Regimen franquista resumen

CONTEXTO HISTÓRICO:   EL FRANQUISMO (1939-1975)

El nuevo régimen político salido de la guerra civil española (1936-1939), podría resumirse así:

régimen dictatorial, militarista, nacionalista, tradicionalista, confesional y con afinidades fascistas.

  Si caracterizamos a la persona que encarnó ese régimen hasta su muerte, diremos que el General Franco era ante todo un militar, valores como la jerarquía y la disciplina eran considerados como fundamentales en su modo de actuar. Personalmente, también respondía al perfil de un católico tradicional: el ateísmo, y el comunismo eran los enemigos ideológicos a batir.La historiografía del franquismo ha venido distinguiendo dos grandes etapas en el régimen político impuesto por los militares sublevados contra la II República (1931-1939):

EL PRIMER FRANQUISMO (1939-1959):

Los grupos ideológicos del primer franquismo

:* Los tradicionalistas:

Eran la familia históricamente más antigua. Aunque la heterogeneidad de sus componentes era también cierta, su característica común residía era la confesionalidad del Estado y la proclamación de un régimen político monárquico, católico, tradicional y autoritario.

En esta familia el grupo ideológico más numeroso era el carlista que contaba con capacidad de movilización de masas. Se distinguían por reivindicar la tradición foral del País Vasco y Navarra.

El Decreto de Unificación de abril de 1937, por el que falangistas y tradicionalistas quedaban unificados en Falange Española Tradicionalista (FET), fue un duro golpe para el devenir del carlismo ya que su red de prensa, locales, etc., prácticamente quedaron controlados por los falangistas.*El falangismo:

Fue el grupo político más importante en la primera etapa del franquismo, beneficiado con el Decreto de Unificación de 1937. Este grupo político se constituyó, por su mayor número de afiliados y su mayor capacidad de movilización, como el más importante en los primeros años del nuevo régimen. Sin embargo, el papel que Franco concedía a Falange era el de apoyar incondicionalmente la figura y la política del dictador, verdadero árbitro entre las diferentes familias ideológicas del régimen.Al término de la guerra civil, entre los falangistas más destacados se encontraban los que admiraban la Alemania nazi, o los que se veían más atraídos por la Italia fascista. Ideológicamente, los falangistas querían instaurar una dictadura autoritaria, centralizada, próxima al totalitarismo fascista y estrictamente controlada por un partido único: el  Movimiento, es decir, la Falange. Su representante más destacado fue Serrano Súñer. *Los propagandistas católicos (ACNP):

La última familia incorporada al ejercicio del poder durante el franquismo la constituyeron los componentes de la Asociación Católica

Nacional de Propagandistas

. No es un partido, es decir, no constituye un grupo político coherente en sí mismo, sino que se conforma como una agrupación de católicos que pretenden actuar en la vida política.

Del intento totalitario de Falange (1939-1945) a la adaptación del franquismo a la situación de postguerra (1945-1959).

En estos veinte primeros años, el franquismo busca una fórmula política de organización que permita articular un Estado autoritario, confesional y nacionalista.

El nuevo régimen tuvo que adaptarse a la situación internacional, definida por la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial y el inicio del período de la guerra fría, manteniendo dos constantes que se presentaban incuestionables:

la decisión de Franco, apoyado por el Ejército, de mantenerse en la cúspide del poder político; y la defensa de un firme anticomunismo.

La decisión de mantenerse en el poder explica el fracaso de los monárquicos por restaurar una régimen monárquico tradicional, corporativo y autoritario. Había que contar con Franco, el cual concentrará en sus manos todo el poder: será el Jefe del Estado, Presidente de Gobierno durante muchos años, Generalísimo de los Ejércitos y Jefe Nacional del Partido Único.

Política económica autárquica:

Respecto a la política económica, al concluir la guerra civil, no cabía más política que la reconstrucción de un país destrozado y sin recursos. El estallido de la Segunda Guerra Mundial impedía recibir ayudas del exterior, situación que se prolongaría luego durante la reconstrucción europea de la postguerra hasta los años cincuenta. Este panorama explica en buena parte la política económica de la autarquía, que tuvo tanto de decisión política como de necesidad. (Como en otros países, en España la autarquía impuso el intervencionismo estatal en la economía. Se tradujo además en un fuerte proteccionismo, en la creación de empresas estatales para impulsar la industrialización por los cauces que consideraba prioritario el poder político (Instituto Nacional de Industria, INI), y por las mismas causas, se realizó la nacionalización de los sectores económicos claves: ferrocarriles (RENFE) y teléfonos (Compañía Telefónica Nacional).

El intento totalitario de Falange y su fracaso (1939-1945):



El franquismo comenzó su andadura mirándose en el espejo de los Estados totalitarios de Italia y Alemania, pero la derrota de estos países en la Segunda Guerra Mundial  hizo que ese intento no llegara a cuajar. Los más firmes partidarios de esta orientación fascista del régimen de Franco eran los falangistas, encabezados por el cuñado del propio General Franco: Ramón Serrano Súñer. Franco se resistió a hacer de España un país totalitario al estilo fascista, como quería la Falange. En primer lugar, porque este objetivo chocaba decididamente con las otras dos familias ideológicas del régimen, carlistas y monárquicos. Luego, por la no menos firme oposición de los obispos (que habían condenado el nazismo) y  la mayor parte de los militares, quienes veían con inquietud la creciente influencia falangista en el Estado.No obstante, en los primeros años del franquismo, Serrano Súñer consiguió que se aprobara la Ley de Unidad Sindical (1940), que dejaba en manos de los falangistas el control de los sindicatos . Los grandes perjudicados fueron los sindicatos católicos, hecho que levantó el temor de los obispos. Tampoco se debe olvidar que el monopolio de la propaganda del Estado también recayó en  manos de los falangistas. En efecto, tenían en sus manos el control de la censura de prensa, y tenían una amplia red de periódicos, sostenida por el Estado, y que eran los únicos que estaban exentos de la censura previa.El giro en la correlación de fuerzas enfrentadas en la Segunda Guerra Mundial a favor de los aliados, hace que Franco comience a prescindir en 1942 de hombres como Serrano Súñer. En 1943, se prohibió usar el término fascista para definir al régimen y se comienza a insistir en la prensa y en los discursos de Franco que en España existía un régimen autoritario y católico, sin influencias extranjeras.

La adaptación del franquismo a la situación de postguerra (1945-1959)

La aproximación del régimen franquista a las potencias aliadas vencedoras se hizo subrayando el carácter católico del nuevo Estado. En 1947 entraba en vigor una de las Leyes Fundamentales del régimen franquista:

la Ley de Sucesión.

En ella se definía a España como una monarquía católica, social y representativa, aunque la jefatura del Estado correspondería a Franco hasta su muerte. Él mismo, podía, como hizo, designar sucesor.La influencia de los hombres de la ACNP se dejó notar en esos años. El régimen abolió el divorcio y la legislación antirreligiosa de la República, restauró la partida de culto  y clero en los presupuestos, hubo exención de impuestos para la Iglesia, se facilitó su acción pastoral a través de la educación, se respetó a la prensa católica y sus emisoras de radio, etc. Pero presentarse como un Estado de Derecho que fuera aceptado por la Europa postbélica exigía un reconocimiento de los derechos del hombre y el establecimiento de unos cauces para la representación política. Así en 1945 se promulgó el Fuero de los Españoles, aparente declaración de derechos con ropaje tradicionalista. Se reconocían los derechos clásicos: libertad de reunión, asociación y expresión, pero estos derechos quedaban subordinados a los principios fundamentales del régimen, que eran antiliberales.El reconocimiento internacional del régimen franquista se produciría en 1953, año en que se firmaron los acuerdos defensivos con EE.UU. y un nuevo Concordato con la Santa Sede, vigente hasta el final del franquismo.

Del esplendor a la crisis final del régimen franquista (1959-1975):

Las exigencias más apremiantes en los años finales de la década de los cincuenta fueron las económicas. Había que iniciar un proceso de liberalización económica que suprimiese las trabas administrativas impuestas por el intervencionismo estatal, ese sería el objetivo del Plan de Estabilización de 1959.

Con ello se pretendía integrar a España en el bloque de los países occidentales con economías de libre mercado. El Plan de Estabilización impuso la devaluación de la peseta frente al dólar, procuró rebajar las importaciones para reducir el déficit comercial, se liberalizaron las inversiones extranjeras, se flexibilizaron los tipos de interés y se recortó el gasto público, estas dos últimas medidas con el objetivo de contener la inflación.En la década de los años sesenta se vivieron los Planes de Desarrollo.

Una vez cumplidos los objetivos del Plan de Estabilización, la política económica del régimen se orientó hacia lo que se ha denominado la planificación económica indicativa. Los resultados de esta planificación económica entre 1960 y 1973 son llamativos. La tasa de crecimiento económico de España fue la mayor de Europa y la actividad industrial fue la que más creció, sector que experimentó una mayor modernización, sobre todo en las industrias químicas, metálicas y automovilistas. Los servicios también crecieron y experimentaron una importante transformación (el subsector más importante fue, sin duda alguna, el turismo: si en 1960 España recibió poco más de 6 millones de turistas, en 1975 recibía más de 30 millones).

*La institucionalización del franquismo: la democracia orgánica

No existió un proceso de liberalización política paralelo al económico, aunque Franco y Carrero Blanco decidieron impulsar la elaboración de un conjunto de leyes para asegurar la continuidad del régimen como monarquía autoritaria. Esto suponía



del franquismo: la democracia orgánica

No existió un proceso de liberalización política paralelo al económico, aunque Franco y Carrero Blanco decidieron impulsar la elaboración de un conjunto de leyes para asegurar la continuidad del régimen como monarquía autoritaria. Esto suponía descartar la vuelta a una monarquía parlamentaria al estilo de la Restauración, y pronto se desechó tambiénla posibilidad de que fuera rey don Juan de Borbón, el hijo de Alfonso XIII. La institucionalización política del franquismo se inició con la Ley de Principios del Movimiento (1958), que definía a España como una monarquía, tradicional, católica, social y representativa. La voluntad de dotar al Estado franquista de unas instituciones políticas y de unas reglas de juego, se manifestó en la constitución en el seno del Gobierno de una Comisión de Leyes Fundamentales. Entre ellas, las más importantes que vieron la luz, son:

La Ley Orgánica del Estado (1967):

Fue el código político más importante del franquismo. Fue aprobada por las Cortes y por un referéndum popular en diciembre de 1966. Atribuía al Jefe del Estado amplios poderes: nombraba Presidente del Gobierno, convocaba Cortes, plebiscitos… También podía prorrogar las legislaturas de las Cortes y tenía derecho de veto sobre lo aprobado en las Cortes. Además, el Presidente de Gobierno ejercía la Jefatura Nacional del Movimiento y de su Consejo. Respecto a las Cortes se introdujo una cierta representatividad. Hubo elección directa de 108 procuradores (los llamados “familiares”). Frente a esta minoría, el ejecutivo designaba a 125. Los 307 restantes que decían representar a ayuntamientos y sindicatos estaban tan controlados como los anteriores. A esto se llamó democracia orgánica.

Las Leyes de Prensa (1966) y de Libertad religiosa (1967):

Estas dos leyes acotaron espacios de libertad en la vida normal de los españoles. Aunque la libertad de expresión y de religión estuvieron fuertemente controladas, en unas ocasiones más que en otras, su proclamación y puesta en vigor permitieron la tolerancia de minorías religiosas no católicas y de algunas fuerzas políticas de oposición al franquismo.

La designación del Príncipe Juan Carlos:

Aunque desde 1965 la candidatura del Príncipe Juan Carlos al trono parecía clara, no había aún ninguna declaración oficial al respecto. Las presiones de Carrero Blanco y los treinta años cumplidos por Juan Carlos acabaron por convencer al General Franco para hacer pública su decisión que, tomada en 1968, vio la luz al año siguiente. Así, en 1969, las Cortes aprobaron la proclamación de Juan Carlos como sucesor de Franco a título de Rey. Sin embargo, no se trataba de una restauración, sino de la instauración de una monarquía nacida de la legitimidad del 18 de julio de 1936.

*La oposición al régimen franquista desde los años sesenta:

Se puede decir que desde la década de los años sesenta, el régimen franquista tuvo que hacer frente a sectores sociales que manifestaban públicamente  su cuestionamiento de los fundamentos del franquismo: los universitarios, el movimiento obrero y sectores de la jerarquía y de asociaciones católicas. El primer frente de preocupación para el franquismo, aparecido ya en 1956 y 1957 en las Universidades de Madrid y Barcelona, continuaría en la década de los sesenta. Fracasadas las tentativas de crear cauces para la participación de los universitarios dentro del organigrama del régimen, tampoco tuvieron éxito las políticas de reforma universitaria, por lo que el régimen pareció aceptar la pérdida de la Universidad.La conflictividad obrera, principal foco de oposición, reivindicaba mejoras laborales, pero transgredía la legalidad al estar prohibidos los derechos de asociación, manifestación y huelga de los trabajadores. Todo ello confería una inevitable politización de la conflictividad obrera. Entre 1960 y 1975 los conflictos laborales aumentaron considerablemente y se localizaron sobre todo en Asturias, País Vasco, Barcelona y Madrid.El Gobierno reaccionaba, en primer lugar, identificando los conflictos obreros como un problema de orden público. La tentativa del régimen de “integrar” a una parte del activismo obrero en el sindicato vertical (OSE) se saldó con la progresiva ocupación de cargos electivos por militantes antifranquistas, en especial, de Comisiones Obreras (1964). La represión fue la opción más recurrida para frenar la oposición antifranquista, calificada por el régimen simplemente como “subversión”. El PCE, es decir, el marxismo, ETA a partir de 1968 y más tarde el FRAP, fueron para el franquismo los verdaderos enemigos del régimen. La creación del Tribunal de Orden Público en 1963 disminuyó por vez primera, desde la guerra civil, el papel de la jurisdicción militar en la represión política. La declaración del estado de excepción sería otro recurso para la defensa de la dictadura junto a las ejecuciones, como las de 1975, pero ninguna de estas medidas, aunque evitaron una mayor extensión de la oposición organizada, logró detener la acción opositora.Junto a la oposición de los jóvenes universitarios y del movimiento obrero, se situó el disentimiento eclesiástico. El Concilio Vaticano II (1962-1965) con sus conclusiones que reclamaban la libertad religiosa y la separación de la Iglesia de los asuntos temporales del Estado; las actitudes de un episcopado español crítico que alcanzaba preponderancia en la Conferencia Episcopal de 1972 (representado por el Cardenal Tarancón) y la política vaticana, favorable a las actitudes que cuestionaban la dictadura, pusieron al régimen en una situación difícil. Desde la Conferencia Episcopal, Tarancón, con el apoyo de Pablo VI, pedía a Franco que renunciase al privilegio de presentación de Obispos, pero éste se negaba si antes no se firmaba un nuevo Concordato, que sustituyese al de 1953, y en el que la Iglesia renunciase a sus muchos privilegios (fuero eclesiástico especialmente). Esta negociación se saldó también con un rotundo fracaso. La jerarquía española no quería un nuevo Concordato con un régimen político moribundo y sólo admitía retoques parciales del Concordato en vigor. El franquismo perdía una de sus fuentes de legitimación de origen: la Cruzada.A estos tres frentes de oposición se puede añadir aquel procedente de los partidos políticos. El PCE (liderado por Carrillo) fue el partido opositor más importante, con una organización mejor implantada, gracias a su estrategia de “entrar” en las organizaciones de masas.

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