Pueblos Prerromanos y Colonizaciones en la Península Ibérica

Durante el primer milenio a.C. se fueron conformando en la Península culturas diferentes, pero interrelacionadas entre sí. De Europa, llegaron a la Península los celtas, pueblos indoeuropeos de guerreros ganaderos que se asentaron en el interior, oeste y norte. Desarrollaron una economía agropecuaria, trabajaron la cerámica y fabricaron armas y utensilios de hierro. No conocían la moneda ni la escritura. Vivían en castros y su organización social era en clanes familiares. Los pueblos de agricultores autóctonos, los íberos, se quedaron en el este y sur. Entre ambos pueblos, surgieron en la zona central de la Península, los celtíberos, siendo estos, una mezcla de los anteriores. Del Mediterráneo, llegaron pueblos a la zona íbera como los fenicios, que fundaron colonias comerciales entre las que destaca Gadir. En el siglo VII a. C. llegan los griegos fundando enclaves como Emporion. Por último, los cartagineses, herederos de los fenicios, llegan entre los siglos VI y V a. C., con el objetivo de expandirse por el Mediterráneo fundando enclaves como Cartago Nova. Las aldeas íberas aprendieron de ellos a escribir y nuevas tecnologías, así como el uso de la moneda, el alfabeto, el torno de alfarero, la salazón del pescado o nuevas técnicas de cultivo. Destacan algunas manifestaciones artísticas como la Dama de Elche. Por último, en el suroeste peninsular se desarrollaron los Tartessos, un rico y legendario reino del que se tiene conocimiento por textos y restos arqueológicos materiales, dedicado a la agricultura y a la minería que mantuvo una intensa actividad entre el 1000 y el 500 a. C. Desapareció por causas desconocidas.

La Hispania Romana

La conquista romana de la Península Ibérica se realizó entre el 218 – 19 a.C. a causa de la lucha entre Cartago y Roma. Cronológicamente separamos 3 etapas: 1. Segunda Guerra Púnica y ocupación del área ibérica (218-197 a.C.), con conquistas y consolidaciones en este de la Península; 2. Las guerras celtíbero-lusitanas (197-133 a.C.). En el 197, la península fue dividida en dos provincias: Hispania Citerior e Hispania Ulterior. Se conquista prácticamente la totalidad de la península a excepción de la franja astur-cántabra. 3. Desde el 29 a.C. hasta el 19 a.C., guerras cántabro-astures dirigidas por el emperador Augusto. Las provincias se amplian. A partir de la conquista total de la península, quedará integrada en el Imperio Romano durante 5 S. Durante esta conquista se produjo la romanización (adopción por parte de los pueblos conquistados, de la lengua, la cultura, las formas de organización y los modelos de vida romanos). El proceso de romanización en la Península nos dejó como principal legado en la Península: a) La lengua latina: se impuso inicialmente en las ciudades y, más tarde, en las zonas rurales. Aparece así el latín vulgar, del que derivan el castellano, el catalán…únicamente pervivió la lengua vasca. b) El derecho romano: que defendía los derechos del individuo, especialmente el de propiedad. c) La religión romana: religión politeísta que incluía el culto al emperador. A pesar de ello, algunas creencias autóctonas no desaparecieron. Posteriormente se extendió el cristianismo. d) Las obras públicas: destacamos sus edificaciones y obras de ingeniería. Encontramos ejemplos en Mérida, Sagunto, Tarragona, Segovia o itálica. e) Las calzadas: red de caminos empedrados por los que transitaban mercancías, viajeros y tropas. Las rutas principales eran la Vía Augusta, que comunicaba Tarragona y Cádiz, pasando por Cartagena y Sevilla, y la Vía de la Plata, donde se encontraban ciudades como Astorga y Mérida, entre otras. Desde el punto de vista económico, la Península pasó a ser punto de referencia en el circuito mediterráneo.

La Monarquía Visigoda

En el siglo V la península Ibérica fue invadida por los suevos, vándalos y alanos, procedentes del norte de Europa, terminando con la dominación romana. Cuando el último emperador de Occidente fue depuesto, en el año 476, los visigodos establecieron la capital de su reino en la ciudad de Toulouse. Pero en el año 507 d.C., fueron derrotados por los francos (batalla de Vouillé) y expulsados de la Galia, estableciéndose en la Península. Lograron expulsar a alanos y vándalos, pero no a los suevos, que crearon un reino independiente en el noroeste peninsular, ni a los bizantinos, instalados en el sur. Crearon el reino visigodo de Toledo. En un principio los visigodos se mantuvieron por encima de la población hispanorromana, pero muy pronto llevaron a cabo la unificación de ambos pueblos. Varios hitos marcan este proceso de unificación: • Unificación territorial: iniciada por Leovigildo (585), tras derrotar a los suevos y finalizada por Suintila (625) al expulsar a los bizantinos. • Unificación religiosa: realizada por Recaredo en el III Concilio de Toledo (589). El catolicismo fue declarado religión oficial del reino visigodo. • Unificación legislativa: derogación de la prohibición de matrimonios mixtos (569). Recesvinto en el año 654 promulgó el Liber Iudiciorum, que se convirtió en el único código jurídico para ambos pueblos. En cuanto a las instituciones que conformaron el Estado visigodo, eran las siguientes: • Monarquía electiva. La Asamblea de Hombres libres elegía entre los nobles al rey. Los reyes visigodos lograron establecer una monarquía hereditaria, pero nunca con un poder real fuerte. • OfficiumPalatinum. Conjunto de nobles que desempeñaban cargos en palacio. • Aula Regia o Consejo del Rey. Consejo asesor del monarca. Formado por nobles y miembros del OfficiumPalatinum. • Administración territorial. Se encargaban los Dux (jefes militares, civiles) y gobernadores de provincias. • Concilios de la Iglesia de Toledo. Asambleas legislativas formadas por obispos, nobleza y monarca. Los convocaba el rey y eran muy frecuentes. Trataban asuntos religiosos, políticos y judiciales. Los visigodos adoptaron y continuaron las tradiciones cristiano-romanas, pero sobre una sociedad ruralizada, ya que la vida en las ciudades prácticamente desapareció. Es por ello, por lo que la cultura quedó reducida al ámbito religioso.

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