El Reinado de Fernando VII: Del Absolutismo al Trienio Liberal
El Manifiesto de los Persas y la Restauración Absolutista (1814)
Tras el Tratado de Valençay en 1813, Napoleón acuerda la paz y reconoce a Fernando VII como nuevo rey de España e Indias. Cuando en marzo de 1814 Fernando VII regresó a España, no cumplió sus promesas de acatamiento del régimen constitucional. A través de la conspiración, y amparándose en las peticiones de los absolutistas formuladas en el Manifiesto de los Persas, procedió al restablecimiento del Antiguo Régimen. El Manifiesto de los Persas, fechado el 12 de abril de 1814, fue una llamada a las Cortes Generales y Extraordinarias de Cádiz con el objetivo de defender los derechos del monarca y de la patria.
En defensa del absolutismo, el Manifiesto de los Persas expresaba la opinión de que la monarquía absoluta es obra de la razón y de la inteligencia, y que todo lo que diga o haga el monarca está subordinado por ley divina. El tema central del texto es el deseo de la nobleza y del clero por volver al Antiguo Régimen. Las principales ideas hacen referencia a los beneficios del Antiguo Régimen y la necesidad de abolir la obra legislativa de Cádiz junto con la Constitución.
En el primer apartado del manifiesto se habla del deseo de la nobleza, militares y clero absolutistas de que Fernando VII vuelva al Antiguo Régimen, ya que la Constitución de Cádiz no les favorecía en nada. Además, una idea secundaria que se extrae de este texto es el apoyo incondicional que recibe el rey por parte de un pueblo que lo ve como un salvador, más en consonancia con las tradiciones nacionales que con las novedades de Cádiz.
El segundo apartado es una alabanza a la monarquía absoluta, indicando tanto su origen como su aceptación desde antiguo. Igualmente, se señala su necesidad para el buen gobierno y la obediencia que sus súbditos deben a los monarcas absolutos.
En el tercer apartado solicitan una serie de peticiones, entre las que destacan: la abolición de «lo actuado en Cádiz», la celebración de cortes estamentales convocadas «en la forma en que se celebraron las antiguas», el mantenimiento de la legislación tradicional, es decir, las «leyes y fueros», y, sobre todo, «que se suspendan los efectos de la Constitución» y los Decretos dictados en Cádiz. Esto implicaba un periodo pleno del retorno del absolutismo.
El resultado de esta restauración fueron seis años caóticos, en los que los problemas se fueron agravando hasta provocar el triunfo del golpe militar de 1820. Una serie de graves problemas acabaron por dar al traste con el régimen absolutista.
Fernando VII Acata la Constitución de Cádiz de 1812 (10 de Marzo de 1820)
Tras su llegada a Madrid en 1814, Fernando VII declaró nula la Constitución y los decretos de Cádiz e inició la persecución de liberales y afrancesados, que fueron detenidos y ejecutados o huyeron al exilio. El regreso del absolutismo fue acompañado de una gran represión de la oposición y de un retorno al inmovilismo político. Se creó un cuerpo militar encargado directamente de la persecución del liberalismo. Ante la gravedad de la emergencia social, se propuso la necesidad de una amnistía (la pérdida de las colonias americanas agravó la crisis). Se incrementó la desconfianza de los sectores tradicionales.
Finalmente, el 1 de enero de 1820 triunfó un pronunciamiento en favor de la Constitución. Lo encabezó el coronel Rafael del Riego al frente de una compañía de soldados acantonados en Cabezas de San Juan (Sevilla), que habían de embarcar para ir a combatir a las colonias americanas. La pasividad del ejército real y la acción de los liberales en las ciudades obligaron al rey a aceptar la Constitución de 1812.
Fernando VII acepta la Constitución tras ver el terrible desenlace de volver a colocar el Antiguo Régimen y la monarquía absolutista. Juró apoyar y ser fiel a esta Constitución, afirmando ser un modelo de sabiduría ante Europa con la estimada Constitución. También se formó un nuevo gobierno que proclamó una amnistía, que permitió el regreso de liberales y afrancesados, y convocó elecciones, que fueron ganadas por los liberales.
La redacción de una constitución se basa en el principio de que el poder político de una nación debe ser ejercido de forma racional y organizada. Además, establece una separación de poderes que impide el absolutismo.
Además del texto constitucional, las Cortes de Cádiz aprobaron unas leyes y decretos destinados a eliminar el Antiguo Régimen y a ordenar el Estado como un régimen liberal. Se abolió el régimen señorial. La población dejó de estar sometida a la jurisdicción privada para pasar a depender de la autoridad pública y de la legislación del Estado. También se trató de impulsar una reforma agraria, y se introdujeron medidas próximas al liberalismo económico, con la finalidad de impulsar la producción y el comercio.
El Trienio Constitucional se inicia el 1 de enero de 1820 con la sublevación militar de Rafael del Riego para restablecer la Constitución de 1812 contra la monarquía absoluta de Fernando VII. Esta etapa termina el 1 de octubre de 1823, cuando un decreto del rey anula la Constitución y la legislación del Trienio. Se vuelve a la Monarquía absoluta durante la Década Ominosa (1823-1833).
El Funcionamiento del Estado Liberal en España (a partir de 1833)
Conceptos y Características del Estado Liberal
A partir de 1833, con el inicio del reinado de Isabel II, bajo la regencia de María Cristina, España se adentra en un proceso de construcción de un nuevo modelo de Estado, diferente al absolutista que había sido el imperante en España hasta ese momento: el Estado Liberal.
El Estado Liberal en España se basa en el Liberalismo Doctrinario, una doctrina política que intenta conciliar los principios de la Revolución Francesa (libertad, igualdad y fraternidad) con las instituciones del Antiguo Régimen.
Características del Liberalismo Doctrinario en España:
- Separación de poderes: Aunque con mayor poder para el rey (ejecutivo y parte del legislativo).
- Soberanía compartida: Entre el rey y las Cortes.
- Elaboración de Constituciones.
- Sufragio censitario: Únicamente tienen derecho al voto los propietarios.
Elementos Clave del Estado Liberal
- Las Constituciones: A lo largo del siglo XIX se promulgaron en España diferentes constituciones, de carácter moderado y progresista.
- La Corona: Con Isabel II nace la monarquía constitucional.
- Partidos políticos: Durante el período isabelino surgieron en España los primeros partidos políticos, fruto de las escisiones de los liberales en el Trienio Liberal (1820-1823): los progresistas y los moderados. Representan las dos grandes corrientes del liberalismo en la España del siglo XIX.
El Sistema de Partidos Políticos
El Partido Moderado
- Surgió a principios de los años 40 y su líder era el general Narváez.
- Defendía los intereses de la alta burguesía, los terratenientes, altos funcionarios, etc.
- Seguía los principios del liberalismo doctrinario, era partidario de la soberanía compartida entre el rey y las Cortes y de limitar los derechos civiles y políticos de la población.
- Defendía el catolicismo del Estado.
El Partido Progresista
- Nació en torno a 1836-37 y su líder era el general Espartero.
- Defendía los intereses de la mediana y pequeña burguesía.
- Era partidario de la Soberanía Nacional expresada en las Cortes.
- Quería la ampliación de los derechos políticos (ampliación del sufragio censitario) y civiles (libertad de imprenta) de la población.
- También defendía la tolerancia y libertad religiosa.
Unión Liberal
- Creada por O’Donnell.
- Aglutinaba los sectores más progresistas de los moderados y aquellos sectores más moderados del progresismo.
- Fue un partido que gobernó durante la última década del reinado de Isabel II.
Partido Demócrata
- Otro de los partidos desarrollados en este periodo, una escisión del Partido Progresista.
- Quedó fuera de las opciones de gobierno.
- Reivindicaba el sufragio universal masculino y la ampliación de derechos (por ejemplo, el de asociación).
- Incluso defendía el desarrollo de ciertas reformas sociales.
Las Etapas del Reinado de Isabel II (1833-1868)
La Primera Guerra Carlista (1833-1840)
En 1833, tras la muerte de Fernando VII, los partidarios de Carlos María Isidro (hermano del difunto rey) iniciaron una rebelión armada ante la actitud poco firme de la reina regente. Este fue el inicio de una larga guerra civil entre los partidarios de don Carlos (defensores del absolutismo) y los defensores de la legalidad del trono de Isabel II, hija de Fernando VII.
Bandos Enfrentados:
- Carlinos:
- Defensa del Antiguo Régimen y la monarquía absoluta.
- Soportes sociales: la nobleza rural, el clero y el campesinado.
- Implantación en Cataluña, País Vasco y Navarra.
- Estaban con la iglesia, se oponían a la centralización política y al liberalismo.
- Desconfiaban de la reforma agraria defendida por los liberales, pues podrían perder sus tierras.
- Isabelinos (o Cristinos):
- Proponían la abolición del Antiguo Régimen y la implantación de un Estado liberal.
- Soportes sociales: la alta nobleza, los funcionarios, la burguesía y las clases populares urbanas.
- La causa isabelina contó con el apoyo de parte de la nobleza, funcionarios y eclesiásticos.
Desarrollo de la Guerra:
- El principal general carlista, Zumalacárregui, muere en 1835 en el segundo sitio de Bilbao.
- Fracasó la ofensiva de los generales Gómez, Cabrera y el mismo Carlos María Isidro sobre Madrid.
- Éxitos del ejército liberal o «Cristiano» comandado por el general Espartero.
El Convenio de Vergara (1839)
La debilidad de Carlos propició diferencias entre los transaccionistas (partidarios de alcanzar un acuerdo con los liberales) y los intransigentes (defensores de continuar la guerra). Finalmente, el general carlista Maroto se deshizo de los más conservadores y firmó con Espartero el Convenio de Vergara en 1839.
El acuerdo establecía el mantenimiento de los fueros en las provincias vascas y Navarra (art. 7), así como la integración de la oficialidad carlista en el ejército real (art. 2). Se reconoció las graduaciones de los oficiales carlistas y se respetaron los fueros del País Vasco y Navarra.
El pacto no fue aceptado por los sectores más intransigentes, que optaron por el exilio o por continuar la resistencia, como el general Cabrera (que fue derrotado en 1840).
El balance de la guerra fue muy negativo, con episodios de crueldad en forma de represalias y venganzas que sembraban el terror en la población. El Convenio de Vergara significó un gran éxito personal para Espartero, que se lanzó a la vida política.
Otras Etapas del Reinado de Isabel II:
- Las Regencias (1833-1843)
- La Década Moderada (1844-1854)
- El Bienio Progresista (1854-1856)
- La Desintegración de la Monarquía, Regreso del Moderantismo y la Unión Liberal (1856-1868)