La Proclamación de la Segunda República Española: Reformas y Oposición

La Proclamación de la República

Las elecciones municipales del 14 de abril de 1931 se convirtieron en un plebiscito entre monarquía y república. La oposición al régimen monárquico formó una coalición para presentarse unida, mientras que los partidos monárquicos se presentaron divididos. Los resultados otorgaron un número similar de concejales a la coalición republicana y a los partidos monárquicos. Sin embargo, mientras estos últimos mantuvieron su fuerza en las zonas agrarias, la coalición republicano-socialista triunfó en las grandes capitales y las regiones industriales. El resultado evidenció un rechazo a la monarquía y un cambio político.

Ante la nueva situación, el rey Alfonso XIII suspendió la potestad real y abandonó el país hacia el exilio. El 14 de abril de 1931 se proclamó la República en medio del entusiasmo popular.

El Gobierno Provisional

Se formó un gobierno provisional compuesto por republicanos, socialistas y catalanes izquierdistas que iniciaron estas reformas:

  • Amnistía para los presos políticos y libertad de partidos y sindicatos.
  • Leyes sociales para mejorar la situación de los jornaleros: jornada laboral de ocho horas y la Ley de Jurados Mixtos.
  • Establecimiento de una Generalidad provisional de Cataluña como paso previo a la autonomía.

En los primeros meses, el nuevo gobierno tuvo que afrontar varios conflictos, como la quema de conventos en respuesta a las declaraciones a favor de la monarquía por parte de la jerarquía eclesiástica. Además, en algunas ciudades españolas estallaron importantes huelgas obreras organizadas por la CNT, que buscaba una revolución social.

En junio de 1931 se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes que dieron la mayoría a la coalición republicano-socialista. La primera gran tarea de las nuevas Cortes fue elaborar una Constitución que fue aprobada en diciembre de ese mismo año.

La Constitución de 1931

La Constitución reconocía el sufragio universal masculino y femenino y proclamaba la aconfesionalidad del Estado, aunque se respetaban todos los cultos y creencias. Presentaba una declaración de derechos individuales y establecía amplias libertades públicas y privadas. Reconocía el derecho a la propiedad privada, pero se facultaba al gobierno para expropiar bienes considerados de utilidad pública.

El poder legislativo residía en las Cortes. El ejecutivo, en el Consejo de Ministros y en el Presidente de la República, y el judicial aún no estaban asentados. El Estado se configuraba de forma integral, pero se aceptaba la posibilidad de constituir gobiernos autónomos en algunas regiones.

Cuando se aprobó la Constitución, Niceto Alcalá Zamora fue elegido presidente de la República, mientras que Manuel Azaña presidía el gobierno formado por republicanos, socialistas y nacionalistas.

El Bienio Reformista (1931-1933)

Las Reformas Republicanas

El nuevo gobierno emprendió durante dos años la tarea de reformar el país en un sentido democrático, laico y descentralizado. Se pretendía dar solución a algunos de los graves problemas pendientes desde el siglo anterior, queriendo modernizar la economía y la sociedad españolas.

La Reforma Militar

Manuel Azaña acometió la reforma del ejército, al que se consideraba atrasado técnicamente y con un exceso de mandos en relación con la tropa. El gobierno elaboró una ley de retiros que posibilitó la jubilación de casi la mitad de los oficiales. Se sometió el ejército al poder civil, se redujo el número de capitanías generales, se disolvió la Academia Militar de Zaragoza y se cambiaron mandos del ejército considerados contrarios a la República.

Reforma Religiosa y Educativa

También se intentó disminuir el peso de la Iglesia católica y su influencia en la educación. Se separó la Iglesia del Estado y se abolió el presupuesto de culto y clero, se prohibió la enseñanza a las órdenes religiosas y se disolvió la Compañía de Jesús. Se impuso la educación laica.

Reforma Territorial

Se descentralizó el Estado ofreciendo la posibilidad de elaborar estatutos de autonomía y establecer gobiernos autónomos. En Cataluña, el gobierno provisional de la Generalitat redactó un Estatuto de Autonomía que fue aprobado por las Cortes en 1932. En el País Vasco se aprobó un estatuto en 1936.

La Reforma Agraria

La República abordó el problema del latifundismo. En muchas zonas de España, sobre todo en Andalucía y Extremadura, existían cientos de miles de jornaleros sin tierras y en una situación de extrema miseria, mientras que la propiedad se concentraba en manos de unos centenares de propietarios. Una ley decreto expropiables las grandes fincas que no se cultivaran y permitió distribuirlas entre los campesinos sin indemnizar a los propietarios y de facilitar el asentamiento a las familias campesinas.

La Oposición a las Reformas

Desde el Conservadurismo

El reformismo republicano tuvo que hacer frente a la oposición de los grandes propietarios agrarios, la jerarquía de la Iglesia católica, una parte del ejército y amplios sectores de las clases altas y medias. Estos grupos sintieron amenazadas sus propiedades y el poder que desde siglos venían ejerciendo en la vida española. En 1932, un golpe de Estado dirigido por Sanjurjo fue frenado por el gobierno. Las fuerzas de derechas se reagruparon en la Confederación Española de Derechas Autónomas con José María Gil Robles al frente. Asimismo, surgió un nuevo grupo de fascistas, la Falange Española, dirigido por José Antonio Primo de Rivera. Los monárquicos y los carlistas también se unieron a la oposición.

Desde el Obrerismo

La lentitud de algunas reformas, especialmente la reforma agraria, exacerbó los ánimos de algunos jornaleros y obreros que deseaban cambios más rápidos. La UGT se radicalizó y los núcleos anarquistas, sobre todo los vinculados a la FAI, apostaron directamente por la insurrección armada para transformar de manera revolucionaria la sociedad española. Así, protagonizaron algunos levantamientos que fueron reprimidos por las fuerzas de orden público.

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