El reinado de Isabel II. La oposición al liberalismo: carlismo y Guerra Civil. La cuestión foral

1. La crisis de 1808. La Guerra de Independencia y el comienzo de la revolución liberal

El reinado de Carlos IV (1788-1808)


Carlos IV sucedíó a su padre, Carlos III, en 1788. Su reinado estuvo condicionado por el estallido de la revolución francesa (1789); hasta entonces la política exterior española había estado marcada por la alianza con Francia (Pactos de familia) pero la revolución obligó a España a replantearse su actitud y tras una primera fase de neutralidad se inicia una contienda (1793) que finaliza con la Paz de Basilea en 1795. En 1796 se firmó el primer Tratado de San Ildefonso. Por el cual España adoptó una política de colaboración con Francia que la llevó a la derrota de Trafalgar en 1805, lo que supuso el hundimiento de España como potencia marítima. Cuando Carlos IV accedíó al trono mantuvo como primer ministro, por recomendación de su padre a Floridablanca, pero por influencia de la reina María Luisa de Parma, Manuel Godoy, un joven guardia de Corps ascendíó al cargo de primer ministro, siendo el verdadero gobernante de España de 1792 hasta el final del reinado, aunque durante un breve paréntesis, 1798-1800, fue relevado de su cargo. En 1807 Godoy firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau, en virtud del cual se permitía a las tropas francesas su paso por territorio español para conquistar Portugal, país aliado de Inglaterra. El objetivo era dividir Portugal en tres partes, de las cuales una sería un principado bajo el mando de Godoy. Con este pretexto Napoleón dispuso sus tropas en distintas partes de España. Godoy al comprender el peligro, intentó trasladar a la familia real a Andalucía, pero en Marzo de 1808 estalló el motín de Aranjuez, lugar donde se encontraba la corte.
El origen del motín estaba en el partido que se había formado en torno al príncipe heredero, futuro Fernando VII, opuesto al excesivo poder y protagonismo de Godoy. Este partido fomentó el descontento entre grupos populares que fueron quienes protagonizaron el motín asaltando el palacio de Godoy. Finalmente, Carlos IV que se vio obligado a destituir a Godoy y abdicar en favor de su hijo, comunicó a Napoleón lo ocurrido en España y reclamó su ayuda para recuperar el trono.

La guerra de la Independencia. (1808 1814)

Designa a la resistencia armada llevada a cabo por el pueblo español ante la ocupación de España por Napoleón. El 2 de Mayo de 1808 el pueblo madrileño se amotinó y fue reprimido por las tropas francesas con extrema dureza. En Bayona, Napoleón nombró rey a José Bonaparte. Esta guerra, también fue una Guerra Civil ya que un importante sector de la población acepto y respeto la legitimidad de José Bonaparte. Así el territorio quedo dividido en dos partes: La España de José Bonaparte, contaba con el apoyo de los afrancesados. Y la España de la insurrección popular y la resistencia, que afirmaban luchar en nombre de Fernando VII, los rebeldes a su vez se dividían en dos grupos que coincidían en su rechazo al invasor francés, los liberales que pretendían el establecimiento de un nuevo tipo de monarquía y los absolutistas que eran partidarios de Fernando VII como monarca absoluto. En los territorios donde triunfaron los rebeldes se crearon juntas locales y estas a su vez, se integraron en las juntas supremas provinciales, que ejercían el gobierno en sus provincias, pero la necesidad de coordinación propició a la aparición de la Junta Suprema Central que asumíó el gobierno del país en las zonas no ocupadas. En 1810, la junta traspasó sus poderes a un Consejo de Regencia que actuaba en nombre del rey y que se establecíó en Cádiz. En Junio de 1808, con el objetivo de reprimir los levantamientos populares e instaurar el régimen de José I, un ejército de 17000 hombres se adentró en España confiando desplegarse en abanico y controlar así los puntos fundamentales del país. Pero la inesperada resistencia de los españoles desbarató en un primer momento los proyectos de Napoleón. La resistencia contaba con la ayuda del ejército inglés y con la guerrilla, formada por antiguos soldados, voluntarios civiles e incluso bandoleros, que atacaban por sorpresa al enemigo con acciones rápidas, valíéndose de su conocimiento del terreno y la complicidad de la población civil. Algunos dirigentes alcanzaron gran prestigio, como El Empecinado o Espoz y Mina. Hasta Noviembre de 1808, la resistencia consiguió algunas victorias como la de Bailén, y algunas ciudades cuya toma se prevéía fácil, como Zaragoza o Gerona se resistieron a la ocupación, producíéndose sitios o asedios que duraron varios meses. José I se vio obligado a abandonar Madrid y establecerse en Vitoria. Napoleón decidíó dirigir él mismo las operaciones en España, donde permanecíó unos pocos meses, al frente de un ejército de 250.000 hombres. José I regresó a Madrid, mientras la Junta Central se refugiaba en Sevilla y luego en Cádiz. El Imperio napoleónico empezó a tener problemas en Europa por tanto la iniciativa de guerra en España la tomaron los rebeldes y el ejército inglés que presionaron a los franceses a la retirada. A finales de 1813 se firmó el tratado de Valençay, por el cual Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España.

2. Las Cortes de Cádiz. La Constitución de 1812.

Las cortes de Cádiz


En 1810, la junta traspasó sus poderes a un Consejo de Regencia que actuaba en nombre del rey y que se establecíó en Cádiz. Los liberales consiguieron que la convocatoria se realizara por asamblea única, cada diputado votaba y ese voto era tan válido como el de cualquier otro diputado sin distinción del estamento al que perteneciera. Sin embargo en la composición de estas Cortes no había ningún representante de las clases populares y los representantes americanos fueron designados entre los originarios de dichos territorios que se encontraban en Cádiz. En su Decreto de Constitución se establecíó: – Declararon que en las cortes residía la soberanía nacional. – Plantearon la división de poderes del Estado. – Asignaron a las Cortes el poder legislativo – Tenían como objetivo principal la elaboración de una constitución.
Así estas las cortes representaron el primer episodio de la revolución liberal burguesa. Su objetivo era crear un nuevo modelo de sociedad, levantando las tres bases del liberalismo (liberación económica, la igualdad jurídica, y un sistema político parlamentario y constitucional). Pero la labor más importante de dichas Cortes fue la promulgación de la primera constitución española.

La Constitución de 1812

Fue el resultado del compromiso entre liberales y absolutistas. En su contenido podemos encontrar: El establecimiento del principio de soberanía nacional, La estructura de un nuevo Estado era una monarquía limitada con división estricta de poderes, Las Cortes que desempeñaban un importante papel con amplios poderes, el establecimiento del fuero único para todos los ciudadanos excepto eclesiásticos y militares, La aseguración de unos derechos fundamentales del individuo, y la instauración del catolicismo como religión oficial y única. Esta constitución representó el primer intento serio de racionalizar el Estado y el ejercicio del poder sobre la base de los principios del liberalismo. Cuando regresó Fernando VII todos los que estaban en contra de la constitución se unieron al rey para acabar con ella. Su vigencia será por ello muy limitada, dos años entre 1812 y 1814, en los que no da tiempo prácticamente a imponerla, pues no hay que olvidar que España estaba ocupada por los franceses; y tres años durante el trienio constitucional (1820-23).

3. El reinado del Fernando VII: Absolutismo y liberalismo (1814- 1833)
Mientras Fernando VII permanecía prisionero en Francia el pueblo español, en nombre del rey había redactado la Constitución de 1812 que acababa con el sistema de Antiguo Régimen y recortaba ampliamente los poderes del rey. Sin embargo la Constitución no representaba la opinión de todos los españoles, solo del grupo de diputados liberales mayoritarios en Cádiz. Los diputados absolutistas, la Iglesia, y buena parte del pueblo no aceptaban el nuevo régimen, lo que condujo a la división de los españoles en dos grupos, los absolutistas y los liberales.

El sexenio liberal (1814 1820)

Cuando Fernando VII, tras su liberación por el Tratado de Valençay, en 1814, recibe un documento llamado Manifiesto de las persas (redactado por 69 diputados serviles en el que se animaba al monarca a ignorar las propuestas liberales y a restaurar la monarquía absoluta). Así, anuló la constitución de 1812 y toda la obra legisladora de las Cortes gaditanas, restaurando el absolutismo y las viejas instituciones. Acometíó también contra los propios liberales lo que provocó la clandestinidad de estos y que formaran sociedades secretas. Algunos fueron arrestados y otros tuvieron que exiliarse en Francia o Inglaterra. Los gobiernos ingleses concedieron con facilidad derecho de asilo a los españoles perseguidos por Fernando VII y Gibraltar fue la base principal de actuación. Entre 1815 y 1820 hubo una serie de pronunciamientos militares protagonizados por los liberales. El primero fue en 1815, por el ex guerrillero Díaz Porlier (en la Coruña) que proclamó la Constitución de 1812 pero la falta de apoyos favorecíó a su detención y a su fusilamiento. Otro fue el del general Lacy en Cataluña, pero el de mayor importancia fue el del Comandante Riego (1820) que inicia un alzamiento en Cabezas de San Juan (Sevilla) en defensa de la Constitución de 1812. Aunque en un primer momento no tiene mucho seguimiento, pronto se le unen parte de las tropas que iban a embarcar para sofocar la sublevación americana. La rebelión se extiende por otras ciudades. Fernando VII se ve obligado a capitular y en Marzo jura la Constitución de 1812. La victoria de la Revolución supuso la vuelta al régimen de 1812 durante tres años, en el llamado Trienio Constitucional.

El Trienio Liberal (1820 23):

Este periodo se caracteriza por la agitación política constante y la oposición al gobierno liberal. Por un lado estaba el rey, que utilizó todos los recursos disponibles para poner obstáculos a las reformas liberales. Además, en las filas de los liberales había dos grupos: los moderados o doceañistas y los exaltados o veinteañistas. Las nuevas cortes liberales intentaron acelerar la obra iniciada por las Cortes de Cádiz para desmantelar el A. Régimen. Los absolutistas fueron fraguando en un poderoso grupo: los realistas encaminados a restablecer el absolutismo. Las potencias absolutistas formaron la Santa Alianza, que aspiraba a impedir cualquier experiencia liberal y revolucionaria en Europa. Pero esto fracasó, y estas potencias se reunieron en Italia en el Congreso de Verona (1822) que encargaron a Francia que interviniera a España con el ejército Los Cien hijos de San Luis. Estos y los realistas invadieron España apenas sin resistencia. Así, los liberales dejaron libre Cádiz y Fernando VII restauró el absolutismo.

La década Ominosa (1823 a 1833):

se desarrolló con un carácter más moderado, hasta tal punto que se encontró con una doble oposición: La de los liberales, opositores a un régimen absolutista. Y la de los apostólicos, grupo más exaltado de los realistas. Felipe V, había introducido la ley sálica francesa, que impedía reinar a las mujeres. Pero Fernando VII vio aconsejable derogar dicha norma en previsión de lo que fruto de su matrimonio fuera una niña, como ocurríó (Isabel). Pero su hermano, Carlos María Isidro la consideró ilegal y no la aceptó ya que así se le privaba de poder heredar la  corona. Los apostólicos encontraron en el infante un líder dotado de legitimidad dinástica. Así nacíó el problema del carlismo lo que desencadenó una Guerra Civil a la muerte de Fernando VII. En 1833, el rey moría e Isabel era reconocida como heredera y su madre como regente, quien comenzó a gobernar con los liberales. Los carlistas no aceptaron la situación y pusieron en marcha una Guerra Civil.

4. El reinado de Isabel II. La oposición al liberalismo. Carlismo y Guerra Civil. La cuestión foral.
Antes de la muerte de Fernando VII acaecida en 1833, se desencadena una lucha entre los partidarios de Don Carlos y los de Mª Cristina y su hija Isabel. Puesto que los partidarios de Don Carlos estaban ya bien definidos (absolutistas radicales) a la reina no le queda otro remedio que buscar apoyos entre los liberales más moderadosEl conflicto se justificaba por la confusión existente en España en cuanto a la sucesión al trono. Las leyes de Partidas, vigentes en Castilla durante la Edad Media y bajo la monarquía de los Habsburgo, permitían el acceso al trono a las mujeres, aunque daban preferencia al varón, pero fueron derogadas por la ley Sálica con la llegada de los Borbones a España en el Siglo XVIII. Sin embargo habían sido puestas de nuevo en vigor por Carlos IV en 1789 mediante una Pragmática Sanción, votada en Cortes, pero no publicada, lo que le impedía entrar en vigor. Esta confusa situación hizo que tanto los partidarios de Carlos como los de Isabel se considerarán con legítimos derechos. Fernando publicó la Pragmática Sanción pero eso no hizo que el partido carlista cejara en sus pretensiones. En 1833, a la muerte del rey, Isabel era reconocida como heredera y su madre asumía la regencia. Los carlistas no aceptaron la situación y para defender sus pretensiones desencadenaron una Guerra Civil.

El problema del carlismo: la tradición y la cuestión foral


El carlismo, por tanto, era un movimiento político que no aceptaba los cambios que se habían producido en España tras la entrada de las ideas ilustradas, la invasión napoleónica y la revolución liberal de Cádiz. Pretendían una vuelta al Antiguo Régimen, al poder absoluto dado por Dios que debía ejercitarse para la «Gloria de Dios y el esplendor de su Sagrada Religión»? Al control del Estado por parte de una aristocracia que acaparaba los altos cargos políticos, eclesiásticos y militares? Al control del pensamiento por parte de la Iglesia, etc. El gobierno de Fernando VII había sido para ellos una decepción pues había continuado en la línea de los déspotas ilustrados, contando, incluso, con algunos ilustrados para gobernar. La Iglesia apoyo al carlismo como forma de evitar la pérdida de su poder político y de su control social. Por otro lado estaba el problema de los fueros. Tras la Guerra de Sucesión, con los Decretos de Nueva Planta tanto Aragón como Cataluña habían perdido sus fueros y habían tenido que aceptar las leyes castellanas. Navarra y el País Vasco, en agradecimiento al apoyo dado al candidato Borbón, conservaron los suyos. El carlismo, al apoyar la restauración de los fueros tradicionales, triunfó en aquellas zonas donde existía una preocupación por la cuestión foral, tanto por miedo a perder los fueros como en el caso de Navarra o el País Vasco, como por interés en recuperarlos, en Aragón y Cataluña, especialmente en las zonas rurales, donde mayor era el descontento con las nuevas formas de vida que iban apareciendo en las ciudades ligadas a la industria y al comercio. Por su carácter rural, el carlismo no pudo conseguir el apoyo de las clases ilustradas que veían en el liberalismo un sistema político más apropiado para sus intereses y su modo de vida. La mayoría de las ciudades eran liberales (Bilbao, San Sebastián, Pamplona y Vitoria).

Las guerras carlistas:

La primera guerra carlista (1833-1840): Se desarrolló principalmente en el Norte. Se trataba ante todo de una contienda civil pero tuvo también una proyección exterior, las potencias absolutistas apoyaban más o menos al bando carlista mientras que Inglaterra, Francia y Portugal secundaron a Isabel II, lo que se materializó en el Tratado de la Cuádruple Alianza. Ambos bandos contaban en sus filas generales de gran talla en el norte Zumalacárregui y en el este Cabrera por parte de los carlistas, y Espartero por parte de isabelina. El gobierno isabelino, carente de recursos, no fue capaz de enviar un ejército bien equipado al norte con rapidez. El retraso en el envío de tropas permitíó al dirigente carlista, Zumalacárregui, militar de carrera y experto en la guerra de guerrillas, adiestrar un ejército de 20.000 hombres. Cuando las tropas isabelinas llegaron se vieron acosadas por constantes emboscadas y escaramuzas sin conseguir un enfrentamiento en campo abierto. En 1835 Zumalacárregui controlaba la mayor parte de las Provincias Vascongadas. Animado por esos éxitos, don Carlos le ordena en 1835 tomar Bilbao, a pesar de la opinión contraria de Zumalacárregui. La operación comenzó con éxito, abríéndose paso hacia Bilbao y venciendo al general liberal Espartero, pero poco después Zumalacárregui era alcanzado por una bala enemiga muriendo días después, lo que dejo a los carlistas sin su mejor general. El sitio de Bilbao fue levantado y durante los dos años siguientes la guerra se mantuvo en una situación de equilibrio entre los dos bandos. Para salir de esa situación que perjudicaba más a los carlistas que a los liberales, Don Carlos decidíó emprender una gran expedición para salir de la base del Norte, aunque los militares más experto estaban en contra. La Expedición Real de 1837 fue un fracaso: el ejército carlista cruzó toda Cataluña y Valencia llegando a la vista de Madrid. Los carlistas esperaban que el pueblo se sumara a su ejército, pero no ocurríó así, y ante la falta de los efectivos suficientes para atacar la capital dieron la vuelta y retrocedieron a su base del Norte. En 1838 el general Espartero, que dirigía el ejército liberal, recibíó por fin los recursos necesarios para contar con un ejército numeroso y bien equipado, iniciando una nueva campaña en el Norte. Mientras, en el bando carlista la situación se había ido haciendo más difícil debido a los enfrentamientos entre los propios dirigentes que desembocaron en conspiraciones y traiciones. Don Carlos había dado a Maroto el mando supremo de la regíón Norte. En Febrero de 1839 se desencadenó una crisis entre Maroto y un grupo de de militares rivales, representantes de la facción más absolutista, que acabó con el fusilamiento de seis de ellos. Maroto recibíó el apoyo de sus hombres pero no el de Don Carlos. Finalmente, cansado y decepcionado por la incapacidad del pretendiente y las intrigas de su corte, inició las negociaciones de paz con Espartero. Las negociaciones entre Maroto y Espartero culminaron en el Convenio de Vergara (1839) que marcó el fin de la guerra en el norte. Navarra, donde la cuestión foral era secundaria, y donde se luchaba por el trono y el altar no acepto este acuerdo. Para ellos Vergara fue la gran traición, y se convirtió en el centro de la resistencia en el Norte, pero, cuando los vascos renunciaron, Navarra no pudo seguir luchando sola. Don Carlos cruzó la frontera francesa abandonando la lucha. El carlismo siguió conservando alguna fuerza en las provincias vascas y sobre todo en Navarra, y sólo en algunos momentos de crisis volverá a resurgir en las llamadas Segunda y Tercera Guerras Carlistas: en 1846 cuando cumple Isabel su mayoría de edad, al fracasar el proyecto de unir en matrimonio a la reina con el heredero de Don Carlos, y tras la revolución del 68 y la salida de España de Isabel II, que terminó con el regreso de Alfonso XII en 1875. Sin embargo el carlismo siguió vivo en la sociedad vasca, muy ligado a la cuestión foral, y en Navarra.

7. El sexenio democrático (1868-1874). Intentos democráticos. La revolución de 1868. El reinado de Amadeo I y la Primera República.
En Septiembre de 1868 la armada española atracada en Cádiz y dirigida por el almirante Topete se sublevó, con el apoyo de los generales Prim y Serrano. Comenzó así la Revolución Gloriosa.
El movimiento se extendíó con levantamientos populares que ocuparon las plazas de sus localidades al grito de Mueran los borbones y se organizaron juntas revolucionarias locales. Serrano vencíó al ejército gubernamental en Alcolea, Córdoba, e Isabel II huía a Francia. La revolución había triunfado. En un primer momento el poder político fue ejercido por la Junta Revolucionaria de Madrid, que confió el poder al general Serrano quien tomó medidas para estabilizar la revolución como la convocatoria de Cortes constituyentes. Las elecciones dieron la mayoría a la coalición de unionistas, progresistas y demócratas. Elegidas por sufragio universal, (masculino) confirmaron en su cargo a Serrano y comenzaron a elaborar un nuevo texto constitucional.

La Constitución de 1869

Es considerada la primera Constitución democrática de la historia de España, destaca por sus siguientes carácterísticas: – Incluye una amplia declaración de derechos: sufragio universal masculino libertad de imprenta, derechos de reuníón y asociación, la inviolabilidad de la correspondencia… – Reconoce la soberanía nacional, de la que emanan los demás poderes. – La división de poderes. Con gran protagonismo de las Cortes que no sólo legislan sino que también controlan al gobierno. – La forma de gobierno será la monarquía, aunque el poder del rey está limitado. Una vez aprobada (Sancionada) la Constitución, el general Serrano fue nombrado regente y el general Prim se convirtió en jefe de gobierno. Era preciso encontrar un candidato para el trono español, se barajaron varios nombres, Prim puso como condición que debía ser demócrata y no Borbón. Finalmente propuso a Amadeo de Saboyá, duque de Aosta e hijo de Víctor Manuel, rey de Italia. Gracias a las gestiones llevadas a cabo por Prim, Amadeo aceptó el trono de España.

La monarquía de Amadeo I (E 1871- F 1873)

El nuevo monarca tuvo que hacer frente a una difícil situación. El principal apoyo del rey, el general Prim fue asesinado en un atentado poco antes de que el rey llegase a España. El rey se encontró con la abierta oposición de los republicanos, de los carlistas que se levantaron en armas en Mayo de 1872, desencadenando la tercera guerra carlista y de los partidarios del príncipe Alfonso, el hijo de Isabel II. Tuvo que apoyarse en dos grupos políticos muy distintos: – El Partido constitucional, liderado por Práxedes Mateo Sagasta, más conservador y partidarios de detener los avances democráticos. – El partido Radical, de Ruiz Zorrilla, en el que se encuadraron progresistas y demócratas, partidarios de reformas audaces. Además tuvo que enfrentarse a otros dos graves problemas, aparte de la Guerra carlista: – La agitación social ligada al desarrollo del movimiento obrero que llegó a alcanzar un alto nivel de organización, gracias a la libertad de asociación. – La guerra de los Diez Años (18681878) en Cuba.En tales circunstancias, y tras dos años de reinado, el 11 de Febrero de 1873, Amadeo presentaba el acta de abdicación a la Corona española, regresando a Italia. Ese mismo día, Congreso y Senado, en sesíón conjunta proclamaban la República.

La primera república (F 1873- E 1874)


La Primera República se sucedieron cuatro presidentes. Además el contexto en el que se desarrolló era muy problemático. –
Estanislao Figueras fue el primer presidente de la República, en su mandato el desorden aumentó: intentos de Golpe de Estado, constante actividad del movimiento obrero… se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes, en las que triunfaron los republicanos federalistas, aunque nunca se llegó a promulgar una Constitución republicana. En Junio abandonó el cargo y le sucedíó. –
Francisco Pi y Margall, que tenía el propósito de instaurar una república federal, pero de forma ordenada, sin embargo el proyecto no se realizó sobre todo porque hubo que atender a otros graves problemas, la guerra carlista, alentada por el pretendiente Carlos VII y la insurrección cantonal promovida por los republicanos federales más exaltados. La rebelión comenzó en Julio con la proclamación del cantón de Cartagena, el movimiento se extendíó y se organizaron cantones por toda la Península, en especial por Levante y Andalucía. Estos hechos le obligaron a dimitir y le sucedíó: –
Nícolás Salmerón, con él la República dio un giro conservador, con el apoyo de generales monárquicos. Los cantonalistas proclamaron entonces un gobierno provisional de la Federación española en Cartagena y declararon la guerra a Madrid. Salmerón empleó a fondo la fuerza militar y fueron cayendo uno a uno los diferentes focos, a mediados de Agosto la insurrección estaba prácticamente sofocada, sólo el cantón de Cartagena resistíó hasta Enero de 1874. Resulta difícil establecer la ideología y las pretensiones de los distintos focos cantonalistas, parece que se trataba de impulsar una revolución social con métodos radicales, apoyándose en una mezcla ideológica: republicanismo, federalismo, socialismo utópico y anarquismo. Salmerón dimitiría en Septiembre por negarse a confirmar dos penas de muerte impuestas por la autoridad militar. – Le sucedíó Emilio Castelar que actuó con firmeza: aplicó la pena de muerte, llamó al ejército para imponer el orden, reforzó el poder del Estado y suprimíó el principio federal. Para poder llevar esto a cabo solicitó a las Cortes, y estas se lo concedieron, poderes especiales para gobernar por decreto durante tres meses. Cuando las Cortes se volvieron a reunir, el 2 de Enero de 1874, el gobierno fue sometido a un voto de confianza y lo perdíó. La posibilidad de que el poder recayera de nuevo sobre los federalistas radicales ofrecíó el pretexto para el Golpe de Estado de Pavía, capitán general de Madrid, que al día siguiente invadíó el hemiciclo del Congreso y disolvíó las Cortes. Tras el golpe de Pavía, la junta de Capitanes Generales nombró jefe de gobierno al general Serrano, que mantuvo las formas republicanas pero aplicó una política represiva con un claro protagonismo del ejército. La inestabilidad del periodo provocó un viraje de la burguésía a posiciones conservadoras y el fracaso de la república despertó el deseo de una restauración monárquica. Los partidarios de la restauración borbónica habían emprendido una activa labor diplomática con el fin de lograr apoyos internacionales para el hijo de Isabel II, el futuro Alfonso XII, frente a otros posibles candidatos. El principal defensor de la candidatura del príncipe fue Cánovas del Castillo, que intentaba que la vuelta a la monarquía fuera el resultado del deseo del pueblo español y no de un nuevo pronunciamiento militar. Para ello había hecho firmar a Alfonso el Manifiesto de Sandhurst  nombre de la localidad inglesa donde estudiaba – en el que expónía al pueblo español sus propósitos conciliadores. Sin embargo y en contra del parecer de Cánovas, el 29 de Diciembre de 1874, el general Arsenio Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII, tras un pronunciamiento en Sagunto, la monarquía borbónica había sido restaurada mediante un golpe militar.

La guerra de los Diez Años en Cuba (1868- 1878):


En Cuba existía un movimiento liberal de cierta importancia, compuesto por pequeños y medianos propietarios y clase media. En principio sólo aspiraban a una mayor autonomía de la isla que les permitiera adoptar decisiones acordes con sus intereses, pero la insensibilidad española ante sus peticiones empujó a este sector del reformismo a la revolución independentista. La guerra se inició el 10 de Octubre de 1868. La política respecto a Cuba se limitó a una estrategia de guerra sin cuartel por dos razones: a) La insuficiencia de recursos militares que España podía dedicar a Cuba. B) El apoyo encubierto de EEUU, cuyas inversiones en el negocio azucarero cubano le hacían aspirar al control directo de la isla sin el estorbo de España.

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