La Revolución Rusa de 1917
Durante la Primera Guerra Mundial, en 1917, estalló la revolución bolchevique en Rusia, que derrocó al zar Nicolás II y se instauró el primer Estado comunista del mundo.
1.1 La autocracia zarista
A comienzos del siglo XX, el Imperio del zar era un país inmenso donde todavía perduraba el absolutismo monárquico. Su economía y sus estructuras sociales eran de las más atrasadas de Europa.
Políticamente, el zarismo era una autocracia, es decir, el zar estaba investido de un poder absoluto: gobernaba por decreto, no estaba sujeto a ninguna constitución ni debía responder ante un Parlamento. Una burocracia fiel y un ejército poderoso aseguraban el control del Imperio, mientras que la Iglesia Ortodoxa constituía uno de los grandes pilares ideológicos del régimen.
La agricultura era la actividad económica principal y la tierra estaba en manos de unos pocos terratenientes, que pertenecían a una aristocracia privilegiada. La mayoría de la población eran campesinos sometidos a un régimen casi feudal, que los condenaba a unas condiciones de vida miserables.
En algunas zonas del Imperio se había iniciado un proceso industrial impulsado por capital extranjero. Allí había surgido un proletariado industrial muy numeroso que trabajaba en grandes fábricas por unos salarios miserables. Entre los obreros se había difundido el marxismo y en 1898 se había fundado el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, que en 1912 se escindió entre mencheviques y bolcheviques. Estos últimos, liderados por Lenin, defendían la necesidad de impulsar en Rusia una revolución social.
1.2 La revolución de febrero
La coyuntura de la Primera Guerra Mundial creó en Rusia las condiciones para un estallido revolucionario. Ni la economía, ni la organización política y militar rusas estaban preparadas para una guerra tan larga, dura y costosa. Los desastres militares se sucedieron. La movilización de millones de campesinos conllevó el descenso de la producción agrícola, en un momento en que la mayor parte de los recursos económicos eran dedicados a la guerra. Como resultado de esto, hubo hambre en las ciudades y se extendió el malestar entre los obreros y los campesinos. Todo esto desacreditó al zar Nicolás II y su gobierno.
La población estaba desmoralizada y comenzó a organizarse en soviets, consejos de obreros, campesinos y soldados que exigían al zar la retirada de la guerra y el fin de la autocracia.
La caída del zarismo
En febrero de 1917 estalló una revolución en San Petersburgo (entonces Petrogrado) que provocó la caída del zarismo. El poder pasó a un gobierno provisional, dirigido por Kerensky y apoyado por los partidos liberales de la Duma (parlamento), que inició una serie de reformas. Rusia se convirtió en una república democrática.
1.3 La revolución de octubre
La lentitud con que se llevaba a cabo la reforma agraria y el mantenimiento de Rusia en la guerra hicieron aumentar el descontento popular y la influencia de los bolcheviques, que querían derrocar al gobierno provisional e instaurar el socialismo.
Los bolcheviques aspiraban a la formación de un gobierno de soviets obreros y campesinos. En su programa prometían:
- La paz inmediata.
- El reparto de tierras entre los campesinos.
- La dirección de las fábricas por los obreros.
- La nacionalización de la banca y los medios de transporte.
El 25 de octubre (según el calendario juliano vigente en Rusia, 7 de noviembre en el calendario gregoriano) los soviets, impulsados por los bolcheviques, se sublevaron y en diez días se hicieron con el poder y destruyeron el gobierno provisional. Con el apoyo del Congreso de los Soviets de Rusia, Lenin formó un gobierno obrero.
El nuevo gobierno soviético estableció las primeras medidas revolucionarias:
- Las tierras fueron expropiadas para repartirlas entre los campesinos.
- Las fábricas quedaron bajo el control de comités obreros.
Además, se firmó la Paz de Brest-Litovsk (1918) con Alemania, que supuso para Rusia pérdidas territoriales importantes.
Consecuencias de la Primera Guerra Mundial y la Prosperidad Estadounidense
2.1 Las consecuencias económicas de la Primera Guerra Mundial
Los Estados Unidos salieron muy beneficiados de la Primera Guerra Mundial. Durante el conflicto, la venta de alimentos, armas y productos industriales a los aliados facilitó que el país acumulara la mitad de las reservas mundiales de oro y que el dólar se convirtiera en una moneda de cambio sólida. Además, las pérdidas humanas fueron pequeñas en comparación con las de otros países beligerantes.
Al final de la guerra, los Estados Unidos se habían convertido en la primera potencia económica mundial. Su producción agrícola era muy elevada y la industrial representaba el 44,8% de la producción mundial. Su mayor competitividad abrió los mercados internacionales a sus productos y éstos invadieron los mercados mundiales. Además, muchos países de Europa estaban endeudados con Estados Unidos como consecuencia de los préstamos de guerra.
La Primera Guerra Mundial empobreció a los países europeos, que, con una producción agrícola e industrial en retroceso, tuvieron que hacer frente a los préstamos de la guerra y a la devaluación de sus monedas.
2.2 La prosperidad americana
El crecimiento americano se prolongó durante los diez años que siguieron al fin de la guerra: fue la década de la prosperidad y de la consolidación de un estilo de vida americano basado en un gran consumismo. Los Estados Unidos se convirtieron en el paraíso para millones de inmigrantes de todo el mundo.
Aumento del consumo y crecimiento bursátil
La expansión de los Estados Unidos se basó en una transformación en el proceso de producción de bienes dominado por la innovación técnica. Por una parte, el taylorismo (organización científica del trabajo) y el fordismo (cadena de montaje) contribuyeron a incrementar la productividad y a reducir costes. Por otra, el aumento de los salarios obreros, las campañas publicitarias, la compra a plazos y los préstamos bancarios abrieron el camino a la era del consumo de masas.
La prosperidad se reflejó en una gran pujanza de la bolsa. La euforia bursátil generó una gran burbuja especulativa, es decir, un aumento del valor de las acciones como resultado de la creciente demanda y no del aumento real de los beneficios de las industrias.