Causas y consecuencias del franquismo Franco

Acabada la guerra, se establecíó un sistema político, basado en una dictadura personal: el franquismo. En sus casi cuatro décadas (1939-1975), experimentó grandes cambios a lo largo de tres etapas: 

  • El triunfo y asentamiento del régimen (1939-1957). Etapa de exilio y represión (Ley de Responsabilidades Políticas 1939). Con el fin de la II Guerra Mundial se inició un aislamiento, junto a una autarquía económica.

  • El desarrollismo económico (1959-1973). Se consolidó el Estado franquista y se suavizó la represión; en política exterior se continuó la apertura exterior, que favorecíó el crecimiento económico (el desarrollismo).

  • La crisis final (1973-1975). Etapa de inestabilidad del régimen (división interna del mismo), a nivel internacional era un régimen caduco, y en el ámbito económico la crisis internacional de 1973 inició una recesión económica. 

El franquismo, concentraba en Franco la potestad e iniciativa legislativa, rodéándose de ministros de su confianza, sin Parlamento representativo ni Constitución. Franco, personificaba la soberanía nacional y reunía todos los poderes: Jefe de Estado, Jefe de Gobierno, Jefe de las FF.AA. Y Jefe de FET de las JONS (Movimiento Nacional).

Al régimen hay que unir unos componentes ideológicos: Tradicionalismo (“La unidad de la Patria” se justificaba en raíces históricas, exaltando los valores de la Reconquista, Reyes Católicos, Imperio); Nacionalsindicalismo, Nacionalcatolicismo, Nacionalpatriotismo (califica la autonomía de las regiones como antiespañola) y Militarismo. 

El régimen prohibíó los partidos políticos, salvo Falange, pero colaboraron grupos ideológicos (que desarrollan los componentes ideológicos del franquismo). Estos grupos son denominados “familias políticas”, eran: 

  • El Ejército (Militarismo). Columna vertebral y base del régimen. Se sirvió de él para garantizar el orden, con numerosa presencia en las Cortes y Consejo de Minist


Algunos exigirían el restablecimiento monárquico.

  • La Falange (Nacionalsindicalismo). En los primeros años ocupan los puestos más relevantes con líderes como Serrano Suñer, Girón de Velasco. Con la derrota fascista en la Segunda Guerra Mundial perdieron protagonismo. Aportó principios ideológicos: anticomunismo, antiparlamentarismo y antiliberalismo, y rasgos fascistas (símbolos, saludos y uniformes). Adoctrinó con: Sección Femenina, Frente de Juventudes y la Organización Juvenil Española.

  • Los católicos (Nacionalcatolicismo). La Iglesia, como legitimadora del régimen, dominó la vida social. Controló la educación, con competencias en la censura y presencia en los medios de comunicación. Presentes en tareas de Estado con la Asociación Nacional de Propagandistas (ACNP) y el Opus Dei. Al finalizar la Guerra Mundial nacen organizaciones críticas (HOAC, JOC), y el Concilio Vaticano II marcó la separación del régimen. 

  • Los monárquicos: carlistas y juanistas, los primeros integrados en FET de las JONS, y los segundos que aspiraban al restablecimiento de la monarquía en Don Juan de Borbón (Manifiesto de Lausana 1945). Los tres primeros grupos (Falange, Iglesia, y Ejército) constituyeron los pilares del régimen. Los apoyos sociales el régimen los encontró en: la oligarquía terrateniente y financiera, las clases medias de las pequeñas y medianas ciudades, grandes empresarios y campesinado católico. Para legitimar el régimen, junto al Fuero del Trabajo (1938), se promulgaron otras Leyes Fundamentales: – Ley Constitutiva de las Cortes (1942). Asamblea consultiva, que representaban a sindicatos, familias y municipios. 

  • Fuero de los Españoles (1945). Derechos y deberes concedidos por el dictador. 

  • Ley del Referéndum Nacional (1945). Recogía la posibilidad de consulta por referéndum. 

  • Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947). Se declaraba a España como reino, el cargo de dictador vitalicio y con derecho a nombrar a su sucesor


  • Se completarían con la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958) y Ley Orgánica del Estado (1967). 

La evolución política del régimen (1939-1959), marcada por la política internacional, pasó del aislamiento al reconocimiento exterior. Comenzó con los Gobiernos azules (1939-1945), en los que Serrano Suñer, ministro de Gobernación y Exteriores, diseñó un Estado fascista (1938-1942) junto a falangistas, militares, y miembros de ACNP. Con el inicio de la II Guerra Mundial España se declaró neutral; no beligerante, celebrando encuentros con Hitler en Hendaya y con Mussolini en Bordighera, cooperando con la División Azul; volviendo a la neutralidad en 1942. 

En la etapa del Gobierno autárquico (1945-1951), tendrán mayor influencia los políticos católicos (Acción Católica); los falangistas manténían el Ministerio de Trabajo y Justicia (Girón de Velasco) y el control sindical. 

Tenían que gestionar la autarquía económica y el aislamiento internacional, ya que desde 1945 

España quedó aislada y la ONU condenó el régimen en 1946, iniciándose un bloqueo internacional. 

En el Gobierno “bisagra” (1951-1957) destaca Carrero Blanco como ministro de Presidencia. En el exterior con el desarrollo de la Guerra Fría, el “antisovietismo” de Franco dio sus frutos: Francia reabríó su frontera y junto a Reino Unido firmó acuerdos comerciales. Los acuerdos con Estados Unidos (1953) inician el reconocimiento internacional del régimen: Concordato con la Santa Sede (1953), ingreso en la ONU (1955). Comenzó el crecimiento económico unido al fin del aislamiento, pero en 1957 el Estado estaba al borde de la bancarrota, Franco formó un Gobierno de tecnócratas, que pondría en marcha el Plan de Estabilización (1959). 


La economía española al finalizar la Guerra Civil estaba condicionada por la situación interior y exterior: la Guerra había dejado al país en una situación ruinosa, el estallido inmediato de la Segunda Guerra Mundial imposibilitó a España abastecerse del exterior, y el bloqueo posterior a que fue sometida, prolongó el aislamiento económico. 

Al quedarse España al margen del Plan Marshall, no participó del crecimiento que tuvieron los países occidentales. España volvíó a ser un país esencialmente rural, aumentando la población activa en la agricultura y el peso de este sector en el conjunto de la riqueza nacional. La política económica que forjó el régimen franquista fue la autarquía. Estaba subordinada a los intereses políticos, dirigida a la autosuficiencia y con un rígido intervencionismo del Estado. El Gobierno desarrolló iniciativas como la creación del Servicio Nacional del Trigo (1937) en la agricultura, y la creación del INI y RENFE en la industria. 

Las consecuencias de la autarquía fueron negativas: elevó la inflación, frenó el crecimiento, disminuyó la producción agrícola, lo que provocó escasez, alza de precios y hambre; y obligó a distribuir cartillas de racionamiento, con un mercado negro paralelo, el “estraperlo”. En 1951 acabó el racionamiento de pan, bajaron los precios agrarios, y aumentó la demanda de bienes industriales. Se liberalizó en parte la economía y unido a la ayuda norteamericana, propició un crecimiento industrial (1953-57). Pero agotados los efectos de los créditos concedidos, la inflación se elevó un 15% y aparecíó el paro y las huelgas. La respuesta política fue la formación de un nuevo gobierno, con miembros del Opus Dei ocupando los Ministerios de Hacienda y Comercio, los tecnócratas. Las medidas liberalizadoras del gobierno tecnócrata en 1959 posibilitó la transformación del sistema productivo. El Plan de Estabilización ponía fin a la autarquía e iniciaba el desarrollismo. Poniéndose en práctica medidas para controlar la inflación: reducción de los créditos, supresión de regulaciones y subvenciones, ajustar los gastos del Estado a los ingresos, y reducir las importaciones al devaluarse la peseta. 

La política económica se concretó en los Planes de Desarrollo, tres entre 1962 y 1975, coordinados por la Comisaría del Plan de Desarrollo dirigida por López Rodó.


Entre 1960 y 1970 la renta per cápita aumentó en más del doble. El eje de la actividad económica se desplazó de la agricultura a la industria y en menor grado a los servicios. Se mecanizó el campo, y el exceso de mano de obra se desvió hacia la industria, iniciando un gran éxodo rural. La mitad de la producción industrial se concentró en Cataluña, País Vasco y Madrid. Experimentó gran desarrollo la producción de bienes de consumo (automóviles – SEAT 600), química, siderúrgica y alimentaria. 

La balanza comercial se compensó con las divisas procedentes de los emigrantes, el turismo extranjero y la entrada de capital del exterior. 

Los planes de desarrollo no fueron determinantes del crecimiento económico. España aprovechó el ciclo económico favorable aumentando la exportación de productos y de mano de obra excedente; además logró un acuerdo preferencial con la CEE (1970). El crecimiento económico tuvo deficiencias: dependencia del exterior, desequilibrios regionales, inexistencia de una reforma fiscal, y control del poder económico. Disminuyó desde 1967, hasta la llegada de la crisis mundial (1973). 

Las transformaciones sociales fueron causadas por el fin del aislamiento y el reconocimiento internacional, que animó al régimen a tener una apariencia más moderna, promulgando la Ley de Prensa e Imprenta (1966) y Ley de Libertad religiosa (1967); y el desarrollo económico del nuevo Gobierno de 1957. 

El desarrollo económico y el influjo de Europa (turismo), cambiaron hábitos y mentalidades. Produjo un aumento de la población, consecuencia del incremento de la natalidad (baby boom, 1956-67) y un descenso de la mortalidad; que unido al desigual reparto de la riqueza intensificaron el proceso migratorio, en el interior (País Vasco, Cataluña, Valencia y Madrid); y al exterior (Europa y América). 

La emigración fue una válvula de escape para el régimen; creó el Instituto de Emigración (1957), y aprobó la Ley de Ordenación del Emigrante. Más de un millón y medio de españoles emigraron a Europa entre 1960 y 1973. 

El tránsito a una economía industrial y de servicios provocó: 


aumento de las clases medias, disminución de los jornaleros agrarios y aumento de los obreros industriales y de servicios. Irrumpíó el consumismo (vivienda, automóviles, electrodomésticos), y nuevas aficiones para el ocio: deporte, radio, televisión, etc. La sanidad mejoró con la Ley de Bases de la Seguridad Social (1963); la educación era un objetivo prioritario, aumentó la escolarización, y en 1970 se promulgó la Ley General de Educación; mientras la Iglesia se transformaba y el papel de la mujer varíó y se incorporó al trabajo. 

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