Liberalismo moderado definición

1. REVOLUCIÓN LIBERAL Y GUERRA CARLISTA.(1833-1843)


La muerte de Fernando VII condujo al desenlace esperado: la lucha entre partidarios de su hija Isabel que aún era menor de edad y del hermano del rey Carlos María Isidro. El enfrentamiento se produjo en tres guerras: la primera guerra carlista (1833-1840) también llamada guerra de los siete años y la tercera guerra carlista (1872-1876) que fueron verdaderas guerras civiles, mientras que la segunda guerra carlista que tuvo lugar entre 1846 y 1849, también llamada guerra dels matiners, solo tuvo incidencia en Cataluña. El carlismo hacía referencia al infante Carlos María Isidro de Borbón y designaba una forma evolucionada de una corriente política anterior llamada Realismo. La causa carlista implicaba una lucha contra el liberalismo en todas sus formas. Sus bases eran mantener la tradición a través del lema “Dios, patria y rey”, añadiendo los fueros para completar sus principios ideológicos. Las zonas donde el carlismo tuvo una incidencia más importante fueron el País Vasco, Navarra, Cataluña y la comunidad valenciana. Los sectores sociales que apoyaron el carlismo no eran homogéneos habían desde artesanos y campesinos, hasta una parte de la nobleza y de la Iglesia, aunque su núcleo principal fueron las clases acomodadas. En la zona del País Vasco y Navarra se convirtió en un movimiento reaccionario y con notable apoyo popular y lo mismo ocurríó en Cataluña y la Comunidad valenciana. El miedo a los cambios que podía traer un estado liberal, provocó que estos sectores se apuntaran a la causa carlista. El caso Vasco y Navarro añadía una cuestión importante: los fueros, es decir, las leyes propias que el liberalismo parecía que aboliría, siguiendo la idea de la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos/as. Si hablamos de tres guerras carlistas esto nos demuestra que el movimiento no tuvo éxito. Una de las causas fue la falta de un ejército regular, además no se extendíó a toda la península y jamás ocupó un núcleo de población importante. Los carlistas siguieron el modelo aplicado durante la guerra de la independencia, la guerra de guerrillas. Se organizaron una serie de partidas alrededor de cabecillas locales donde la indisciplina y la falta de enfrentamiento directo con el ejército irregular fue la tónica general.
Esto le dio a la guerra un carácter cruel ya que no había organización y se practicaban actos de delincuencia y bandolerismo. El enfrentamiento bélico duró de 1833-1840, Zumalacárregui fue el general carlista más destacado en el País Vasco. Murió en el asedio de Bilbao y fue sustituido por el general Maroto. En el bando liberal el principal general fue Baldomero Espartero. Espartero consiguió numerosas victorias, en 1839 consiguió la paz que firmó con el general Maroto. Es el llamado convenio de Vergara en 1839. Así acabó la primera guerra Carlista respetando los fueros y con la entrada de las tropas carlistas en el ejército regular. En Cataluña la guerra se prolongó hasta Julio de 1840 con el general Ramón Cabrera.


2. EL ESTABLECIMIENTO DEL ESTADO LIBERAL (1833-1840)


La reina regente María Cristina reuníó alrededor de su hija a los absolutistas que se habían mantenido al lado de su marido Fernando VII y a los liberales, muchos llegados del exilio. Gran parte de la nobleza apoyaba a los isabelinos y naturalmente la burguésía. Fue nombrado presidente Francisco Cea Bermúdez, que prometíó una serie de reformas sobre todo de carácter administrativo, para solucionar los problemas que atravesaba el país y aprobó la división provincial del estado.  Mientras el presidente del gobierno realizaba estos cambios, Carlos María Isidro se autoproclamaba rey y empezaba la guerra que duraría 7 años. Ante esta situación, María Cristina, no tuvo otro remedio que pedir el apoyo de los liberales para salvar la corona de su hija. El ejército y la administración se pusieron también al lado de la reina regente que además contaba con el apoyo de dos aliados de peso, Francia e Inglaterra, que veían en el liberalismo la oportunidad de adentrarse en el mercado español. Pero los liberales solicitaron un cambio de gobierno, que ampliara las libertades y que hiciera las reformas efectivas. En Enero de 1834, la reina puso al frente del gobierno a Francisco Martínez de la Rosa, que había sido un líder moderado durante el trienio liberal. Con él, no podían esperarse restaurar la constitución de 1812 que parecía muy avanzada para los liberales moderados, quienes a cambio consiguieron que la reina aprobara el Estatuto Real en 1834. Este documento tenía como objetivo básico realizar una convocatoria de cortes. En esta cortes estarían, representados la nobleza y el clero. Además los posibles procuradores debían reunir unas condiciones de renta elevadas para poder ser elegidos. Por tanto, el estatuto no tenía el carácter de una constitución, si no de una Carta Otorgada, en este caso por la reina regente. Por ello, no habla de soberanía, ni de derechos de los ciudadanos. El sufragio era censitario basado en la economía. Vemos que no abría la puerta a las ideas liberales y era restrictivo en derechos para los ciudadanos. Empezó la diferencia entre liberales moderados y liberales progresistas. En 1835, se produjo en Barcelona una revuelta popular que se extendíó a muchas ciudades donde aparecieron juntas revolucionarias que exigían cambios verdaderos. Esto y la situación de guerra que vivía el país provocaron que los liberales más progresistas llegaran al poder en Agosto de 1835 empezaron a gobernar los progresistas. Desde el exilio en Londres llegó el financiero Juan Álvarez de Mendizábal que se encargó de formar gobierno e inició una importante labor. Prometíó acabar con la guerra, reuníó a las cortes para dar libertad de prensa y empezó una desamortización, todo con el fin de debilitar la fuerza de la iglesia y hacer frente deuda nacional. 


2.1. LA REFORMA AGRARIA LIBERAL.DESAMORTIZACIÓN


El objetivo de la reforma agraria era modernizar la agricultura española, atrasada por su estructura latifundista y escasos avances técnicos, en segundo lugar aumentar la reforma agraria y a la vez mecanizar el campo y en último lugar liberar mano de obra campesina que pudiera acceder a la industria. En esta labor se aliaron la Corona, la nobleza y la burguésía para abolir el régimen señorial y acabar con las posesiones de la iglesia. Como la tierra era el máximo valor económico de la época, quien más tierras tuviera más poder tendría y los liberales, gracias al impulso de Mendizábal, iniciaron el proceso de transformación que llegó al año
1836 a la expropiación de los bienes eclesiásticos y más tarde con la obra de Pascual Madoz que expropió los bienes comunales.  Este patrimonio pasó a manos del estado que lo vendíó en sucesivas subastas

. ¿Quién salíó ganando?

Los promotores de la reforma, es decir, la nobleza y la burguésía, que poco hicieron por modernizar la agricultura y se dedicaron a vivir de las rentas de sus propiedades.  El dinero obtenido por el estado en este proceso se utilizó para financiar la red ferroviaria, los gastos militares de la guerra carlista y para disminuir la deuda pública. Los campesinos se quedaron sin tierras y se alistaron a las filas carlistas empujados por la iglesia que era la que había salido perjudicada del proceso. Esta situación fue especialmente caótica hasta 1855 cuando el estado se comprometíó con la Santa Sede (Vaticano) a devolver el patrimonio que aún no había vendido. Como no se modernizó la agricultura y el dinero de la burguésía se invirtió en tierras, este hecho tuvo consecuencias en el proceso de industrialización de España. En términos legales las medidas que se tomaron fueron las siguientes: – Se suprimieron los privilegios de la mesta (asociación ganadera que desde la Edad Media tenía derecho de paso sobre muchas tierras para practicar la trashumancia de las ovejas). Esto supuso la apertura de nuevas tierras de cultivo, pero a la vez la caída de la producción de lana. 

Desaparecieron las señorías jurisdiccionales que perduraban desde la Edad Media y con ello los nobles ya no podían administrar justicia en sus territorios. Los nobles no obstante se quedaron con las tierras y los campesinos perdieron todos sus derechos. 

Se liberaron los mayorazgos ( eran las tierras que pasaban de un noble a un hijo mayor para que no se dividiera el patrimonio ). Así estos patrimonios pudieron ser comprados y vendidos. 

Desamortización de los bienes eclesiásticos, primero con Mendizábal y luego con Pascual Madoz que finalizaba el proceso, expropiando las tierras comunales a los municipios.

3. LA CONSTITUCIÓN DE 1837


La destitución de Mendizábal provocó una serie de revueltas, entre ellas las “sargentadas” en Agosto de 1836 a cargo de los sargentos de la guardia real, y la reina ante la presión del ejército se vio obligada a retomar la constitución de 1812, que estaba desfasada por lo cual era necesario dictar una constitución. Se convocaron elecciones a cortes que redactaron la constitución de 1837. 


Esta nueva constitución tiene especial importancia porque representa la consolidación del sistema constitucional en España. Esto garantizaba una serie de derechos a los ciudadanos y limitaba en cierta medida el poder de los gobernantes, fuera cual fuera su tendencia política. La idea de esta nueva constitución era encontrar una vía intermedia entre la constitución de Cádiz y el Estatuto Real, de manera que fuera aceptada por progresistas y moderados. Se manténía la idea de la soberanía nacional y de los derechos de los ciudadanos y también la división de poderes limitaba el poder del monarca, e introducía una segunda cámara y manténía la religión católica como la única del estado. Las dos cámaras eran el congreso y el senado, y con estos cambios se consolidó en España el llamado Régimen Liberal, que favorecía en principio a una parte de la vieja nobleza y a la nueva burguésía enriquecida con el comercio y las finanzas. El ideal de los liberales iba contra el absolutismo y los carlistas, quedando dividido en dos fórmulas:  la del partido moderado y la del partido progresista.

Los moderados eran partidarios de:

Sufragio restringido. ● Libertades limitadas. ● Soberanía nacional compartida entre las cortes y la corona. ● Potestad real para nombrar ministros y disolver las cortes. 

Los progresistas apostaban por:

Sufragio más amplio. ● Reconocimiento de la libertad de opinión, de religión y de prensa. ● Soberanía nacional sólo en las cortes. ● La reina no podía intervenir en la vida política, pero sí disolver las cortes.

4. LA REGENCIA DE Espartero


Tras un enfrentamiento entre el líder progresista, Espartero y la reina regente, está renunció al cargo, que lo asumíó el general durante el periodo (1841-1843), Espartero llegó a este cargo por el prestigio conseguido al derrotar a los carlistas y haber pacificado al país. Espartero gobernó de forma autoritaria y nombró jefes de gobierno a personas de su confianza. No supo reforzar el sistema constitucional y se encontró con varias sublevaciones durante su regencia. Firmó un tratado comercial con Inglaterra que amenazaba a la industria textil catalana. Este hecho provocó una revuelta en Barcelona, que fue sofocada con bombardeos a la ciudad desde el castillo de Montjuïc, provocando centenares de muertes. Esto desprestigió al general y le condujo a la larga a ser derrocado y tener que exiliarse durante un tiempo en Inglaterra, tras el pronunciamiento del general Ramón Narváez ( líder de los liberales moderados) podemos comprobar de nuevo la presencia del ejército en la vida política española. En 1843, Isabel II, con tan solo trece años, era declarada mayor de edad y reina de España. 


5.1. LA DÉCADA MODERADA (1843-1854)


Se inicia el reinado de Isabel II sin cambios ni reformas políticas ni estatales. El general Narváez, líder de los conservadores, se había puesto al frente del gobierno. Los hechos más destacados de esta época son la redacción de una nueva constitución (1845) y el concordato con el Vaticano (1851). En el plano económico la aparición del ferrocarril (1848) fue el hecho más significativo. Los progresistas pasaron a la oposición y los moderados monopolizaron el poder con el apoyo de la reina.  El régimen liberal se consolida plenamente en esta etapa. Los moderados, con mayoría absoluta en la cámara, obtenida en las elecciones, desarrollaron un sistema político que controlaba completamente la corona mediante el consejo de ministro. De hecho, el Antiguo Régimen y el absolutismo habían quedado atrás, pero sin dejar de lado el poder de la monarquía. A modo de ejemplo, la reina es la que designaba a los alcaldes en aquellas poblaciones que superaran los 2000 vecinos. Así pues, no veremos reformas espectaculares en este periodo, ya que la burguésía instalada en el poder tampoco era partidaria de problemas y revueltas sociales. Todo este proceso político quedó definido en la constitución de 1845, que dotaba a la corona de una influencia decisiva, porque además de poder nombrar ministros y disolver las cortes, la reina tenía la potestad de designar diputados o senadores sin límite en una de las dos cámaras. Los principios políticos que establecen la constitución de 1845 define las líneas políticas del estado español durante el resto del Siglo XIX y buena parte del XX. Sus instituciones esenciales se mantendrán durante la restauración.  Esta constitución ha sido criticada precisamente porque tenía poco de liberal y consolidaba en el poder a unos grupos oligárquicos determinados que condujeron a frenar el desarrollo del capitalismo, y para algunos al fracaso de la revolución industrial, ya que la burguésía no representaba en ese momento una alternativa de cambio. La constitución proclamaba que la soberanía era doble, compartida entre la corona y las cortes. Existían dos cámaras: congreso y senado. Y el voto era censitario. Las leyes que completan la constitución son bastante importantes, la de imprenta de 1845, la ley electoral de 1846, un nuevo código penal de 1848 y la firma del concordato de 1851. Este último acuerdo intentaba frenar el malestar de la iglesia por la desamortización de Mendizábal. El nuevo gobierno liberal moderado quería tener el apoyo de la iglesia.  Otra gran interés del gobierno fue mantener el orden público y crearon un nuevo cuerpo de policía profesional, la Guardia Civil (1844). También se fundó el banco de San Fernando que se convirtió en el precedente de banco de España. A la vez se unificó el sistema de peso y medida que mejoró el comercio interior. Podemos resumir diciendo que el régimen moderado se consolidó porque concedíó a la oligarquía agraria y financiero la mayor parte del poder, permitiendo que la burguésía se enriqueciera y acumulara capital. 


Se reprimíó cualquier intento de protesta por parte del movimiento obrero. Pero al final cayó en 1854. Paralelamente se produjo la segunda guerra carlista. Se inició en 1846, conocida también como la Guerra dels Matiners ( eran guerrilleros que atacaban al ejército liberal durante la madrugada o cuando estaban durmiendo). Tras la primera guerra carlista se produjo un intento por parte del carlismo de buscar una resolución pacífica al conflicto, mediante la propuesta de matrimonio entre el hijo del pretendiente Carlos V con Isabel II, solución patrocinada por la fracción más derechista de los moderados. Este intento, se vio frustrado cuando Isabel II se casó con su primo Francisco de Asís, duque de Cádiz. Por tanto ante esta situación solo quedaba una alternativa: la guerra. También contribuyó al estallido del conflicto la situación del campesinado y la crisis económica de los años 1846-1848. Ramón Cabrera fue uno de los líderes de la insurrección. Finalmente el ejército liberal, liderado por Pavía, aplastó la revuelta de 1849. 

5.2.EL BIENIO PROGRESISTA.(1854-1856)


En Francia, el Golpe de Estado de Luis Napoleón, también influyó en el estado español. Bajo el gobierno de Juan Bravo Murillo, se suspendieron las cortes que no se reunirán hasta finales de 1852 y las disuelve. A partir de entonces el presidente Juan Bravo Murillo inició un gobierno que quería ampliar aún más los poderes de la corona. Su proyecto restringía el sistema político y los dos grandes partidos se opusieron a su reforma, Bravo Murillo se vio obligado a dimitir y los gobiernos posteriores de Lersundi y Sartorius, no solucionaron la situación de incertidumbre política, ya que las cortes se reunían y se clausuraban en periodos muy cortos. De hecho, se estaba vulnerando la constitución y algunos diputados así se lo hicieron saber a la reina que no hizo caso de sus peticiones. Así en Febrero de 1854, se produce el primer levantamiento en Zaragoza reprimido duramente. La actuación del ejército descontento con la situación fue decisiva. En Julio de 1854, se redactó el Manifiesto de Manzanares, a cargo del político moderado Cánovas del Castillo, que pedía una serie de reformas entre ellas acabar con la camarilla de la reina que influía en sus decisiones. Durante el mismo mes de Julio se produjeron levantamientos en Barcelona, Valladolid y Valencia que provocaron la división del gobierno y la creación de una junta de salvación para reunir de nuevo unas corte constituyentes. El general O’Donnell miembro destacado de los liberales moderados junto con otros generales pusieron de manifiesto el descontento popular. Ante esta presión intervino, y tras el acuerdo de Vicálvaro se convocaron elecciones para el mes de Noviembre, que ganaron los progresistas y decidieron llamar a Espartero como jefe de gobierno.


El general que había sido marginado tomaba de nuevo el poder incluyendo en su gobierno progresistas pero también a conservadores como O’Donnell. No será un periodo fácil políticamente hablando porque tanto los progresistas de Espartero como los moderados de O’Donell se enfrentaron en diversas cuestiones: la iglesia, las libertades políticas, la actitud ante los movimientos populares y la aparición del partido demócrata que quería reformas más radicales. Empieza un periodo constituyente, reinstaurando provisionalmente la constitución de 1837. Este gobierno que solo durará dos años llevará a cabo importantes reformas económicas: una nueva desamortización del ministro Madoff, la ley general de ferrocarriles y la reforma bancaria. Nada en favor de las clases populares, excepción hecha de la autorización de asociaciones obreras, legalizadas tras la primera huelga general en Cataluña (1855). El primer aspecto, el de la desamortización, afectaba a los bienes comunales o municipales y también a los eclesiásticos, en menor medida porque ya estaban incluidos en la de Mendizábal. Esta nueva desamortización perjudicó especialmente a los campesinos y a la población rural porque perdieron las tierras comunales, empobrecidos aún más. También cambió el aspecto de las ciudades al privatizarse edificios religiosos y propiedades municipales. El segundo aspecto regulaba la situación de los ferrocarriles y ampliaba la red ferroviaria que había tenido como primer modelo el trayecto Barcelona-Mataró (1848). En cuanto a la reforma bancaria aceptó a la regulación en la creación de entidades financieras. La situación del gobierno de Espartero se encontró en un callejón sin salida, por los desacuerdos e intereses diferenciados en las dos cámaras legislativas, que habían sido incapaces de redactar una nueva constitución. Las sublevaciones obreras y la dimisión de Espartero que no era apoyado por la reina llevó al poder al ministro de la guerra O’Donnell que acabó con el bienio progresista de Julio de 1856. 

6 UN ESTADO CENTRALIZADO: LIBERALISMO Y FUEROS


La centralización política a cargo del estado liberal mostraba la tendencia que se había iniciado con la llegada de los Borbones al trono de España. Siguiendo el modelo aplicado en Francia se produjo un aumento desmesurado de la burocracia y por tanto crecíó el gasto público. El estado fue adquiriendo competencias que tradicionalmente habían estado en manos de instituciones u organismos de nivel inferior. Una medida fue la de unificar idiomáticamente toda España con el uso del castellano. Además ya en el año 1833 se había promulgado un real decreto que establecía la división provincial del estado en 49 provincias y cada provincia quedaba bajo las órdenes de un gobernador civil que era a la vez presidente de la diputación y del ayuntamiento de la capital, y representaba toda la autoridad del gobierno central. Así las órdenes llegadas de Madrid se aplicaban de forma rápida en todo el territorio, a través del ministerio de la gobernación. 


Pero el protagonismo del ejército fue evidente y a menudo los capitanes generales de cada regíón asumían competencias atribuidas en principio a autoridades civiles. Hemos visto que la creación de la guardia civil en 1844, desplegada por toda España, dio lugar a la existencia de una policía fiel al gobierno en todo los puntos del estado. El gobierno de Narváez había creado un cuerpo con organización militar que tenía por misión en palabras textuales “ velar por el buen orden, la seguridad pública y la protección de las personas y de las propiedades, fuera y dentro de las poblaciones “. Este organismo, quedará como otros, como un elemento perdurable en la historia de la España reciente. Si hablamos de centralización, uno de los elementos que contribuyó a ella, fue la creación de una red ferroviaria, siguiendo la estructura radial con centro en Madrid, de forma similar al proyecto de Carlos III que había creado un sistema centralizado mediante una red radial de carreteras. A partir de año 1850 este despliegue permitíó la circulación de mercancías y personas por territorio, pero también de tropas en caso necesario. La ley general de ferrocarriles llegaría el año 1855 y permitíó el acceso a algunas zonas despobladas, pero su trazado fue completamente arbitrario. Durante la época de la década moderada se redactó un nuevo código penal que unificó el sistema judicial del país. También se aplicaron reformas como el sistema métrico decimal de inspiración francesa, que sustituyeron las antiguas formas de pesos y medidas. En el año 1868 se establecerá la moneda única en toda España, la peseta, y acabó con los sistemas monetarios variados que existían en España. Estas medidas dinamizaron el mercado interior, gracias al ferrocarril aumentaron los intercambios comerciales, pero como siempre con una legislación proteccionista que frenaba la llegada de productos extranjeros. Todo el proyecto de centralización llevado a cabo por el gobierno liberal chocó de frente con la oposición de dos zonas geográficas tradicionalmente con instituciones propias, leyes particulares y un cierto autogobierno. Fue el caso del País Vasco, Navarra y Cataluña. El sistema foral que existía en el País Vasco parecía tambalearse con las reformas administrativas liberales. Tras la firma del convenio de Vergara no había quedado muy claro cuál era la situación política de las provincias vascongadas y de Navarra. Los fueros habían sufrido una profunda alteración durante la primera guerra carlista y las diputaciones forales fueron sustituidas por las diputaciones provinciales y se implantó una nueva organización judicial. El primer gran debate sobre el sistema foral se extendíó desde 1839 a 1844 donde discutieron y presentaron diferentes opciones moderados y progresistas. Mientras los progresistas deseaban la igualdad de todos los ciudadanos del país, se desconocían los motivos que los moderados, creadores del centralismo, tenían para mantener el sistema foral. Diferentes decretos y normativas condujeron a que en el año 1844 se restauraran a la restauración de la legislación de las juntas generales y las diputaciones forales, que creará de hecho la existencia de una organización autónoma en estos territorios.


Como hemos dicho se abolieron las aduanas y esto permitíó una mejora en el intercambio comercial entre las provincias forales y el resto del territorio español. En 1870, se produjeron nuevos cambios y se realizaron nuevas restricciones. Por ejemplo se obligó a realizar el servicio militar a los ciudadanos de estos territorios, y además contribuir con impuestos a las arcas del estado. Se realizó un concierto muy beneficioso y distinto al de otros territorios peninsulares quedando los impuestos en manos de las instituciones vascas. Por tanto podemos concluir que a pesar de algunos recortes, las instituciones vascas sobrevivieron al estado liberal, lo que no impidió las simpatías hacia los carlistas especialmente en la zona de Navarra.

7.1. LA SITUACIÓN POLÍTICA


En los últimos años de Isabel II, se alternaron en el poder dos grupos políticos: los miembros de la uníón liberal o unionista ( grupo escindido de los moderados años atrás) encabezados por el general O’Donnell y los gobiernos moderados del general Narváez. El carácter conservador de ambos líderes provocó entre otras cosas la restauración de la constitución de 1845 que daba amplios poderes a la corona. Se produjeron numerosas revueltas progresistas y la situación del país era difícil. Espartero había vuelto al poder durante el bienio progresista pero no había conseguido aprobar una nueva constitución, ni tampoco consolidar los principios más avanzados del liberalismo. Terminado el bienio progresista y con O’Donnell de nuevo en el poder y en Cataluña se produjo una nueva revuelta popular en 1856. El ejército reprimíó la revuelta a cargo del general Zapatero, provocando solo en la ciudad de Barcelona más de 400 muertos. Su salvaje actuación a parte de fusilamientos supuso también deportaciones y un paso atrás en los derechos. Se prohibieron las asociaciones obre y se dictó el estado de excepción en Cataluña. En esta etapa destaca también la aprobación de la ley de Moyano, ministro de institución pública, que regulaba los estudios no universitarios en España. Empezaron los años de las conspiraciones, y algunos militares y liberales iniciaron el proceso que llevaría a terminar con una situación que estaba enmascarada por la política de Narváez, quien buscaba en problemas exteriores al país, la mejor forma de distraer la atención de problemas internos. Algunos ejemplos fueron enviados un pequeño contingente a la Conchinchina, o el episodio de México donde gracias a la habilidad del general Prim se pudo salir dignamente de un desastre seguro. Por último no podemos olvidar el problema en Marruecos (1859-1860), cuando se intentó engañar al país en una guerra perdida de antemano, costó el envío de 40000 hombres para ocupar un enclave que no tenía ninguna importancia estratégica, basándose en el sueño de recobrar una pequeña parte del prestigio colonial de España. De toda esta política de intervencionismo internacional, solo salíó beneficiado el general Prim quien se convirtió en el líder de los progresistas.


Este general, mitificado por algunos, también tiene su parte oscura, ya que bombardeó a sangre fría a la población civil de Barcelona en la revuelta de 1843 y mató a numerosos marroquíes en la conquista de Rif. Durante este periodo de conspiraciones se produjeron numerosos levantamientos de militares progresistas sin éxito. 

7.2 LA CAÍDA DE LA BOLSA Y EL FINAL DEL RÉGIMEN DE Isabel II


En el año 1866 se produjo una profunda crisis financiera. Por un lado se constató la poca rentabilidad económica de la red ferroviaria, que frenó las inversiones y provocó la caída de las acciones de las compañías ferroviarias y de los títulos de la deuda pública. Todo esto conllevó la caída de bancos y entidades financieras. Las fuertes inversiones realizadas en los ferrocarriles, se vieron pronto poco rentables. Los nuevos tramos construidos que habían supuesto un importante gasto, comenzaron a no dar beneficios a pesar de las subvenciones estatales, y no era suficiente la especulación bursátil para mantener el sistema. La crisis había llegado a su punto máximo, terminando con un periodo de falsa prosperidad, que se encuentra reflejado en la novela “La fiebre del oro”. La crisis financiera y bursátil vino acompañada de dos años de malas cosechas, lo cual agravó la situación de las clases populares ya que el precio del trigo había subido en Madrid en dos años el 100% y era la base de un producto de primera necesidad. Por otro lado la industria textil catalana, sin algodón a raíz de la guerra de secesión de los EEUU (1861-1865), comportó la ruina de pequeñas empresas y llevó a muchos trabajadores al paro. Los soldados del norte habían cerrado los puertos sudistas e impidieron la exportación de algodón que era básico para la industria textil. A este periodo se le conoce como El Hambre de Algodón y supuso repercusiones económicas muy notables. Si a todo esto, añadimos las dificultades políticas, la marginación constante que habían sufrido los progresistas y el creciente desprestigio de la monarquía, veremos el camino abierto a la revolución. En Junio de 1866 se produjo una revuelta en Madrid, protagonizada por los sargentos del cuartel de San Gil que pedían reformas democráticas. Este hecho dio pie a que la reina se ganara el rechazo popular y perdiera el mínimo de respeto por parte de la población. La reina se había ganado el odio del pueblo. Su falta de visión política, de humanidad, la nefasta influencia de sus asesores más directos, la llevaron a condenar a muchos líderes políticos como Sagasta y Castelar a su ejecución a garrote vil, del que afortunadamente pudieron escapar. La reina ante la revuelta por las calles de Madrid pedía que se continuara matando a los sublevados, y ante su insistencia, el propio general O’Donnell le habría dicho: “ ¡ pues no ve señora que, si se fusila a todos los soldados cogidos, va a derramarse tanta sangre que llegará hasta su alcoba y se ahogará en ella!”. Esta situación provocó que la oposición empezara a organizarse. 


Los progresistas negociaron con los demócratas (republicanos) el llamado Pacto de Ostende, el 16 de Agosto de 1866, estableciendo un acuerdo con un mínimo de dos puntos: “para destruir todo lo existente en las altas esferas del poder” “para que se nombrase enseguida una asamblea constituyente, la cual decidiría la suerte del país, elegida por sufragio universal directo” No todo el mundo se fio del pacto incluso se negaron a entrevistarse con el general Prim. Su visión política no estaba equivocada. Prim, no era precisamente un hombre de fiar. Jugaba a dos o tres bandas, de hecho intentó acercarse a los unionistas de O’Donnell e incluso intentó pactar con los carlistas. La muerte de O’Donnell y su sustitución por el general Francisco Serrano provocó que la uníón liberal se sumara al pacto. Esta coalición sería la que daría el Golpe de Estado en 1868. En mes de Septiembre se produjo una insurrección popular en Cádiz y se formaron juntas revolucionarias. Todos estaban contra Isabel II. La reina se vio obligada a huir al exilio del que no volvería. No todo el mundo tenía los mismos intereses en este proceso, Prim y sus seguidores solo querían hundir el gobierno y llegar al poder, los republicanos querían acabar con la monarquía y los jornaleros andaluces y los obreros catalanes querían terminar con una sociedad injusta. Se formó un nuevo gobierno provisional, donde el general Serrano fue proclamado regente y el general Prim jefe de gobierno. Terminaba así el régimen que se había iniciado en 1833.

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