Consecuencias de la crisis del 98

Tampoco hubo crisis económica a pesar de la pérdida de los mercados coloniales (Filipinas y Cuba). Las estadísticas económicas de la época nos muestran que en los primeros años del Siglo XX se produjo una inflación baja, una reducción de la Deuda Pública y una considerable inversión de dinero en la industria proveniente de capitales repatriados de las colonias.
Por otro lado, los movimientos nacionalistas conocieron una notable expansión, sobre todo en el País Vasco y Cataluña, donde la burguésía industrial Vasca y catalana comenzó a tomar conciencia de la incapacidad de los partidos dinásticos para desarrollar una política renovadora.
La crisis colonial favorecíó la aparición de movimientos que criticaron el sistema de la Restauración y defendieron la necesidad de una regeneración y modernización de la política española.
Tras el 98 surgieron una serie de movimientos regeneracionistas cuyos ideales quedaron ejemplificados en el pensamiento de Joaquín Costa, que defendía la necesidad de dejar atrás los mitos de un pasado glorioso, modernizar la economía, la sociedad y alfabetizar a la población. También defendía la necesidad de organizar a los sectores productivos de la vida española con unas nuevas ideas que incluyesen el final del sistema caciquil y la transparencia electoral.
Además, el “desastre del 98” dio unidad a un grupo de intelectuales conocido como la Generación del 98 (Unamuno, Valle Inclán, Baroja…). Todos ellos se caracterizaron por su profundo pesimismo y su crítica frente al atraso peninsular.
Finalmente, la derrota militar supuso también un importante cambio en la mentalidad de los militares, que se inclinaron en buena parte hacia posturas más autoritarias e intransigentes frente a la ola de antimilitarismo que siguió al “desastre del 98”.
En 1899, la Reina Regente entregó su confianza a un nuevo líder conservador, Francisco Silvela, quién convocó elecciones. El nuevo gobierno mostró una cierta voluntad de renovación. Se inició una política reformista, se prepararon proyectos de descentralización administrativa, se impulsó una nueva política presupuestaria y se crearon nuevos impuestos.
Los nuevos impuestos impulsaron una huelga de contribuyentes y los ministros más renovadores acabaron dimitiendo ante las dificultades que debían afrontar sus propuestas de reformas. El espíritu de regeneración en el gobierno había durado escasamente un año.
El turno de partidos y las viejas prácticas políticas (corrupción, caciquismo…) estaban mostrando su capacidad para amoldarse a cualquier intento de cambio. El sistema de la Restauración había recibido un duro golpe, pero había sobrevivido casi intacto al desastre.

El Sexenio Revolucionario o Democrático es uno de los tiempos más agitados que se recuerdan en la historia de España. En el plano político se ensayan diversas formas de gobierno, hasta terminar en la Restauración de la monarquía borbónica, en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II.
En estos seis años que van de 1868 a 1874 tienen lugar:
1º- Un destronamiento, Isabel II: La revolución del 1868 (La Gloriosa).
2º- Un gobierno provisional, Prim y Serrano.
3º- Una monarquía democrática: Amadeo de Saboyá.
4º- Una República: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar.
5º- Un gobierno provisional: Serrano y Martínez Campos.
6º- una Restauración: Alfonso XII.

I.1


. – La Revolución del 68:


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Causas económicas y políticas

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En Septiembre de 1868 estalló la denominada “Revolución Gloriosa”, iniciada con una sublevación militar en Cádiz que contó con el apoyo popular de muchas ciudades españolas, imponiéndose los revolucionarios sin apenas resistencia. A ella se llegó por el agotamiento y la impopularidad del moderantismo y de la monarquía de Isabel II y por la situación de crisis económica del capitalismo español. Asimismo, dio lugar a que el descontento de las clases populares por la grave situación económica las lanzara a la insurrección en apoyo del movimiento de cambio político.
A) La crisis económica desde 1866 se arrastra, crisis financiera originada por la evidencia de que las inversiones ferroviarias no eran rentables, y coincidíó con una grave crisis industrial, sobre todo en Cataluña, pues la guerra de Secesión de EE UU (1861-65) había interrumpido sus exportaciones de algodón en rama y sus precios se dispararon.
e industrial y fuerte crisis de subsistencias provocada por la sequía y las malas cosechas, que trajo carestía y hambrunas ante la carestía del trigo, alimento básico.
B) El deterioro político:

La alianza de Isabel II con los moderados que no era bien vista

La aparición del partido demócrata.
– Este deterioro político se hizo presente en el Pacto de Ostende.
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