El Fortalecimiento del Poder Real y el Estado en la Castilla Medieval

La Corona de Castilla y la Consolidación de su Autoridad

Uno de los rasgos políticos más acusados de la Baja Edad Media en Castilla es el fortalecimiento del papel de la Monarquía. Desde el reinado de Alfonso X, la Corona fue ampliando su autoridad. A esto contribuyó la extensión en Europa de la teoría del origen divino del poder real. También se añadió la reintroducción del derecho romano como base de las leyes. Este defendía que toda la autoridad debía concentrarse en manos del soberano, único que tenía la capacidad de aprobar o derogar las leyes. Esta extensión de la autoridad real no satisfacía a los nobles, que en algunos periodos de los siglos XIII y XIV intentaron rebelarse contra la Monarquía.

La Organización del Estado Castellano

En la evolución del Estado, lo más significativo es el desarrollo de sus instituciones, entre las que destacan:

  • El Consejo Real, que servía de consulta y apoyo al rey. Recibió funciones administrativas, y pese a que siempre fue un órgano consultivo, pasó a convertirse en el principal instrumento de gobierno en el siglo XIV.
  • En 1371 se reguló la función de la justicia al crearse la Audiencia, tribunal que en 1422 se establecería en Valladolid como Cancillería.

Por otro lado, la Corte incluía una serie de cargos al servicio de los reyes: Mayordomo (a cargo del patrimonio real), Canciller (a cargo de la burocracia), Condestable (a cargo de la fuerza militar) o Almirante (a cargo de la armada). La Corte no tenía una capital fija; no obstante, en el siglo XV tendió a permanecer en Valladolid. Además, cobró más importancia la Hacienda, con impuestos como la Alcábala (impuesto sobre las ventas del comercio, primero el 5% y luego el 10%) o el Servicio y Montazgo (sobre la exportación de lana).

La organización territorial se consolidó en época de Alfonso X con la división del reino en siete provincias llamadas Adelantamientos y Merindades. Alfonso XI consiguió regularizar el gobierno de las ciudades con el sistema de regimientos y poco a poco se extendió la figura del corregidor, enviado por el rey a determinadas ciudades para intervenir en caso de conflicto.

Las Cortes de Castilla

Las Cortes tienen su origen en 1188 y servían para aprobar subsidios a la Corona y escuchar y atender las peticiones de los reyes. A la muerte de Alfonso X, las reuniones de esta institución fueron más importantes debido a la sucesión de reyes menores de edad. Desde 1301 se unificaron las Cortes de Castilla y de León y a lo largo del siglo XIV su papel político fue bastante intenso a pesar de su carácter consultivo. Sin embargo, su protagonismo disminuyó en el siglo XV por el desinterés de la nobleza y del clero y la escasa representación de las ciudades, al ser entregadas a los nobles (proceso de señorización).

Castilla en el Siglo XIV

Tras el reinado de Alfonso X, se desencadenó una larga etapa de crisis sucesoria. Frente a la nobleza, la Corona, muy debilitada, solo pudo contar con el apoyo de las ciudades, organizadas en hermandades. No obstante, fue Alfonso XI quien consiguió restablecer la autoridad real. De su reinado hay que destacar el Ordenamiento de Alcalá de 1348, que reguló definitivamente el sistema de leyes del reino, la victoria del Salado (1340) y la conquista de Algeciras (1344). Bajo Pedro I se desencadenaría una feroz lucha por el poder. Primero fue la guerra contra Aragón (la Guerra de los Dos Pedros) y en 1366 estalló la guerra civil contra Enrique II de Trastámara, hijo bastardo de Alfonso XI. La guerra comenzó con victorias para Pedro I, pero poco a poco, la balanza se fue inclinando hacia Enrique, que finalmente pudo derrotar y matar a su rival, por contar con el apoyo de la nobleza, de Francia, del Papado, del alto clero y de mercenarios franceses.

Castilla bajo la Casa de Trastámara

Los primeros Trastámara hicieron participar a las Cortes en la política de reformas. Por otro lado, pasaron a apoyar a Francia frente a los ingleses en la Guerra de los Cien Años y mantuvieron una política más pacífica con Aragón mediante las alianzas matrimoniales. Sin embargo, se produjo el desastre militar de Aljubarrota, en 1385, cuando intentaron anexionarse el reino de Portugal.

El reinado de Juan II (padre de Isabel la Católica) fue turbulento. En él influyeron personajes como Fernando de Antequera y Álvaro de Luna. El de su hijo Enrique IV fue más complicado, debido a los conflictos con Aragón y Navarra y al problema sucesorio, que provocó una guerra entre diferentes facciones aristocráticas (entre los partidarios de su hermanastra, Isabel la Católica, y los de su hija, Juana la Beltraneja). La agresiva política castellana frente a los nazaríes dio como resultado la conquista de Antequera en 1410.

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