Modelos de Liberalismo en la Revolución Francesa
a) ¿Qué dos modelos de liberalismo se implantaron en Francia durante el desarrollo de la Revolución Francesa? ¿Qué caracterizaba a cada uno de ellos?
La Revolución Francesa tuvo lugar de 1789 a 1799. Las aspiraciones de los franceses eran acabar con el Antiguo Régimen e instalar un sistema liberal en Francia, con libertades políticas, igualdad ante la ley y derecho a la propiedad privada, entre otras cosas. Los liberales, sin embargo, estaban divididos.
- Los más moderados, los girondinos, mientras estuvieron gobernando, impusieron a Francia un modelo en el que el liberalismo era más restringido, con sufragio censitario, donde solo eran ciudadanos activos aquellos que tenían propiedades o eran ricos, para incentivar la economía y pagar impuestos.
- Los más radicales eran los jacobinos, quienes intentaron imponer un sistema más democrático. Apoyados por las clases populares, proclamaron la república y emprendieron una profunda transformación social, incluyendo el sufragio universal masculino y leyes de carácter social.
El Legado de Napoleón Bonaparte y su Caída
b) ¿Qué significó Napoleón Bonaparte para Francia? ¿Y para Europa? ¿Por qué fue derrotado en 1815?
Impacto en Francia
Napoleón supuso para Francia un cambio significativo y la implantación de las ideas por las que se había luchado en la Revolución Francesa. Así, por ejemplo, consiguió la igualdad civil de los franceses, la centralización y uniformización de Francia: un sistema de educación y legal igual para todos. Acabó con el absolutismo y con el Antiguo Régimen, pero, sin embargo, no soltó el poder, gobernando de forma personalista y autoritaria.
Impacto en Europa
Para el conjunto de Europa supuso una intromisión y una invasión de sus países, a los que quiso llevar las ideas liberales. En los países europeos invadidos por Napoleón surgieron sentimientos nacionalistas y se creó una oposición contra el invasor, que acabaron con el mismo Napoleón, siendo enviado definitivamente por los propios franceses a la isla de Santa Elena, en el Atlántico.
La Derrota de Napoleón en Waterloo (1815)
En junio de 1815, el emperador renegado, declarado fuera de la ley por las potencias europeas, reunía ejércitos y sumaba efectivos en la frontera norte de Francia. Bonaparte aspiraba a acabar con los pequeños ejércitos aliados, prusianos y británicos. Por lo tanto, debía atacar de forma rápida y brutal, impidiendo a Wellington y Blücher unir sus efectivos en el corazón de Bélgica. El punto clave resultaría ser un pequeño pueblo a las afueras de Bruselas llamado Waterloo. Napoleón provocó el repliegue de Wellington hacia las afueras de Waterloo, en torno a unas pequeñas elevaciones. Napoleón aspiraba a aislar a los británicos.
Las lluvias sistemáticas de los días previos habían embarrado el campo de batalla hasta el punto de impedir el avance efectivo de Napoleón hacia las posiciones de Wellington. Los historiadores del momento y los teóricos militares apuntan y recuerdan este hecho: obligado a frenar las ofensivas contra los británicos por el barro, en espera hasta que se secara el terreno, Napoleón entregó a las tropas prusianas un tiempo crucial. Cuando el ejército imperial inició su ofensiva, Wellington logró defender su posición durante las horas suficientes para que Blücher, inicialmente a varios kilómetros de allí, llegara desde el flanco derecho y frustrara cualquier esperanza francesa. Las tropas napoleónicas, superadas en número y presionadas críticamente por Prusia, terminarían perdiendo la batalla. ¿La habrían ganado de no haber mediado las lluvias y el barro? Algunos apuntan hacia el propio Napoleón: su error consistió en ordenar a Grouchy perseguir a las tropas prusianas, una decisión que alejó a sus soldados lo suficiente como para hacerlos inútiles en Waterloo ante un eventual ataque prusiano desde el flanco, como finalmente ocurrió. Cuando Napoleón necesitó a Grouchy para contener a Blücher, este se encontraba demasiado lejos. En su derrota influyó, ante todo, su desmedida ambición.
Legado Duradero de la Revolución Francesa
c) ¿Qué legado de la Revolución Francesa podemos encontrar en las sociedades democráticas actuales?
La Revolución Francesa fue el cambio político más importante que se produjo en Europa a fines del siglo XVIII. Sirvió de ejemplo para otros países y promovió la democracia a nivel mundial. La influencia de la Revolución Francesa fue enorme. El gobierno, la economía y las relaciones sociales fueron modificados en Francia, en gran parte de Europa y el mundo. Sus ideas y sus hechos repercuten todavía en la actualidad. Nuestras ideas de libertad, democracia, derechos y deberes nacieron de este conflicto europeo de finales del siglo XVIII. La Revolución Francesa fue un enfrentamiento social y político que sacudió a Francia y otras naciones de Europa que enfrentaban el sistema del Antiguo Régimen basado en la monarquía. Se inició cuando el Tercer Estado, institución que representaba a las mayorías, se rebeló y tomó el poder en 1789. La revolución finalizó con un golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799. La Revolución Francesa derrotó al absolutismo del rey y estableció un nuevo régimen donde la burguesía y las masas populares se convirtieron en la fuerza política dominante.
La Restauración Absolutista y la Remodelación de Europa
d) ¿Qué fue la Restauración Absolutista? ¿Cómo se remodeló el mapa de Europa?
Tras la derrota de Napoleón, las potencias aliadas decidieron retornar a la situación política y social anterior a la Revolución Francesa. La monarquía absoluta fue restaurada en Europa. Este período histórico se denomina Restauración y se extiende hasta 1848, cuando las diversas revoluciones que estallaron en Europa hicieron inviable este sistema. En la época de la Restauración se impuso una ideología basada en los principios de la tradición, la autoridad, simbolizada y ejercida por la monarquía y la religión. Estos principios se enfrentaban a los que había introducido la Ilustración y desarrollado la Revolución Francesa. En cuanto a la Iglesia, se restauró su poder y se suspendieron las desamortizaciones emprendidas en algunos Estados.
Reordenación del Mapa de Europa: El Congreso de Viena
En la época de la Restauración se remodeló el mapa de Europa que había cambiado con la Revolución Francesa y el Imperio Napoleónico. Esta reordenación se desarrolló en el Congreso de Viena (1814-1815). Las potencias aliadas –Gran Bretaña, Rusia, Austria y Prusia– marcaron los principios y tomaron las decisiones en dicho Congreso, organizado por el príncipe Metternich, canciller de Austria. En las sesiones del Congreso también estuvo presente Francia. El mapa de Europa se organizó bajo cuatro principios fundamentales:
- Principio de Legitimidad: Los monarcas legítimos derrocados por Napoleón debían ser entronizados de nuevo, como Luis XVIII, hermano del desaparecido Luis XVI en Francia, o Fernando VII en España.
- Principio de Equilibrio: Las fronteras de los estados europeos debían establecerse respetando los derechos históricos de sus gobernantes, sin tener en cuenta los derechos de los pueblos. Se pretendía el equilibrio en el concierto europeo, intentando contener a las dos grandes potencias territoriales europeas –Francia y Rusia–, fortaleciendo a los países vecinos. Gran Bretaña estaba muy interesada en la aplicación de este principio, ya que no deseaba la existencia de ninguna potencia europea continental demasiado fuerte. Por su parte, Austria deseaba seguir ejerciendo influencia sobre los estados alemanes y el norte de Italia. Por este principio, Francia retornó a sus fronteras anteriores a la Revolución y a su alrededor se crearon dos estados-tapón: a Holanda se le incorporó Bélgica, y Génova pasó a depender del Reino del Piamonte-Cerdeña. Para contrarrestar el empuje ruso hacia Occidente, ya que se había anexionado la mayor parte de Polonia y Finlandia, se fortaleció a Prusia. Finalmente, Austria tutelaría una Confederación Germánica formada por 38 estados y en la península italiana se anexionaría Milán y Venecia.
- Principio de Responsabilidad Internacional de las Grandes Potencias: A las potencias aliadas se sumó la Francia de la Restauración para mantener la paz y la seguridad colectivas. La estabilidad de los regímenes políticos restaurados equivaldría a la estabilidad de las fronteras y a la ausencia de conflictos. Dado que la Revolución Francesa había traído consigo unos veinte años de conflictos, se buscaba impedir que estallaran otras revoluciones.
- Principio de Intervención: Consecuencia del anterior, establecía que, en caso de que estallara una revolución en algún país, se debería intervenir para sofocarla con el fin de garantizar la estabilidad y el equilibrio.
Sistema de Alianzas y Congresos
Para garantizar el orden restaurado en Europa se desarrolló un sistema de alianzas y congresos. Se firmaron dos grandes acuerdos: la Santa Alianza y la Cuádruple Alianza.
- La Santa Alianza surgió después del regreso de Napoleón al poder, cuando los diplomáticos reunidos en Viena fueron conscientes de que el peligro no se había conjurado aún. En 1815, el zar Alejandro I y el canciller austriaco Metternich la impulsaron, incorporándose Federico Guillermo III de Prusia. Al año siguiente, ya derrotado Napoleón, se incorporaron Francia y España.
- La Cuádruple Alianza fue, realmente, la base de las relaciones internacionales hasta 1830. En este acuerdo, el protagonismo correspondió al premier británico Castlereagh. Las bases del nuevo tratado fueron las siguientes: compromiso de mantener los cambios impuestos en el Congreso de Viena, vigilar y controlar la ideología liberal como destructora de las monarquías absolutas a través de varios mecanismos, como la censura, el control de las universidades y la creación de potentes aparatos policiales. A esta alianza se incorporó Francia en el Congreso de Aquisgrán de 1818.
La intervención más famosa e importante fue la de los denominados Cien Mil Hijos de San Luis en 1823 para poner fin a la experiencia del Trienio Liberal español y restaurar el poder absoluto de Fernando VII. El caso de los procesos de emancipación de la América hispana generó un enfrentamiento en el seno de la alianza. Los rusos y franceses eran partidarios de intervenir para frenar las sublevaciones y contrarrestar el poderío británico, muy interesado en fomentarlas por cuestiones comerciales. Para Londres, las intervenciones debían circunscribirse a territorio europeo y rápidamente reconoció a los nuevos gobiernos americanos.
El Nacionalismo y los Grandes Imperios Europeos del Siglo XIX
e) ¿Qué entiendes por nacionalismo? ¿Qué grandes imperios dominaban en Europa? ¿Qué problemas nacionales existían en la primera mitad del siglo XIX?
Definición de Nacionalismo
El nacionalismo es una ideología política basada en el principio de que cada nación tiene derecho a formar su propio Estado. Esta ideología se caracteriza, ante todo, por el sentimiento de comunidad de una nación, derivado de orígenes, religión, lengua e intereses comunes. Como consecuencia de la Revolución Francesa se produjo en Europa una extraordinaria difusión de sentimientos nacionalistas opuestos al principio del legitimismo dinástico, según el cual los países no eran sino propiedades patrimoniales de los reyes. En otras zonas de Europa el nacionalismo surgió en parte debido a los mismos ideales liberales que transmitió dicha revolución. A finales del siglo XIX y principios del XX, se desarrollaron discrepancias entre nacionalistas, produciendo graves conflictos entre naciones; la mayoría de las guerras mundiales comenzaron por disputas nacionalistas. También existen organizaciones terroristas que cometen asesinatos bajo este pretexto.
Grandes Imperios Dominantes en Europa
- Inglaterra: Durante el reinado de la reina Victoria (1837-1901), Inglaterra gozó de gran prosperidad económica y fue motor de la producción industrial. Su supremacía naval y su pequeño pero profesional ejército le permitieron colonizar territorios en todos los continentes. En Inglaterra había estabilidad política, debido a las importantes reformas sociales y electorales realizadas, lo que favoreció la convivencia entre monarquía y Parlamento.
- Francia: II Imperio: Tras las revoluciones de 1848, Luis Felipe de Orleans fue derrocado y se estableció la II República. El nuevo Presidente fue Luis Napoleón Bonaparte quien, en 1851, dio un golpe de Estado y se le nombró emperador bajo el nombre de Napoleón III. En política exterior, los franceses, para devolver a Francia su papel de gran potencia, participaron en la Guerra de Crimea contra Rusia; lucharon contra Austria, apoyando a los piamonteses, y se enfrentaron contra Bismarck (Prusia), siendo derrotados. Napoleón III también inició el imperialismo francés en Indochina, Argelia o Senegal. Fueron años de crecimiento económico y desarrollo industrial, que provocaron un aumento de la clase obrera.
- La Alemania Bismarckiana: En 1871, el Imperio alemán surge formalmente como un estado liberal y federal, en el que predomina Prusia. El Primer Ministro, Bismarck, no era responsable ante las cámaras, solo ante el emperador. En política interior, Bismarck limitó el poder de la Iglesia Católica y de los grupos socialdemócratas. Se adoptaron medidas para proteger a los trabajadores y así frenar la influencia de los movimientos socialistas, que fueron muy reprimidos. Alemania consiguió en esta época un gran crecimiento económico y se convirtió en una potencia mundial. Con la firma de la Paz de Versalles, los alemanes consiguieron Alsacia-Lorena, favoreciendo el desarrollo de la industria textil y la explotación de minerales.
- El Imperio Austro-Húngaro: Francisco José I de Austria impuso un régimen autocrático, con el apoyo de parte de la aristocracia. La debilidad austriaca frente a Italia y Prusia provocó que el monarca buscara un entendimiento con Hungría, saldado en el “Compromiso” de 1867. Así surgió el Imperio Austro-Húngaro: había un monarca común (emperador de Austria y rey de Hungría), un mismo ejército y tres ministros compartidos (Relaciones Exteriores, Guerra y Hacienda), aunque eran estados distintos. Las dos partes del Imperio evolucionaron de manera diferente, por lo que, a finales de siglo, la situación de Austria-Hungría era compleja.
- El Imperio Ruso: No existía una nación rusa, sino que el territorio estaba formado por diferentes etnias, idiomas, tradiciones históricas y religiones. A lo largo del siglo XIX tuvo lugar el fenómeno de rusificación. El Imperio Ruso estaba gobernado por zares, quienes concentraban todos los poderes. No se industrializaron y pervivía la ruralización y un régimen de servidumbre. La Guerra de Crimea terminó con una derrota rusa. Se desarrollaron grupos marxistas y radicales (Bakunin) que criticaban las reformas tomadas por el zar. Alejandro II fue asesinado, finalizando así el intento de modernizar Rusia. Rusia llegó al siglo XX como una potencia atrasada.
Problemas Nacionales en la Primera Mitad del Siglo XIX
En la Europa de la primera mitad del siglo XIX nos encontramos con la siguiente situación:
- Dos nacionalidades divididas: Alemania e Italia.
- Nueve nacionalidades sometidas a otras: Irlanda a Gran Bretaña, Noruega a Suecia, Bélgica a Holanda, los ducados alemanes de Schleswig y Holstein a Dinamarca, y Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia a Rusia.
- Dos Estados multinacionales:
- El Imperio Austro-Húngaro, donde convivían alemanes, húngaros, checos, polacos, eslovacos, eslovenos, croatas, serbios, rumanos e italianos.
- El Imperio Turco, bajo el cual se encontraban turcos, griegos, búlgaros, serbios, albaneses y rumanos.
Aunque los movimientos nacionalistas estallaron con fuerza y violencia en la primera mitad del siglo XIX, no comenzaron a tener éxito hasta después de 1850, principalmente con las unificaciones italiana (1861) y alemana (1871).
Los Procesos Revolucionarios de 1820, 1830 y 1848
- Los procesos revolucionarios de 1820 se localizaron en la Europa mediterránea y oriental (España, Portugal, Rusia, Estados Pontificios, Nápoles-Sicilia, Piamonte, colonias americanas españolas y Grecia). Fueron protagonizados por la burguesía para imponer los ideales del liberalismo y del nacionalismo. La mayoría de estos intentos fracasaron debido a la reacción de las fuerzas de la Restauración, todavía con cierta fortaleza y unidad. La excepción fue la independencia de las colonias americanas españolas y de Grecia (1820).
- Los procesos revolucionarios de 1830 deben interpretarse como una continuación de las luchas antiabsolutistas y nacionalistas. Se iniciaron con el levantamiento burgués en Francia y se expandieron con rapidez por Bélgica, siendo en estos dos países donde triunfaron. También se desarrollaron focos revolucionarios en diversas zonas de Italia, Alemania, Polonia, Austria, Portugal y España, aunque en todas estas regiones terminaron por ser controladas. En el ciclo revolucionario de 1830 no se acudió al pronunciamiento, como en 1820, sino a la jornada revolucionaria. En ella intervinieron, junto a liberales y nacionalistas, elementos procedentes de la baja burguesía y las masas populares, en muchos casos hambrientas, es decir, los más afectados por las condiciones económicas, en especial, por la crisis agrícola de 1827. Tras el paso de las oleadas revolucionarias de 1820 y 1830, Europa quedó dividida en dos: una parte liberal, formada por Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Portugal y España; y otra autoritaria, integrada por Austria, Rusia y Prusia, que de diversas maneras dominaban sobre los pueblos de Europa central y oriental, en los que se continuaron manteniendo las aspiraciones nacionalistas, que se volverían a manifestar en las revoluciones de 1848.
- El fenómeno revolucionario de 1848 se interpreta como una continuación del de 1830, pero con algunas diferencias esenciales. El marco geográfico presenta cambios: mientras que algunas áreas de 1830 experimentan ahora, de nuevo, el proceso revolucionario (Francia, área italiana o alemana), otras ya no lo llevaron adelante por haber solucionado sus problemas (Bélgica) o por haber quedado la oposición política tan desmantelada que era difícil un nuevo brote revolucionario (Polonia). Otras regiones europeas que las fuerzas de la Restauración habían mantenido al margen, ahora reivindican con enorme fuerza la supresión del régimen señorial (Imperio Austriaco). Existen también notables diferencias entre la Europa centro-oriental y occidental. En la primera, se lucha por la abolición de la servidumbre y la liberalización de sus estructuras arcaicas, mientras que en la segunda, la lucha va más allá, hacia el liberalismo democrático. El republicanismo se halla ya asentado en algunos Estados y se contempla como fórmula sustitutoria de las dinastías reinantes.
Nuevos Estados en Europa (1829-1871)
f) ¿Qué nuevos estados surgieron en Europa entre 1829 y 1871?
- Grecia: En los imperios plurinacionales surgieron movimientos independentistas, como el de Grecia del Imperio Otomano (1821-1830). La mayoría de la población griega se sentía marginada, sometida a fuertes impuestos y dominada por un pueblo de distinta religión y cultura. En 1822, los griegos proclamaron su independencia en Epidauro; al no ser reconocida por los turcos, hubo una guerra. Finalmente, el Imperio Otomano reconoció la independencia griega en 1829.
- Bélgica: En el Reino de los Países Bajos, Bélgica demandó su independencia (1830-1839). Bélgica había sido unida a Holanda en 1815 por el Congreso de Viena, creando el Reino de los Países Bajos. La expansión de las ideas liberales hizo que en 1830 triunfara la Revolución, y que Leopoldo I estableciera una monarquía liberal. Finalmente, tras una batalla, Holanda reconoció la independencia de Bélgica.
- Italia: A principios del siglo XIX, Italia estaba dividida en Estados, y Austria había incorporado a su Imperio la Lombardía y el Véneto. En 1859, el Piamonte, con la monarquía liberal de Saboya y gobernado por Cavour, inició un proceso unificador: se anexionó la Lombardía y se enfrentó a Austria. Paralelamente, un levantamiento popular, dirigido por Garibaldi, derrotó a los monarcas absolutistas de los Estados del centro y el Reino de las Dos Sicilias (Sur de Italia). En 1861, el primer parlamento italiano proclamó a Víctor Manuel II de Saboya rey de Italia. En 1866, los austriacos abandonaron el Véneto, y en 1870, los Estados Pontificios fueron anexionados a Italia, convirtiendo a Roma en la capital.
- Alemania: Fraccionada en 36 estados, estaba integrada en la Confederación Germánica, donde rivalizaban las dos grandes potencias germánicas: Prusia y Austria. En 1830, Prusia potenció una unión aduanera (Zollverein) que agrupaba gran parte de los Estados Alemanes. En 1848, un intento de unificar todos los Estados en el parlamento de Frankfurt fracasó. En la década de 1860, Guillermo I accedió al trono de Prusia y nombró a Bismarck canciller. Este tenía unas políticas muy agresivas y declaró la guerra a Dinamarca (1864), Austria (1866) y Francia (1871). Las sucesivas victorias de Alemania permitieron unir a todos los Estados alemanes bajo el cetro del rey de Prusia. En 1871, se proclamó el II Imperio (Reich) alemán y a Guillermo I como su Kaiser (emperador).
Conceptos Clave de la Época
- Liberalismo: El liberalismo es una corriente ideológica de pensamiento que considera que las personas deben gozar de completa libertad civil, opuesta a cualquier tipo de despotismo o absolutismo, y se apoya en la primacía de las personas como individuos libres. Como doctrina política, el liberalismo se deriva del racionalismo del siglo XVIII, rechazando los dogmas y el absolutismo religioso, y presentando las ideas de libertad e igualdad a partir de las doctrinas de Montesquieu, Voltaire y Rousseau. Se funda en el respeto a la democracia liberal y la división de poderes. La otra faceta importante es la que se da desde el costado económico, con la que durante siglos se ha logrado legitimar al sistema capitalista de producción. El pensador Adam Smith formuló la teoría de la importancia del libre juego entre la oferta y la demanda de cualquier bien y servicio. El primer fundamento del liberalismo económico es la no intromisión del Estado ni de ningún mecanismo coercitivo en la libertad absoluta de los agentes económicos.
- Constitución: La Constitución es el conjunto de principios, normas y reglas que pretenden establecer la forma de un Estado de Derecho, así como organizar ese mismo Estado a través de sus propias instituciones de la Administración Pública. En referencia a lo anterior, la Constitución es la Carta Magna, porque es la que rige todo el ordenamiento jurídico de un Estado; es decir, no existe ninguna ley ordinaria que pueda estar por encima de ella, por lo que es llamada Ley Suprema. La Carta Magna busca proteger los derechos e intereses de todos los ciudadanos en relación con el actuar del propio Estado.
- Sans-Culotte: Miembro de uno de los principales grupos que intervinieron en el proceso revolucionario francés. El término “sans-culotte” procede de la prenda de vestir (el culotte) que portaban a finales del siglo XVIII las clases acaudaladas de Francia y que, por el contrario, no era utilizado por las clases populares, que lo sustituían por pantalones largos. Los sans-culottes procedían de los sectores menos acomodados de la sociedad urbana francesa, integrados por artesanos, sirvientes, pequeños comerciantes y obreros varios; es decir, aquellos que padecían con mayor intensidad la crisis económica que aquejaba a Francia desde 1788. Durante los inicios de la revolución, los sans-culottes formaron el núcleo fundamental que se amotinó contra la monarquía, protagonizando los principales desórdenes (asalto a la Bastilla, Palacio de las Tullerías, etc.). Más tarde, entre 1792 y 1795, jugaron un importante papel en la Revolución, constituyendo, junto a los jacobinos, la fuerza más radical durante el Régimen del Terror, y responsables, entre otras cosas, de la decisión de ejecutar al rey Luis XVI y a su esposa María Antonieta.
- Absolutismo: El absolutismo fue un sistema de gobierno, propio de las monarquías tradicionales, en el que todo el poder era ejercido por el rey. Se inscribió en el periodo histórico conocido como Antiguo Régimen, que se extendió desde el siglo XVI hasta el XVIII, cuando alcanzó su mayor apogeo en el reinado de Luis XIV de Francia, y duraría hasta el inicio de las revoluciones liberales, entre los siglos XVIII y XIX en Europa. La principal característica del absolutismo era que el poder político del gobernante no estaba sometido a ningún tipo de limitación institucional, fuera de la propia ley divina. En el absolutismo no había división de poderes. De este modo, el rey gobernaba el Estado a su antojo: legislaba, administraba e impartía justicia, y tenía siempre la última palabra en todos los asuntos que concernían a la nación. Por otro lado, el poder del monarca tenía un carácter divino, pues según la teoría del derecho divino del poder real, el rey había sido elegido por Dios para conducir los destinos de su pueblo, y su poder solo podía ser heredado por sus hijos.
- República: Es una forma de organización del Estado donde la máxima autoridad cumple funciones por un tiempo determinado y es elegida por los ciudadanos, ya sea de manera directa o a través del Parlamento (cuyos integrantes también son elegidos por la población). Por extensión, se conoce como república al Estado que está organizado de esta manera y a todos los regímenes no monárquicos. El principal canal de participación ciudadana en la república es el voto. Las elecciones deben ser libres y el voto secreto. De esta manera, los ciudadanos pueden ejercer su participación sin presiones ni condicionamientos. Cabe destacar que muchos Estados que, a lo largo de la historia, se autodenominaron como repúblicas, no permitieron la participación de sus ciudadanos en elecciones ni respetaron los derechos humanos. Este es el caso de Estados totalitarios como China o la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.). También ocurre algo similar con las repúblicas islámicas, que se fundamentan en el Corán y no en la Ilustración (por lo tanto, están basadas en creencias de fe y religiosas). Otros principios fundamentales para el funcionamiento de la república son, además de la participación política activa de los ciudadanos, la división de poderes, la concreción de la justicia y la búsqueda del bien común.