Introducción a la Restauración Borbónica en España
Tras el fracaso de construir un Estado democrático, España inició en 1874 el sistema liberal con la vuelta de la dinastía borbónica en la persona de Alfonso XII. Se caracterizó por un extremado conservadurismo: una reducida oligarquía controlaba el poder político y económico. Sin embargo, diversos elementos acabarían por romper ese estrecho marco: el movimiento obrero, las fuerzas políticas democráticas, los nacionalismos periféricos y los conflictos coloniales.
1. Las Bases del Régimen de la Restauración
La Revolución de 1868 no logró consolidar un sistema democrático, aunque sí generó una conciencia política ciudadana de participación. No obstante, faltaba una auténtica burguesía que la sustentara. Restaurar se entendía como el restablecimiento de la dinastía borbónica y la creación de las condiciones necesarias para la estabilidad. Esto suponía la vuelta al moderantismo liberal, pero con importantes modificaciones.
1.1. El Retorno de la Dinastía Borbónica
Tras el golpe de Pavía, el general Serrano encabezó el gobierno y puso fin a la Tercera Guerra Carlista. Los oficiales alfonsinos adquirieron mayor protagonismo, y la burguesía catalana, junto con los círculos ligados al negocio ultramarino, constituyeron un influyente grupo de presión. El 1 de diciembre de 1874, Alfonso dirigió desde Sandhurst un Manifiesto a la nación, presentando su propuesta de solución. El 30 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos proclamó en Sagunto a Alfonso XII como Rey de España, dando inicio a la Restauración.
1.2. Primeras Medidas de Cánovas del Castillo
Cánovas del Castillo intentó poner fin a la guerra carlista, lo que consiguió en 1876, y al conflicto de Cuba, que culminó con la Paz de Zanjón en 1878. Asimismo, logró una conciliación general entre todos los monárquicos. Durante 1875, se adoptaron las primeras medidas clave:
- Lograr el apoyo de la Iglesia.
- Suspender los periódicos de la oposición.
- Establecer tribunales especiales para los delitos de imprenta.
- Incorporar a los mandos del Ejército en el nuevo sistema.
- Establecer que el Rey sería el jefe supremo del Ejército.
1.3. La Constitución de 1876
Se formuló con el objetivo de dar cabida a los distintos programas liberales. Cánovas estableció unas premisas fundamentales, apelando a la existencia de una ‘constitución interna’ o histórica, que debía ser el fundamento de toda constitución escrita.
Características principales de la Constitución de 1876:
- Imperfecta separación de poderes.
- Estado confesional.
- Reconocimiento vago de las libertades políticas básicas.
- Parlamento bicameral (Congreso y Senado).
1.4. El Sistema Político Canovista: Turnismo y Bipartidismo
Tras la aprobación de la Constitución de 1876, el sistema político canovista se basó en dos aspectos fundamentales:
- La soberanía compartida entre el Rey y las Cortes.
- Una práctica política basada en el principio de la existencia de dos partidos oficiales que aceptaran la legalidad constitucional: el bipartidismo o ‘turnismo’. Estos dos partidos debían ser respetuosos con la Constitución.
La Ley Electoral de 1878 había restablecido el sufragio censitario.
Cánovas era el jefe del Partido Liberal-Conservador, compuesto por la alta burguesía terrateniente, el alto funcionariado (militar o civil) y la nobleza. El otro pilar del sistema era el Partido Liberal-Fusionista, liderado por Sagasta y formado por progresistas y demócratas.
El sistema se caracterizó por:
- El reforzamiento de la coerción política.
- El centralismo político-administrativo, cuya primera constatación fue la abolición de los fueros de las provincias vascas en 1876.
El centralismo se hizo patente en la reorganización de las diputaciones provinciales y los ayuntamientos. En las ciudades de más de 30.000 habitantes, los alcaldes eran elegidos por el Rey, y los presupuestos provinciales y municipales debían ser aprobados por el gobierno central. Se estableció la censura previa, y en 1879 se promulgó una restrictiva Ley de Imprenta.
1.5. La Corrupción Electoral: El Caciquismo
El caciquismo fue una fórmula política que garantizaba ventajas inmediatas gracias a la manipulación electoral, basada en la falsificación permanente de los resultados. Aceptar esta falsificación implicaba estar de acuerdo con unos planteamientos económicos y sociales específicos: la defensa del sistema de producción capitalista y la propiedad privada, así como la existencia de un sistema político que funcionaba de arriba abajo. El sistema quedaba asegurado por un liderazgo de los partidos centrado en Madrid y por la articulación provincial de los mismos, con un control del poder local mediante la práctica caciquil.
Este sistema se denominó ‘encasillado’, falseando así la voluntad nacional. Consistía en la elaboración de una lista en la que figuraban los candidatos ‘oficiales’ y los distritos donde debían ser elegidos. Estos candidatos oficiales tenían prácticamente ganada la elección antes de que se celebraran los comicios. Para asegurar los objetivos previstos, se recurría al ‘pucherazo’, que consistía en la aplicación de coacción, violencia, fraude y compra de votos.
El caciquismo fue un fenómeno sociopolítico que consistía en el control del poder, sobre todo en las zonas rurales, por personas de gran influencia y prestigio social, lo que significaba un reducto de las antiguas relaciones señoriales. Los caciques eran miembros de una élite local o comarcal caracterizada por tres notas distintivas: su arraigo a un medio geográfico, económico y socialmente concreto; su predominio personal en esa sociedad cerrada; y su función de intermediarios entre el poder central y la población local. Eran los encargados de recopilar votos y amañar las elecciones.
1.6. Evolución del Régimen de la Restauración
En 1885, tras la muerte de Alfonso XII, Sagasta llegó a un acuerdo con Cánovas para garantizar la alternancia en el poder, lo que se plasmó en el Pacto del Pardo. Este pacto permitió la integración en sus filas de sectores más avanzados en materia social, aunque el sistema se retiraría en 1901. Comenzó entonces la regencia de María Cristina de Habsburgo, que duraría hasta 1902, cuando subió al trono Alfonso XIII.
Bajo los gobiernos de Sagasta se aprobaron importantes leyes, como:
- 1881: Ley de Libertad de Expresión y Reunión.
- 1883: Ley de Prensa.
- 1887: Ley de Asociaciones (que legalizó la libertad sindical).
- 1890: Ley del Sufragio Universal Masculino.
2. La Oposición al Sistema Político de la Restauración
Con la Constitución de 1876, Cánovas estableció una clara distinción entre los partidos que estaban ‘dentro’ y ‘fuera’ del sistema. Esto condujo a la inacción de muchos partidos. El gobierno de Sagasta de 1881 los devolvió a la legalidad y restauró la libertad de prensa, permitiendo la reaparición de algunos periódicos suprimidos.
2.1. Los Republicanos
Se distinguieron tres grupos principales:
- El Posibilista o Republicano Histórico: partidario de una democracia conservadora.
- Los Republicanos Federales: su programa buscaba armonizar los intereses del capital y de los trabajadores, y mejorar las condiciones de estos últimos.
- Los Republicanos Progresistas-Demócratas: dirigidos por Manuel Ruiz Zorrilla, pretendieron el cambio del régimen establecido por medio de acciones subversivas.
2.2. El Movimiento Obrero
Se refiere a la actividad política y social de los obreros y campesinos para mejorar su situación y defender sus derechos. Adquirió madurez y extensión organizativa a partir del Sexenio Democrático. Giuseppe Fanelli adquirió mayor predicamento, creando en Madrid y Barcelona la Federación Regional Española de la AIT.
A. Los Anarquistas
Las organizaciones afiliadas a la Primera Internacional en España optaron mayoritariamente por la línea anarquista. Esta opción significaba una separación del mundo obrero de la política parlamentaria. Influyó en ello la deslealtad de los políticos para cumplir las promesas de mejoras sociales hechas en la Revolución de 1868, lo que contribuyó a un odio hacia el Estado y a la desconfianza en toda política reformista.
Su área de influencia se extendía desde Cataluña hasta el Guadalquivir. En enero de 1874, un decreto disolvió las asociaciones dependientes de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), lo que las obligó a entrar en la clandestinidad. En 1881, el gobierno de Sagasta permitió que el anarquismo retornara a la legalidad. El resultado fue la creación de la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) y la incorporación masiva de nuevos afiliados.
El anarquismo se dividió en dos tendencias:
- Los que optaron por abandonar la idea de la destrucción del Estado y organizar una resistencia solidaria y pacífica (anarcosindicalismo).
- El sector andaluz, partidario de la acción directa y la violencia (anarcocomunismo).
Esta divergencia de métodos llevó a la ruptura de ambos grupos. Los anarquistas andaluces se agruparon en sociedades secretas y decidieron actuar de forma subversiva. En este contexto, surgió la mítica Mano Negra.
B. Los Socialistas
En 1874, Pablo Iglesias fue llamado a presidir la Asociación del Arte de Imprimir, lo que permitió la entrada en la asociación madrileña de la ideología socialista que caracterizaba al grupo francés. Decidieron constituir el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con los siguientes objetivos:
- Crear una comisión que redactara el programa y el reglamento.
- Resaltar la necesidad de la participación política de la clase trabajadora.
- Crear un partido obrero capaz de enfrentarse al régimen político y al sistema económico.
El programa del PSOE se basaba en tres puntos principales:
- Bases teóricas (esencia del marxismo):
- La posesión del poder político por la clase trabajadora.
- La transformación de la propiedad privada o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad colectiva.
- La constitución de una sociedad sobre la base del usufructo de los instrumentos de trabajo.
- La enseñanza general, científica y especial sin distinción de sexo o clase.
- Programa máximo (aspiraciones finales del Partido):
- Abolición de todas las clases sociales y su conversión en una única clase de trabajadores, dueños del fruto de su trabajo.
- Medidas políticas y económicas de inmediata realización:
- Lucha por los derechos de asociación y de reunión.
- Libertad de prensa.
- Sufragio universal.
- Jornada laboral de 8 horas.
- Salario igual para los trabajadores de uno y otro sexo.
En 1884, se publicó el informe de Jaime Vera. En 1886, se fundó el periódico El Socialista. La crisis económica de 1887, que trajo consigo el cierre de fábricas y el incremento del paro, impulsó la creación de la Unión General de Trabajadores (UGT) en 1888, con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. A partir de 1891, el PSOE no admitió ninguna alianza con los partidos burgueses. Sin embargo, a principios del siglo XX, iniciaron la colaboración con los republicanos. En 1910, se formó la Conjunción Republicano-Socialista, que permitió conseguir el primer escaño socialista en el Congreso de los Diputados, ocupado por Pablo Iglesias.
2.3. El Movimiento Obrero y las Mujeres
En 1877, la actividad laboral femenina representaba el 17% de la fuerza de trabajo, y sus salarios no superaban el 50% o el 60% de los de los hombres. Los sindicatos se mostraron recelosos ante el trabajo femenino remunerado. A pesar de ello, surgieron importantes dirigentes femeninas en el movimiento obrero, como Teresa Claramunt.
3. Regionalismo y Nacionalismo en la Restauración
El sistema político liberal había nacido en una coyuntura de profunda ruptura nacional, manifestada en varios aspectos:
- La Primera Guerra Carlista (1833-1840).
- La debilidad del Estado liberal, que se dejó controlar por unas élites militares y políticas que representaban a los sectores más conservadores, lo que llevó a la creación de un modelo de Estado uniformista.
- La nueva organización centralista del Estado, con la división territorial en provincias.
El uso patrimonial del Estado por parte de las élites políticas liberales resultó en el desprestigio de estas como impulsoras de cualquier plan real de cohesión nacional. La acción del Estado liberal a favor de la modernización de la sociedad fue muy débil. España era un ‘país de centralismo legal, pero de localismo y comarquismo real’. El movimiento regionalista y nacionalista, inicialmente de carácter burgués, fue una manifestación de las pequeñas y medianas burguesías periféricas.
3.1. El Catalanismo
Surgió durante la Restauración, impulsado por la Renaixença, que utilizó la lengua catalana como instrumento de cohesión. Fue reuniendo los diversos intereses de la burguesía catalana: industriales, forales, descentralizadores, románticos e incluso religiosos. La exclusión del federalismo republicano y la derrota carlista de 1876 llevaron a optar por un regionalismo prenacionalista. El federalismo primó sobre el republicanismo, y la reivindicación de los fueros históricos derivó en un catalanismo político.
Valentí Almirall abanderó el catalanismo moderno, con los siguientes planteamientos:
- Centrando la cuestión en el federalismo.
- Defendió la necesidad de respetar y fomentar la ‘manera de ser y las costumbres tradicionales’, reivindicando las divisiones naturales frente a las provincias.
- Su planteamiento era regenerador y autonomista, no independentista.
- Almirall fundó en 1882 el Centre Català y, posteriormente, la Lliga de Catalunya, que, aunque fiel a la monarquía, buscaba una amplia autonomía.
En 1891, Enric Prat de la Riba concilió las dos tendencias, dando como resultado una nueva organización: la Unió Catalanista.
- Concepción federal de integración del Estado catalán en el Estado español.
- Recogía las ideas del catalanismo conservador.
3.2. El Nacionalismo Vasco
Surgió en un clima de defensa de los fueros. La Ley de 1876, que derogaba sus fueros históricos, generó dos tipos de reacciones:
- La de aquellos que, transigiendo, supieron rentabilizar la situación para transformar la pérdida en ‘conciertos económicos’ en provecho propio.
- La de quienes, apelando al tradicionalismo, defendieron la recuperación íntegra de los fueros. Estos últimos eran los perdedores de la guerra carlista.
El principal propulsor del nacionalismo vasco fue Sabino Arana Goiri, quien formuló las bases de esta ideología:
- Recuperar los fueros totales significaba recuperar la plena soberanía.
- Su lema era ‘Dios y Ley Vieja’ (Jaungoikoa eta Lege Zaharra).
- El 31 de julio de 1895, se fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV) con una solemne declaración antiespañola y una voluntad de restaurar el orden jurídico tradicional.
- Inicialmente, el partido no consiguió un amplio apoyo y se vio obligado a ampliar sus bases hacia una burguesía más moderna e industrial, lo que generó una tensión interna entre los defensores de la pureza ideológica y los pragmáticos.
- Con la integración de las ideas de ambas tendencias, el partido encontró un relativo equilibrio que duró décadas.
3.3. El Nacionalismo Gallego
Aunque fracasó en su intento de conseguir una fuerza galleguista homogénea, edificó una ideología diferencialista que teorizó la naturaleza nacional de Galicia. Sus principales ideólogos fueron Alfredo Brañas y Aureliano Pereira. No pretendía alcanzar un Estado independiente, sino un modelo jurídico-político de descentralización: la autonomía.
3.4. El Regionalismo Andaluz
El regionalismo andaluz comenzó a gestarse en 1873. Para Blas Infante, figura clave del andalucismo, fue fundamental la formación de la conciencia andaluza en el marco de una República Federal. Fue autor de la obra El Ideal Andaluz (1915). El primer acto de relevancia fue en Antequera en 1883, donde se proclamó la Constitución Federalista Andaluza. Sin embargo, no se alcanzó una consolidación efectiva en este periodo.
4. Conclusión
Es preciso reconocer que el sistema de ‘turno pacífico de los partidos dinásticos’, ideado por Cánovas del Castillo, consiguió la deseada estabilidad política y mantuvo la ficción de un buen funcionamiento del sistema parlamentario. Sin embargo, el precio fue el caciquismo, un sistema mediante el cual, bajo la apariencia de las instituciones parlamentarias, la oligarquía dominante mantenía al país sujeto y controlado, gobernando de acuerdo con sus intereses. El sistema canovista funcionó con eficacia hasta finales de siglo, momento en el que comenzó un proceso de desgaste y descomposición que lo conduciría a una profunda crisis. A pesar de ello, consiguió sobrevivir hasta 1923, cuando se inició la Dictadura de Primo de Rivera.