La Crisis de la Restauración: El Desastre del 98 y sus Consecuencias
La principal crisis de la regencia de María Cristina de Habsburgo fue la insurrección de Cuba y Filipinas.
En 1895, los separatistas cubanos reiniciaron la guerra contra España, encabezada por José Martí y por el Partido Revolucionario Cubano. A pesar del envío de numerosas tropas, el ejército español presentaba graves carencias. Además, las enfermedades tropicales causaban numerosas bajas.
El Conflicto Hispano-Estadounidense y sus Consecuencias
En 1898, la extraña explosión del crucero norteamericano Maine, que estaba en La Habana, fue la excusa para que el Gobierno de los Estados Unidos enviara un ultimátum al Gobierno de España para que renunciara a su dominio sobre Cuba. La guerra fue rápida y contundente debido a las grandes diferencias entre los dos ejércitos; la escuadra española no podía competir frente a los poderosos acorazados norteamericanos.
Las negociaciones de paz culminaron con la firma del Tratado de París: España cedía Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a los Estados Unidos; a cambio, recibía una compensación económica. El resto de las posesiones españolas en el Pacífico fueron vendidas por España a Alemania en 1899.
La derrota, calificada como el Desastre del 98, causó en España un fuerte impacto en la opinión pública, en los partidos políticos y en los intelectuales. No provocó la quiebra del sistema político ni una grave crisis económica, pero puso de manifiesto la incapacidad de la oligarquía dominante para modernizar el país.
El Regeneracionismo: Una Corriente de Pensamiento Crítico
El Regeneracionismo fue una corriente intelectual, política y literaria que impregnó la vida pública de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Se caracterizó por el análisis de los males del país y su crítica al sistema de la Restauración. Asimismo, la fortaleza que mantenía el caciquismo llevó a los regeneracionistas a justificar la necesidad de contar con un gobernante que actuara de forma autoritaria, pero con carácter temporal.
Crisis del Bipartidismo y Fragmentación Política
El Mantenimiento de la Alternancia y el Fraccionamiento de los Partidos Dinásticos
El asesinato de Cánovas en 1897 y el fallecimiento de Sagasta en 1903 provocaron frecuentes disensiones en el seno de sus respectivos partidos. Los nuevos líderes no fueron capaces de aglutinar a todos los partidarios, que se dividieron en diversas facciones, muchas veces enfrentadas entre sí por personalismos de sus líderes. La alternancia seguía funcionando, pero a medida que avanzaba el siglo XX, los gobiernos obtuvieron cada vez menos respaldo parlamentario.
Aumento de la Contestación Política y Social
Desde comienzos del reinado de Alfonso XIII, progresivamente la contestación política y social se fue incrementando, apoyada por las clases medias urbanas. En las ciudades, los republicanos seguían manteniendo su importancia política, rompiendo el monopolio de los partidos dinásticos, y tuvieron bastante relevancia en Galicia, en la ciudad de A Coruña.
También aumentaron las corrientes anticlericales que acentuaron su enfrentamiento irreconciliable con el catolicismo de la Iglesia, apoyada por el sistema oficial. Asimismo, tuvo gran resonancia el auge de los nacionalismos periféricos.
El Papel del Ejército y la Ley de Jurisdicciones
Según el sistema canovista, el ejército debía estar sometido al poder civil y no intervenir en asuntos políticos. Pero después de 1898, las críticas contra el ejército se generalizaron, causando un fuerte malestar entre los militares que aumentaron su resentimiento contra el gobierno. En 1905, unos oficiales asaltaron varias redacciones de la prensa que defendía el catalanismo y criticaba al ejército, pero el gobierno no se atrevió a castigar a dichos oficiales y aprobó, con el consentimiento del rey, la nueva Ley de Jurisdicciones de 1906.
La Cuestión Marroquí y la Semana Trágica
El Conflicto en Marruecos
La cuestión marroquí se convirtió en un problema importante para los gobiernos españoles, causando graves tensiones políticas, militares y sociales. España trataba de compensar la pérdida de Cuba y Filipinas con la ocupación del norte de Marruecos. En julio de 1909, el ejército español sufrió una derrota en Marruecos. El Gobierno y las clases dominantes consideraron que dichos ataques amenazaban el prestigio internacional de España. Para hacer frente a los ataques de los indígenas del Rif, el gobierno decretó la movilización de los reservistas de los contingentes desde 1903 a 1907.
La Semana Trágica de Barcelona (1909)
El embarque de las tropas en Barcelona provocó el inicio de una huelga general el 26 de julio de 1909, convocada por socialistas y anarquistas contra la guerra y la actuación del Gobierno. La huelga fue un éxito y la protesta se radicalizó. La Semana Trágica tuvo amplias consecuencias políticas: la crisis forzó la caída del conservador Maura y la vuelta al poder del Partido Liberal con Canalejas.
Reformas Clave de la Restauración
Las Reformas de Canalejas (1910-1912)
A partir de 1910, Canalejas propuso una serie de reformas para ampliar la base social del sistema de la Restauración. Entre estas reformas destacan:
- La Ley de Asociaciones Religiosas de 1910, que limitaba el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España.
- La Ley de Mancomunidades Provinciales, para complementar las competencias de los ayuntamientos y canalizar las reivindicaciones regionalistas.
- La Ley de Reclutamiento de 1912, que establecía el servicio militar obligatorio.
Fue asesinado en un atentado anarquista en 1912.
Las Reformas de Maura (1907-1909)
Maura era partidario de emprender una «revolución desde el poder» sin modificar la estructura económica y social, y quiso introducir cambios significativos en la vida política del país para evitar una posible revolución desde abajo. De estas reformas destacan:
- La Ley de Reforma Electoral de 1907, que pretendía una mayor efectividad del sistema sin tener que recurrir a los métodos fraudulentos, pero logró el efecto contrario.
- La Ley de Administración Local, que pretendía incrementar las competencias y la autonomía administrativa de los ayuntamientos y contemplaba la posibilidad de crear mancomunidades provinciales.