Sociedad y Economía en la Prehistoria Ibérica: Paleolítico y Neolítico
Este apartado explora las características socioeconómicas y culturales de los periodos Paleolítico y Neolítico en la Península Ibérica, destacando la evolución de las formas de vida y las primeras manifestaciones artísticas.
Características Socioeconómicas del Paleolítico (1.400.000-7.000 a.C.)
En la Península Ibérica, se han encontrado restos del Homo antecessor (primeros homínidos) en yacimientos clave como Atapuerca y Orce. Tanto los homínidos como, posteriormente, los Homo sapiens basaban su economía en la depredación y la recolección, lo que los convertía en nómadas. También practicaban el carroñeo. Vivían principalmente en cuevas, organizados en pequeños grupos de 15 a 20 individuos.
Cambios Socioeconómicos durante el Neolítico (VI-III milenio a.C.)
El principal cambio que el Neolítico trajo consigo fue la sedentarización. Este proceso conllevó transformaciones fundamentales:
- La división del trabajo.
- La jerarquización social.
- La domesticación de plantas y animales, dando origen a la agricultura y la ganadería.
La hipótesis difusionista es la más apoyada para explicar este cambio, basada en el proceso de aculturación de pueblos procedentes del Próximo Oriente. Durante este periodo, también se observa la diferenciación de culturas, como:
- La cerámica cardial.
- Los sepulcros de fosa.
- Las culturas megalíticas.
La Pintura Rupestre: Expresiones Artísticas Prehistóricas
La pintura rupestre tuvo una finalidad de tipo mágico. Sus principales manifestaciones en la Península Ibérica fueron:
- En el Paleolítico: la pintura cantábrica (ej. Cueva de Altamira). Empleaba la policromía para representar animales aislados con un estilo naturalista. Se utilizaban pigmentos naturales.
- En el Neolítico: la pintura levantina. Empleaba la monocromía para representar escenas de animales y seres humanos de forma esquemática.
Pueblos Prerromanos y Colonizaciones Históricas en la Península Ibérica
Este apartado aborda las comunidades indígenas que habitaron la Península Ibérica antes de la llegada de Roma, así como la influencia de las colonizaciones fenicias y griegas.
Los Pueblos Prerromanos
Los pueblos prerromanos fueron comunidades indígenas que se desarrollaron en la Península Ibérica antes de la expansión del Imperio Romano. Se distinguen tres grupos principales:
- Los Tartessos (s. VII-VI a.C.): Considerados el primer reino de la península, se asentaron en el valle del Guadalquivir. Su economía era agropecuaria y destacaban por su avanzada metalurgia.
- Los Íberos (s. VI-V a.C.): Provenientes del sustrato poblacional neolítico y lingüísticamente preindoeuropeos. Se asentaron en la costa mediterránea, organizados en ciudades-estado. Su economía era agropecuaria y sobresalían en metalurgia y cerámica.
- Los Celtas (s. VI-V a.C.): De origen indoeuropeo, penetraron por los Pirineos y se asentaron en la costa atlántica y la Submeseta Norte. Se organizaban en clanes y linajes, y su economía era agropecuaria.
Estos pueblos sufrieron un proceso de aculturación significativo debido al contacto con las comunidades colonizadoras.
Colonizaciones Históricas: Fenicios y Griegos (800-206 a.C.)
Fenicios y griegos llegaron a la península con el objetivo de comerciar y establecer asentamientos. Sus principales aportaciones fueron:
- Fenicios (s. VIII-VI a.C.): Fundaron ciudades como Gadir (Cádiz) y Malaka (Málaga). Introdujeron el torno de alfarero, la escritura alfabética y generalizaron el uso del hierro.
- Griegos (s. VII-VI a.C.): Establecieron colonias como Ampurias. Introdujeron el cultivo de la vid y el olivo, la moneda y diversas manufacturas de lujo.
Conquista y Romanización de Hispania: Impacto Social, Económico y Cultural
Este apartado detalla el proceso de conquista romana de la Península Ibérica, su posterior romanización y las profundas transformaciones que trajo consigo en todos los ámbitos.
La Conquista Romana de Hispania
Romanos y cartaginenses, las dos potencias del momento, se enfrentaron por el control del Mediterráneo en las Guerras Púnicas. Durante la Segunda Guerra Púnica, Roma se apoderó de la península (218-201 a.C.). Inicialmente, ocuparon la costa mediterránea y los valles del Ebro y del Guadalquivir. El sometimiento de la población (201-197 a.C.) llevó a una primera división provincial en Hispania Ulterior y Citerior.
Hasta el 133 a.C., hubo diversos levantamientos, destacando los de los celtíberos y los lusitanos (liderados por Viriato). Posteriormente, se vivió un periodo de guerras civiles romanas que afectaron a Hispania hasta el 31 a.C. Finalmente, en el 19 a.C., se sometió el norte peninsular, completando así la conquista de toda la Península Ibérica.
Romanización y Principales Aportaciones Romanas
Los romanos dieron a la península el nombre de Hispania. La romanización, es decir, la adopción de las formas de vida romanas, fue un proceso muy desigual: más intenso en las ciudades que en las áreas rurales, y en Levante y el Sur que en el Norte. Las grandes aportaciones romanas fueron:
- Económicas: Integración de Hispania en el circuito comercial del Imperio Romano, con una economía basada en la agricultura, minería y comercio.
- Sociales: Adopción del modelo social romano, con una clara distinción entre hombres libres y esclavos, y la implementación del Derecho Romano.
- Culturales: Imposición del latín como lengua oficial y la difusión del cristianismo a partir del siglo III d.C.
- Civilización urbana: Desarrollo de una importante red de ciudades dotadas de grandes obras de ingeniería (por ejemplo, el Acueducto de Segovia). Estas ciudades estaban interconectadas mediante una extensa red de calzadas (como la Vía de la Plata) y puentes.
El Reino Visigodo de Toledo: Origen y Organización Política
Este apartado explora la formación y estructura del Reino Visigodo en la Península Ibérica, destacando su organización política y el papel de los concilios.
Origen del Reino Visigodo
Los visigodos llegaron a la Península Ibérica en el 415 d.C. como federados del Imperio Romano, con la misión de expulsar a vándalos, suevos y alanos. Una vez expulsados estos pueblos (excepto los suevos, que se mantuvieron en Galicia), los visigodos establecieron su reino en Hispania y el sur de la Galia, con capital en Tolosa. Tras ser derrotados por los francos en la Batalla de Vouillé (507 d.C.), fueron expulsados de la Galia, fijando su capital en Toledo. Por primera vez, la Península Ibérica se configuraba como un estado independiente bajo una única autoridad.
Organización Política Visigoda
Los reyes visigodos persiguieron tres objetivos fundamentales para la consolidación de su reino:
- Unificación territorial: Lograda por Leovigildo a finales del siglo VI, tras la pacificación de los vascones y la expulsión de suevos y bizantinos.
- Integración social de hispanorromanos y visigodos: Buscada mediante la unificación religiosa (conversión al catolicismo de Recaredo en el 589 d.C.) y jurídica (promulgación del Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo).
- Estabilidad política: Leovigildo intentó reforzar la autoridad del rey imponiendo la monarquía hereditaria, pero este cambio no se consolidó debido al rechazo de la nobleza, lo que generó una constante inestabilidad.
Para gobernar, los reyes se apoyaban en el Officium Palatinum, compuesto por:
- Aula Regia: Órgano de asesoramiento formado por la alta nobleza visigoda.
- Concilios de Toledo: Asambleas presididas por el Rey, con la participación de la nobleza y la Iglesia. Eran el foro donde se tomaban las decisiones más importantes en materia religiosa y política.
Al-Ándalus: Conquista Musulmana, Emirato y Califato de Córdoba
Este apartado describe la llegada del Islam a la Península Ibérica, la formación de Al-Ándalus y la evolución de sus principales estructuras políticas: el Emirato y el Califato de Córdoba.
La Conquista Musulmana de la Península Ibérica
Mientras el Imperio Islámico se encontraba en pleno auge, el Reino Visigodo sufría una profunda crisis, marcada por la peste, los enfrentamientos entre facciones nobiliarias por el poder y la desafección de la población. En el 711 d.C., tras la decisiva Batalla de Guadalete, Toledo cayó en manos del Imperio Islámico, marcando el inicio de la conquista. El ejército invasor, liderado por Tariq, estaba compuesto principalmente por árabes y bereberes. La conquista no fue característicamente sangrienta; se pactó con visigodos y judíos, permitiéndoles conservar su religión a cambio de pagar impuestos especiales (la yizia) y no proselitizar. Los esclavos, por su parte, podían ser liberados si se convertían al Islam y se alistaban en el ejército. En apenas 4 o 5 años, toda la península, salvo la franja cantábrica, estaba bajo control musulmán.
El Emirato de Córdoba (711-929 d.C.)
Inicialmente, Al-Ándalus fue un emirato dependiente de Damasco (715-756 d.C.), una provincia más del vasto Imperio Omeya. Este fue un periodo inestable, caracterizado por guerras civiles (como las revueltas bereberes) y malas cosechas. La situación cambió con la llegada de Abderramán I, el último príncipe Omeya superviviente de la masacre de su estirpe por los Abasíes. En el 756 d.C., fundó el emirato independiente de Córdoba (756-929 d.C.). Aunque seguía ligado religiosamente al califato abasí, era políticamente autónomo. Abderramán I estableció un sistema sucesorio, mejoró el sistema recaudatorio y emitió una nueva moneda, sentando las bases de un estado fuerte.
El Califato de Córdoba (929-1031 d.C.)
A principios del siglo X, el emirato de Córdoba experimentó una fuerte decadencia. Sin embargo, Abderramán III militarizó el estado y, en el 929 d.C., se proclamó califa, rompiendo definitivamente con la autoridad religiosa de Bagdad. Esta etapa, conocida como el Califato de Córdoba, fue la edad de oro de Al-Ándalus. Brilló en ciencias, letras y, especialmente, en la economía, gracias a un floreciente comercio. Almanzor, visir de Hisham II, obtuvo un enorme prestigio por sus victorias contra los reinos cristianos, estableciendo de facto una dictadura militar. A su muerte en el 1002 d.C., comenzó una profunda crisis interna que culminó con la desintegración del califato en el 1031 d.C.
Al-Ándalus: Reinos de Taifas y el Reino Nazarí de Granada
Este apartado aborda la fragmentación de Al-Ándalus tras la caída del Califato, la intervención de los imperios norteafricanos y la pervivencia del último reino musulmán en la Península Ibérica.
Los Reinos de Taifas (1031-1086 d.C.)
Tras la muerte de Almanzor en el 1002 d.C., Al-Ándalus entró en una profunda crisis que llevó a la fragmentación del Califato. En el 1031 d.C., el Califato de Córdoba se disolvió, dando lugar a la formación de numerosos reinos de taifas (por ejemplo, Toledo, Sevilla, Badajoz, Zaragoza). Estos pequeños reinos, a menudo enfrentados entre sí, eran militarmente débiles y se vieron obligados a pagar parias (tributos) a los reinos cristianos del norte para evitar sus ataques.
Los Imperios Norteafricanos: Almorávides y Almohades
En el 1085 d.C., la toma de Toledo por Alfonso VI de Castilla llevó a las taifas a pedir ayuda a los emergentes imperios norteafricanos. Los almorávides, una dinastía bereber, derrotaron a los cristianos en la Batalla de Sagrajas (1086 d.C.) y unificaron las taifas bajo su dominio. Sin embargo, las luchas internas por el poder y la creciente presión cristiana los llevaron a la decadencia y a una nueva fragmentación en el 1125 d.C., dando lugar a las segundas taifas.
Los almohades, otra dinastía bereber, iniciaron un segundo intento de integración de Al-Ándalus. En el 1195 d.C., derrotaron a los cristianos en la Batalla de Alarcos y trasladaron la capital a Sevilla para desvincularse del califato oriental. Su poder se quebró definitivamente en la decisiva Batalla de Las Navas de Tolosa en el 1212 d.C. Esta derrota propició la formación de las terceras taifas, que fueron conquistadas por los reinos cristianos a lo largo del siglo XIII, a excepción del Reino de Granada.
El Reino Nazarí de Granada (1238-1492 d.C.)
Fundado por Muhammad I (Ben Nazar) en 1238, el Reino Nazarí de Granada fue el último reducto musulmán en la Península Ibérica, sobreviviendo hasta 1492 d.C. Su prosperidad se basó en una agricultura intensiva (especialmente el regadío) y un floreciente comercio. Granada se convirtió en un importante centro cultural y artístico, siendo el Palacio de La Alhambra su máxima expresión arquitectónica y artística.
Al-Ándalus: Economía, Sociedad y Cultura
Este apartado profundiza en los aspectos económicos, sociales y culturales que caracterizaron a Al-Ándalus durante su milenaria existencia en la Península Ibérica.
Economía de Al-Ándalus
La economía de Al-Ándalus era urbana, próspera y moderna para su época. Destacaba en varios sectores:
- Comercio: Se desarrolló el zoco como centro fijo de compra y venta. El sistema monetario era estable y fiable, con tres monedas principales: el dinar (oro), el dírham (plata) y el felús (cobre).
- Sector Agropecuario: Muy importante, con una notable expansión del regadío (mediante acequias, norias y canalizaciones) y la introducción de nuevos cultivos como el arroz, la naranja, el algodón y la caña de azúcar.
- Artesanía: Sobresalían los artículos de lujo, como las sederías, orfebrerías y trabajos en cuero.
- Otros sectores: Desarrollo de la industria minera, pesquera (atún, sardina), manufacturas estatales y sociedades mercantiles.
Al-Ándalus importaba especias, esclavos y metales preciosos, y exportaba armas, tejidos, aceite, cerámica y madera.
Organización Social de Al-Ándalus
La sociedad andalusí era compleja y se dividía principalmente en dos grandes grupos:
- Musulmanes (Umma):
- Élite árabe: Poseían las tierras y monopolizaban los cargos importantes.
- Muladíes: Cristianos conversos al Islam, formaban la mayoría de la población junto con los bereberes, dedicándose principalmente a la agricultura y la artesanía.
- Bereberes: Procedentes del norte de África, a menudo se dedicaban a la ganadería y formaban parte del ejército.
- No Musulmanes:
- Judíos: Minoría urbana dedicada al comercio, la medicina y las finanzas.
- Mozárabes: Cristianos que vivían bajo dominio musulmán, pagaban impuestos especiales (yizia) por conservar su religión y no podían proselitizar.
- Esclavos: Generalmente de origen eslavo o subsahariano, sin derechos y dedicados a diversas labores.
Cultura de Al-Ándalus
La cultura de Al-Ándalus fue una rica mezcla de elementos islámicos, hispanocristianos y orientales, alcanzando su máximo esplendor bajo califas como Al-Hakam II. Destacaron figuras y avances en diversas áreas:
- Filosofía: Averroes (Ibn Rushd).
- Medicina: Maimónides (Moshe ben Maimon).
- Astronomía: Azarquiel (Al-Zarqali).
- Matemáticas: Importantes contribuciones al álgebra y la trigonometría.
- Literatura: Desarrollo de la poesía y la prosa.
- Arte y Arquitectura: Ejemplos sublimes como la Mezquita de Córdoba y el Palacio de La Alhambra.
El árabe clásico era la lengua oficial y de la cultura, aunque los mozárabes continuaron hablando latín vulgar y desarrollaron dialectos romances.
La Reconquista y la Repoblación de la Península Ibérica
Este apartado examina el proceso de formación de los reinos cristianos, las etapas de la Reconquista y los modelos de repoblación de los territorios conquistados.
Primeros Núcleos de Resistencia Cristiana
Tras la conquista musulmana, surgieron focos de resistencia cristiana en el norte peninsular:
- Cordillera Cantábrica: Tras la victoria de Covadonga (722 d.C.), Pelayo fundó el Reino Astur, que se expandió por Galicia y Cantabria. Posteriormente, se ocupó el valle del Duero y la capital se trasladó a León, dando origen al Reino Astur-leonés. El Condado de Castilla se independizó a finales del siglo X, y Portugal lo hizo en el siglo XI.
- Pirineos: Tras la desintegración de la Marca Hispánica carolingia, surgió el Reino de Pamplona (Pirineo occidental, siglo IX). En el Pirineo central, la unión de los condados de Aragón en 1036 formó el Reino de Aragón. En el Pirineo oriental, los condados catalanes se unificaron a finales del siglo IX bajo Wifredo el Velloso.
Etapas de la Reconquista
La Reconquista fue un proceso largo y complejo, dividido en varias etapas:
- 1ª Etapa (s. VIII-X): Consolidación de los núcleos de resistencia cristiana. Avance tímido: el Reino Astur-leonés lleva su frontera al Duero en el siglo X.
- 2ª Etapa (s. XI-1150): Coincide con la crisis de Al-Ándalus y la aparición de los reinos de taifas. Se producen importantes avances cristianos:
- Castilla y León ocupan el valle del Tajo (Alfonso VI conquista Toledo en 1085).
- Avance por el Ebro del Reino de Aragón (Alfonso I el Batallador) y los condados catalanes (Ramón Berenguer IV).
- Avance portugués hacia el sur, ocupando Lisboa.
- 3ª Etapa (1150-1212): Periodo de grandes conquistas.
- El Reino de León ocupa Extremadura.
- El Reino de Castilla el valle del Guadiana.
- La Corona de Aragón (Reino de Aragón y condados catalanes) ocupa Teruel y los valles del Turia y Júcar.
- 4ª Etapa (s. XIII-XV): Tras la decisiva Batalla de Las Navas de Tolosa (1212), se produce la gran expansión cristiana.
- La unión definitiva de Castilla y León (Fernando III el Santo) permite la conquista de Murcia y el valle del Guadalquivir.
- La Corona de Aragón (Jaime I el Conquistador) conquista Valencia, Alicante y las Islas Baleares.
- Portugal alcanza el Algarve.
Modelos de Repoblación
La repoblación fue el proceso de ocupación, reparto y explotación de las tierras conquistadas por los cristianos. Se distinguen varios modelos:
- Presura (Norte del Duero y Sur de los Pirineos, s. IX-X): Ocupación inicial por campesinos libres que cultivaban la tierra. Posteriormente, la nobleza y la Iglesia establecieron señoríos sobre estas tierras.
- Concejos (Sur del Duero al Norte del Tajo, s. XI): Fundación de ciudades y villas a las que se otorgaban fueros o cartas puebla, concediendo privilegios a sus vecinos para atraer población.
- Repartimientos (Sur del Tajo al Guadalquivir, s. XII-XIII): La Corona recompensaba con grandes latifundios a nobles y órdenes militares por su ayuda en la Reconquista, dando lugar a grandes propiedades.
Los Reinos Cristianos en la Edad Media: Organización Política y Sociedad
Este apartado analiza la evolución de la organización política de los reinos cristianos peninsulares, el desarrollo del régimen señorial y la estructura de la sociedad estamental durante la Edad Media.
Organización Política de los Reinos Cristianos
En la Alta Edad Media, la organización política se caracterizó por la fragmentación, debido a la multiplicidad de núcleos de resistencia, la tendencia disgregadora de la nobleza y el concepto patrimonialista del reino. Sin embargo, a finales del siglo XII, se inició un proceso de integración y fortalecimiento de la autoridad real, impulsado por uniones dinásticas como las de Aragón y Cataluña (1137) y de León y Castilla (1230). La autoridad del rey se reforzó, aunque seguía asesorado por el Consejo Real y limitado por el poder de la nobleza, el clero y las Cortes (asambleas estamentales).
El Régimen Señorial
El régimen señorial fue un modelo político, social y económico basado en las relaciones de dependencia personal (vasallaje). Los nobles y el clero ofrecían lealtad y ayuda militar al rey a cambio de señoríos (grandes extensiones de tierra con siervos). Estos señoríos se clasificaban en:
- De realengo: Pertenecientes directamente al rey.
- Nobiliarios: Pertenecientes a la nobleza.
- Eclesiásticos: Pertenecientes al clero.
Los señoríos nobiliarios y eclesiásticos podían ser de dos tipos:
- Solariegos: Concedían únicamente derechos de explotación económica y renta sobre la tierra.
- Jurisdiccionales: Otorgaban autoridad plena sobre los habitantes del señorío, incluyendo la administración de justicia y el cobro de impuestos.
La Sociedad Estamental
La sociedad feudal se dividía en tres estamentos, grupos cerrados determinados por nacimiento, lo que impedía la movilidad social y reflejaba una profunda desigualdad ante la ley:
- Nobleza (Bellatores o los que guerrean): Encargados de la defensa y la guerra. Gozaban de privilegios como la exención de impuestos directos y el acceso a cargos públicos.
- Clero (Oratores o los que rezan): Encargados de la vida espiritual y cultural. También disfrutaban de importantes privilegios fiscales y jurídicos.
- Pueblo Llano (Laboratores o los que trabajan): La inmensa mayoría de la población, dedicada a la producción económica (campesinos, artesanos, comerciantes). Carecían de privilegios y soportaban la carga fiscal.
Organización Política de las Coronas de Castilla y Aragón y el Reino de Navarra (Final de la Edad Media)
Este apartado compara los distintos modelos de organización política que se consolidaron en los principales reinos peninsulares al final de la Edad Media.
Modelos de Organización Política
Al final de la Edad Media, se distinguen dos modelos principales de organización política en la Península Ibérica:
- Modelo Unitario (Castilla y Navarra):
- El rey era la máxima autoridad, basándose en la doctrina expuesta en obras como Las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio.
- Las Cortes tenían un carácter meramente consultivo.
- Existía un único Estado centralizado.
- Modelo Confederado (Corona de Aragón):
- El rey era el soberano común, pero su autoridad se veía muy limitada por el pactismo.
- Las Cortes tenían un carácter vinculante y eran propias de cada uno de los cuatro Estados que componían la Corona: Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca.
Instituciones de Gobierno
Se diferenciaban instituciones comunes a varios reinos y otras propias de cada uno:
Instituciones Comunes:
- Consejo Real: Órgano de asesoramiento al rey, que con el tiempo se volvió permanente y especializado.
- Cortes: Asambleas estamentales cuyo origen se encuentra en la Curia Regia. Su función principal era la aprobación de subsidios (impuestos) y la presentación de peticiones al rey.
Instituciones Propias:
- En Castilla:
- Audiencia o Chancillería: Principal tribunal de justicia.
- Contaduría Mayor de Hacienda: Encargada de la administración financiera, dirigida por el Mayordomo Mayor.
- En la Corona de Aragón:
- Virreyes: Representantes del rey y responsables de la administración en cada uno de los Estados (Aragón, Cataluña, Valencia, Mallorca).
- Generalitat: Institución propia de Cataluña (y luego Valencia) encargada de supervisar el cumplimiento de las leyes y acuerdos por parte del rey.
- En Navarra:
- Cámara de Comptos: Tribunal de cuentas encargado de la fiscalización de las finanzas del reino.
En cuanto a la ordenación del territorio, en Castilla se dividía en merindades y en Aragón en veguerías, siendo el responsable de cada una de estas zonas elegido directamente por el rey.
Los Reyes Católicos: Unión Dinástica y Consolidación del Estado Moderno
Este apartado explora la formación de la Monarquía Hispánica bajo los Reyes Católicos, la naturaleza de su unión dinástica y las instituciones clave que sentaron las bases del Estado Moderno.
La Unión Dinástica
Tras la muerte de Enrique IV de Castilla, se desató una guerra civil por la sucesión entre su hija Juana la Beltraneja y su hermanastra Isabel. En 1479, Isabel salió victoriosa. Ese mismo año, Juan II de Aragón falleció, dejando la corona a su hijo Fernando. Isabel y Fernando se habían casado en secreto años antes (1469), y la Concordia de Segovia (1475) ya había establecido un acuerdo de gobierno entre ambos. Finalmente, con Isabel y Fernando al frente de sus respectivas coronas, se produjo la unión dinástica.
Esta unión no supuso un gobierno unificado ni una administración única; Castilla y Aragón mantuvieron sus propias leyes e instituciones. Sin embargo, compartían una política exterior común (sin obstaculizarse mutuamente) y la Inquisición. Además, se firmaron documentos en los que Isabel y Fernando se cedían mutuamente el poder en caso de incapacidad. El papel hegemónico dentro de esta unión recayó en Castilla, debido a su mayor extensión territorial, población y recursos económicos.
Instituciones de Gobierno y Medidas de los Reyes Católicos
Los Reyes Católicos tuvieron como objetivos principales controlar el poder y conseguir la paz y seguridad en sus reinos, sentando así las bases del Estado Moderno. Pasaron de una monarquía feudal a una monarquía autoritaria mediante diversas medidas e instituciones:
- Control de las Órdenes Militares: Las vacantes de maestre recayeron en la Corona, lo que permitió a los reyes controlar sus vastos recursos económicos y militares.
- Control de la Nobleza: Fueron desplazados de los cargos políticos importantes a cambio de consolidar sus privilegios económicos y sociales (ej. el mayorazgo).
- Control de la Iglesia: Los reyes obtuvieron el derecho de seleccionar a los candidatos para prelados (derecho de presentación).
- Control del Poder Municipal: Se reforzó la figura del corregidor, un delegado real con amplias funciones en las ciudades.
- La Inquisición: Instrumento de opresión y control ideológico para ambas coronas, clave para la uniformidad religiosa y la expulsión de los judíos en 1492.
- Creación de un Ejército Permanente: Más numeroso, profesional y dependiente directamente de la Corona.
- Creación de la Santa Hermandad: Cuerpo de seguridad rural para luchar contra la delincuencia y mantener el orden.
- Creación de los Consejos: Órganos de gobierno especializados, de carácter temático (ej. Consejo de Hacienda) o territorial (ej. Consejo de Castilla), que asesoraban al rey.
El Significado de 1492: La Conquista de Granada y el Descubrimiento de América
Este apartado analiza los dos eventos trascendentales de 1492 que marcaron un antes y un después en la historia de España y del mundo: la culminación de la Reconquista y el inicio de la expansión atlántica.
La Guerra de Granada (1482-1492)
Los Reyes Católicos, en su búsqueda de la unidad religiosa y territorial de la Península Ibérica, iniciaron en 1482 una guerra contra el Reino Nazarí de Granada. Este conflicto culminó en 1492 con la toma de la ciudad. El rey Boabdil acordó con los Reyes Católicos la capitulación de Granada, que inicialmente garantizaba el respeto de la religión, costumbres y lengua de la población musulmana. Con esta conquista y la posterior expulsión de los judíos (también en 1492), se completó la anhelada «unidad religiosa» en los reinos hispánicos.
El Descubrimiento de América
Una vez conquistada Granada, Isabel de Castilla decidió financiar el proyecto de Cristóbal Colón. Esta decisión se enmarcó en la intensa competencia con Portugal por encontrar nuevas rutas comerciales hacia las Indias, especialmente tras los avances portugueses por la costa africana. El objetivo de Colón era llegar a las Indias navegando hacia el oeste, basándose en la idea de que la Tierra era redonda. Las condiciones de la expedición se establecieron en las Capitulaciones de Santa Fe.
El 12 de octubre de 1492, la expedición de Colón llegó a la isla de Guanahaní (rebautizada como San Salvador), y posteriormente a Cuba y La Española. Tras realizar tres viajes más, Colón murió convencido de haber llegado a Asia. En 1494, Castilla y Portugal, con la mediación papal, dividieron sus esferas de influencia en el Atlántico mediante el Tratado de Tordesillas, sentando las bases de la futura expansión colonial de ambas potencias.