Al Ándalus: Economía, Sociedad y Cultura

Al Ándalus: economía, sociedad y cultura

La principal fuente de riqueza de Al-Ándalus era una próspera agricultura en la que introdujeron nuevos cultivos, cultivos industriales, extensión de nuevas técnicas de regadío (como las norias, acequias o albercas). Tras la invasión árabe se produjo una redistribución de la propiedad de la tierra implantándose un cierto feudalismo tributario. También se desarrolló la ganadería ovina y la cría caballar así como la explotación de recursos mineros (hierro, cobre, plomo…). Las ciudades desempeñaron una función económica destacada, al desarrollarse la artesanía, textil de lana, lino y seda, y también el trabajo del cuero, la alfarería o el vidrio. Todo esto permitió desarrollar un intenso comercio a través de los zocos, mercados estacionales y puertos. Destaca la acuñación de monedas, dinar de oro y el dirham de plata. Socialmente, se diferencia la nobleza, Jassa, del pueblo Amma, aunque las diferencias y enfrentamientos entre etnias (árabes, sirios bereberes) fueron habituales, así como la rivalidad entre la nobleza de sangre o administrativa. Pero la verdadera diferencia tenía una base religiosa. Los musulmanes en un principio estaban exentos del pago de tributos, y tenían plenos derechos, lo que explica la conversión masiva al Islam de los cristianos (muladíes). Los cristianos no convertidos, mozárabes, estaban menos integrados que los judíos. La cultura está marcada también por los principios islámicos, plasmados en el Corán y la sharía (ley islámica), siendo la voluntad divina la base del Derecho. En Al-Ándalus, esta visión de la religión, la sociedad y la cultura pasó varios estadios: tolerancia (califato y reinos de Taifas) o rigor (almorávides y almohades) La libertad intelectual propiciada por el califato, convirtió a Córdoba en un centro intelectual, científico y artístico de fama mundial donde se favorecían diversa disciplinas científicas como las matemáticas, astronomía, botánica o medicina; y Abundaban las bibliotecas y espléndidos edificios como la mezquita o la ciudad palatina de Media Azahara. A través de Al Ándalus se transmitió a Occidente la ciencia griega e hindú y la cultura andalusí influyó en la de los reinos cristianos contemporáneos. Con los Reinos de Taifa, se mantuvo el esplendor cultural a causa del mecenazgo de sus monarcas: Sevilla fue famosa por sus poetas, destaca el rey Almotamid; Zaragoza por sus astrónomos; Toledo por sus científicos, donde destacó al-Zarqali, que perfeccionó el astrolabio. El esplendor cultural y artístico del reino nazarí, ejemplificado en la espléndida Alhambra, termina con su conquista en 1492,

Los primeros núcleos de resistencia cristiana. Principales etapas de la Reconquista. Modelos de repoblación.

Tras la desaparición del reino visigodo de España sólo las zonas montañosas del norte quedaron fuera del control musulmán. En un comienzo, desde los siglos VIII a X, se limitan a resistir, surgiendo así los primeros núcleos de resistencia. En Asturias la victoria sobre los musulmanes en la batalla de Covadonga, en el 722, marca el inicio de este reino de la mano de Don Pelayo que se fue ampliando hacia el este y oeste. Alfonso II en el s.IX traslada la corte a Oviedo y consolida un reino que, con Alfonso III (852-910), llegará hasta el Duero. A su muerte el centro político pasará a León, cuya parte oriental, Castilla, se independizará en el s.X con el conde Fernán González. En los Pirineos surgen diversos estados ocupados por los francos frente a las incursiones de Al Andalus, la Marca hispánica, que se irán independizando. En el Pirineo occidental, la derrota de Carlomagno en Roncesvalles por los vascones, 778, facilita la proclamación, por Íñigo Arista, del reino de Pamplona en el siglo IX. En el Pirineo central surgen los condados de Sobrarbe, Ribagorza y Aragón, que se independiza de la tutela franca en el s.IX. cuando el conde de Aragón, Aznar Galíndez reafirma su autoridad en torno a Jaca. En el Pirineo Oriental Wifredo I “el Velloso”, conde de Barcelona, logra imponer su hegemonía sobre los demás condados y, posteriormente Borrell II se emancipa definitivamente de los francos a finales del S.X (988 d.c). Estos reinos tratarán de consolidarse y expandirse en diversas etapas bajo la denominación de “reconquista”. En un primer momento, entre los s.VIII y X, ante la debilidad frente a Al Andalus, avanzarán sobre tierras despobladas de Galicia, valle del Duero y el piedemonte. La expansión territorial de la siguiente etapa sobre los valles del Tajo y Ebro, (siglos XI-XIII) se produce por el reforzamiento de los reinos cristianos y la caída del Califato, 1031, a pesar del freno que suponen las invasiones de Almorávides y Almohades. Las rivalidades fronterizas forzarán a la firma de tratados como el de Tudilén y Cazorla, entre Castilla y una Corona de Aragón unida a Cataluña desde 1137. Tras la derrota almohade en las Navas de Tolosa, 1212, (Jaén), se produjo el avance espectacular de Castilla por el valle de Guadalquivir y Murcia, y Aragón por levante y Baleares. Entre los s.XIV y XV, sólo subsistirá el reino nazarí de Granada hasta su conquista por los Reyes Católicos tras diez años de guerra, en 1492. Según iba avanzando la reconquista se hacía necesaria la repoblación variando los modelos seguidos en cada etapa. A la repoblación de presura o aprisio (s.VIII-X) sobre tierras en parte deshabitadas; le sigue la concejil o de frontera (s.XI), basada en la concesión de fueros, y a partir del s.XII la de encomiendas a órdenes militares. A partir del s.XIII se imponen los repartimientos o donadios.

T 3.2. El significado de 1492. La guerra de Granada y el descubrimiento de América.

El año 1492 se una fecha clave para la historia de España y el mundo, al confluir diversos acontecimientos, algunos de gran relevancia y significación. Finaliza la Guerra de Granada, con la incorporación a Castilla del último reducto musulmán de la Península, un paso más para conseguir la unidad territorial que pretendían los Reyes Católicos, orientando el afán guerrero de la nobleza, unida en un objetivo común. La conquista del reino nazarí fue facilitada por las guerras civiles dentro de Granada, que enfrentaron al emir Muley Hacén contra su hermano al Zagal y su hijo Boabdil. El conflicto estalla cuando los musulmanes toman Zahara, respondiendo un año después, 1482, con la conquista de Alhama por Diego Ponce de León. Aunque no fue una guerra de grandes batallas, la toma de Málaga, en 1487, fue especialmente dura, y sus habitantes fueron sometidos a esclavitud. Tras esta se ocupa la parte oriental del reino, con la resistencia de algunas ciudades, como Baza y Almería, sitiándose finalmente la capital desde el campamento de Santa Fe a partir de 1490. El 2 de enero de 1492 Boabdil entrega la ciudad de Granada a los Reyes Católicos, tras la firma de unas capitulaciones por las que este recibió el señorío de las Alpujarras y se les permitía a los musulmanes conservar su religión, lengua, usos y costumbres. Ese mismo año los judios son forzados a convertirse o abandonar la península, con lo que se inicia una política de unidad religiosa que culminará el decreto de 1502 que obliga a los mudéjares a convertirse al cristianismo, (moriscos) o abandonar España. 1492 se convierte además en una facha clave en la historia universal con el descubrimiento, para al resto del mundo, de un nuevo continente, América, obra de un marino genovés de pasado incierto llamado Cristóbal Colón que pretendía llegar a las Indias por el oeste, convencido de la esfericidad de la Tierra, a la que calculaba un diámetro muy inferior. Terminada la guerra de Granada, los Reyes Católicos decidieron respaldar su proyecto, tras una segunda entrevista, a pesar del rechazo sufrido en la corte de Portugal. Esto evidenciaba las intenciones expansionistas de Castilla por el Atlántico, limitadas en el sur por el tratado de Alcaçobas, de 1479. Tras la firma de las Capitulaciones de Santa Fe, la expedición salió del puerto de Palos el 3 de agosto de 1492, con tres barcos, dos carabelas y una nao, y llegó, el 12 de octubre, tras parar en Canarias a la isla de las Bahamas que llamaron el Salvador, hoy Watlin. Desde ahí pasaron a la actual Cuba y la Española, regresando a la península sin conocer el verdadero resultado de su empresa. A su vuelta se reanudaron los conflictos con Portugal por la posesión de estos territorios zanjados en 1494 con la firma del Tratado de Tordesillas,. Colón realizó otros tres viajes más entre 1493 y 1504, el último viaje a título privado. Murió convencido de que había llegado a las costas orientales de Asia, cuando ya se había confirmado que se trataba de un contiente nuevo.

La Monarquía Hispánica de Felipe II. Gobierno y administración. Los problemas internos. Guerras y sublevación en Europa.

En 1555-1556, Carlos V renunció a sus dominios en la península ibérica, Borgoña e Italia a favor de su hijo Felipe, dejando la corona imperial alemana en manos de su hermano Fernando. Tras la gran victoria de San Quintín contra Francia, 1557 España consolida su hegemonía en Europa, refrendada en la Paz de Chateau– Cambresis, 1559. Felipe II fija en 1561 la capital en Madrid, dirigirá el gobierno de sus reinos de forma autoritaria con el apoyo de virreyes y gobernadores, y con la ayuda de un sistema polisinodial de consejos, presidido por el Consejo de Estado, creado por su padre, y consejos territoriales y técnicos dirigidos por secretarios. Dos fueron sus preocupaciones fundamentales: la primera mantener íntegra la herencia recibida, para lo que se enfrentó a los turcos en el Mediterráneo, batalla de Lepanto en 1571, y a la rebelión en los Países Bajos, en 1566, apoyados por Inglaterra, contra la que mandará la Gran Armada, que sucumbirá en 1588. La segunda será la lucha contra la herejía, con la utilización de la Inquisición, persecución de minorías protestantes, prohibición de salir a estudiar al extranjero o la creación de listas de libros prohibidos. En la Península se enfrentará a dos grandes sublevaciones, la de los moriscos de las Alpujarras, entre 1568-1570, reprimida por Juan de Austria, y luego deportados y repartidos por toda Castilla. En Aragón, El motín de Zaragoza en 1591, motivado por la oposición del Justicia Mayor a nombrar virrey a un castellano, se unido a la protección concedida a Antonio Pérez, secretario personal de Felipe II y caído en desgracia. Terminó sofocado por el ejército real, ejecutándose incluso al Justicia Mayor. En 1580 Felipe II reclamó para sí la Corona de Portugal, al morir el rey Sebastián sin descendencia, como hijo de Isabel de Portugal y viudo de María de Portugal. El duque de Alba dirigió la invasión de Portugal que apenas encontró resistencia. Las Cortes de Tomar, en 1581, lo reconocieron formalmente como rey de Portugal, con el compromiso de que los asuntos portugueses fueran gestionados por portugueses, creación de un Consejo de Portugal y la eliminación de las aduanas con Castilla. Esta unión implicaba el control de su gran imperio marítimo. Permaneció unido a España hasta 1668, fecha en que Carlos II reconoció formalmente su independencia tras la guerra de restauración iniciada en 1640.

La guerra de los Treinta Años y la pérdida de la hegemonía española en Europa.

Durante el siglo XVII se produce al hundimiento del imperio español en Europa y a la pérdida de su hegemonía. Es un proceso lento y progresivo que va sumiendo al país en una profunda crisis en la que, al agotamiento económico y moral se suman continuas derrotas militares, especialmente a raíz de la participación en la Guerra de los Treinta Años. No obstante hasta 1621, durante el reinado de Felipe III (1598-1621) y su valido el duque de Lerma, se desarrolló una política exterior pacifista. Agotada España y sus enemigos tras las continuas guerras del siglo anterior, se paralizaron los conflictos con Francia, Inglaterra y los rebeldes holandeses, con los que se firmó la “Tregua de los Doce Años” en 1609. Pero con Felipe IV (1621-1665) y su valido el conde-duque de Olivares se trata de restaurar el prestigio militar, involucrando a España en la Guerra de los Treinta Años para prestar ayuda a los Habsburgo austriacos (Fernando II emperador alemán) contra los que se habían sublevado algunos príncipes protestantes. La Guerra de los Treinta Años ( 1618-1648) enfrentaba a los Habsburgo españoles y austriacos, que intentaban mantener su hegemonía, contra los países protestantes que apoyan a los príncipes alemanes: comolas Provincias Unidas, Dinamarca o Suecia. Las victorias iniciales se complicaron cuando Francia entró en el conflicto en 1635 en apoyo de los protestantes y las sublevaciones internas tras la crisis de 1640. España no puede atender todos los frentes, sufriendo derrotas como la de Rocroi, 1643. LaPaz de Westfalia, en 1648, puso fin a esta guerra pero trajo para España graves repercusiones, como la independencia definitiva de las Provincias Unidas (Holanda), aunque los Países Bajos Católicos siguieron perteneciendo a España. El acoso de Francia continuó hasta la firma de “La Paz de los Pirineos” ,1659, con la entrega de el Rosellón y la Cerdaña, y la pérdida de su hegemonía frente a Francia .Las pérdidas de dominios españoles en Europa continúan durante el reinado de Carlos II (1665-1700). Como el Franco Condado y plazas de Flandes, confirmándose la pérdida de Portuga, (1668). Finalmente tras la muerte del rey en 1700, la Guerra de Sucesión relegará a España, definitivamente, a potencia de segundo orden, desintegrando el patrimonio de los Habsburgo en Europa.

La Guerra de Sucesión Española y el sistema de Utrecht. Los Pactos de Familia.

La falta de descendencia de Carlos II provoca un conflicto ante la rivalidad que enfrenta a

los partidarios de los dos candidatos que se consideran con derechos legítimos, Felipe de Anjou, de la casa francesa de los Borbones y el archiduque Carlos, de la casa de los Habsburgo austríaca, en especial tras la muerte de José Fernando de Baviera, que llega a plantearse como alternativa. Finalmente, a pesar de la indecisión que agrava el problema, Carlos II nombra como sucesor en su testamento a Felipe de Anjou antes de morir en 1700. Ante el temor de la creación de un bloque franco-español que estableciera su hegemonía en el continente, se estableció la Alianza de la Haya formada por los Habsburgo austriacos, Reino Unido, las Provincias Unidas, Portugal, Prusia y Saboya, frente al bando franco-español, unidos por lazos familiares entre Luis XIV y su nieto, con el apoyo de Baviera. Estalla de este modo la guerra de Sucesión española. Esta confrontación fue a la vez un conflicto europeo y una guerra civil. La Corona de Aragón (Valencia, Cataluña y Aragón) respaldaba al archiduque Carlos, que personifica el modelo “foralista” de los Habsburgo, una “unión de reinos”, enfrentada a la Corona de Castilla que apoyaba a Felipe V, representante del centralismo borbónico. Tras las victorias iniciales de la alianza antiborbónica, que llega a tomar Madrid, se suceden las éxitos borbónicas en las batallas de Almansa (1707), Brihuega y Villaviciosa. La muerte en 1711 de José I, emperador alemán, y hermano del archiduque Carlos, provocó el nombramiento de éste como emperador y el temor general a su excesivo poder si también obtenía lacorona española, así que el Reino Unido presionó para pedir la paz. En 1713 se firma la Paz de Utrecht; y un año más tarde la de Rastadt, aunque no se vence la resistencia de Cataluña hasta 1714 y Mallorca un año después. El gran beneficiado fue el Reino Unido que obtuvo ventajas territoriales como Gibraltar, Menorca y Terranova; comerciales como“el navío de permiso” y el “asiento de negros” y militares. Con ello consolidó su hegemonía política y mercantil en Europa y Atlántico. España perdió sus posesiones europeas que quedaron en su mayor parte en manos de Austria y Saboya, y se reconocía a Felipe V como rey de España a cambio de renunciar al trono francés, si bien mantendrá una alianza militar mediante los Pactos de Familia de 1733 y 1743, que se firman durante su reinado, confirmados por el tercero durante el del Carlos III, 1761. Por todo lo anterior, llamamos “sistema de Utrecht” al nuevo entramado de relaciones internacionales que resulta de la Guerra de Sucesión española.

4.4. Ideas fundamentales de la Ilustración. El despotismo ilustrado: Carlos III. La Ilustración es la corriente de pensamiento que se difundió por Europa en el siglo XVIII, base ideológica sobre la que se asentaron todas las reformas realizadas por Carlos III. Sus rasgos más característicos son el empleo de la razón y la crítica frente a la superstición, el fomento de la economía nacional, el desarrollo del conocimiento científico y la educación, o la difusión del progreso y la felicidad. Su difusión se reliza a través de las Reales Academias como las de la Lengua, Historia o la real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que difundirá el estilo Neoclásico, racional y depurado, que se impondrá durante la segunda mitad del siglo; las Sociedades Económicas de Amigos del País, instituciones privadas que fomentaban proyectos reformistas y su puesta en práctica; las nuevas instituciones de enseñanza superior como el Real Seminario de nobles de Madrid o la prensa diaria. Destacan intelectuales como Gaspar Melchor de Jovellanos (con obras como el Informe sobre la ley agraria), Benito J. Feijoo, José Celestino Mutis, José Cadalso (Cartas marruecas), o Samaniego, en los que domina la actitud reformista y didáctica. El despotismo ilustrado fue la teoría y práctica política dominante. Partía del concepto de monarquía absoluta y del rey como benefactor de su pueblo a través de la imposición de reformas inspiradas en los pensadores ilustrados. El lema es “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”, pues no pretendían cambiar el sistema del Antiguo Régimen. Carlos III( 1759-1788), el tercer hijo de Felipe V, es su mejor representante pues intentó modernizar la sociedad española rodeándose de secretarios y consejeros como Olavide, Campomanes o Floridablanca para introducir reformas. Intenta mejorar el saneamiento y el trazado urbano, en especial de la ciudad de Madrid. Relanzar la economía, emprendiendo reformas agrarias como la repoblación de Sierra Morena, desarrollando manufacturas desde el Estado, liberalizando el comercio con América o la creando el Banco Nacional de San Carlos. Así como otras que afectaron a la educación, justicia o al ejército. La oposición a las medidas se manifestó en 1766 en el motín de Esquilache, tras la la imposición de unas normas sobre la vestimenta y mejoras urbanas, aunque las verdaderas causas fueron la oposición a las medidas para reducir los privilegios de nobleza y clero, el descontento del pueblo con la subida del precio del pan por las medidas liberalizadoras, o el aumento de impuestos por la guerra con el Reino Unido. La sublevación se extendió por todo el país, terminando con la sustitución del ministro por Aranda y la expulsión de los jesuitas, acusados de organizarlo, una muestra de la política regalista. Las reformas continuaron aunque aplicadas con más prudencia.


3.6. Los Austrias del siglo XVII: el gobierno de validos. La crisis de 1640. Durante el siglo XVII gobernaron en nuestro país Felipe III, Felipe IV y Carlos II, a los que se les conoce bajo el nombre “Austrias menores” por contraposición con los del s XVI, por la progresiva decadencia y pérdida de poder español en Europa y la personalidad de los monarcas que dejan el gobierno a sus validos. Estos son nobles que basan su poder en la acumular cargos y confianza del rey, gobernando mediante juntas, rodeándose de sus parientes y amigos y prescindiendo de los consejos, lo que les valió múltiples críticas El duque de Lerma, valido de Felipe III ( 1598-1621), aprovechó su posición para enriquecerse, como en el traslado de la capital a Valladolid durante cinco años (1601-1601). Sus principales medidas fueron la tregua con los Pises Bajos y la expulsión de los moriscos (1609 y 1614), lo que provocó empobrecimiento y despoblación. Al caer en desgracia le sustituye su hijo, el duque de Uceda, El conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV (1621-1665), inició una ambiciosa política de reformas fiscales para que las cargas impositivas recayesen en todos los reinos y no solo en Castilla, y hacer frente a los gastos derivados de la entrada de España en la Guerra de los Treinta Años (1618-48). Sin embargo medidas como la creación de un banco nacional o nuevos impuestos a las rentas más altas y a productos como la sal fracasaron en su mayoría y terminarán provocando la crisis de 1640 donde coinciden la rebelión en Cataluña, la llamada “guerra de los segadores”(1640-1652) y la sublevación de Portugal.. En la primera había fracasado en 1632 la Unión de Armas, intento de crear un ejército con la aportación de todos los territorios de la Corona. Tras la entrada en guerra con Francia (1635), la presencia de los tercios y sus excesos provocó el motín en Barcelona denominado “Corpus de Sangre”, que terminó con el asesinato del virrey y la huída de las autoridades. La Generalitat, dirigida por Pau Clarís, solicitó la ayuda francesa y se proclamó conde de Barcelona a Luis XIII de Francia. Sin embargo, la crisis económica, la peste y la opresión francesa, provocó la rendición final en 1652. Mientras, en diciembre de 1640, estallaba el levantamiento en Portugal, que no veía ventajas en continuar bajo la dominación de los Habsburgo. El duque de Braganza es proclamado rey como Juan IV. Incapacz de atender a dos frentes, España se centraron en el problema catalán, con lo que Portugal logró la independencia de hecho rubricada en 1668 por Carlos II Las soblevaciones siguieron en Andalucía (1641), Aragón o Nápoles y Sicilia (1647). 

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