Historia de España: Periodos Clave desde la Prehistoria al Siglo XVIII

1.1. El Paleolítico y el Neolítico

La primera etapa de la Prehistoria se denomina Paleolítico. Se caracteriza por una economía depredadora y una forma de vida nómada. En el Paleolítico Inferior, la industria lítica se desarrolla sobre cantos toscamente tallados (bifaces). El estudio del proceso de hominización durante este periodo en la península ibérica está vinculado al yacimiento de Atapuerca (Burgos), donde han sido localizados restos fosilizados de Homo antecessor (Gran Dolina / 1.000.000 años de antigüedad) y Homo heidelbergensis (Sima de los Huesos / 350.000 años de antigüedad). Durante el Paleolítico Medio, evoluciona la industria lítica (técnica sobre lascas) y se generaliza la presencia de Homo neanderthalensis por todo el territorio peninsular (Cueva Morín, Cova Negra). En el Paleolítico Superior, Homo sapiens desarrolla un pensamiento más complejo que hace posible la aparición de culturas tan avanzadas como la Gravetiense, Solutrense y Magdaleniense. Asimismo, el desarrollo del pensamiento abstracto hizo posible las primeras manifestaciones artísticas: las pinturas rupestres de la escuela franco-cantábrica (ej. cueva de Altamira), caracterizadas por el naturalismo de los animales representados, la policromía y la ausencia de movimiento.

Tras la etapa de transición mesolítica (final de la última glaciación Würm), el Neolítico surge en la península ibérica hacia el 6.000 a.C. (origen en Próximo Oriente -proceso de aculturación-). Se caracterizó por el desarrollo de una economía productiva basada en tareas agrícolas, la sedentarización y una nueva industria lítica (piedra pulimentada). En las primeras comunidades neolíticas surgió la especialización laboral y la jerarquización social, así como la actividad comercial y artesanal (cerámica cardial). La pintura rupestre de este periodo aporta como novedad la esquematización de la figura humana y la plasmación de movimiento en las escenas (ej. Cogull y Valltorta).

1.3. La Hispania Romana

En el año 219 a.C., el general cartaginés Aníbal Barca atacó la ciudad de Sagunto, aliada de Roma. Este hecho dio lugar a la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.) y al inicio de la conquista de la península ibérica por parte de Roma. Tras la victoria del general romano Publio Cornelio Escipión en la batalla de Zama, se inició la segunda fase de la conquista peninsular dirigida contra las poblaciones lusitanas y celtíberas (resistencia de Numancia). La última fase culminó en el año 19 a.C. cuando el emperador Octavio Augusto intervino militarmente en el sometimiento de astures y cántabros. A partir de este momento, Hispania se convertía en una provincia más del Imperio Romano.

El proceso de romanización (camino hacia las estructuras socioeconómicas romanas) no fue homogéneo. Roma irá implantando paulatinamente su lengua (latín) y cultura en los territorios conquistados; asimismo, llevará a cabo una inmediata explotación de sus recursos (ej. mina de oro de las Médulas). El emperador Augusto reformó la organización territorial de Hispania y creó tres provincias: dos imperiales (Tarraconense y Lusitania) y una senatorial (Bética). En tiempos del emperador Diocleciano (siglo III), se crearían dos provincias más (Cartaginensis y Gallaecia). Cada provincia estaba dividida en conventos jurídicos, aunque las células básicas de la administración territorial eran las ciudades (civitates) (ej. Tarraco, Emérita Augusta, Barcino, Toletum, Hispalis…).

Las actividades económicas dominantes fueron la agricultura, el comercio y la artesanía. Las calzadas permitieron la vertebración del territorio. Se utilizaron para movilizar a los ejércitos, pero también para impulsar el comercio terrestre. A nivel social, había una diferenciación entre ciudadanos (nobilitas, caballeros, plebe) y no ciudadanos (libertos y esclavos). La ingeniería romana en Hispania alcanzó un gran desarrollo, como muestra de ello podemos citar el acueducto de Segovia o el puente de Alcántara. Proliferaron edificios de espectáculo de gran calidad como el teatro de Mérida o el anfiteatro de Itálica.

1.4. La Monarquía Visigoda

En el año 415, el pueblo germano visigodo (muy romanizado) firma una alianza con el Imperio romano (foedus). En virtud de esta alianza, Roma autorizaba el asentamiento de los visigodos en la Galia (Reino de Tolosa) a cambio de prestar ayuda militar y colaboración en la expulsión de vándalos y alanos de la península ibérica. Sin embargo, tras la derrota frente al ejército franco en la batalla de Vouillé (año 507), los visigodos tuvieron que abandonar la Galia y desplazarse a la península ibérica, donde fundarán un reino con capital en Toledo (vigente hasta el año 711).

Los reyes visigodos unificaron las culturas godas e hispanorromanas. La unidad territorial fue impulsada por el rey Leovigildo en el siglo VI con la conquista del reino suevo. Este proceso culminará en el siglo VII con la expulsión de los bizantinos del sureste peninsular. La unificación religiosa se alcanzó en el Tercer Concilio de Toledo promovido por el rey Recaredo (año 589). A partir de ese momento, se impuso el catolicismo como doctrina oficial frente a la corriente herética arriana. Con Recesvinto se conseguiría la unidad jurídica gracias a la promulgación de un único código de leyes (Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo).

Las principales instituciones visigodas fueron la monarquía (fuerte, autoritaria, primero electiva y después hereditaria), el Aula Regia (Asamblea de carácter consultivo formada por nobles y obispos, encargada de asesorar al monarca y elaborar las leyes), el Officium Palatinum o núcleo principal del Aula Regia, y los Concilios Eclesiásticos (Concilios de Toledo), en principio, con un carácter exclusivamente religioso, pero posteriormente asumieron un carácter político (Asambleas de Estado). Los visigodos respetaron la división provincial del Bajo Imperio romano y pusieron al frente de cada una a un gobernador o duque. Posteriormente, dentro de las provincias, se establecieron territorios más pequeños bajo la autoridad de un conde. Se desarrolló un modelo de vida profundamente rural. En el contexto cultural, destacó la figura de San Isidoro de Sevilla (“Etimologías”).

2.1. Al-Ándalus: Evolución Política

En el año 711, un ejército musulmán (en su mayoría bereber) atraviesa el estrecho de Gibraltar e inicia la ocupación del territorio peninsular aprovechando la debilidad de la monarquía visigoda. En la batalla de Guadalete fue derrotado el ejército visigodo del rey don Rodrigo. La tolerancia religiosa hacia cristianos y judíos y la firma de capitulaciones con la nobleza goda hicieron que el avance musulmán fuera extremadamente rápido. Al-Ándalus se convierte en Emirato dependiente del Califato Omeya de Damasco y la capital se establece en Córdoba.

En el año 756, el príncipe omeya Abd-al-Rahman I logró huir de la persecución abasí y se estableció en Al-Ándalus, fundando el Emirato independiente (se mantuvo la sumisión religiosa al califato abasí). En el año 929, Abd-al-Rahman III proclamó el Califato de Córdoba, que implicaba la independencia tanto política como religiosa. Fue la época de mayor esplendor cultural y artístico. El califa fortaleció la estructura de Estado e impulsó campañas militares contra los reinos cristianos. Hisham II delegó su poder en Almanzor, quien protagonizó numerosas razzias contra ciudades cristianas.

A la muerte de Almanzor, comenzará la decadencia del Califato, que terminará fragmentándose en el año 1031 en reinos de taifas, cuya debilidad política quedaría de manifiesto con el pago de parias (tributos) a los reinos cristianos. El avance cristiano hasta la frontera del Tajo (toma de Toledo (1085)) alertó a los musulmanes, que pidieron ayuda a los almorávides, quienes lograron importantes victorias como la de Sagrajas (1086). En el siglo XII, fue necesaria la intervención de los almohades, otro pueblo bereber y ultraortodoxo. Los triunfos militares almohades (Alarcos, 1195) no impidieron el avance definitivo de los reinos cristianos hacia la meseta sur. En 1212, las tropas cristianas, lideradas por Alfonso VIII de Castilla, lograron la victoria en Navas de Tolosa; a partir de ese momento, solo quedaría el Reino nazarí de Granada como último reducto musulmán en la península ibérica. Este reino mantuvo una prudente diplomacia con los reinos cristianos y un sistema de pago de tributos a Castilla. Fue tomado por los Reyes Católicos en 1492, lográndose el final de la Reconquista.

2.2. Al-Ándalus: Economía, Sociedad y Cultura. El Legado Judío en la Península Ibérica

Economía

Al-Ándalus desarrolló una economía de base agraria. Los musulmanes introdujeron en la península nuevos cultivos y técnicas de regadío. Las ciudades fueron importantes centros de producción artesanal: artesanía textil (seda, brocados), orfebrería, cuero, cerámica, azulejería, etc. La actividad comercial se concentraba en los zocos de las ciudades. Muchos productos de lujo eran exportados a través del Mediterráneo (economía monetaria: dinar, dirham).

Sociedad

La estructura social estaba determinada por criterios de carácter religioso. Entre los musulmanes, existía una aristocracia de origen árabe y sirio que controlaba los cargos políticos y administrativos. En un estrato inferior, se encontraban los bereberes (musulmanes procedentes del norte de África) y los muladíes (hispanovisigodos convertidos al Islam). Entre la población no musulmana, destacaron los mozárabes y los judíos. Los esclavos conformaban el último eslabón de la sociedad musulmana.

Cultura

Al-Ándalus fue puente de comunicación entre Oriente y Occidente. Numerosos conocimientos, obras del mundo clásico e inventos se conocieron en Occidente gracias a la mediación musulmana (ej. papel, pólvora, brújula, numeración india). La época de mayor esplendor cultural fue la del Califato de Córdoba. Destacaron disciplinas como la filosofía (Averroes, Maimónides), la literatura (Ibn Hazm: *El collar de la paloma*), la astronomía o la medicina (Abulcasis). La arquitectura fue la principal manifestación artística. Destacamos obras como la mezquita de Córdoba, la Giralda de Sevilla o la Alhambra de Granada (palacio de la dinastía nazarí).

El Legado Judío

Los judíos siempre fueron una minoría con una posición económica relevante que vivió periodos de coexistencia pacífica y tolerancia con otros de intransigencia y violencia sectaria. Habitaban en sus propios barrios (juderías) y se organizaban en aljamas (institución autónoma propia de los judíos) que contaban con sinagogas (como la del Tránsito en Toledo), se dedicaban al comercio, la artesanía o al préstamo y ejercían profesiones intelectuales como la medicina.

2.5. La Baja Edad Media en las Coronas de Castilla y de Aragón y en el Reino de Navarra

A lo largo de la Baja Edad Media (siglos XIII, XIV y XV), Castilla y Aragón tuvieron modelos de gobierno diferentes. Castilla era una monarquía autoritaria debido al escaso poder de las Cortes. La Corona de Aragón era una unión de reinos (Aragón, Cataluña, Baleares y Valencia) donde el poder del rey estaba limitado por la nobleza a través de las Cortes, debido al origen pactista de la monarquía.

Corona de Castilla

En la Corona de Castilla, la organización política se asentaba en las siguientes instituciones:

  • El Consejo Real (encargado de asesorar al rey).
  • Las Cortes (órgano de representación estamental) tenían un papel consultivo y se encargaban de la aprobación de impuestos.
  • La Audiencia, órgano supremo de Justicia. En el siglo XV, fijó su sede en Valladolid con el nombre de Chancillería.
  • La Hacienda se encargaba de recaudar los ingresos fiscales.
  • El principal instrumento de control de la monarquía sobre los municipios lo representó la figura del corregidor.

Corona de Aragón

La Corona de Aragón era una confederación de territorios, cada uno con sus leyes e instituciones propias. Había Cortes en cada uno de los reinos y eran órganos de control de la Corona. Para vigilar el cumplimiento de lo aprobado en ellas, se creó en Cataluña y Valencia la Generalitat. En el reino de Aragón, se creó el cargo de Justicia Mayor, encargado de la defensa de los fueros del reino. La autoridad real estaba representada en los distintos territorios por virreyes.

Reino de Navarra

En el reino de Navarra, las Cortes desempeñaron un importante papel político con capacidad legislativa. La Diputación de los Tres Estados gestionaba la recaudación de subsidios y el Consejo Real asesoraba al monarca. Cuando en 1515 Navarra quede incorporada a Castilla, seguirá conservando sus propias leyes.

3.2. Exploración, Conquista y Colonización de América (Desde 1492 y Durante el Siglo XVI)

El descubrimiento de América fue fruto de los viajes de exploración que castellanos y portugueses realizaron con el fin de abrir nuevas rutas hacia Asia. Cristóbal Colón trató de alcanzar las Indias por la ruta occidental, basándose en la creencia de la esfericidad de la Tierra. Propuso la empresa a Portugal, que rechazó el proyecto. Finalmente, en las Capitulaciones de Santa Fe, los Reyes Católicos firmaron y aceptaron la expedición. Colón partió del puerto de Palos de la Frontera (Huelva) el 3 de agosto de 1492. El 12 de octubre llegaba a la isla de Guanahaní (San Salvador). Poco después, fueron exploradas las islas de Juana (Cuba) y la Española. Tras ser recibido por los Reyes en Barcelona, conseguirá el beneplácito para realizar otros tres viajes más entre 1493 y 1504.

En 1494, Castilla y Portugal firmaron el Tratado de Tordesillas para establecer los límites de conquista territorial por parte de cada Corona en tierras americanas y aguas atlánticas. Los territorios americanos fueron incorporados a la Corona de Castilla, que impulsó expediciones de exploración, conquista y colonización mediante la firma de Capitulaciones, es decir, contratos entre particulares y la Corona, delimitando el área de conquista y el botín.

En 1513, Núñez de Balboa descubrió el istmo de Panamá y constató la existencia del océano Pacífico. Carlos I financió la expedición de Magallanes, que tenía como objetivo llegar a las Indias a través de una nueva ruta que implicaba encontrar la comunicación entre el océano Atlántico y Pacífico en el extremo sur del continente americano. La travesía (1519-1522) supuso la primera circunnavegación y fue concluida por Elcano.

La conquista del Imperio Azteca fue llevada a cabo por Hernán Cortés a partir de 1519. En ese territorio, se creará en 1535 el Virreinato de Nueva España. El Imperio Inca (Perú) fue explorado y sometido por Pizarro y Almagro en 1531. Allí surgiría posteriormente el Virreinato del Perú (1542). Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue célebre por sus exploraciones en Florida, Texas y California (territorios anexionados al Virreinato de Nueva España). Pedro de Mendoza fundó la ciudad de Buenos Aires y Francisco de Orellana exploró el curso del río Amazonas.

Las tierras conquistadas se cultivaron bajo el sistema de encomienda. La Corona dictó las Leyes de Indias para proteger a los indígenas de los abusos de los colonos tras las protestas de algunos religiosos como el obispo Bartolomé de las Casas. La Casa de Contratación de Sevilla y el Consejo de Indias fueron las dos instituciones encargadas de gestionar los asuntos americanos. en las colonias.

3.4. Los Austrias del Siglo XVII. Política Interior y Exterior

La dilatada etapa que representa el reinado de los Austrias Menores significó la larga y agonizante decadencia de la monarquía hispánica. Su política se caracterizó por el sistema de validos, que consistía en que el rey delegaba las tareas de gobierno en un noble de su plena confianza.

Felipe III (1598-1621)

El valido de Felipe III fue el duque de Lerma. El hecho más destacado de su reinado a nivel de política interior fue la expulsión de los moriscos decretada en 1609. En política exterior, se produjo la Tregua de los Doce Años con los Países Bajos (1609-1621).

Felipe IV (1621-1665)

El valido de Felipe IV fue el conde-duque de Olivares, quien impulsó una serie de reformas para evitar la decadencia de la monarquía española, como la creación de una red nacional de erarios (banco estatal). El proyecto más ambicioso fue la Unión de Armas (1626). Este proyecto implicaba la creación de un ejército permanente integrado por unos 140.000 hombres reclutados de todos los reinos de la monarquía, en proporción a su población y riqueza. Las pretensiones unitarias y centralistas de Olivares, su gran autoritarismo y la enorme presión fiscal que recaía sobre las clases populares provocaron la caída del valido. El momento más crítico llegó en 1640, cuando estallaron la rebelión independentista en Cataluña y el proceso de independencia de Portugal.

En política exterior, debemos destacar la reanudación de la Guerra contra las Provincias Unidas y la participación de España en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) en defensa del catolicismo. La Guerra finalizó con la Paz de Westfalia (1648), que implicó para España el reconocimiento de la independencia definitiva de las Provincias Unidas del Norte y la pérdida de hegemonía en Europa. Durante la segunda mitad del siglo XVII, Francia se erigió como la nueva potencia europea. España continuó su guerra en solitario contra Francia hasta la Paz de los Pirineos (1659), que supuso la cesión a Francia del Rosellón y la Cerdaña, así como el acuerdo matrimonial entre María Teresa (hija de Felipe IV) con Luis XIV de Francia.

Carlos II (1665-1700)

El último Habsburgo, Carlos II, también delegó el poder en manos de validos (don Juan José de Austria o el duque de Medinaceli). Su incapacidad para reinar marcó la decadencia absoluta de los Austrias. Al morir sin descendencia, se abrió en España una Guerra de Sucesión.

3.6. La Guerra de Sucesión. La Paz de Utrecht. Los Pactos de Familia

La Guerra de Sucesión

En el año 1700, se originaba una grave crisis política internacional como consecuencia del fallecimiento del monarca Carlos II sin descendencia. Dos candidatos aspiraban a ocupar el trono de España: Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, y el archiduque Carlos de Austria. Frente a la designación de Felipe de Anjou como legítimo heredero al trono de España, se formó la Gran Alianza de La Haya, con el objetivo de combatir a Francia y desestabilizar el poderoso bloque borbónico creado a ambos lados de los Pirineos. Así, se iniciaba la Guerra de Sucesión española, entendida no solo como una contienda europea, sino también como una guerra civil, puesto que la Corona de Aragón fue mayoritariamente partidaria del archiduque Carlos, al temer la imposición de un modelo político centralista, mientras que la Corona de Castilla, Navarra y País Vasco, apoyaron la candidatura francesa.

La Paz de Utrecht

En el año 1713, se firmaba la Paz de Utrecht, que ponía fin a la Guerra de Sucesión. Inglaterra fue la gran vencedora de las negociaciones. Obtuvo derechos mercantiles como el asiento de negros y el navío de permiso y recompensas territoriales (Menorca y Gibraltar). Austria recibía Países Bajos, el Milanesado, Nápoles y Cerdeña. Por último, la Casa de Saboya anexionaba la isla de Sicilia.

Los Pactos de Familia

A partir del reinado de Felipe V, la política exterior española estuvo marcada por un acercamiento a Francia materializado en los llamados Pactos de Familia. El Primero de ellos se firmó en 1733 en el contexto de la Guerra de Sucesión de Polonia. A cambio del apoyo prestado a Francia, España obtenía Nápoles y Sicilia. El Segundo Pacto de Familia (1743) implicó la anexión del ducado de Parma. El Tercer Pacto de Familia (1761) involucró a España en la Guerra de los Siete Años. Al término de la misma, España tuvo que ceder Florida a Inglaterra, pero recibió a cambio, de manos de Francia, Luisiana.

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