El reinado de alfonso XIII

Alfonso XIII: Crisis de la restauración.Los comienzos, las fuerzas políticas y el Regeneracionismo político (1902-1914):.La sensación de pesimismo por el desastre del 98 inició una renovación de la vida política y económica española basada en los principios de Regeneracionismo de Joaquín Costa. Así se plasmó en los últimos gobiernos de la regencia de Ma Cristina, en especial en el de Silvela (sucesor conservador de Cánovas del Castillo). Las principales medidas fueron: la gestión de Hacienda de Raimiundo Fernández Villaverde, que equilibró los presupuestos tras el fracaso colonial; el inicio de una política social por Eduardo Dato; la creación de dos nuevos ministerios (Instrucción Pública y el de Agricultura, Industria y Comercio); el inicio de la descentralización (exigida por los regionalismos) y la reforma de las Fuerzas Armadas. En los comienzos del reinado una nueva generación de políticos se esfuerza por mantener el sistema de la Restauración, superado el desastre del 98. La inestabilidad política y los problemas internos de los partidos de tumo, son las notas dominantes de este comienzo del nuevo reinado. El Partido Conservador tiene a Francisco Silvela y Antonio Maura como figuras más relevantes. Maura quiso revitalizar la política por medio de la reforma del gobierno local (descentralización regional) y de las leyes electorales que acabasen con el caciquismo (reformas para el funcionamiento democrático de los ayuntamientos), lo que denominó una «revolución desde arriba» que evitase la temida revolución desde abajo. Maura intentó incorporar la demanda catalanistas colaborando con la Lliga Regionalista de Francesc Cambó. La revolución desde arriba, no consiguió acabar con las desfasadas estructuras políticas que se apoyaban en el caciquismo. Hasta 1905 permanece este partido en el poder; en 1905 suben los liberales, y en 1907 otra vez los conservadores con Maura hasta 1909. El Partido Liberal cuenta con las figuras de Eugenio Montero Ríos, sucesor de Sagasta, y sobre todo, José Canalejas. Este partido tenía un programa coherente de gobierno, capaz de abordar todos los problemas. Gobiernan de 1905 a 1907, siguiendo el turno de partidos. La oposición al sistema durante estos años está representada por los sectores republicanos, el movimiento obrero y los grupos regionalistas. La oposición republicana no constituye un serio peligro para la monarquía, dados sus escasos efectivos y división interna. La figura más relevante del republicanismo es Nicolás Salmerón, que funda en 1903 la Unión Republicana, de corta vida y notable éxito electoral. La tendencia extremista del republicanismo la representa el Partido Radical de Alejandro Lerroux, a partir de 1908 de carácter centralista. Más preocupado por las cuestiones sociales y políticas es el Partido Reformista (1913) de Melquíades Álvarez y Gumersindo Azcárate. Este partido recibió el apoyo de intelectuales como Manuel Azaña y José Ortega y Gasset. El movimiento obrero está condicionado por la situación de las clases trabajadoras: paro alto, analfabetismo, y fuertes desigualdades salariales entre el obrero industrial y el agrícola. El socialismo evoluciona lentamente, pero sin dejar de aumentar, sobre todo la UGT. El partido rechaza la práctica violenta y empezará a participar en la vida municipal y parlamentaria. Su mayor influencia está en los ambientes industriales urbanos. En cuanto al anarquismo, es difícil precisar su área de actuación, dados los altibajos que sufre en su trayectoria. La huelga es el instrumento y la tendencia al sindicalismo culmina con la constitución en 1911 de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en Barcelona.El problema regional tiene su principal exponente en el catalanismo. La Lliga Regionalista, partido conservador de base burguesa, acepta la monarquía y reclama una revisión constitucional que garantice la autonomía política y cultural catalana. Francesc Cambó es la figura fundamental del catalanismo. También existe una orientación republicana e izquierdista que da origen en 1906 a Solidaridad Catalana, coalición de amplia base electoral.En cuanto a la realidad social y económica la población española, a partir de 1900, presenta un cambio de tendencia en su estructura demográfica; un crecimiento sostenido sólo alterado por la gripe de 1918. El ciclo demográfico se va modernizando, con una fuerte caída de la tasa de mortalidad y un descenso de la tasa de natalidad. Se produce también un fuerte flujo migratorio hacía los países iberoamericanos y el norte de África, con cerca de dos millones en los primeros veinte años del siglo. En el interior reciben inmigrantes Cataluña, Vizcaya y Madrid, principales núcleos industriales.La sociedad española tiene una estructura similar a la de la época anterior. La nobleza mantiene su poder económico de base latifundista, pero es la alta burguesía industrial y financiera de la periferia quien tiene cada vez más peso en la vida nacional. Las clases medias suponen una proporción escasa con relación a la población total, presentan una gran movilidad interna y el miedo a cualquier experiencia revolucionaria. Las clases trabajadoras están formadas por un proletariado industrial, cada vez más numeroso y decidido a mejorar sus condiciones de vida a través de la asociación y la huelga, y en casos extremos recurriendo a la violencia. El gran problema social lo constituye el campesinado, derivado de la desigual distribución de la propiedad; la masa de jornaleros sin tierra es el sector que determina el auténtico problema.La agricultura experimenta una expansión continuada debido a la introducción de maquinaria agrícola, a los abonos químicos y a la extensión de la tierra de regadío. Cereales, naranja y remolacha azucarera son los productos principales.El desarrollo industrial ofrece una etapa de avance a principios de siglo, muy favorable durante los años de la I Guerra Mundial (1914-1918), y de crisis financiera en los años veinte. Hay un gran aumento del consumo, decae la exportación y se mantienen los sectores de la industria pesada vizcaína y el textil catalán.La banca privada es uno de los pilares del capitalismo español. La repatriación del capitalismo americano cristaliza en la fundación de bancos: en 1901 el Hispano-Americano; en 1903, el Español de Crédito; en 1918, el Urquijo; en 1920 el Banco Central. La situación más favorable se da durante la I Guerra Mundial, cuyos beneficios se revierten en la banca privada. Madrid y Bilbao concentran la mayor actividad de capitales.

La semana trágica de 1909 y sus consecuencias:Después del 98, España se replegó y se ocupó de sus asuntos internos y de sus po­sesiones del norte de África, donde se había iniciado una explotación colonial a finales del siglo XIX. Marruecos, protectorado compartido con Francia desde la Conferencia de Algeciras (1906), proporcionaba al ejército un campo de actuación autónomo, sin con­troles civiles. Allí los oficiales se sentían en terreno propio, ya que la derrota en la gue­rra de Cuba y las críticas a la gestión del ejército por parte de los políticos y la prensa suponían una ofensa para ellos; como consecuencia de la Ley de Jurisdicciones de 1906, aparecían ante la opinión pública como un colectivo celoso y corporativo.En 1908 la Compañía Española de Minas del Rif, que explotaba mineral de hierro, intentó efectuar el tendido del ferrocarril para unir las minas con la ciudad de Melilla, desde donde se exportaría el mineral. Los trabajos se enfrentaron con la resistencia de los nativos, que impidieron el tendido. El gobierno decidió enviar una expedición de cas­tigo y de protección, y para ello llamó a los reservistas. La hostilidad del pueblo a las guerras en tierras lejanas y el recuerdo del desastre del 98 agravaron el tenso clima social.La Semana Trágica de 1909: los hechos:Las protestas por el embarque de tropas en el puerto de Barcelona se convirtieron en huelga general y en revolución social. Durante una semana, el pueblo, amotinado, controló la ciudad, incendió iglesias y conventos, levantó barricadas y mantuvo tiroteos con las tropas. Proclamada la ley marcial, la represión corrió a cargo del ejército, que restauró el orden y detuvo a miles de participantes, a los que aplicó la Ley de Jurisdic­ciones, es decir, un juicio militar sin posibilidades de auténtica defensa.Entre las penas hubo cinco condenas de muerte; una de ellas fue la del anarquista Francesc Ferrer i Guardia, considerado autor moral o impulsor de todos los desmanes, sin pruebas fehacientes. En general, la burguesía catalana apoyó claramente la represión de la algarada popular por el ejército. La ejecución de Francesc Ferrer provocó una gran campaña de protesta en la prensa y manifestaciones populares de obreros y republicanos en toda España, y la reprobación de los sectores progresistas europeos, ante quienes Ferrer aparecía como víctima de la intolerancia tradicional de las derechas es­pañolas.Consecuencia final de esta campaña fue la caída del gobierno de Maura. El liberal Se­gismundo Moret exigió la dimisión de Maura o, en caso contrario, los liberales no colaborarían en las tareas parlamentarias. Alfonso XIII decidió sustituir a Maura por el propio Moret. Este gobierno solo duró cuatro meses porque, además de la lógica opo­sición conservadora, se vio enfrentado a la coalición republicano-socialista.Personajes detrás de los hechos: obreros, anarquistas y republicanos:El movimiento obrero de Barcelona era prioritariamente de orientación anarquista. En 1907 los anarquistas habían fundado la Solidaridad Obrera, y en 1908 pondrían en marcha la Federación Regional de Cataluña.En el anarquismo había un fuerte componente sindical y revolucionario, que creía que la lucha obrera debía ser autónoma e independiente de los partidos políticos, y que esta lucha debía ser protagonizada por los sindicatos y concretarse, finalmente, en una huelga general. La huelga provocaría la paralización de todas las actividades, lo que da­ría paso a la insurrección obrera, a la ocupación de fábricas, instituciones oficiales y me­dios de transporte y a la proclamación de la sociedad libre.Mientras llegaba el momento propicio para la huelga general, se podía ejercitar la conciencia revolucionaria con huelgas parciales, luchas específicas o actos revolucio­narios. También debía prepararse el obrero, afianzando su conciencia mediante la pro­paganda, la discusión, la educación y la cultura.Ferrer i Guardia simboliza el anarquismo barcelonés de su época; era básicamente un empresario editorial y cultural, un propagandista. Dirigía la Escuela Moderna, alter­nativa anarquista a las escuelas públicas o religiosas, y mantenía relaciones con los lí­deres del movimiento anarquista internacional.En la Semana Trágica participaron también los republicanos de Lerroux, aunque el partido como tal no asumiera la revuelta. Alejandro Le­rroux había conseguido crear en 1908 un parti­do popular y potente, de carácter demagógico y anticlerical, el Partido Radical. De tendencia si­milar era en Valencia el republicanismo del no­velista Blasco Ibáñez. Los republicanos ampliaron su representación gracias al sufragio universal y, en las elecciones municipales de 1909, triunfaron en Madrid, Barcelona, Valencia y otras capitales importantes. Los partidos republicanos, junto a los regionalistas, fueron constituyendo la alter­nativa política de los partidos dinásticos.La experiencia de Canalejas 1910-1912:Tras el breve gobierno de Moret, intentaron las reformas los liberales de José Ca­nalejas, que representaban la opción reformista de la pequeña y mediana burguesía, con mayor voluntad progresista y dimensión social que el maurismo.Sin embargo, de la misma manera que Maura, Canalejas no se propuso grandes cambios sociales ni políticos; como él, también carecía de fondos para llevar adelante las reformas. En el balance de Canalejas hay que indicar cierto intervencionismo del Es­tado en las relaciones laborales y algunas reformas sociales, como la fijación de hora­rios máximos de trabajo en algunas ramas, la liberalización de la enseñanza y el esta­blecimiento del servicio militar obligatorio, sin permitir la posibilidad de librarse de él pagando una cuota.La política liberal tuvo también tintes anticlericales, con el intento de limitar el po­der y el crecimiento de las congregaciones religiosas mediante la llamada «Ley del Can­dado», lo que provocó una fuerte reacción política . Los liberales llevaron a la práctica con éxito medidas de descentralización: en 1913 se aprueba la Mancomunidad de Cataluña, experiencia de autonomía o autogobierno moderado de las cuatro provincias.En 1912, el asesinato de Canalejas por un anarquista en la Puerta del Sol de Madrid puso fin a este intento reformista.

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