Consecuencias de la desintegración de la gran Colombia

Los gobiernos totalitarios

Durante la década de 1930, las ideologías comunista y fascista se radicalizaron aún más. Aunque entonces se las veía como extremos opuestos, los historiadores han puesto de manifiesto que ambos sistemas comparten numerosos rasgos.

Para englobar las formas más extremas de estas ideologías, estalinismo y nacionalsocialismo, se emplea el término totalitarismo, acuñado por la pensadora Hannah Arendt.

El totalitarismo supone la negación del Estado de derecho. El Imperio de la ley queda sustituido por el terror, que se ejerce de manera sistemática, no solo contra los enemigos del régimen, sino también contra inocentes que el líder ha decidido eliminar, como los “enemigos del pueblo”, en el caso de Stalin, o enfermos psiquiátricos o judíos, en el de Hitler.

El fin último del totalitarismo consiste en alcanzar un poder ilimitado y total sobre la población.

El estalinismo

El triunfo de Stalin sobre todos sus rivales dentro del partido dio comienzo a un período en el que los rasgos totalitarios del sistema soviético, ya presentes en la época de Lenin, se acentuaron enormemente:

  • Culto a la personalidad del líder. La efigie de Stalin se convirtió en omnipresente, y se le rendía una adoración casi religiosa.

  • Policía política. Extendíó muchísimo su red de terror, espionaje y delación.

  • Represión. Se llevó a cabo a través de un sistema de campos de trabajos forzados, denominado ahora gulag, que fue creciendo hasta alcanzar vastas dimensiones en cuanto a su extensión geográfica y al número de personas que fueron deportadas o asesinadas.

  • La Gran Purga. Entre 1936 y 1938, Stalin se deshizo de la vieja guardia del partido tras una serie de juicios con acusaciones inverosímiles y confesiones forzadas.

  • Manipulación de la historia. Por ejemplo, se retocaron fotografías para hacer desaparecer a los personajes purgados.

En 1928, Stalin decretó el fin de la Nueva Política Económica (NEP) y su sustitución por planes quinquenales, que tenían como objetivo la industrialización acelerada, sin importar las consecuencias sobre la población.

Las primeras víctimas de esta política fueron los campesinos. La colectivización forzada de tres quintas partes de las explotaciones agrícolas produjo una hambruna de proporciones escalofriantes. Se culpó de esta a los kulaks, o campesinos acomodados, que fueron exterminados sistemáticamente.

No obstante, los logros económicos fueron innegables. Mientras los países capitalistas se hundían en la Gran Depresión, la Uníón Soviética crecía a un ritmo superior al diez por ciento anual, y se convertía en una gran potencia industrial.


El nacionalsocialismo alemán

El rápido ascenso del nazismo se explica por las siguientes causas:

  • El Rechazo del Tratado de Versalles, y en especial, a las pérdidas territoriales y las reparaciones de guerra impuestas a Alemania.

  • La teoría de la puñalada en la espalda, inventada por la extrema derecha, que acusaba a socialistas y judíos de la derrota en la Primera Guerra Mundial.

  • El impacto de la Gran Depresión, que afectó especialmente a Alemania y provocó el empobrecimiento de las clases medias y una profunda crisis moral de la sociedad.

Las etapas del acceso al poder por parte del Partido Nacionalsocialista fueron las siguientes:

  • Años veinte. No hay una presencia importante del Partido Nazi. Se trataba de un pequeño grupo de ultraderecha. En 1923, la intentona golpista de Adolf Hitler (el Putsch de Múnich) fracasó.

  • Años treinta. El impacto de la Gran Depresión benefició a los partidos extremistas. En las elecciones de 1930, los nazis multiplicaron por nueve su representación parlamentaria. El Ejército y el gran capital vieron en el Partido Nazi la barrera más eficaz contra el comunismo. En las elecciones de 1932 alcanzó su techo electoral, aunque sin llegar a conseguir la mayoría absoluta. Pero el presidente Hindenburg nombró canciller a Hitler en 1933.

Poco después, se suspendíó la Constitución de Weimar y los demás partidos fueron prohibidos. Se iniciaba el Tercer Reich.

El factor distintivo del nazismo fue su extremo racismo, que se manifestaba través de un intenso antisemitismo. Las leyes raciales, conocidas como leyes de Nuremberg (1935), definían los derechos del individuo en función del grado de pureza racial. Los judíos perdieron la condición de ciudadanos en su propio país. La raza aria, representada por los alemanes no judíos, se arrogaba el derecho de someter a todas las demás.

En 1938, en la Noche de los Cristales Rotos, la violencia verbal se trasformó en física: los nazis organizaron un pogrom, o ataque a los judíos, en todo el Reich. Comercios y domicilios de esta minoría social fueron asaltados, y ardieron sinagogas y escuelas. Hubo un centenar de asesinatos y miles de deportaciones a campos de concentración.


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La proclamación de la Segunda República en España

La Segunda República nacíó en una difícil coyuntura internacional. A la crisis económica, consecuencia del crac de 1929, se unía el auge del movimiento comunista, apoyado desde la URSS, y de los fascismos, que supieron aprovechar la debilidad de las democracias para desestabilizarlas.

Las elecciones municipales de 1931

El 12 de Abril de 1931 se celebraron las primeras elecciones libres desde el golpe de Primo de Rivera. Eran de carácter municipal, y en el conjunto de España ganaron los monárquicos, pero en las grandes ciudades el triunfo fue de los republicanos. Alfonso XIII, consciente de que no podía mantenerse sin el apoyo de las clases urbanas, abandonó el país.

En medio del entusiasmo popular, el 14 de Abril de 1931 se proclamó la Segunda República. El Gobierno provisional convocó elecciones a Cortes constituyentes.

El sufragio era universal masculino: por primera vez, las mujeres podían presentarse como candidatas (y tres de ellas fueron elegidas diputadas), pero no tenían derecho de voto.

Las elecciones se celebraron en Junio y dieron el triunfo a los partidos de centroizquierda. El más votado fue el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), seguido del Partido Republicano Radical (PRR), de Alejandro Lerroux. Los partidos monárquicos obtuvieron poco más del diez por ciento de los escaños.

La Constitución de 1931

Las nuevas Cortes comenzaron a elaborar la Constitución, que se aprobó el 9 de Diciembre. Se trataba de un texto lleno de innovaciones y la primera Constitución democrática de la historia de España.

Las disposiciones más importantes del texto constitucional fueron:

  • La soberanía popular, pues “los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo”.

  • Se adoptaba una nueva bandera: roja, amarilla y morada.

  • Se establecía el sufragio universal, masculino y femenino.

  • Por primera vez se reconocían no solo derechos individuales, sino también colectivos. Para garantizar su ejercicio, se creaban una serie de instituciones entre las que destacó el Tribunal de Garantías Constitucionales.

  • Desaparecía el Senado: las Cortes eran unicamerales.

  • Se configuraba un nuevo modelo de estructura territorial del Estado que autorizaba la formación de regiones autónomas.

  • Se fijaban límites al derecho a la propiedad, límites que en determinados casos permitían la expropiación y la socialización.

  • La religión católica dejaba de ser la confesión oficial del Estado y se decretaba la libertad de culto.

En consecuencia, la Constitución adoptó un tono reformista, que se inspiraba en las constituciones más avanzadas, como la mexicana, la rusa o la alemana.


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La Segunda República: evolución política

El bienio reformista (1931-1933)

Niceto Alcalá-Zamora y Manuel Azaña fueron presidentes de la Segunda República.

Aprobada la Constitución, y sin convocar nuevas Cortes, se nombró presidente de la República a Niceto Alcalá-Zamora, perteneciente a la derecha republicana, y presidente del Gobierno a Manuel Azaña, un intelectual de izquierdas. El nuevo gabinete, formado por republicanos de izquierda y socialistas, emprendíó una ambiciosa política de reformas en diversos ámbitos:

  • La cuestión territorial. Se abordó con la redacción de estatutos de autonomía. En 1932 se aprobó el Estatuto de Cataluña: el Gobierno autónomo se confiaba a la Generalitat; el del País Vascono entraría en vigor hasta 1936, comenzada la guerra; y el proyecto de autonomía para Galicia se paralizó por estar en tramitación.

  • El Ejército. La reducción del número de mandos y la exigencia de juramento de lealtad a la República restaron al régimen la simpatía de muchos oficiales.

  • La religión. El Gobierno quiso reducir la influencia de la Iglesia católica en la sociedad. Se expulsó a la Compañía de Jesús y se prohibíó a las órdenes religiosas ejercer la enseñanza.

  • La agricultura. La reforma agraria era la pieza fundamental de la política de izquierdas, que pretendía paliar la penosa situación de los trabajadores del campo; pero su tramitación en las Cortes se vio obstaculizada por el Grupo Agrario, que representaba a los propietarios. Por su parte, los anarquistas exigían una reforma inmediata y más profunda.
    La ley, finalmente aprobada, contemplaba la expropiación y el reparto de las tierras no explotadas por sus propietarios. Para los partidos obreros era insuficiente, y muy radical para la derecha.

Estas reformas enemistaron al Gobierno con grupos sociales muy poderosos: el Ejército, la Iglesia y los terratenientes. En el verano de 1932, el general Sanjurjo fracasó al intentar dar un Golpe de Estado.

Pero tampoco las clases populares estaban satisfechas, debido a la lenta aplicación de la reforma agraria. A comienzos de 1933, en Casas Viejas (Cádiz), campesinos anarquistas ocuparon las tierras por su cuenta: la revuelta fue duramente reprimida por las fuerzas del orden público. Esto acabaría precipitando la caída del Gobierno Azaña, atacado simultáneamente desde la derecha y desde la extrema izquierda.

Consecuencias de la Guerra Civil

Todo conflicto armado tiene una importante repercusión sobre la población. Estas fueron algunas de las consecuencias de la Guerra Civil:

  • Demográficas. A la cifra de muertes violentas, que se estima en unas quinientas mil, hay que añadir el aumento de la mortalidad general, causado por la escasez y las penurias, los no nacidos y los exiliados. En conjunto, las pérdidas demográficas llegarían a un millón de personas.

  • Económicas. Fueron muy graves, en especial la pérdida de cosechas, la paralización de la actividad industrial, el colapso del comercio, la pérdida de reservas y el endeudamiento por la compra de armamento en ambos bandos.

  • Represión. Se ejercíó en ambas zonas, republicana y nacional, sobre los respectivos adversarios. Los asesinatos que se produjeron tenían rasgos comunes, pero también considerables diferencias.
    En la zona republicana. La falta de autoridad del Gobierno permitíó que grupos incontrolados llevasen a cabo procedimientos represivos que acabaron con la vida de miles de civiles, sobre todo religiosos, políticos de derechas y grandes propietarios. La mayoría de estos críMenes fueron al principio, y entre ellos destacan el asalto a la cárcel Modelo de Madrid y el fusilamiento de prisioneros políticos en Paracuellos.
    En la zona nacional. La represión fue sistemática y alentada desde el poder como estrategia de dominación. Eran considerados enemigos las personas de izquierda, los sindicalistas y los nacionalistas, entre otros.
    El propio nombre de nacionales que se dieron a sí mismos negaba al adversario la condición de español. El “espíritu de Cruzada” que amparaba tales acciones equiparaba estas a la lucha contra el infiel en la Edad Media. En esta zona, la represión se mantuvo durante toda la guerra y se prolongó una vez acabada.


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