El reinado de Carlos IV y la Guerra de la Independencia en España

Carlos IV ascendió al trono en 1788 e intentó mantener la política reformista que había llevado a cabo su padre, Carlos III. El estallido de la Revolución Francesa hizo temer a la aristocracia y a la corona por sus privilegios. Se inició una fuerte política represiva y sucedieron una serie de epidemias y malas cosechas que desembocaron en una fuerte crisis económica.

La Guerra de la Independencia

En 1807, Godoy firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau, por el cual permitía el paso del ejército francés por España para atacar a Portugal, aliada al Reino Unido. La presencia de las tropas francesas y el descontento con el rey Godoy provocaron el estallido del motín de Aranjuez. El 2 de mayo de 1808, ante las noticias inciertas sobre la situación de los reyes, el pueblo de Madrid se alzó contra las tropas francesas y la lucha pronto se extendió por todo el territorio español.

Las Cortes de Cádiz

Estaban formadas por miembros de la nobleza, el clero, la burguesía, los liberales, intelectuales y miembros de la burguesía que, influenciados por la Revolución Francesa, querían iniciar un proceso de reformas que liquidase el antiguo régimen. Eran el grupo mayoritario y consiguieron imponer sus principios. Los ilustrados, intelectuales que pretendían hacer reformas moderadas manteniendo el sistema absolutista, y los absolutistas, que deseaban el retorno a la monarquía absoluta y defendían sus privilegios, fueron minoría en las Cortes de Cádiz.

El reinado de Fernando VII

Fernando VII regresó a España en 1814, una vez finalizada la Guerra de la Independencia. Su llegada supuso el inicio de luchas entre liberales y absolutistas. El rey abolió la Constitución de 1812 y reinstauró la monarquía absoluta, lo que provocó numerosos pronunciamientos. Tras el pronunciamiento del general Rafael del Riego, los liberales gobernaron durante tres años (Trienio Liberal). Se instauró una monarquía constitucional y Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución. En el nuevo periodo absolutista, conocido como la Década Ominosa, hubo intentos de moderación del absolutismo.

La independencia de las colonias americanas

Entre 1816 y 1824, España perdió todas las colonias que tenía en América, excepto Cuba y Puerto Rico. La política llevada a cabo desde España, que marginó a los criollos y solo permitía a las colonias comerciar con la metrópoli, junto con la extensión de las ideas liberales, provocó que entre 1810 y 1814 las juntas de defensa de las colonias, creadas durante la guerra de la independencia, se declararan independientes. Entre 1815 y 1824, se extendió de nuevo el movimiento de emancipación en las colonias y se produjeron las grandes campañas de líderes militares como José San Martín, Simón Bolívar o Antonio José de Sucre. Las nuevas repúblicas americanas nacieron condicionadas por la profunda división entre las élites criollas y la población indígena y mestiza.

Las regencias

A la muerte de Fernando VII, heredó la corona su hija Isabel, de solo tres años. Su madre, la reina María Cristina, asumió el trono como regente. Para que Isabel pudiera reinar, el rey había aprobado una pragmática sanción que anulaba la ley sálica que impedía reinar a las mujeres. Los liberales lo apoyaron y los absolutistas proclamaron rey a Carlos María Isidro, lo que provocó el estallido de una guerra civil que enfrentó a los isabelinos, partidarios de Isabel, y a los carlistas, partidarios de Carlos.

La regencia de María Cristina

Los moderados aceptaron la soberanía compartida entre la corona y las cortes y un sufragio censitario muy restringido. Los progresistas rechazaron la intervención de la corona, defendieron que la soberanía debía residir solo en las cortes y propusieron un sufragio más amplio.

Regencia de Espartero

Los moderados, con el apoyo de la reina, intentaron recortar el poder progresista en los ayuntamientos. En 1840, la reina tuvo que abdicar a causa de las sublevaciones populares. El general progresista Espartero, aclamado por su papel en la guerra carlista, asumió la regencia.

Sistema político de la Restauración

Con el retorno de la monarquía en la figura de Alfonso VII, se inició un nuevo sistema político de carácter liberal aunque democrático. El Partido Conservador, dirigido por Antonio Cánovas de Castillo, surgió de la unión entre moderados y progresistas. El Partido Liberal, formado por demócratas y algunos republicanos y dirigido por Práxedes Mateo Sagasta.

Proceso de la industrialización

El proceso de industrialización en España se vio obstaculizado por varios factores, como la falta de capital para invertir debido a la escasa rentabilidad de la agricultura, la inexistencia de un mercado interior que permitiese absorber la producción industrial, la escasez de recursos energéticos, las pocas inversiones por parte de la burguesía terrateniente y la falta de una red de transportes y comunicaciones que facilitara los intercambios.

Las clases sociales

En la sociedad española de la época, se podían distinguir varias clases sociales: la nobleza, que mantenía sus privilegios sociales y económicos; la burguesía, que seguía siendo terrateniente y se dedicaba a profesiones liberales; la clase media, formada por comerciantes y profesiones liberales; las clases populares, representadas por los campesinos; y el proletariado, conformado por los obreros industriales que sufrían largas jornadas de trabajo en las fábricas.

Bipartidismo y caciquismo

En España, se estableció un sistema político de bipartidismo, en el cual dos partidos políticos se alternaban en el poder: el Partido Conservador y el Partido Liberal. Sin embargo, este sistema estaba marcado por el caciquismo, en el cual las personas ricas alternaban las votaciones para que salieran los partidos políticos que ellos querían.

Turno pacífico

El turno pacífico fue un acuerdo entre los dos partidos políticos conservadores y liberales, en el cual se alternaban en el poder de forma pacífica.

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