El Carlismo Tras la Tercera Guerra Carlista
El carlismo llegó debilitado a la Restauración tras ser derrotado por la Tercera Guerra Carlista. Sin embargo, siguió existiendo como movimiento político tradicionalista que defendía:
- El **absolutismo moderado**.
- La **religión católica** como pilar del Estado.
- La oposición al **liberalismo** y al **centralismo**.
Su influencia se mantuvo viva sobre todo en zonas rurales de fuerte arraigo religioso, como Navarra, el País Vasco, la Cataluña interior y parte de Aragón.
Tensiones Internas y División Ideológica
Durante esos primeros años sin guerra, el carlismo se centró en la lucha política y cultural, pero pronto surgieron importantes tensiones internas. El núcleo del conflicto fue la actitud frente al liberalismo.
La Postura Intransigente
Una parte del carlismo, representada por Cándido Nocedal y más tarde por su hijo Ramón Nocedal, defendía una postura ultracatólica e intransigente, totalmente contraria a cualquier participación en el sistema político liberal.
La Vía Pragmática
La dirección oficial carlista, encabezada por Carlos VII, consideraba que era necesario actuar de forma pragmática y aprovechar las posibilidades que ofrecía la política para difundir sus ideas y recuperar la influencia social. Esto provocó un choque ideológico directo: los nocedalistas acusaban a los carlistas de moderación y de alejarse del espíritu tradicional del movimiento. El carlismo quedó dividido y perdió parte de fuerza y capacidad de movilización, pero siguió manteniendo una base fiel en las zonas donde el tradicionalismo estaba más arraigado.
El Movimiento Obrero en la Restauración
Anarquismo
El anarquismo tuvo arraigo en zonas rurales pobres de Andalucía y los núcleos industriales de Cataluña. Sus militantes rechazaban el Estado y la participación política y defendían la emancipación mediante la acción directa y la organización libre de los trabajadores.
- En 1881 se fundó la **Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE)**, que intentó agrupar al movimiento anarquista de forma pacífica y legal.
Sin embargo, la fuerte represión y la miseria rural provocaron la aparición de sectores más radicalizados. En este contexto apareció La Mano Negra, un supuesto grupo secreto anarquista implicado en delitos y sabotajes contra grandes propietarios en Andalucía.
Socialismo
El socialismo apostó una vía política y sindical para mejorar la vida de los trabajadores. Fue impulsado por Pablo Iglesias, quien fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) para representar a la clase obrera y promover la igualdad social.
- En 1888 nació la **Unión General de Trabajadores (UGT)**, un sindicato vinculado al partido que luchó por la mejora de salarios, la reducción de la jornada laboral y el reconocimiento de los derechos de huelga y asociación.
La Crisis Colonial y el Desastre del 98
Después de la Tercera Guerra Carlista, la monarquía española de Alfonso XII se enfocó en conservar su imperio colonial, especialmente Cuba, Puerto Rico y Filipinas, territorios de gran importancia económica para España, particularmente Cuba, que producía azúcar y tabaco.
Conflictos en Ultramar
En 1878, la Paz de Zanjón buscó poner fin a la Guerra de los Diez Años en Cuba, prometiendo reformas y autonomía, aunque el gobierno español no cumplió completamente lo pactado. El nacionalismo cubano persistió, liderado por José Martí, quien impulsó la Guerra de Independencia Cubana en 1895. La respuesta española fue enviar al general Valeriano Weyler, quien implementó la «política de reconcentración», trasladando a miles de campesinos a zonas vigiladas, lo que provocó una crisis humanitaria y generó rechazo a la dominación española.
Mientras tanto, en Filipinas, José Rizal lideró un movimiento reformista que buscaba mejoras y modernización, pero fue ejecutado en 1896, radicalizando la situación y dando paso a una revolución independentista liderada por el Katipunan.
Al final del siglo XIX, España se enfrentaba a dos guerras coloniales simultáneas y al creciente interés de Estados Unidos por intervenir en el Caribe y el Pacífico, lo que llevó a la Guerra de 1898 y a la pérdida definitiva del imperio colonial español, con Estados Unidos mostrando un interés estratégico en Cuba.
La Guerra Hispano-Estadounidense
La prensa estadounidense exageró los abusos españoles en Cuba para generar apoyo a la intervención. El incidente del acorazado USS Maine, que explotó en el puerto de La Habana en febrero de 1898, fue utilizado como pretexto para declarar la guerra a España, con el lema «Remember the Maine, to Hell with Spain!». Aunque la guerra tenía objetivos económicos y expansionistas más amplios, la superioridad militar estadounidense se hizo evidente en la batalla de Cavite (Filipinas) y en Santiago de Cuba.
La derrota obligó a España a firmar el Tratado de París de 1898, cediendo Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam a Estados Unidos. Además, en 1899, España vendió las Islas Carolinas y las Marianas a Alemania, marcando el fin del imperio colonial español iniciado en el siglo XVI.
Consecuencias de la Pérdida Colonial
La pérdida de las colonias provocó una crisis moral, política e ideológica en España.
Impacto Económico
Aunque la derrota fue simbólica, las consecuencias económicas no fueron tan graves como se esperaba. La pérdida de las colonias no hundió la economía española, y muchas fortunas coloniales regresaron al país.
Se produjo una repatriación de capitales procedentes de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que se invirtieron en el sistema financiero y en nuevas actividades industriales, permitiendo el desarrollo de la banca moderna. El capital retornado se dirigió principalmente a sectores urbanos y productivos como la construcción, siderurgia, textil, energía eléctrica y transportes, así como a la creación de nuevas sociedades mercantiles.