Situacion del campesinado español en los siglos XIX y XX

TEMA 14: LA CRISIS BAJOMEDIEVAL Y EL PERÍODO DE TRANSICIÓN

II.- LA CRISIS:


Desde el siglo X, el crecimiento de la economía medieval estuvo basado en la agricultura, básicamente en la continuada ampliación de las roturaciones. A lo largo del siglo XIII y según las regiones, las roturaciones alcanzaron las tierras marginales, allí donde los recursos tecnológicos se encontraban

en el límite de sus posibilidades, y que debían dedicarse a cereales inferiores para alimento del ganado, como la avena.

El nivel de cosechas en las mejores tierras era cada vez más difícil de mantener.
En primer lugar por la constante explotación, conseguida con las técnicas introducidas a partir del siglo XI.
En segundo lugar, por la insuficiente recuperación de las mismas, dada la falta de abono, que quizá empezó a ser más escaso, ya que el crecimiento agrícola se hizo a costa de los pastizales, lo que afectó a la cría de animales, y por lo tanto, al abono disponible. En otras zonas, ocurrió lo contrario: se incrementa la cabaña ganadera para la producción de lana y el cuero. En este caso, sí habría abono animal, pero menos tierras dedicadas al cultivo.

El crecimiento del comercio de materias primas condujo a la diversidad de cultivos, y a la especialización de muchas zonas en el cultivo de productos exportables o necesarios para las industrias artesanas (lino, plantas para extraer tintes como el pastel o glasto y el zumaque, la vid, el olivo, etc.), reduciéndose el espacio para cultivos de productos necesarios para la subsistencia. El ajuste demográfico no fue instantáneo, y así la población continuó aumentando durante un tiempo, lo que se aprecia claramente en la extrema división de los mansos o parcelas arrendadas, a finales del siglo XIII y principios del XIV. Las mismas situaciones de grandes masas de campesinos al límite de la miseria absoluta se dan en todo Occidente.

A principios del siglo XIV una coyuntura climatológica adversa, con unos veranos cortos y húmedos que arruinaban las cosechas, incidió sobre unas tierras que ya de por sí estaban al límite de sus posibilidades, produciéndose una serie de malas cosechas entre 1314 y 1316. Agotadas las reservas del primer año, el hambre aparece en 1315, y en 1316, comienza a morir de hambre y enfermedad un elevado índice de población. El problema no es simplemente que haya demasiada gente para la capacidad productiva global, sino que, además, se produce una ruptura del equilibrio entre los diversos sectores económicos, que no podía ser compensado por el desarrollo tecnológico, lo que condujo a una primera quiebra de las fuerzas productivas.

En el Ámbito Urbano, en las ciudades, también empieza a producirse una crisis, por razones más confusas y oscuras, pero en cuyo origen los historiadores parecen haber detectado un exceso de la producción paralela a una crisis monetaria, con una escasez generalizada de dinero.

El primer problema, el exceso de producción, puede responder al exceso de mano de obra que la situación en el campo hace converger en las ciudades, y también, a que los propios campesinos, en sus lugares de residencia, intenten completar sus recursos con manufacturas propias, más o menos competitivas en algunos ámbitos, pero que sin duda implica su salida del mercado como consumidores.

El segundo problema, la crisis monetaria, se ha relacionado con la suspensión de las extracciones de plata en un elevado número de minas, durante la primera mitad del siglo XIV. Dicha suspensión se produjo al alcanzarse los límites que imponía la tecnología de la época, ya que no había manera de abrir pozos más profundos, desecar las filtraciones subterráneas, o refinar los minerales impuros. La situación produjo una constante devaluación monetaria al envilecerse su ley y peso, con lo que la inflación se disparó.

A partir de 1317 se producen una serie de buenas cosechas, pero el descenso de población por las mortandades anteriores, hace que en muchos centros urbanos haya un exceso de grano a la venta, con el que los precios, y por lo tanto, las rentas aristocráticas, bajan. Por el contrario, los objetos de lujo que tienen una clientela relativamente fija, suben constantemente de precio, y sus costes no disminuyen. Probablemente no es casualidad que precisamente a partir de la segunda mitad del siglo XIV se inicie uno de los periodos en los que el lujo y el exhibicionismo de riqueza alcanzó sus mayores cotas, expandiéndose desde la corte de Borgoña. El nivel de vida de la aristocracia tiende a bajar, y para conservarlo, intentan aumentar sus rentas agrarias, reforzando la presión sobre el campesinado, y recurriendo a la forma tradicional de aumentar sus ingresos: la guerra. A mediados del siglo XV todos los países de Europa estaban arruinados, con excepción de Inglaterra que, pese a su derrota, era la que menos había sufrido, ya que la lucha siempre estuvo en el continente. En esta situación de crisis estructural, se produjo la catástrofe coyuntural de la invasión de la peste, cuya primera y más mortífera oleada, se abate entre 1348 y 1350. Con la existencia de un problema demográfico previo y las defensas de la población debilitadas por la situación de escasez y hambre provocada por las guerras en curso, la epidemia barrió Europa.

La tragedia fue brutal. Especialmente mortífera se mostró la Peste en los ámbitos urbanos, donde florecientes y prósperas ciudades como Venecia, Florencia, Barcelona o Túnez perdieron a más del 50% de sus habitantes.  Después, durante casi un siglo, los brotes se harían endémicos en muchos lugares, produciéndose algunas oleadas, aunque de menor impacto. Después de la gran epidemia, la aristocracia de los distintos reinos reaccionó con rapidez, y en todas partes intentaron sujetar al campesinado a la tierra, y controlar la subida de salarios que la escasez de mano de obra provocaba, dictando la congelación, e incluso la bajada, de los mismos. Naturalmente, a la renta se sumaban los impuestos exigidos por los cada vez más consolidados Estados Nacionales, de los que los aristócratas estaban exentos.

En 1381 va a estallar la revuelta en Inglaterra. Con motivo del déficit demográfico producido por la Peste, el Parlamento británico aprobó un estatuto en el que se congelaban los salarios de los trabajadores al mismo nivel al que se encontraban antes de la Peste, con el fin de evitar la inflación por la escasez de mano de obra. Esta medida, lógica desde el punto de vista de la clase terrateniente, únicamente hizo que los agentes reales y la nobleza fueran objeto de las iras antiseñoriales de los campesinos. En el siglo siguiente, la tensión social en el campo se extendió prácticamente a toda Europa. En la Península Ibérica los movimientos de rebeldía campesina tuvieron una gran repercusión en este siglo.  

Por su parte, en las ciudades, los niveles más bajos de artesanos y asalariados, también intentaron insurrecciones, como la de los maestros y tejedores de Gante, en 1382, que tras arrebatar el poder a la oligarquía, fue capaz de derrotar al ejército aristocrático en Courtrai, aunque serían finalmente vencidos.

III.- LOS MECANISMOS DE TRANSFORMACIÓN


En primer lugar, debemos tener en cuenta que, en un proceso de transición, las relaciones de producción deben cambiar antes de que cambien o se desarrollen nuevas fuerzas productivas.
Por tanto, la crisis del feudalismo no fue una liberación de nueva tecnología, ni en la artesanía ni en la agricultura. Ello no vendría hasta que se completase la transformación ya a partir del siglo XVIII. En un principio, el sistema feudal tendía a ser plenamente autárquico, no obstante, el crecimiento urbano, artesanal y comercial rompió el sistema, incluyendo el campo en un nuevo circuito, y generando una serie de transformaciones, en concreto:

– Provocó que los aristócratas comenzaran a introducir los productos agrícolas de sus posesiones en el mercado, si querían, a cambio, disponer de los productos confeccionados en los medios urbanos. De esta forma, el sistema agrario se hizo parcialmente mercantil, y la aristocracia procuró intensificar la producción con el fin de contar con “excedentes” mediante los cuales acceder a los bienes comerciales.

– La existencia de ciudades representaba una permanente posibilidad de huida para el campesino, ya que las ciudades los acogían, en cuanto suponían mano de obra para el artesanado.

– Las ciudades obligaban a los señores a cobrar en dinero, lo que supuso una lenta pero constante relajación de los lazos serviles y de las prestaciones en trabajo, las cuales serán sustituidas por pagos en metálico, lo que a la larga implicó un cambio en las relaciones sociales.

– Los ritmos en la desaparición de la servidumbre varían mucho de unas zonas a otras, precisamente en función de la existencia o no de ciudades y de industrias artesanales y comerciales. En relación con esto, es significativo que las grandes sublevaciones campesinas se produjeran precisamente en el entorno de las grandes ciudades mercantiles: Gante y Brujas en Flandes, París en Francia, Londres en Inglaterra, Barcelona en Cataluña, etc.

– La escasez de mano de obra desde mediados del siglo XIV y el estancamiento de las rentas agrícolas, impulsó a los señores a incrementar la cría de oveja, que precisaba de menos gente, y proporcionaba mayores beneficios, por el constante incremento de la industria textil, por lo que se empezaron a dedicar amplias superficies a pastos.

Es el origen del proceso de enclosure en Inglaterra, por el cual, a partir de mediados del siglo XIV y hasta el siglo XIX, se cierran los campos para su explotación intensiva. En principio, se trató del cercado y apropiación por parte de los señores de baldíos y tierras pantanosas, para posteriormente pasar a afectar a las tierras y pastizales de aprovechamiento comunal. El descenso del precio del grano y la estabilidad y relativo crecimiento de los precios de la lana indujeron a los grandes propietarios a convertir la tierra arable en pastos, cercando sus propiedades en contra del sistema tradicional de campos abiertos que permitía el aprovechamiento comunal de las tierras. El cercado de campos significó el paso de una economía agraria basada en la explotación comunitaria de la tierra a otra de carácter pre-capitalista fundada sobre la propiedad privada y encaminada a la comercialización.

También es el origen del increíble crecimiento del Honrado Concejo de la Mesta de la Corona de Castilla.
La Mesta fue la corporación de ganaderos más importante de la historia Medieval y Moderna. Tanto por el número de sus agremiados o cofrades, como por el tamaño de sus cabañas y las cifras de exportación y cotización lanera, no tiene parangón con ningún otro gremio pecuario, tanto de los reinos hispanos como de las formaciones políticas europeas.

IV.- LAS NUEVAS COORDENADAS


El Campo


Visto lo anterior, es lógico que a medio plazo –a pesar de la victoria aristocrática sobre el campesinado- hubiera una transformación en las relaciones sociales en el campo. Efectivamente, se asiste a la desaparición paulatina de la servidumbre, al crecimiento de salarios, y a la formación de una capa de campesinos medios y ricos, capaces de introducir nuevos sistemas de explotación del suelo, tanto en lo que se refiere a los cultivos como a la diversificación jurídica de fórmulas de contrato. Efectivamente, se va a generalizar el arrendamiento, primero de larga duración, luego se acortará considerablemente el período de duración del contrato. Al principio, las condiciones eran bastante favorables para los campesinos, pero desde mediados del siglo XV se comienzan de nuevo a endurecer.

En Inglaterra y otros lugares, el campesino exigirá documentos en los que constase claramente cuáles eran las cargas que pesaban sobre sus tenencias, interpretando esto como contratos. Los señores aceptaron esta exigencia a partir del siglo XV, utilizándola a su favor cuando, al finalizar el período de validez, en vez de renovar el contrato lo rescindían para poder así convertir las tierras en pastos. De esta forma, si bien van perdiendo el control sobre los campesinos, ganan más sobre las tierras. El cultivo de cereales disminuye, ya que la notable caída de población mantiene su precio bajo. Ello hace más fácil continuar con la diversificación de productos alimenticios, y así continúa la extensión de las leguminosas, completada con la carne, ya que al aumentar el ganado, se abarata su precio. Las inversiones agrícolas se diversifican, dirigiéndolas a aquellos productos que tienen fácil salida en el mercado urbano: vid, fruta fresca, frutos secos, y los relacionados con la industria.

Ámbito Urbano, las ciudades cambian. Si la peste provoca fuertes mortandades, su población se recupera pronto por la afluencia de campesinos a las mismas, aunque pocas superan los 50.000 habitantes. Al mismo tiempo, antiguos núcleos preurbanos, se desarrollan y convierten en ciudades de tamaño medio. Cambia su fisonomía La ciudad se convierte en lugar de refugio, sustituyendo a castillos y fortalezas. La desaparición de la servidumbre y la implantación del arrendamiento, hacen que la nobleza abandone el campo y se traslade a la ciudad; el auge de los negocios hace surgir una burguesía incipiente pero poderosa. Unos y otros construyen grandes palacios.

Al mismo tiempo, proliferarán las iglesias y conventos. Porque, si antes estos últimos intentaban ubicarse en lugares apartados, ahora, con el desarrollo de las órdenes mendicantes, se hacen también urbanos. De igual modo, el crecimiento de los aparatos estatales y de las administraciones locales, da lugar a numerosos edificios públicos. También crece otro tipo de instituciones, con sedes propias. Todo ello contribuye a que la ciudad intensifique su función administrativa, y el gobierno ciudadano se convierte en un complejo y productivo negocio financiero, que hará enfrentarse a los más poderosos para hacerse con su control. En todas partes, la ciudad estará gobernada por una oligarquía, que impondrá una pesada fiscalidad sobre el resto de los ciudadanos. Ello hace surgir nuevas capas profesionales, como los juristas, notarios, contables, escribanos, etc., formando una burocracia urbana que pronto controlará todos los resortes del poder, y que por ello será, en ocasiones, blanco de la ira de las capas urbanas más pobres. La ciudad sigue siendo un centro de producción artesanal, por lo que los gremios tienen en ella un importante peso específico. Los niveles inferiores de los gremios, oficiales y aprendices, quedaron bloqueados en su nivel, como medio de evitar la competencia, al tiempo que los sueldos se congelan. Pronto, sólo los hijos de los maestros disponen de los medios materiales y de los apoyos sociales necesarios para alcanzar el grado de maestro. Ello conlleva la creación de una amplia masa de asalariados.

Los enfrentamientos gremiales serán una características constante de las ciudades durante los siglos XIV y XV, aunque habrá que esperar al siglo XVI para que estallen de forma violenta. También entrarán en competencia los diferentes gremios entre sí. Básicamente en las ciudades había tres categorías gremiales: el de los grandes burgueses, encabezados por los fabricantes de tejidos y sus comerciantes. Los gremios medios, como los tejedores. Y por último, los gremios menores, como los bataneros. Pero al mismo tiempo, todos ellos se enfrentan también a la aristocracia militar que aún mantiene su fuerza en el campo, y lucha por imponerse en la ciudad, para controlar sus grandes recursos, al imponer todo tipo de impuestos feudales. Las convulsiones sociales y las diferentes luchas no termina en los siglos bajomedievales, continuará en los siglos siguientes. Las alternancias en el poder serán numerosas, dependiendo de las coyunturas.

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