El Establecimiento de Alfonso XII como Rey
El régimen de la Restauración fue resultado del fracaso de la experiencia republicana y, en conjunto, de todo el proceso revolucionario del Sexenio Democrático.
1.1. Los Orígenes y los Fundamentos del Sistema de Restauración o Sistema Canovista
El Partido Alfonsino preparó la llegada del nuevo monarca, Alfonso XII, hijo de Isabel II, durante el Sexenio Democrático (abdicación de Isabel II en su hijo en 1870), durante el gobierno de Serrano. Su principal valedor fue Antonio Cánovas del Castillo, que consiguió atraer a este partido alfonsino a los diputados de las Cortes Constituyentes de 1868, a las clases medias y altas temerosas de un nuevo experimento revolucionario como el del sexenio. Cánovas contó con el apoyo de los grandes terratenientes propietarios de mano de obra esclava en Cuba.
El Manifiesto de Sandhurst, en diciembre de 1874, redactado por Cánovas y firmado por don Alfonso en la academia militar, recogía las ideas básicas del proyecto restaurador: carácter abierto e integrador de la monarquía constitucional, la necesidad de que la tradición católica fuera compatible con la libertad y una nueva constitución.
El pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto en diciembre no fue bien visto por Cánovas, pero garantizó la vuelta del rey Alfonso XII.
El sistema de la Restauración se basó en una nueva constitución, la de 1876, y en el turno pacífico en el poder de dos grandes partidos a través del fraude electoral. La Constitución de 1876 ha sido, hasta el momento, la de mayor vigencia en la historia contemporánea de España, pues duró hasta 1923. Surgió de la síntesis entre las dos constituciones precedentes, las de 1845 y 1869. Dejaba en manos del partido gobernante aspectos básicos como el sufragio o la cuestión religiosa. Los rasgos básicos del texto eran la soberanía compartida rey-cortes. El derecho de sufragio se dejaba pendiente al no precisar el sistema de votación. La cuestión religiosa provocó un intenso debate. Se introducía la libertad religiosa, aunque limitada a las manifestaciones privadas.
Cánovas defendía que los partidos debían ser un instrumento al servicio de la monarquía. Era necesario formar nuevos partidos frente a los radicalismos republicanos y carlistas. Acabó imponiéndose un sistema bipartidista, dominado por los partidos Conservador, liderado por Cánovas, y Liberal, liderado por Sagasta.
Republicanos, carlistas y los movimientos obreros (socialistas y anarquistas) quedaban excluidos de alcanzar el poder.
El sistema de la Restauración funcionaba mediante lo que se conoce como el «turnismo» de los dos grandes partidos, garantizado a través del fraude electoral. El rey llamaba a gobernar al partido que estaba en la oposición, se disolvían las cortes y se convocaban elecciones. El nuevo gobierno manipulaba el resultado para obtener la mayoría y el respaldo de las Cortes.
1.2. El Reinado de Alfonso XII (1875-1885)
El reinado de Alfonso XII comenzó con un «gobierno largo» del Partido Conservador. En 1881, Sagasta accedió por primera vez a la presidencia, iniciándose así el turno de partidos:
- Partido Conservador (1876-1881): Con la llegada de Cánovas se pretendía garantizar un sistema político de orden, autoritario y muy centralizado. Así, comenzó con el recorte de libertades y eliminó el sufragio universal masculino. Durante esta etapa se concluyeron dos conflictos pendientes: el carlista y se acabó, momentáneamente, con la guerra cubana (Paz de Zanjón, 1878).
- Partido Liberal (1881-1885): La llegada de Sagasta supuso la puesta en práctica de derechos y libertades, aprobados durante el sexenio.
El rey moría el 25 de noviembre de 1885 y se abría un nuevo período de crisis que puso en peligro el sistema de la Restauración. Se solucionó mediante el Pacto de El Pardo (1885) entre Cánovas y Sagasta, que se comprometieron a apoyar la regencia de María Cristina para garantizar la estabilidad política de la Restauración.
1.3. Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena (1885-1902)
Desde el año 1885 hasta 1890 duraría el «gobierno largo» de Sagasta. Durante esta etapa emprendió una serie de reformas legislativas, como la Ley de Asociaciones, favoreció la libertad de prensa. La reforma más importante fue la Ley de Sufragio Universal de 1890, aunque se mantuvo el fraude electoral.
En 1890, Sagasta abandonó el gobierno a causa de la división interna de su partido y le sucedió el Partido Conservador. A estas alturas, España estaba ya sumida en una profunda crisis que desembocó en el desastre de 1898. Por un lado, estaba la situación de las colonias; por otro, la cuestión social y el movimiento obrero. Sin contar con la necesidad de «regenerar» la vida política y acabar con las prácticas corruptas, así como el debate económico entre proteccionismo y librecambismo.