revolución Francesa, que sucedió a finales del siglo XVIII, puso fin al Antiguo Régimen. Sus causas principales fueron:
- Descontento Social: La burguesía enriquecida aspiraba al ascenso al poder político, mientras que el resto de los campesinos apenas podían sobrevivir debido al aumento de los impuestos.
- Crisis Económica: Desde 1760, las malas cosechas provocaron el aumento de los precios y el descontento de los grupos populares. A esto se le unió la crisis de la Hacienda Real.
- Ideas Ilustradas: Las ideas de la Ilustración, que promovían la libertad y la igualdad, calaron hondo en la sociedad. Luis XVI perdió apoyo entre los grupos populares porque las reformas no prosperaban.
En 1787, el rey convocó una Asamblea de Notables para convencer a los privilegiados de que pagaran impuestos. Estos se negaron y exigieron la convocatoria de los Estados Generales, la única asamblea que podría autorizar nuevos tributos.
Fases de la Revolución Francesa
Los Estados Generales y la Asamblea Nacional
En mayo de 1789, los Estados Generales se reunieron en Versalles. Cada estamento redactó un Cuaderno de Quejas con sus reivindicaciones. En junio, los representantes del Tercer Estado pasaron a llamarse Asamblea Nacional al considerarse la única con legitimidad para representar a Francia. Después del Juramento de la Sala del Juego de Pelota, juraron permanecer unidos hasta dar a Francia una Constitución, por lo que pasó a llamarse Asamblea Constituyente.
La Asamblea Constituyente (1789-1791)
En julio de 1789, el pueblo de París asaltó la Bastilla, una fortaleza medieval símbolo del absolutismo. El 4 de agosto, la Asamblea Constituyente abolió los derechos feudales y, unos días más tarde, aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en la que se reconocían y garantizaban la libertad personal, la igualdad ante la ley y el derecho a la propiedad. En septiembre de 1791, se aprobó la Constitución francesa, que reconocía la soberanía nacional y los derechos fundamentales de los ciudadanos, y defendía la Monarquía Parlamentaria. Se estableció la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial). La asamblea se elegiría por sufragio censitario, es decir, solo votaban los hombres varones con determinada renta.
La Asamblea Legislativa (1791-1792)
En 1791, se constituyó la Asamblea Legislativa para hacer frente a la nobleza. Las monarquías europeas se sintieron amenazadas con la Revolución Francesa y, en abril de 1792, Austria y Prusia le declararon la guerra a Francia. En agosto de 1792, el monarca fue depuesto por la asamblea.
La Convención Girondina (1792-1793)
La revuelta de agosto de 1792 forzó nuevas elecciones. De ellas nació la Convención Nacional, que abolió la monarquía y proclamó la República. El ambiente a principios de la República marcó el camino hacia la fase radical y popular de la Revolución. Los grupos con más fuerza fueron los Girondinos, republicanos moderados que controlaron la asamblea al principio, y los Montañeses, que eran más radicales. En la Convención, se condenó a Luis XVI a la guillotina. Se formó la Primera Coalición contra Francia y se produjo un levantamiento realista y ultracatólico en la región francesa de La Vendée.
La Convención Montañesa y el Terror (1793-1794)
En junio de 1793, los Montañeses, dirigidos por Robespierre, se hicieron con el poder. Aprobaron una Constitución democrática en 1793, y Robespierre asumió todos los poderes del Estado e implantó una dictadura, conocida como el Terror. Robespierre intentó frenar la crisis económica con el establecimiento de precios máximos a los productos de primera necesidad.
El Directorio (1795-1799) y el Fin de la Revolución
Para evitar una nueva monarquía, se instauró un gobierno moderado que aprobó la Constitución de 1795 (del Año III). En ella se reconocía la soberanía nacional, el sufragio censitario y la separación de poderes. Los realistas pensaron que era buen momento para intentar restaurar a los Borbones y provocaron una revuelta que fue frenada por Napoleón Bonaparte, encargado de la guarnición de París. Su actuación le hizo muy popular, lo que lo llevó a apoyar a la alta burguesía y dar un golpe de Estado el 18 de Brumario. Este golpe estableció el Consulado, en el que el poder lo ejercían tres cónsules: Napoleón, Ducos y Sieyès.
La Era Napoleónica
El Consulado (1799-1804)
El Consulado era un régimen personalista. Napoleón acaparó todo el poder, y esto se reflejó en la Constitución del Año VIII. En 1799 fue nombrado cónsul, y en 1802 se proclamó cónsul vitalicio. Durante este periodo, se elaboró en Francia un Código Civil, se creó el Banco de Francia y se reguló la relación con la Iglesia mediante un Concordato con la Santa Sede.
El Imperio (1804-1815)
En 1804, Napoleón se proclamó emperador. Aunque fue derrotado en Trafalgar en 1805, en pocos años logró la hegemonía en el continente tras victorias como las de Austerlitz en 1805 y Jena en 1806. Estableció el bloqueo continental para evitar comerciar con los británicos. Como Portugal no lo aceptó, decidió invadirlo. Fue vencido por una coalición de Prusia, Reino Unido, Rusia y Austria en 1813 en la Batalla de Leipzig, y ese mismo año fue derrotado también en España. El 6 de abril de 1814 marchó al exilio a la isla de Elba, pero retornó y estuvo 100 días en el poder. Sin embargo, fue derrotado definitivamente en la Batalla de Waterloo en 1815 y deportado a la isla de Santa Elena.