Isabel II la organización del régimen liberal

LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL

Epígrafe 1: Las Regencias y el Problema Carlista (1833-43)
A pesar de la pragmática sanción que abolía la ley sálica, el envío al exilio de su hermano y la regencia de su esposa la reina María Cristina, Fernando VII no había zanjado el problema sucesorio. Carlos, a los pocos días de la muerte del rey, publicó en Portugal el Manifiesto de Abrantes mediante el cual buscaba el apoyo de las clases privilegiadas en su búsqueda por el legítimo trono. 
Sin embargo, la regente no supo sobrellevar el problema carlista, ya que su única preocupación era buscar apoyos para mantener a su hija en el trono. Por tanto, habrá de buscar el apoyo de los liberales (llamados Isabelinos o cristinos).

PRIMERA GUERRA CARLISTA
Sentimiento carlista: Los principales apoyos carlistas se extienden por las provincias vascas, Navarra, territorios al norte de Cataluña y el Maestrazgo (norte de Castellón); territorios fervientes tradicionalistas, pensamiento con un gran componente religioso. El anticlericalismo liberal provoca en ciertos sectores un sentimiento a favor del catolicismo y la Iglesia (entendida como símbolo de orden social y moral de la población). Por tanto, el clero será uno de los grandes apoyos del carlismo.
Uno de los principales fundamentos del carlismo era el mantenimiento de los fueros vascos y navarros, frente al centralismo liberal. 
La ciudad es el espacio liberal por excelencia (ya que ahí vivían burgueses, prestamistas, bancos, comerciantes… mientras que el campo es más reacio al cambio, ya que muchos carlistas eran nobles de segunda clase, clérigos y también población rural. Por tanto, la guerra se convertirá en una disputa entre la primacía del campo o la ciudad.
Todos estos cambios suponen modificaciones radicales en la forma de vida, que originan sentimientos de apego a las costumbres: “Dios, Patria y Rey”.
La guerra se convierte en la primera Guerra Civil española de la Edad Contemporánea.
Hechos de armas: Carlos María Isidro no obtiene apoyos militares en la capital, por lo que ha de refugiarse en el norte, donde recibirá apoyo de las zonas rurales. Al estar el ejército profesional en manos de la reina, se crean las milicias rurales (llamadas “partidas carlistas”), las cuales no serán de gran utilidad hasta la llegada del coronel Zumalacárregui, destacado líder carlista, que logra crear relativa disciplina. Tras ello, comienza a tomar algunas capitales vascas hasta que resulta muerto en el asedio de Bilbao (1835), provocando la búsqueda de nuevos apoyos (manu militari) por toda España.
En 1836, el general Miguel Gómez comenzará una expedición carlista hacia Galicia y el sur de Cataluña, logrando allí un gran aliado: el general Cabrera, que controla el Maestrazgo. Juntos se dirigieron hacia el sur, logrando conquistar Córdoba tras ser derrotados en Villarrobledo.
En 1837, ocurre la expedición de Carlos a Madrid para lograr acuerdo con los moderados, sin éxito.
En 1838, el general liberal Espartero logrará liberar Bilbao.

Tras muchos años de guerra, se produce un acercamiento de paz entre el general carlista Maroto (sin el apoyo de Carlos) y Espartero en el llamado Convenio o Abrazo de Vergara (1839), en el que Espartero se compromete a intentar mantener los fueros vasco-navarros e incluir militares carlistas en el ejército de la reina, a cambio de la obediencia del sector carlista. Esto provoca la separación del carlismo, su derrota y la huida de Carlos a Franchutelandia.
Sin embargo, Cataluña Vieja y el Maestrazgo seguirán el conflicto hasta la rendición del general Cabrera, concluyendo así con el fin de la guerra en 1840.

LA REGENCIA DE MARÍA Cristina
La regente se apoyó de primeras en ministros absolutistas reformistas y liberales moderados. En 1833, el ministro de fomento Javier de Burgos creó la división provincial (base de la actual).
Para atraer liberales, llama al exiliado doceañista Martínez de la Rosa, al que encarga la creación del llamado Estatuto Real (carta otorgada) de 1834, mediante el cual establecía unas Cortes de carácter consultivo, que quedaban divididas en dos cámaras: estamento de Próceres (mejores líderes), compuesto por los Grandes de España (alto clero, grandes propietarios) que actuaban como representación escogida de una minoría poderosa,  y el Estamento de Procuradores, compuesto por representantes (con una renta mínima muy elevada, por supuesto) de cada una de las partes territoriales elegidos por sufragio indirecto y censitario (votaban los ricos). El estatuto configuró el Consejo de Ministros formado por 6 departamentos. En 1834, se produjo una medida de gran repercusión: libertad de industria y comercio con la abolición de gremios.
No obstante, hubo una diferencia de opiniones entre los liberales más moderados y los más radicales respecto a la validez y utilidad del estatuto (acto que provocó protestas violentas que tuvieron que ser combatidas), provocando la división de los liberales en moderados y progresistas. 
Para acallar las protestas, en 1835 llamó a formar gobierno a un progresista, Mendiazábal, que propónía convertir la tierra en un bien transmisible (que fuera factible de ser comprado y vendido), provocando por tanto problemas con los dueños de las tierras (clero y nobleza (fin del mayorazgo)). Por ello, realizó el Decreto de Desamortización de los bienes del clero regular, mediante el cual el estado incautaba los bienes inmuebles para venderlos en subasta pública, pretendiendo:
-Eliminar poder a la Iglesia.
-Hacer más competitiva y productiva (al eliminar “manos muertas”) de la agricultura.
-Crear una nueva clase de propietarios pro régimen.
-Sanear las cuentas.
-Armar un gran ejército para acabar con el conflicto carlista.
Sin embargo, solo podían acceder a las tierras burgueses y aristócratas, por lo que los campesinos (verdaderos interesados en la productividad agrícola) quedaban como meros jornaleros.
También se realizaron medidas en contra de la economía del Antiguo Régimen:
-Abolición de los mayorazgos.
-Supresión de la Mesta.
-Eliminación  de señoríos y derechos señoriales.
-Supresión del Diezmo
Pero estas reformas provocaron revueltas como el Motín de la Granja (1836), en el que los sargentos del palacio de La Granja obligaron a la regente a jurar la Constitución de 1812. Esto provocó la destitución de Mendizábal. 
Las Cortes elaboraron la Constitución de 1837, más moderada que la “Pepa”, pero que restablecía la soberanía nacional y el sufragio censitario, y desarrollaba la estructura bicameral de las Cortes (Congreso y Senado). Esta buscaba un acuerdo entre moderados y progresistas.
Llegando el final de la guerra,  la regente puso en el poder a los moderados, provocando de nuevo revueltas (junto con su ley de ayuntamientos que impedía los nombramientos mediante sufragio popular). Esto generó que, dada la popularidad de Espartero, abdicara en su favor.

LA REGENCIA DE Espartero
Espartero fue de los primeros militares en ocupar el poder en España. Retomó las medidas de Mendizábal como la desamortización de los bienes del clero, abolición del diezmo y los mayorazgos.
Sin embargo, creó una ley que permitía la entrada de textiles británicos sin el pago de aranceles (hundiendo el negocio catalán), acción que provocó una revuelta en Barcelona, la cual fue sofocada mediante su ¡bombardeo! Esto provocó que progresistas y moderados se unieran para derrocarlo, lo cual ocurríó cuando el moderado
Narváez organizó una fuerza militar que lo derrotó, provocando su exilio.
Tras esto, las Cortes decidieron adelantar la mayoría de edad de Isabel (13 años), convirtiéndola en reina de España -> Isabel II



Apéndice 2: La Década Moderada
El reinado de Isabel II fue sumamente difícil. El golpe de Narváez provocó la subida al poder de los moderados, que permanecieron en el poder (mejor dicho, Narváez permanecíó) durante diez años, traducíéndose en una estabilidad moderantista para el país. Este liberalismo “doctrinario” se basaba básicamente en el sufragio censitario y la ampliación de los poderes monarcales. 
Para mantener el orden, se fundó en 1844 la Guardia Civil, con funciones principales en el medio rural, lo que permitíó disolver un año después la milicia nacional.
También se aprobó la Ley de Ayuntamientos, pudiendo así el estado centralizar aún más el poder. 
Pero sin duda, el cambio más destacado es la creación de una nueva Constitución en 1845, con un carácter propiamente moderado:
-Soberanía compartida entre Rey y Cortes.
-El Rey aumenta sus poderes, pudendo nombrar y destituir ministros y disolver a su antojo las Cortes.
-Estado confesional.
-Cortes bicamerales: Senado (designado por el rey de forma similar al Estamento de los Próceres) y Congreso de los Diputados (elegidos por sufragio censitario).
Se encargó la ley Mon-Santillán (buscando racionalizar la Hacienda), una refoma fiscal que eliminaba ciertos impuestos caóticos feudales para establecer unos pocos y fáciles de recaudar; además, TODA la nacíón pagaría. La figura clave de esta reforma fue el ministro Bravo Murillo.
Se llevaron a cabo infraestructuras como el Canal de Isabel II y también se redactó un Código Penal.

En 1846 tuvo lugar el inicio de la Segunda Guerrra Carlista en Cataluña, debido al fallido plan de boda entre Isabel y el hijo de Carlos María (Carlos VI), donde Cabrera volvíó a armar partidas carlistas, con poco éxito. Se extendíó hasta 1849.
En 1848, las revoluciones liberales europeas, las cuales defendían acciones como el sufragio universal o el desarrollo del movimiento obrero, se extendieron por España, sin éxito alguno debido a la acción de Narváez. Como consecuencia, en España se produjo una división dentro de los progresistas, surgiendo el ala más radical: El Partido Demócrata en 1849, que busca reformas radicales como la unicameralidad de las Cortes, sufragio universal, educación primaria gratuita…
En 1851 se mejoraron las relaciones con la Iglesia, firmándose un Concordato con la Santa Sede; esta reconocía las vientas de las propiedades del clero realizadas anteriormente y, a cambio, el Estado manténía a la Iglesia. También se renueva el derecho de presentación, mediante el cual el Gobierno propónía como obispos 3 candidatos, de los cuales Roma elegía uno (haciendo que los obispos fueran fieles al moderantismo).


Apéndice 3: El Bienio Progresista, la vuelta al moderantismo y el territorio castellano-manchego en época de Isabel II
EL BIENIO PROGRESISTA
En 1854, surgirá el pronunciamiento del general O’Donnell en Vicálvaro (Madrid), conocido como la Vicalvarada, a la que se unen las masas populares creando barricadas en la capital. Sin embargo, la revolución comenzó a tener éxito con el Manifiesto de Manzanares (redactado por Antonio Cánovas del Castillo) en el que se pedían una serie de reformas, con las que fraguó la alianza de progresistas y demócratas. La reina, por tanto, llamó a gobierno de nuevo a Espartero.
La reforma decisiva fue la Desamortización de Madoz (1855), mediante la cual se expropiaron las últimas “manos muertas”, pertenecientes a instituciones (universidades, hospitales…); y las tierras comunales o bienes de propios (eran las tierras de los ayuntamientos), las cuales eran usadas por habitantes de los pueblos de forma gratuita para sobrevivir o arrendándolas para obtener fondos. Esto trajo consecuencias: 
-Creación de fondos para el déficit público y el impulso de la red de ferrocarriles.
-Ruina de los ayuntamientos y los más desfavorecidos.
En 1856, hubo una nueva constitución que no se promulgó (non nata) puramente progresista: soberanía nacional, limitación de la corona, vuelta de la Milicia Nacional, alcaldes elegidos por vecinos, Senado elegido por votantes, tolerancia religiosa… Además, se promulgaron una Ley General de Ferrocarriles  y una ley de Bancos y Sociedades de Crédito. El autoritarismo de Espartero provocó un distanciamiento con O’Donnell que dio fin al Bienio.

FINAL DEL REINADO DE Isabel II
Tras esto, se creó un Bienio Moderado (1856-57) liderado por Narváez, en el que se derogaban las reformas progresistas y se creó además una ley de suma importancia: la Ley Moyano (1857), que se convirtió en la ley educativa vigente hasta 1970, la cual establecía enseñanza primaria en núcleos pequeños, secundaria en capitales de provincia y regulaba la Universidad (muchos de los edificios fueron expropiados a la Iglesia).
Después comenzó el “gobierno largo” de O’Donnell, con su nuevo partido, Uníón liberal considerado como el primer partido centrista, ya que buscaba la atracción de los moderados más progresistas y de los progresistas más conservadores. Se mantuvo durante 5 años, coincidiendo con la época de gran crecimiento económico, gracias al cual O’Donnell intentó lanzar a España al plano internacional con una serie de intervenciones exteriores llamadas “política de prestigio”, mediante las cuales querían enardecer el espíritu patriótico (pero solo mostró nuestra debilidad militar, al ser ayudados por grandes potencias):
-Expedición a la Conchinchina: Enviada a Indochina junto con Francia, que quería establecer una colonia. Sin beneficios.
-Guerra con Marruecos: Tras la victoria de Wad-Ras, al mes se firmó la Paz de Tetuán, cedíéndonos el Ifni  y mucho dinero.
Un hecho muy grave fue la sublevación campesina de Loja (1861), donde jornaleros repartieron tierras y pedían la república
La corrupción acabó con O’Donnel, por lo que el periodo de 1863-68 se sucederán muchos gobiernos moderados y unionistas débiles, golpeados por la crisis que se abatía por toda Europa.
El primero hecho que simboliza el rechazo a esta situación fue la revuelta estudiantil de la Noche de San Daniel 1865) motivada por la destitución de 2 catedráticos de universidad por haber puesto verde a la reina.
Como consecuencia, en 1866, Prim, líder progresista, dio un fracasado Golpe de Estado con intención de expulsar a Isabel. Otro intento fue la sublevación del cuartel de San Gil, que provoca la muerte de 60 militares.
Estos fracasos conciencian a los opositores a la gordita de que hay que COLABORAR PARA ECHARLA. Este es el objetivo del Pacto de Ostende (1866), mediante el cual se unen republicanos, demócratas, progresistas y parte de unionistas, para que en 1868 se diera a cabo la Revolución Gloriosa que derribó a la monarquía. Tras el alzamiento de Topete en Cádiz, al que se unen los generales Prim y Serrano, se forman Juntas por todo el territorio que derrotan a las fuerzas de la reina, provocando su huida de España.


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