El conflicto entre liberales y absolutistas en el reinado de Fernando VII

INTRODUCCIÓN

Tras proclamar la Constitución de Cádiz en 1812, tuvo lugar un progresivo abandono de la presencia francesa en la Península y el regreso de Fernando VII (Tratado de Valençay, por el que Napoleón lo restituía en el trono en 1813 a cambio de romper la alianza hispano-inglesa). Fernando VII regresa a España aclamado por el pueblo, parte del ejército y diputados absolutistas y, animado por el Manifiesto de los Persas, restaura el Antiguo Régimen y deroga toda la obra de las Cortes. El reinado de Fernando, de 1814-1833, se caracterizaría por la lucha entre liberales y absolutistas. En 1820, mediante un pronunciamiento militar, se proclamó de nuevo la Constitución de Cádiz (Trienio Liberal) que estaría en vigencia hasta la intervención extranjera y la implantación del absolutismo hasta la muerte del rey. Este periodo lleno de enfrentamientos internos supuso para España un atraso en todos los sentidos y la pérdida de las colonias americanas.

DESARROLLO

Sexenio Absolutista (1814-1820)

Con el real decreto del 4 de mayo de 1814, España volvía al Antiguo Régimen al igual que el resto de potencias europeas reunidas en el Congreso de Viena. Sin embargo, España fue excluida de las negociaciones debido a su alianza final con Napoleón y enemistad con Inglaterra, relegándola a una potencia de segundo orden.

La persecución a la que el rey sometió a los que se oponían al absolutismo provocó el exilio de liberales y afrancesados, que mayormente huyeron a Francia, Gran Bretaña y Gibraltar. También propició la creación de sociedades secretas y clandestinas (masonería). El sector de la burguesía y parte del Ejército se posicionaron a favor del liberalismo, y creció el número de pronunciamientos liberales: Espoz y Mina, Porlier, Lacy… que tras fracasar suponían el fusilamiento o el exilio de los protagonistas.

En este contexto de escasas reformas, los problemas económicos del país eran muchos: agricultura, ganadería, manufacturas y comercio destrozados tras la guerra y escasamente tecnificados. Mermados por la independencia que han iniciado las colonias americanas.

Además, la vuelta al Antiguo Régimen impide una reforma fiscal para obtener más ingresos limitando la reconstrucción del país y sí la restauración de todas las instituciones propias de él (Consejo Real, Audiencias, Inquisición, mayorazgos, señoríos,…). Una política sin rumbo fijo y poco coherente, que no acaba de resolver problemas económicos del país, lleva a España a convertirse en un país atrasado.

Trienio Liberal (1820-1823)

El estallido de insurrecciones en las colonias españolas en América obligó al monarca a enviar tropas para contener esos movimientos independentistas. El 1 de enero de 1820 se sublevó en Cabezas de San Juan el teniente coronel Riego al frente de un ejército preparado para marchar a América. A pesar del fracaso inicial en Andalucía, encontró el apoyo de otros pronunciamientos liberales en Galicia y Aragón, donde se constituyeron Juntas Liberales que declararon su fidelidad a la Constitución de Cádiz. Ante esta situación, el rey falto de apoyos se vio obligado a aceptar y jurar la Constitución, declarándose monarca constitucional. El régimen absolutista se desmoronaba.

En Madrid, se formó la Junta provisional de Gobierno, formada por miembros de la alta jerarquía eclesiástica, la nobleza y el ejército, cuya autoridad fue asumida por las demás juntas de España. Esta junta se encargó de preparar la vuelta del régimen liberal y de formar un gobierno provisional formado por los diputados liberales de las Cortes de Cádiz.

La reimplantación de la constitución de 1812 dio paso a una serie de reformas: supresión de los gremios, de la Inquisición, de los señoríos y los mayorazgos, supresión del diezmo y desamortización de tierras de la Iglesia, expulsión de los jesuitas, restauración de la Milicia Nacional, reconocimiento de libertades (reunión, opinión, asociación, prensa e industria), promulgación de un Código Penal moderno, establecimiento de una enseñanza pública gratuita,… Se pretende la abolición del régimen feudal en el campo y liberalizar la industria y el comercio en un intento de modernización política y administrativa para desarrollar una burguesía industrial y comercial.

Todas estas medidas eran imprescindibles si se quería modernizar el país. Sin embargo chocaron con la oposición de sectores muy influyentes como la Iglesia y la aristocracia, contrarias a las desamortizaciones, la supresión de la Inquisición o la abolición de los señoríos y de todos los mayorazgos; pero también de parte de la población campesina que vio dificultada su subsistencia debido al cambio de manos de la propiedad de la tierra y la libre contratación. Sin embargo, el problema más grave con el que tuvo que enfrentarse el nuevo régimen fue la falta de opinión pública, causando proclamas absolutistas en varias ciudades. En este contexto se produce la intervención de la Santa Alianza que enviaba un ejército al mando del duque de Angulema para derrocar el régimen liberal español y reponer a Fernando VII como monarca absoluto: los 100 mil hijos de San Luis ponen fin al trienio.

Década ominosa (1823-1833)

Tras el final de la experiencia constitucional, se inició un periodo de intensa represión, Riego y otros liberales fueron ejecutados; otros muchos (Goya, Mendizábal o Martínez de la Rosa) tuvieron que exiliarse. Aplastada la oposición, se restableció el Antiguo Régimen, pero la grave situación interior forzó a los sucesivos gobiernos de Fernando VII a introducir reformas. Frente al absolutismo y liberalismo, Fernando optó por una vía intermedia, el despotismo ministerial, por lo que solo llevaría a cabo intentos reformadores en la economía. Apoyándose en ministros como López Ballesteros o Javier de Burgos se produjo la fijación de un presupuesto anual, intento de racionalización y centralización de Hacienda, creación del banco de San Fernando, promulgación de un código de comercio… El estado no tenía fondos para financiar estas reformas y el proyecto de una reforma fiscal fue abandonado. Quedaba patente la ausencia de una dirección política firme y la incapacidad para remediar los problemas de la nación con los instrumentos legales y económicos del Antiguo Régimen.

Fernando tuvo dos grandes amenazas: por un lado, los liberales exaltados con dirigentes en el exilio u ocultos en sociedades secretas encargados de preparar levantamientos que, carentes de apoyo social, se saldaban con la ejecución de sus dirigentes. Por otro lado, los ultras absolutistas desconfiaban de Fernando VII, al que acusaban de transigir demasiado con los liberales. En la primavera de 1827 se produjo en Cataluña la revuelta de los malcontents (agraviados). Pedían la restauración de la Inquisición, el exilio de todos los funcionarios y miembros del ejército que no fuesen absolutistas, y la destitución del gobierno. Fernando VII hizo detener a los cabecillas, y fueron ejecutados. Las clases medias catalanas en agradecimiento concedieron un préstamo al rey, y les correspondió con el establecimiento de tarifas proteccionistas para favorecer la industria catalana.

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