Resumen revolución liberal en el reinado de Isabel II

TEMA 6: REINADO DE ISABEL 2ª


1. INTRODUCCIÓN



Fuera del sistema quedan los absolutistas (Carlistas) que reclamarán el trono para Carlos Mª Isidro (hermano de Fernando VII que perdíó el derecho a la sucesión al trono por la Pragmática Sanción)  y sus sucesores a lo largo del Siglo XIX, dando lugar a las tres guerras carlistas.  En estos años se inicia un siglo de profundos cambios en España: renovación de la agricultura, modernización de la industria, paso a una sociedad de clases, desaparición definitiva de la Inquisición y de los derechos señoriales y sustitución de la antigua monarquía por otra parlamentaria y constitucional. No obstante, los resultados de estos cambios fueron modestos: la industrialización no alcanzó un gran desarrollo, España siguió siendo un país agrario, el régimen parlamentario no alcanzó la estabilidad y la burguésía española no fue tan fuerte como la europea. 

2. EL CARLISMO. Guerra Civil (1833-40)



Se enfrentaron conservadores absolutistas partidarios de Carlos Mº Isidro frente a los liberales fieles a la reina regente María Cristina (esposa de Fernando VII). 
 La guerra en el terreno bélico tuvo dos grandes personajes: el carlista
Zumalacárregui, muerto en el sitio de Bilbao en 1835, y el liberal Espartero. Tras unos primeros años de incierto resultado, a partir de 1837, las derrotas carlistas fueron continuas y Carlos Mª Isidro terminó huyendo a Francia.  
 La guerra concluyó con el denominado Abrazo de Vergara (1839): acuerdo firmado entre Espartero y Maroto, principal líder carlista tras la muerte de Zumalacárregui, en el que se reconocía el mantenimiento de los fueros en las provincias vascas y Navarra, así como la integración de los oficiales carlista en el ejército real. 
 Las consecuencias más importantes de la guerra carlista fueron varias. En lo político la monarquía se inclínó de manera definitiva hacia el liberalismo. Los militares cobrarían un gran protagonismo en la vida política y protagonizarían frecuentes pronunciamientos. Por último, los gastos de la guerra forzaron la desamortización de las tierras de la Iglesia.

3. ÉPOCA DE REGENCIAS (1833-43)



La Regencia de  María Cristina de Borbón (1833-1840). 
Tras el estallido de disturbios en numerosas ciudades y disolver las Cortes, María Cristina renuncia a la Regencia, siendo ahora el General y progresista
Espartero el nuevo regente y Jefe de Gobierno (1840-1843). Su política autoritaria, la crisis comercial e industrial y la sublevación obrera propician el pronunciamiento del moderado Narváez en su intento de restablecer el orden, quien cuenta con el apoyo de los progresistas puros (los progresistas se habían dividido entre los “esparteros” y los 
puros). Se pone fin a la regencia de Espartero y se declara mayor de edad a Isabel II a los trece años.

4. EL REINADO DE ISABEL 2ª (1844-68)



La primera etapa es la Década Moderada (1844-1854) con el moderado Narváez como Jefe de Gobierno. Entre sus primeras medidas, se crea la Guardia Civil (1844) y la Constitución de 1845 con la que se establece la soberanía compartida entre la Corona y las Cortes (bicameral: Congreso y Senado) y cuyo carácter conservador queda plasmado en un sufragio elitista limitado a la clase terrateniente y los alcaldes son elegidos por la reina.   
 Además, se aprueba la ley Moyano (1857) base del actual sistema educativo público y gratuito, y la reforma administrativa provincial, diseñada por Javier de Burgos en 1833, de carácter centralizado pero respetando los derechos forales del País Vasco y Navarra para evitar el rebote carlista tras la Segunda Guerra Carlista (1846-1849) por el hijo de Carlos María Isidro, Carlos Luís de Borbón.  
 La corrupción, el deseo de los progresistas de volver al poder y la fractura provocada entre los moderados por el ultra conservadurismo de Bravo Murillo (1851) provocaron el pronunciamiento del militar O´Donnell conocido como la Vicalvarada en Julio de1854 dando paso a la segunda etapa del reinado de Isabel II: el Bienio Progresista (1854-1856).
Una facción del Ejército encabezada por el general O’Donnell se pronunció en Vicálvaro, enfrentándose a las tropas del Gobierno. En Manzanares se le uníó el general Serrano y ambos decidieron lanzar un manifiesto al país: el manifiesto de Manzanares (1854), con promesas progresistas. Pronto las agitaciones populares proliferaron y casi toda España se uníó a la insurrección, de modo que el alzamiento militar quedó convertido en un movimiento popular y progresista.  
A la vista de los acontecimientos, la reina Isabel II, temerosa de perder su trono ante la amenaza revolucionaria que exige nuevas reformas progresistas,  recurre al general Espartero para formar un gobierno de signo progresista. Entre sus reformas, destacar la libertad de prensa, leyes de bancos, ferrocarriles y minería y las desamortizaciones de Madoz que afectan a los bienes municipales y del clero secular (1854). 

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