Clases populares como fuerza de choque

6.3. El Sexenio Democrático (1868-1874): la constitución de 1869. Evolución política:
gobierno provisional, reinado de Amadeo de Saboyá y Primera República.

Aunque gran parte del reinado de Isabel II se caracteriza por la expansión económica, en la década de los 60 la situación empieza a cambiar: se inicia una grave crisis en todos los niveles. A nivel financiero, bajan las acciones en bolsa por causa de las crisis de los ferrocarriles. Su construcción había supuesto una gran inversión, pero su rendimiento no fue el esperado. Por ello, se desploman las acciones, y los inversores solicitaron ayudas al gobierno, pero la escasez de fondos de este agravó aún más la situación. A nivel industrial, la crisis se centra en Cataluña, donde la escasez de algodón provocada por la Guerra de Secesión americana dañó gravemente la naciente industria textil. La crisis de subsistencias se originó por una serie de malas cosechas que dio como resultado una escasez de trigo y el alza de los precios.

Además, existía un gran descontento a nivel político. Tras la revuelta de los sargentos del cuartel de San Gil y de su dura represión, el Partido Progresista, dirigido por Prim, firma con el Partido Demócrata el pacto de Ostende, con el fin de acabar con el moderantismo en el poder y con la monarquía de Isabel II., aunque quedaba en suspenso la decisión de cuál sería la nueva forma de gobierno (monarquía o república). A dicho pacto se adhirieron los unionistas, con Serrano a la cabeza, aportando buena parte de los mandos del ejército, y también un carácter conservador que frenó los impulsos revolucionarios del levantamiento del 68.

En Septiembre de dicho año, la revolución conocida como “La Gloriosa” se inicia en Cádiz, bajo el mando del brigadier Topete. Se trata de un movimiento con amplia participación popular.
Prim, que encabezaba el movimiento, era consciente de que los sectores burgueses a los que representaba sólo querían un nuevo gobierno que enderezara la difícil situación económica española, y no una revolución social. Por ello tomarán medidas para evitar que la situación escape a su control.

Los sublevados se enfrentan al ejército de Isabel II en Puente de Alcolea y, tras ser derrotado, el gobierno dimite y la reina se exilia en Francia. Por todo el país se forman espontáneamente Juntas Revolucionarias, dominadas por progresistas y demócratas, con demandas de libertad, sufragio universal, separación Iglesia-Estado, soberanía nacional…

El gobierno provisional trata de superar la crisis de 1866 con medidas librecambistas y abriendo el mercado español a la entrada de capital extranjero. Se introduce la peseta como unidad monetaria, y una nueva Ley de Minas, que concedía yacimientos a distintas compañías, esencialmente extranjeras. Además, se promulgan una serie de decretos para satisfacer las demandas populares: libertad de asociación e imprenta, sufragio universal, libertad de culto… y se convocan elecciones para Cortes Constituyentes. En ellas habrá finalmente cuatro grupos: los carlistas, que se presentan por primera vez; los isabelinos; la mayoría gubernamental de los integrantes del Pacto de Ostende; la izquierda republicana. La Constitución resultante, la de 1869, la primera democrática en España, reconocía amplios derechos individuales, división de poderes (legislativo bicameral, ejecutivo en el que el rey reina, pero no gobierna, y judicial con tribunales con jurado), además de libertad religiosa y sufragio universal.

Al tratarse de una Constitución monárquica, había que buscar un nuevo rey en el extranjero. Entretanto, Serrano es nombrado regente y Prim presidente del gobierno, con lo que el resto de las fuerzas políticas (demócratas, republicanos, carlistas) quedan marginados y descontentos, frustrándose muchas reivindicaciones de carácter popular.

La búsqueda de un nuevo rey trae a España a Amadeo I de Saboyá, de la mano de Prim, que sin embargo es asesinado tres días antes de su llegada, dejando al nuevo rey sin su principal valedor. La nueva dinastía contaba con pocos apoyos: en Cortes, poco más de la mitad de los diputados, y además las camarillas cortesanas de la época de Isabel II, la aristocracia y el clero se le opónían, sobre todo por su neutralidad en la política. También una parte del ejército se resistía a prestarle fidelidad, y no contaba con demasiado apoyo popular.

Además, el reinado de Amadeo I se enfrentó a constantes dificultades:


-Una insurrección en Cuba, agravada por la oposición al nuevo monarca de parte del ejército

-La oposición política, organizada en tres frentes: las clases tradicionales (nobleza e Iglesia), que se inclinan por la causa alfonsina, liderados por Cánovas; los carlistas, que apoyan a su propio candidato y una de cuyas facciones protagonizará la Segunda Guerra Carlista; los republicanos y los grupos populares.

Cuando la coalición gubernamental de unionistas, progresistas y demócratas se deshace, el régimen se desestabiliza y finamente, privado de apoyos, Amadeo I abdica y abandona España.

La abdicación de Amadeo I fuerza a las Cortes a proclamar la República, en 1873. Sin embargo, gran parte de la cámara era monárquica y su voto republicano solo pretendía ganar tiempo.

La República nace con pocas posibilidades de éxito: sin apoyo internacional, sin bases adecuadas… Aunque fue recibida con entusiasmo por las clases populares, gran parte de la población (ejército, clases altas…) se abstuvo en las elecciones constituyentes. La nueva Constitución republicana de 1873 seguía la línea de la del 69 en cuanto a su carácter democrático y al reconocimiento de amplios derechos y libertades. Establece un presidente con poder ejecutivo, y dos cámaras con el poder legislativo, se declara la libertad de culto y la separación de Iglesia y Estado. Además, es una Constitución federal: la Nacíón española se compone de 17 Estados, entre ellos Cuba, con autonomía económica y sus propias Constituciones, compatibles con la del Estado federal.

La Primera República tuvo que hacer frente a graves problemas:


-La insurrección carlista, que se agravó y extendíó por el nacimiento de la República

-La guerra en Cuba, cuyas autoridades eran de tendencia alfonsina

-El obstruccionismo de los monárquicos y las divisiones entre los propios republicanos

-La sublevación cantonal, en la que se mezcla la aspiración a reformas sociales inspiradas por la AIT y un mayor radicalismo en la aplicación de la estructura federal. Así, en la costa mediterránea, la población, dirigida por federales intransigentes, descontentos con el rumbo de la República, se alza en cantones independientes (Cartagena, Sevilla, Cádiz, Castellón…). El presidente Pi i Margall se opone al uso de las armas para sofocar las revueltas y dimite. Su sucesor, Salmerón, interviene militarmente, acabando con las revueltas. Sin embargo, también el dimitirá para no firmar las sentencias de muerte contra los sublevados. La presidencia recae entonces en Castelar, que imprime un giro a la derecha, y aplica una política de fuerza para acabar con la situación de Cartagena, que seguía sublevada. Consigue suspender las sesiones del parlamento y gobernar autoritariamente. El día de su reapertura, temiendo el rechazo de estas y un giro a la izquierda, el general Pavía da un Golpe de Estado, disolviendo las Cortes con la Guardia Civil. La poca resistencia evidenciaba la falta de apoyos de la República. El poder pasó en los meses siguientes a una coalición de unionistas y progresistas encabezada por Serrano, pero la base social ya había optado por la solución alfonsina y finalmente el general Martínez Campos, en 1874, proclama rey a Alfonso XII y Serrano parte hacia el exilio.

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