Eje cronológico historia de España

Felipe II (1556-1598) había sido rey consorte de Inglaterra (1554-1558) por su matrimonio con María Tudor. En 1556 heredará las posesiones de Carlos I .Victoria sobre Francia de la batalla de San Quintín (1557) y en 1581 se hará con la Corona de Portugal extendiendo el dominio la Monarquía Ibérica alcanzando así el apogeo del Imperio Español.

objetivos de su política exterior, la defensa de su herencia patrimonial, la hegemonía en Europa y la defensa de la Contrarreforma. Madrid como capital en 1561, 1559 monarca autoritario, se consolida el sistema de Consejos de Estado aumentando el número y especialización de los que se segregaron juntas y gran importancia Secretario de Estado , creó una administración compleja, férrea y burocratizada. Recursos de financiación como los impuestos, las aportaciones de la Iglesia Católica, la venta de cargos públicos y la llegada del oro de América, sus ingresos inferiores a sus gastos lo que provocó varias bancarrotas ,pidiendo préstamos (asientos) y renegociaciones de la deuda (juros).

Felipe II hizo r frente a varios conflictos internos a los que responderá de forma autoritaria, como la Guerra de las Alpujarras (1568-1570), sublevación de los moriscos de Granada aplastada militarmente por los tercios y la Rebelión de Aragón (1590-1592), rey imponerse a las instituciones aragonesas, nombrando virreyes y  detonante fue la huida del Secretario de Estado . El resultado fue una rebelión de la nobleza aragonesa aplastada por el ejército y a la que siguió una gran represión.

Su política exterior tendrá dos ejes, el Eje Mediterráneo en el que intentará frenar al Imperio Turco con la toma de Djerba y sobre todo, tras la conquista por los turcos de Chipre con la formación de la Liga Santa (con Venecia y el Papado) que alcanzará una gran victoria en la batalla naval de Lepanto(1571) no acabó con el dominio turco del Mediterráneo oriental.

En el Eje Atlántico de su política se abrirán tres frentes: Países Bajos, Portugal e Inglaterra. En los Países Bajos existía malestar desde la llegada al trono de Felipe II por su condición de extranjero y su falta de respeto por autonomía de sus instituciones. Además en las provincias del norte (futuras Provincias Unidas) se había extendido el calvinismo y exigían libertad religiosa. A raíz de una serie de disturbios anticatólicos, el Duque de Alba fue enviado a los Países Bajos y desató una ola de represión (Tribunal de Tumultos) que aumentó la resistencia antiespañola de su población. Se inicia así la Guerra de los 80 años (1568-1648) que concluye con el reconocimiento por España de la independencia de las Provincias Unidas en la Paz de Westfalia.

El trono de Portugal quedó vacante tras las muertes de Manuel I y Enrique I ante lo que un pretendiente, el prior de Crato, se autoproclamó rey. En respuesta, Felipe II que también tenía derechos a la corona, invadíó Portugal y consiguió ser nombrado rey por las Cortes de Tomar en 1581, uniendo ambos imperios y comprometíéndose a respetar la autonomía de las instituciones portuguesas y a defender los intereses comerciales y coloniales de Portugal.

La anexión de Portugal le permitíó controlar puertos seguros en el Atlántico para atacar a la que se había

convertido en su gran enemiga Isabel I de Inglaterra, por su apoyo a los rebeldes protestantes de las Provincias Unidas y sus continuos ataques al Imperio español en América. Desde allí se organizará un intento de invasión de Inglaterra con la llamada Gran Armada (1588), operación que fracasó por su complejidad logística, los ataques de la marina inglesa y causas meteorológicas.


Al morir Fernando el Católico en 1516 se hizo realidad la Uníón Dinástica en la figura de Carlos I de España y
V de Alemania (1516-1556), que heredó la Corona de Castilla (incluyendo Navarra, Canarias, las Indias y plazas
africanas) y la Corona de Aragón (sus cuatro reinos y las posesiones italianas). A esto se sumará el Ducado de
Borgoña (Flandes, Luxemburgo y Franco Condado) y los territorios de los Habsburgo (Austria y Tirol) de su padre
Felipe el Hermoso y de su abuelo paterno Maximiliano I, lo que le daba opciones a la corona del Imperio Alemán que
conseguirá finalmente en 1520. Gobernar este extenso y heterogéneo Imperio le convirtió en un rey viajero y
cosmopolita que intento hacer realidad el ideal imperial y convertirse así en el líder de la cristiandad y de los reinos
europeos. Para lograr éste propósito convirtió a Castilla en el centro de su política por sus dóciles instituciones y los
recursos americanos; aprendíó su idioma, nombró consejeros castellanos, educó allí a su sucesor Felipe II y se retiró
tras su abdicación (1556) al Monasterio de Yuste donde murió en 1558.

Tras la muerte de Fernando y la regencia del Cardenal Cisneros, Carlos I llegó a Castilla (Tazones, 1517) para
ser jurado como rey por sus Cortes y las de la Corona de Aragón, pero encontró una gran oposición de éstas
instituciones por la condición de extranjeros de él mismo y sus consejeros, la falta de atención que muestra a las
peticiones de las Cortes y por sus exigencias económicas para conseguir la corona imperial. Al ausentarse del país
para hacerse nombrar emperador, esta oposición se convirtió una rebelión contra su autoridad con focos en Castilla
y Aragón. La Revuelta de las Comunidades (1520-1522) estuvo protagonizada por ciudades castellanas (Segovia,
Toledo, Salamanca…) y tuvo un componente político (defensa de las Cortes y rechazo a los consejeros extranjeros),
económico (defensa de la industria textil castellana y rechazo a los nuevos impuestos) y social (reforzamiento de los
sectores urbanos medios y bajos y de sus representantes). Esto último alejó de la rebelión a la alta nobleza
castellana que hizo frente común con las fuerzas imperiales, siendo derrotados los comuneros en la batalla de
Villalar y ejecutados sus líderes (Padilla, Bravo y Maldonado). La revuelta de las Germánías (1519-1523) se
desarrolló en Valencia y Mallorca de forma casi simultánea pero sin conexión con la de las comunidades. La
protagonizaron las “Germánías”, hermandades de artesanos organizadas para la autodefensa de los ataques
berberiscos y aunque tendrá un componente político (expulsión de los delegados imperiales) será sobre todo una
rebelión antiseñorial contra la nobleza y sus siervos moriscos. Fue también aplastada por la alianza de la nobleza y
las fuerzas imperiales.
El resultado de estos conflictos internos fue por un lado el reforzamiento de la posición social de la alta
nobleza y por otro del poder de la Corona, lo que permitíó a Carlos V desarrollar su ambiciosa política exterior que
tuvo tres focos: Francia, el Imperio Otomano y el Imperio Alemán. Francia y Aragón manténían una tradicional
rivalidad por la hegemonía en Italia que Carlos V resolvíó con su victoria en Pavía que le dará el dominio de Milán. La
alianza del Papa Clemente VII con Francisco I de Francia durante éste conflicto tuvo como consecuencia el Sacco di
Roma. El Imperio Otomano y sus aliados berberiscos se habían convertido en una amenaza en el Mediterráneo, por
lo que Carlos V desarrolló una serie de operaciones militares para contenerlos con escasos resultados (toma de
Túnez) debido a la falta de marina y a la alianza Franco-turca. Intentó imponerse a los príncipes protestantes del
Imperio Alemán agrupados en la Liga de Esmalcalda a los que derrotó en la batalla de Mülberg, lo que no evitó que
tuviera que aceptar la libertad religiosa de los príncipes en la Paz de Augsburgo.
El balance global será de fracaso de su política exterior: sus finanzas cayeron en la bancarrota, Francia y el
Imperio Turco seguirán siendo una amenaza y la cristiandad y el Imperio quedaron divididos por la doctrina
protestante. Todo esto llevó a su abdicación en 1556 

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