Alfonso XIII. El antimilitarismo. La cuestión de Marruecos. El desastre de Annual.

Alfonso XIII fue un rey controvertido. Comenzó su reinado con 16 años y no solo reinó sino que también gobernó. Convencido del protagonismo político que le correspondía y que la Constitución moderada de 1876 le otorgaba, en ningún momento estuvo dispuesto a renunciar a su soberanía compartida con las Cortes ni a sus prerrogativas políticas. Probablemente, el principal defecto político de Alfonso XIII residía en su espíritu castrense, que le inclinaba a favorecer al Ejército siempre que había un conflicto entre el poder civil y el poder militar.

El siglo XX se inició con los intentos de reforma del sistema político de la Restauración. Tras la muerte de los fundadores de los dos partidos dinásticos, Cánovas y Sagasta, empezó la etapa del revisionismo político, protagonizado por Maura, desde el Partido Conservador, y Canalejas, desde el Partido Liberal. Los primeros intentos de reforma los impulsaron Gobiernos conservadores, cuya intención era hacer la «revolución desde arriba», que aspiraba como máximo a un saneamiento de la vida política, pero sin alterar las bases de funcionamiento del sistema. Se llevó a cabo una legislación laboral (Ley sobre Condiciones de Trabajo de Mujeres y Niños, Ley de Descanso Dominical y Ley de Huelgas). Se creó el Instituto Nacional de Previsión, cuyo objetivo era que, mediante el seguro conocido como «retiro obrero», el trabajador, a cambio de una cotización durante su vida laboral activa, pudiera jubilarse con derecho a una pequeña pensión. Sin embargo, las condiciones laborales y de vida de los trabajadores seguían siendo muy duras. Se promulgó la Ley de Reforma Electoral, cuya intención era eliminar el fraude y garantizar la limpieza de las elecciones. Para ello, entre otras cosas, establecía en su artículo 29 que los escaños electorales para los que solo hubiese un candidato se adjudicarían directamente sin proceso electoral. Pero la realidad fue que se facilitó aún más la manipulación: bastaba con evitar que se presentase un candidato rival, ahorrando así las truculentas prácticas en el día de las elecciones.

Por su parte, los liberales, llevaron a cabo la promulgación de leyes de contenido social como la Ley de Reclutamiento, que establecía el servicio militar obligatorio y acababa parcialmente con la práctica clasista de la sustitución y la redención, o la Ley de Congregaciones Religiosas (conocida vulgarmente como Ley del candado); que prohibía el establecimiento en España de nuevas órdenes religiosas.

En conclusión, el reinado se inició con un espíritu regeneracionista que intentó renovar el sistema político, pero no solo no lo consiguió, sino que apenas una década después comenzó su descomposición interna.

Cuestión de Marruecos


Tras la Conferencia Internacional de Algeciras (1906)
, España obtuvo el reconocimiento definitivo de sus derechos sobre el norte del territorio. Las razones de la presencia española en Marruecos eran:

1) Recuperar el prestigio nacional, tras las pérdidas de 1898

2) No dejar a Francia como única potencia en la zona

3) Mantener el equilibrio estratégico en el estrecho de Gibraltar


4) Garantizar el orden en la región del Rif (entre Ceuta y Melilla), que era escenario de conflictos constantes entre las tropas españolas y las tribus locales.

Semana trágica de Barcelona (1909)


 La cuestión de Marruecos provocó el descontento popular a causa de los reclutamientos forzosos de tropas para una guerra que solo interesaba a dos grupos sociales minoritarios:
a) un sector del ejército, que veía en ella la oportunidad de recuperar el prestigio profesional perdido tras el desastre del 98;
b) los capitalistas interesados en la explotación de las minas de hierro del Rif.

Hasta el establecimiento del servicio militar obligatorio en 1912, aquellos individuos que tenían dinero se podían librar de la incorporación a filas, mediante el pago de una cuota demasiado elevada para las posibilidades económicas de las clases bajas, lo que explica el antimilitarismo popular.

La movilización de reservistas agudizó el clima de tensión social: se preparó la huelga general, convocada por socialistas y anarquistas. En Barcelona, puerto donde debían embarcar las tropas, comenzaron la huelga y las manifestaciones. La autoridad militar proclamó el estado de guerra, lo que desató una oleada de violencia callejera durante casi una semana, la Semana trágica.
La población reaccionó levantando barricadas en las calles e incendiando iglesias y conventos (debido al anticlericalismo, ya que identificaban a la Iglesia con la represión ideológica al servicio del poder y del capitalismo;
mayor vulnerabilidad de los edificios religiosos en comparación con los centros militares o los edificios). Se emprendió una dura represión: más de mil detenciones, con diecisiete penas de muerte, entre ellas la de Ferrer Guardia, anarquista y fundador de la Escuela Moderna. Esta ejecución levantó una ola de protesta internacional que provocó la dimisión del presidente de Gobierno, el conservador Maura.
Por otra parte, se fundó el sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que, a diferencia de la Unión General de Trabajadores (UGT)
socialista, consideraba la huelga general como el instrumento más eficaz de lucha.


Crisis general de 1917

Las Juntas Militares de Defensa eran asambleas de jefes y oficiales de infantería para defender los intereses de sus miembros. Su creación se debió al malestar provocado por dos cuestiones corporativas:

1) la pérdida de poder adquisitivo de sus sueldos


2) el favoritismo del Ministerio de la Guerra en su política de ascensos, que propiciaba la promoción de los militares destacados en Marruecos.

En abril dimitió el presidente de Gobierno, el liberal Romanones, ante la incapacidad de disolver las Juntas. El 1de junio se inició la rebelión militar con la presentación al Gobierno del Manifiesto de las Juntas.
El apoyo de Alfonso XIII a estas pretensiones fue determinante y el nuevo Gobierno acabó por reconocerlas.

La Asamblea de Parlamentarios


La Lliga Regionalista, dirigida por Cambó, pretendía acabar con el caduco y caciquil sistema político de la Restauración. En previsión de que el Gobierno no atendiera esta petición, se invitaba a todos los parlamentarios españoles a una nueva reunión. En esta segunda convocatoria, conocida como Asamblea de Parlamentarios, se ratificaron los acuerdos de la reunión anterior en una moción firmada por catalanistas, republicanos y socialistas. Pero en este caso el Gobierno se limitó a declarar inconstitucionales tales pretensiones. El movimiento se desarticuló debido a la negativa de las Juntas Militares de Defensa a colaborar con catalanistas, republicanos y socialistas, con los que el ejército simpatizaba poco; y las divergencias y desconfianzas entre los propios asambleístas.

Huelga general


La huelga general se convocó antes de lo previsto, ya que una huelga de ferroviarios de Valencia precipitó los acontecimientos. Se desarrolló en Madrid, Barcelona, Zaragoza…La respuesta del Gobierno fue detener al comité de huelga y sacar las tropas a la calle. La huelga finalizó con un saldo de más de setenta muertos y en torno a dos mil detenidos. Los miembros del comité de huelga fueron sometidos a consejo de guerra, y varios de ellos fueron condenados a cadena perpetua.

Fracaso militar en Marruecos: desastre de Annual (1921)


El convenio entre España y Francia de 1912 había convertido las zonas de influencia de ambos países en Marruecos en un Protectorado compartido. El Protectorado español, situado en el norte, comprendía una zona mucho más pequeña y pobre que la del francés; además, el control de estos territorios tenía más inconvenientes que ventajas:

1) era un territorio muy montañoso (cadena del Rif)

2) las vías de comunicación eran escasas y difíciles

3) la riqueza económica de la zona se limitaba a las minas de hierro localizadas en las montañas del Rif

4) la belicosidad de las tribus rifeñas, reacias a denunciar a su independencia para someterse a un mando único

A ello se añadía la impopularidad de la guerra y la escisión del propio ejército, entre el sector africanista, que se podía beneficiar de los ascensos por méritos de guerra, y el sector juntista, que coincidía con las Juntas Militares de Defensa en el rechazo a ese sistema de promoción. Para terminar de complicarlo todo, en julio de 1921, el comandante de Melilla, el general Fernández Silvestre, cometió un error militar cuyo trágico desenlace provocó consecuencias imprevistas. Desde Melilla emprendió una campaña para alcanzar Alhucemas y someter a la más peligrosa tribu rifeña, pero su imprudencia y sus errores tácticos, en contraste con la eficaz actuación del dirigente rifeño Abd-el-Krim, condujeron a la derrota de Annual, que desencadenó un auténtico desastre militar: la práctica destrucción de todas las fuerzas de la comandancia, con más de 13.000 bajas y grave peligro incluso para la plaza de Melilla. El desastre de Annual tuvo un efecto sobre la opinión pública semejante al de 1898 y precipitó la caída del Gobierno. Socialistas y republicanos no desaprovecharon la ocasión de atacar al régimen. Finalmente, se formó una comisión para aclarar las acusaciones contra el rey, los políticos y el ejército, cuyo informe (Informe Picasso
) no llegaría a las Cortes, ya que pocos días antes de su presentación el general Primo de Rivera protagonizaba el golpe de Estado que iniciaba la etapa de la dictadura.

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