La Península Ibérica en la Edad Media: La Conquista Musulmana y los Pueblos Invasores
El reino visigodo entra en decadencia en el siglo VII (consecuencia de su monarquía electiva), lo que coincide con la expansión del islam por el Norte de África. En respuesta a la llamada del conde don Julián de Ceuta para destronar al rey Rodrigo, 12 000 bereberes cruzan el estrecho al mando de Tariq ibn Ziyad y vencen al ejército visigodo en la Batalla de Guadalete (711). Esta victoria marca el fin del dominio visigodo, al ser destruida prácticamente toda la resistencia frente al avance musulmán. Posteriormente, entran en la Península Ibérica 16 000 árabes al mando de Musa ibn Nusayr, que se unen a los bereberes y, en poco tiempo, conquistan prácticamente toda la Península Ibérica. El avance musulmán es frenado en Poitiers (732) por los francos y en la Batalla de Covadonga (722) por la escasa resistencia cristiana al mando de don Pelayo. De los invasores musulmanes, los árabes ocupaban los puestos de élite y la aristocracia, mientras los bereberes constituían el ejército. Con la conquista musulmana, la población en su mayoría se convierte al islam (muladíes); otros mantienen el cristianismo (mozárabes), y la Península Ibérica pasa a llamarse Al-Ándalus, un emirato dependiente del Califato Omeya de Damasco.
La Península Ibérica en la Edad Media: Emirato y Califato de Córdoba
Tras la invasión, Al-Ándalus se consolida como un emirato dependiente (711-756), reconociendo la autoridad del califa omeya de Damasco. El avance musulmán hacia el norte es frenado por los francos en Poitiers (732) y por la resistencia cristiana en Covadonga (722). Tras el derrocamiento de los omeyas por los abasíes, Abderramán I, único superviviente de la masacre omeya, huye a Al-Ándalus. Abderramán I convierte a Al-Ándalus en un emirato independiente (756-929), que no reconoce la autoridad política del califa abasí, pero sí la religiosa. Al-Ándalus sufre conflictos internos entre árabes por la sucesión, además de enfrentamientos con los primeros núcleos de resistencia cristiana, y se establecen las marcas fronterizas con los reinos cristianos (en la línea del Duero-Ebro y pirenaica). Ante las revueltas internas y para consolidar su poder, Abderramán III se proclama califa, dando inicio así al Califato de Córdoba (929-1031), con capital en esta ciudad, que se convierte en la ciudad más importante de Europa y en un foco de cultura y saber. Con Abderramán III, Al-Ándalus alcanza su máximo esplendor. Se emprende una política de presión sobre los reinos cristianos del norte. Finalmente, tras Abderramán III, las rivalidades internas por la sucesión llevan al Califato a su declive, fragmentándose.
La Crisis del Siglo XI: Los Reinos Taifas
El siglo XI es un periodo de retroceso musulmán y avance cristiano. El Califato de Córdoba se va a fragmentar en pequeños reinos (taifas), que serán progresivamente conquistados por los cristianos. Se distinguen varios periodos:
Primeros Reinos de Taifas:
A la caída del Califato surgen alrededor de 26 taifas (Sevilla, Badajoz, Toledo, Zaragoza, etc.) que tratarán de imitar el modelo califal. Son reinos débiles políticamente, pero algunos con notable fortaleza económica y cultural. Se mostraban sumisos ante los reinos cristianos, a los que pagaban parias (tributos). En 1085, Alfonso VI de Castilla toma Toledo. Los reinos taifas piden ayuda a los almorávides, guerreros bereberes del norte de África, quienes frenan el avance cristiano. Estos, tras unificar Al-Ándalus, decaen por causas internas y enfrentamientos posteriores con los cristianos.
Segundos Reinos de Taifas:
Surgen tras la desintegración del poder almorávide. Son menores en número e importancia, lo que permite a los reinos cristianos retomar la Reconquista. La llegada de los almohades, otro imperio norteafricano, supuso una nueva unificación de Al-Ándalus y un freno temporal al avance cristiano.
Terceros Reinos de Taifas y Declive Final:
Los almohades son vencidos decisivamente en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212). Tras esto, Al-Ándalus se fragmenta nuevamente y queda reducido progresivamente. El avance cristiano es importante, aunque la crisis del siglo XIV frena temporalmente la Reconquista. Finalmente, solo queda el Reino Nazarí de Granada, que resistirá hasta 1492.
Al-Ándalus: La Organización Económica y Social
La economía de Al-Ándalus era predominantemente urbana, monetaria y comercial. Estaba basada en:
- Agricultura: introducción de nuevas técnicas de regadío (como la noria y acequias) y difusión de nuevos cultivos (como la caña de azúcar, el arroz, los cítricos, el algodón), favorecida por el clima. La estructura de la propiedad incluía desde pequeñas explotaciones hasta grandes latifundios.
- Ganadería: ovina, caprina, y la cría de caballos, destacando los hispano-árabes.
- Artesanía: desarrollo de industrias de lujo como la textil (seda, lino, lana), cerámica, cuero, vidrio, orfebrería y marquetería.
- Comercio: tanto interior como exterior, basado en una activa circulación monetaria (con el dinar de oro y el dirham de plata). Se aprovecharon las antiguas calzadas romanas y se establecieron importantes rutas comerciales con el resto del mundo islámico (importando productos como especias y seda) y Europa cristiana.
La sociedad andalusí era compleja y jerarquizada. Se dividía económicamente en:
- Una élite o aristocracia (jassa): compuesta por conquistadores árabes y sus descendientes, y también por familias de origen visigodo islamizadas. Poseían grandes propiedades y ocupaban altos cargos.
- El pueblo (amma): formado por artesanos, comerciantes y campesinos.
- Los esclavos: de diverso origen, ocupaban el escalón más bajo.
Desde el punto de vista étnico-religioso, la población se componía de:
- Musulmanes: el grupo dominante. Incluía:
- Árabes: la élite original.
- Bereberes: más numerosos, base del ejército.
- Muladíes: hispanovisigodos convertidos al islam, la mayoría de la población.
- Mozárabes: cristianos que vivían en territorio musulmán, manteniendo su religión y organización, aunque muchos adoptaron costumbres y lengua árabes.
- Judíos: una minoría activa en el comercio, la artesanía, la medicina y la cultura. Generalmente gozaron de tolerancia y prosperidad, aunque con episodios de persecución.
Aunque existieron periodos de coexistencia y fructífero intercambio cultural (la llamada convivencia), esta no siempre fue pacífica, registrándose también tensiones y conflictos.
Al-Ándalus: El Pensamiento y las Letras
Al-Ándalus fue un estado de religión islámica y, predominantemente, de cultura árabe. Al-Ándalus conoció su máximo esplendor cultural durante el Califato de Córdoba, convirtiéndose esta ciudad en uno de los principales centros de cultura y conocimiento de Europa. Los eruditos andalusíes, que se expresaban mayoritariamente en lengua árabe y seguían modelos literarios orientales, desempeñaron un papel crucial en la traducción y difusión de obras científicas y filosóficas de la antigüedad griega, así como conocimientos de Persia e India, que posteriormente se divulgaron por el Occidente cristiano. Aun así, se logró crear un carácter propio y autóctono que nos permite hablar de una distintiva cultura andalusí.
Se desarrollaron diversas ciencias:
- Medicina: destacaron figuras como Abulcasis (Al-Zahrawi), autor de una enciclopedia médica y un importante tratado de cirugía (el Kitab al-Tasrif).
- Filosofía: sobresalió Averroes (Ibn Rushd), quien intentó armonizar la filosofía de Aristóteles con las creencias islámicas, ejerciendo una enorme influencia en el pensamiento europeo medieval. También destacaron Avempace (Ibn Bajja) e Ibn Tufayl.
- Astronomía y Matemáticas: destacó Azarquiel (Al-Zarqali), quien perfeccionó el astrolabio y elaboró las Tablas Toledanas, de gran precisión. Se introdujo la numeración arábiga (incluido el cero) y se avanzó en álgebra.
- Literatura: floreció la poesía, con autores como Ibn Hazm (autor de «El collar de la paloma», un tratado sobre el amor) e Ibn Quzman (creador del zéjel). Se desarrollaron géneros como la moaxaja y el zéjel.
- Arte y Arquitectura: El legado artístico es monumental. Destacan la Mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada, la Giralda de Sevilla (antiguo alminar de la mezquita mayor) y el Palacio de la Aljafería de Zaragoza. Se caracteriza por el uso del arco de herradura, la rica decoración con motivos geométricos, vegetales y epigráficos (ataurique, lacería, caligrafía cúfica).