El Sistema Político de la Restauración en España (1874-1923)
La Restauración fue el sistema político ideado por Antonio Cánovas del Castillo, quien creía en la existencia de unas «verdades básicas» indiscutibles, ya que formaban parte de la propia Historia. Entre estas destacaba la «monarquía legítima», encarnada por la Dinastía Borbónica. A esta «verdad básica» se unían otras como la propiedad privada o la unidad de España. Con estas ideas se creó el sistema de la Restauración o canovista, caracterizado además por su conservadurismo y un parlamentarismo liberal «no democrático». Todo esto fue bien recibido por los conservadores, quienes pensaban que la monarquía devolvería la estabilidad política, económica y social al país, siendo este objetivo, la estabilidad, el principal del canovismo.
La Constitución de 1876: Marco Legal del Régimen
Para el funcionamiento de este sistema se necesitaba un nuevo marco legal. Así, se elaboró la Constitución de 1876, en parte inspirada en la de 1845, por lo que su carácter era conservador y defendía los valores tradicionales. Cánovas dotó a la Corona de importantes poderes, que además eran incuestionables al considerar la monarquía anterior a la propia Constitución: nombraba al presidente y a los ministros (con el respaldo de las Cortes), tenía iniciativa legislativa y derecho de veto, y podía disolver el Parlamento, característica del moderantismo español más conservador.
Las Cortes estaban compuestas por dos cámaras: el Congreso de los Diputados, en principio elegido por sufragio censitario y, a partir de 1890, universal; y el Senado, compuesto por senadores vitalicios elegidos por la Corona y entre los mayores contribuyentes del país. En cuanto a la religión, se estableció la confesionalidad católica del Estado, aunque se permitían otras religiones, pero sin manifestaciones públicas. Por último, la declaración de derechos era similar a la de 1869, pero no se fijaban en la Constitución (donde se recogía solo lo elemental), sino que se remitía a leyes ordinarias posteriores.
Los Pilares de la Restauración Canovista
El sistema canovista se basaba en tres pilares fundamentales: la Corona, el Ejército y la alternancia pacífica de los dos Partidos Dinásticos.
La Corona: Árbitro y Símbolo
Como ya hemos visto en la Constitución de 1876, la Corona era una institución incuestionable, siendo el árbitro en la vida política y debiendo garantizar el entendimiento y la alternancia en el poder de los partidos políticos.
El Ejército: Subordinación al Poder Civil
El segundo pilar era el Ejército. Para alejarlo de la vida política, se estableció la supremacía del poder civil sobre el militar; el rey se convirtió en símbolo y cabeza visible del Ejército. Además, la Restauración trajo el fin de varios conflictos bélicos:
- En cuanto a la Guerra Carlista, el general Martínez Campos sometió en 1876 los últimos puntos de Cataluña que no reconocían a Alfonso XII como rey. Así, la guerra terminó finalmente y el pretendiente Carlos VII se exilió. A consecuencia del conflicto, se abolió definitivamente el régimen foral, con lo que vascos y navarros pasaron a pagar los mismos impuestos y a realizar el mismo servicio militar. No obstante, el gobierno estableció conciertos económicos ventajosos con ellos al concederles cierta autonomía fiscal.
- Para solucionar el conflicto cubano, se enviaron más tropas. La combinación de actuación militar y negociación puso fin a la guerra con la firma de la Paz de Zanjón. Se prometió una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud y reformas político-administrativas, pero su posterior incumplimiento marcaría el inicio de nuevos conflictos.
Los Partidos Dinásticos: El Turno Pacífico
El tercer pilar, los Partidos Dinásticos, se alternaban en el poder en un «turno pacífico» y renunciaban a los pronunciamientos para acceder al gobierno, lo que confirió una considerable estabilidad al régimen, pero marginó a republicanos, nacionalistas, socialistas, etc. La alternancia en el poder se daba solo entre los dos partidos dinásticos: el Partido Conservador de Cánovas, que unía a los sectores más conservadores y tradicionales, y el Partido Liberal Fusionista de Práxedes Mateo Sagasta, que reunió a antiguos progresistas, unionistas y exrepublicanos moderados.
Ambos partidos tenían muchas características comunes: defendían la monarquía, la Constitución, la propiedad privada y el Estado unitario y centralista. Y aunque gobernaban, eran partidos de minorías, ya que su base social la constituían las élites económicas y las clases acomodadas. No obstante, había más terratenientes entre los conservadores y más profesionales entre los liberales. En su actuación política, los conservadores eran más inmovilistas y hacían una mayor defensa de la Iglesia y del orden social, mientras que los liberales eran partidarios de un reformismo progresista y laico. Pero ambos eran muy parecidos cuando ocupaban el poder, ya que existía un pacto tácito de no promulgar una ley que el otro partido tuviera que derogar al llegar al gobierno.
El Funcionamiento del Turno y el Fraude Electoral
Para asegurar la estabilidad, decidieron hacer un «turno pacífico» para acceder al poder, así no dudaron en manipular las elecciones. El funcionamiento era el siguiente: el partido que ganaba las elecciones recibía del rey el encargo de gobernar. Pero si perdía credibilidad, para que las críticas no afectaran a todo el sistema, el rey llamaba al partido de la oposición a formar gobierno. Este, a su vez, convocaba las elecciones y las ganaba por medio del fraude electoral.
El proceso electoral se controlaba desde el Ministerio de Gobernación, donde se elaboraba la lista de los candidatos que debían ganar por cada provincia. Se añadían algunos más para dar sensación de democracia. Esta lista se entregaba a los gobernadores civiles de cada provincia, quienes se reunían con los alcaldes y caciques para poner en marcha el proceso.