Cronología del Siglo XIX en España

El catalanismo



La regíón pionera en desarrollar un movimiento regionalista fue Cataluña, donde a lo largo del Siglo XIX había tenido lugar un movimiento económico superior al de cualquier otra regíón de España. La industrialización había propiciado el nacimiento de una importante burguésía, cuyos intereses no siempre coincidían con las políticas llegadas a cabo por los partidos dinásticos de la Restauración.
Este desarrollo económico de Cataluña coincidíó con un notable Renacimiento y reivindicación de la cultura catalana, así como la expansión del uso de su lengua. En este contexto, a mediados del Siglo XIX, nacíó un movimiento conocido como la Renaixença, cuyo objetivo era la recuperación de la lengua, y su reivindicación como lengua literaria. Su mejor expresión fueron los Jocs Florals o certáMenes literarios en catalán.
Por otro lado, en la década de 1880 se desarrolló el catalanismo político, es decir, la defensa de la personalidad propia de Cataluña. Tuvo varias corrientes, la más tradicional y conservadora estuvo encarnada por el obispo Torres i Bages, y la más progresista alentada por Valentí Almirall, procedente del federalismo. Este último creó en 1882 el Centre Català, una entidad patriótica por encima de los partidos y que uniese a ambas corrientes. 
En 1885, ante el temor de que el gobierno firmase un convenio con Gran Bretaña que perjudicaba los intereses de la industria catalana, unido al intento de supresión del derecho civil catalán, hicieron que el Centre Català, conjuntamente con varias instituciones sociales y económicas, elaboraran La Memoria en defensa de los intereses materiales y morales de Cataluña, más conocido como Memorial de Greuges, dirigido a Alfonso XII. Se denunciaba el centralismo, reclamaba el proteccionismo para la industria catalana, y el mantenimiento del derecho civil catalán. Se considera la primera movilización del catalanismo político, con gran impacto en Madrid.
En 1887, los conservadores formaron la Lliga de Catalunya, y aprovechando la celebración de los Jocs Florals celebrados por la Exposición Universal de Barcelona, y ante la presencia de la reina regente Mª Cristina, le presentaron un programa regionalista, en que se manténía la fidelidad a la Corona, solicitando una autonomía semejante a la que el emperador de Austria había concedido a Hungría en 1867.
En 1891 se vuelve a unir el Centre y la Liga gracias a la labor de Enric Prat de la Riba, y el resultado fue una nueva organización: 

La Uníó Catalanista

En su primera asamblea, celebrada en Manresa en 1892, se elaboraron las bases para la Constitución Regional Catalana, una síntesis de la idea federalista de integración del Estado catalán, en el Estado español y de las ideas del catalanismo conservador. El regionalismo pasó a convertirse en verdadero nacionalismo. 
La crisis del sistema de la Restauración en 1898 aumentó el interés de la burguésía catalana por tener sus propios representantes distintos a los partidos dinásticos. En 1901 se creó la Lliga regionalista, fundada por Enric Prat de la Riba y el joven abogado Francesc Cambó. El nuevo partido aspiraba a participar activamente y a tener representantes en las instituciones que defendiesen los intereses del catalanismo. Su éxito electoral convirtió a la Lliga en el principal partido de Cataluña durante el primer tercio del Siglo XX.

El nacionalismo vasco


Surgíó en la década de 1890. En sus orígenes hay que señalar el rechazo que produjo la supresión de los Fueros al inicio del reinado de Alfonso XII, después de la derrota del carlismo, pero también el nacimiento de una corriente cultural en defensa de la lengua vasca, el euskera, con un importante componente religioso y en defensa de las tradiciones.
Su gran impulsor fue Sabino Arana, quien consideraba que la cultura vasca estaba en peligro por la llegada de emigrantes procedentes de otras regiones de España, como resultado del desarrollo de la minería y la industria siderúrgica. Pensaba que estos maketos ponían en peligro el euskera, sus tradiciones, y la raza vasca. Una raza que no dudó en exalzar con argumentos supremacistas.
Sus ideas empezaron a influir en la pequeña burguésía por lo que en 1895 se fundó el Partido Nacionalista Vasco en Bilbao, estableciendo una bandera propia y un lema: «Dios y ley antigua». En un principio, el partido era independentista, pero a la muerte de Arana, algunos industriales tomaron el control del partido, como el armador De la Sota, evolucionando a posiciones más prácticas defendiendo el autonomismo.

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