La economía española en el siglo XIX: Transformaciones y retos de la industrialización

La economía española se caracterizó por un crecimiento lento y un atraso relativo respecto a otros países de Europa. La base económica seguía siendo una agricultura estancada y de bajos rendimientos; su industrialización era escasa y muy localizada; y se aplicaba una política proteccionista para defenderse de la competencia exterior.

1. Proceso de desamortización y cambios agrarios

La agricultura era la actividad predominante de la economía española y los productos agrarios eran predominantes en las exportaciones.

– La política desamortizadora

Los ingresos de estas ventas iban dirigidos al saneamiento de la Hacienda pública. El verdadero proceso de desamortización se desarrolló a partir de 1837.

  • a) Desamortización de Mendizábal (Ley de 1837): Afectó principalmente a los bienes del clero regular y desde 1842 también a los del clero secular. El doble objetivo era sanear la Hacienda pública en crisis después de la 1ª Guerra Carlista, y crear una «copiosa familia de propietarios».
  • b) Desamortización de Madoz (Ley de 1855): Afectó a los bienes del clero y de los municipios. El objetivo era reducir la deuda pública, y se pretendía destinar parte de los ingresos obtenidos a financiar la construcción de infraestructuras, sobre todo de ferrocarriles.

Estos procesos desamortizadores tuvieron consecuencias como:

  • Incrementó el número de grandes terratenientes ya que los compradores fueron nobles y burgueses.
  • Permitió poner en cultivo tierras abandonadas.
  • Los más perjudicados fueron los campesinos, la Iglesia y los municipios.

– Cambios agrarios

La producción solo creció ligeramente. Siguió basándose en la trilogía mediterránea. El estancamiento de la agricultura en España fue una de las causas de su atraso económico.

2. Revolución Industrial

España inició su proceso de industrialización con retraso respecto a otros países de Europa debido a los siguientes factores:

  • Escasa demanda derivada del escaso poder adquisitivo de la población.
  • Inexistencia de un mercado nacional con buenas comunicaciones.
  • Ausencia de una burguesía emprendedora y escasez de capitales nacionales, que se destinaron a la compra de las tierras desamortizadas y no a la creación de nuevas industrias.
  • Escasez de materias primas y fuentes de energía.
  • Aplicación de una política proteccionista.

– La industria textil

La industria algodonera catalana fue la que tuvo un desarrollo temprano. Su despegue industrial estuvo favorecido por la abundancia de mano de obra, la incorporación de máquinas y nuevas técnicas de producción.

– Industria minera y siderurgia

La inexistencia de buen carbón y de demanda suficiente explica el estancamiento de esta industria. Se distinguen 3 etapas:

  • Etapa andaluza, hasta los años sesenta: Utilizaba el hierro de la zona y el carbón vegetal.
  • Etapa asturiana, entre los 60 y 80: Cuyo carbón no era de gran calidad.
  • Etapa vizcaína, se desarrolla a partir de la Restauración: La clave del éxito estuvo en el eje comercial Bilbao-Cardiff. Consecuencia del desarrollo empresarial sería la creación de Altos Hornos de Vizcaya en 1902.

La minería española se convirtió a fines de siglo en uno de los sectores más activos de la economía, debido a dos razones:

  • La Ley de Bases sobre Minas de 1868, ley absolutamente liberal que privatizó las minas, lo que favoreció la entrada de capital extranjero. Esta ley supuso una auténtica desamortización del subsuelo.
  • Un aumento de la demanda.

3. Medios de transporte

El transporte interior en la península se veía obstaculizado por sus peculiaridades geográficas y su orografía, lo que dificultaba el desarrollo económico, retrasando el mercado nacional.

El transporte marítimo mejoró gracias a la mejora de los puertos y por la introducción de la navegación a vapor.

Transporte terrestre

Desde 1840 se inició un programa de construcción de carreteras, lo que permitiría la mejora de la red viaria. La verdadera revolución de los transportes tuvo lugar con la llegada del ferrocarril, cuya primera línea inaugurada fue Barcelona-Mataró en 1848.

En la etapa del Bienio Progresista se aprobó la Ley General de Ferrocarriles (1855) que dio un verdadero impulso a la construcción:

  • La construcción y explotación la realizaban compañías privadas, por lo que se facilitaba la entrada de capitales extranjeros. Las compañías más importantes poseían un capital mayoritariamente francés.

La fiebre constructora se vio interrumpida por la crisis de 1866, que fue uno de los antecedentes de la revolución de 1868. A partir de 1876 se produjo un nuevo impulso.

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