Conclusión de la restauración borbónica

En contraste con el período anterior, España conoce un cuarto de siglo de relativa calma y orden político coincidiendo con el reinado de Alfonso XII. Esta estabilidad política se apoya, además, en la coyuntura  de estabilidad general que conoce Europa en el último tercio del Siglo XIX: estabilidad política, tras el proceso de unificación de Italia y Alemania y, también Francia alcanza su estabilidad con la Tercera República.Desde el punto de vista político, la Restauración vino marcada desde el principio por la personalidad, las ideas y el partido formado por Antonio Cánovas del Castillo. El sistema de la Restauración ideado por Cánovas se asentaba en los principios del liberalismo doctrinario, desde los intereses de la burguésía, y pretendíó superar algunos de los problemas que se habían vivido en etapas anteriores: Estos principios se concretarán en la defensa de la Monarquía, la Religión católica y la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes. Para Cánovas, la nacíón era cosa de Dios, en modo alguno una invención humana, por ello la soberanía nacional estaba fuera de lugar.Vinculado a la Uníón Liberal de O’Donnell y, aunque estuvo fuera de la política en distintas ocasiones es, en 1870, cuando pasa a ser jefe del Partido Alfonsino. Redactor del «Manifiesto de Sandhurst» expuso en él su concepción política de la Restauración y supo atraerse a su causa a Sagasta e incluso a los republicanos de Castelar.»Constitución de Notables», se la ha definido como breve, flexible y elástica; elaborada por unas cortes Constituyentes está en una posición intermedia entre la Constitución de 1845 y la Constitución de 1869.Su redacción es intencionadamente ambigua, para que los partidos puedan aplicar sus programas, sin necesidad de cambiar continuamente de constitución.
Así se convierte en la Constitución de más larga vida en España, pues estará vigente sin interrupción hasta 1923 (47 años).No fue una constitución democrática, tanto porque no consagra el principio de la soberanía nacional, como porque el sufragio, que se remite en su regulación –como tantas otras cosas – a leyes posteriores, no es en principio universal, como porque la cuestión religiosa es planteada, de nuevo


dando una situación de privilegio a la Iglesia Católica, y si bien tolera a otros cultos, no aboga por una plena libertad de conciencia.El Parlamento tiene una estructura bicameral. El Senado era elegido por un sistema mixto: electivo o vitalicio .Los diputados eran electivos, en principio, por sufragio censitario, y a partir de 1890 por sufragio universal (masculino).La popularidad que pronto adquiere Alfonso XII se alimenta con el fin de la insurrección carlista, que conlleva la previa supresión de los Fueros Vascos en 1875, a través de la Proclama de Somorrostro, de Marzo de 1876; y con la guerra de Cuba, siendo su artífice en lo militar el General Martínez Campos, a través de la Paz de Zanjón de Febrero de 1878, que concede a Cuba la condición de «provincia» española, igual que a la isla de Puerto Rico.La influencia inglesa del bipartidismo se verá reflejada en la concepción del turno pacífico del sistema canovista pero, así como en Gran Bretaña el turno pacífico de partidos funciona como consecuencia directa de la voluntad popular, en España es una ficción legal ya que no intervendría la voluntad popular, sino que será el propio sistema quien la fabrique; será el rey quien deposite su confianza en uno u otro jefe de partido para formar gobierno, éste convocará elecciones y fabricará los diputados necesarios para obtener la mayoría parlamentaria y así poder gobernar.La falsificación de las elecciones se convierte en norma en el sistema canovista, siendo el  principal encargado de ello el cacique, personaje de la oligarquía local que, por su posición económica, cargo, relaciones locales y cultura ejerce sobre los vecinos del lugar una influencia absoluta. El Partido Conservador se ocupó de garantizar los intereses sociales y políticos de las burguésías conservadoras, en tanto que los liberales desde 1885 trataron de consolidar un conjunto de libertades que integrasen en el sistema no sólo los valores del Sexenio Democrático


sino la posibilidad de dar cumplida garantía al modelo capitalista de desarrollo económico, se potencia así la centralización, siguiendo la vieja línea borbónica y la obra codificadora: Código de Comercio Código Civil ,Ley de Enjuiciamiento Civil Ley de Enjuiciamiento Criminal El funcionamiento del sistema se mantuvo sin alteraciones sustanciales a lo largo de varias décadas, con independencia de la presencia de uno y otro partido al frente del Gobierno. Al observar los centros poblacionales del período nos encontramos la población habita en el centro frente al 63,1 por 100 de la periferia; una lectura correcta de estas cifras muestra la existencia de dos Españas, una periférica que abarca Cataluña, País Vasco y Asturias y, otra central; la primera ha alcanzado, en comparación con el resto, un desarrollo industrial con un espectro social dinámico en el que se definen burguésía y proletariado, burguésía en el caso del País Vasco asentada en la siderurgia, construcciones navales y banca, en Cataluña asentada en la industria textil y minera en Asturias. Burguésía y proletariado serán los motores del cambio en el proceso revolucionario del  Sexenio pero no tendrá la suficiente fuerza para imponer el cambio radical en el resto de la Nacíón porque en la España meridional domina una economía agraria basada en la vid, cereal y olivo controlada por un grupo débil en cuanto a número, pero con grandísimo poder político y social: la oligarquía. El régimen de la Restauración es el triunfo de la oligarquía, pues será ella la que detente el poder político al dominar a un amplio proletariado rural, mediante la figura del cacique local y, los partidos.

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