Las Transformaciones Políticas y Sociales de Europa en el Siglo XIX: Revoluciones y Unificaciones Nacionales

Las Revoluciones Liberales de 1820 y 1830

Las Revoluciones de 1820

Las Revoluciones de 1820 se centraron en el área mediterránea europea, concretamente en España, Nápoles y Grecia. Solo en Grecia, que se sublevó contra el Imperio Turco, triunfó el movimiento, apoyado por Gran Bretaña. En 1829, tras una guerra de casi 10 años, se reconoció la independencia griega. Gran parte de las insurrecciones liberales fueron protagonizadas por minorías muy selectas, agrupadas en hermandades secretas; entre ellas destacaron los masones y los carbonarios. Sin embargo, la causa liberal no era un movimiento de masas, como tampoco lo fueron las revoluciones del 20, con la única excepción de Grecia.

Las Revoluciones de 1830

La oleada revolucionaria de 1830 afectó a toda Europa, excepto Rusia. Estas revoluciones alteraron también el panorama internacional heredado de 1815: al oeste del Rin se crearon varias monarquías liberales moderadas; al este, la situación permaneció prácticamente igual, con tres imperios absolutistas multinacionales que ejercían de vigilantes frente a los movimientos liberales y nacionales.

Características Comunes de las Revoluciones de 1820 y 1830

Las Revoluciones de 1820 y 1830 tuvieron las siguientes características comunes:

  • Gran descontento social y económico de las clases populares.
  • No fueron producto de unos grupos de conspiradores liberales, ni de movimientos populares de masas (con la única excepción de Grecia).
  • Dieron lugar a un movimiento democrático republicano radical que se inspiraba en los jacobinos y en Rousseau.

Gran Bretaña durante la Era Victoriana

La Era Victoriana en Gran Bretaña se caracterizó por:

  • Prosperidad económica.
  • Gran estabilidad política.
  • Reformismo electoral y social.
  • Presencia del nacionalismo irlandés.

Francia: Del Segundo Imperio a la Tercera República

Entre 1789 y 1848, Francia había sufrido distintas convulsiones, cambios de régimen y sucesivos textos constitucionales, pasando por una monarquía absoluta, una República, un Imperio, una monarquía restaurada, otra burguesa y, finalmente, una República presidida por Napoleón. Ninguna de estas etapas políticas había durado más de 20 años, lo que demuestra que tales regímenes políticos no lograron suscitar un consenso político y social suficiente.

El Segundo Imperio Francés

El presidente de la República, Luis Napoleón Bonaparte, siguió los pasos de su tío: dio un golpe de Estado, forzó su reelección y se coronó emperador (Napoleón III).

  • Política Exterior: Participó en conflictos bélicos europeos para restaurar la grandeza de Francia y defender los intereses de los movimientos liberales y nacionales frente a los monarcas absolutos.
  • Política Imperialista: En ultramar, Napoleón III dio los primeros pasos de una política imperialista, que fue continuada por la Tercera República.
  • Estabilidad y Crecimiento: El Segundo Imperio proporcionó estabilidad política y crecimiento económico. Francia se hizo capitalista, la burguesía fue la clase social dominante y París transformó su fisionomía.
  • Gobierno Autoritarista y Popular: A diferencia de su tío, intentó compaginar un gobierno autoritario y personalista con el impulso a las instituciones democráticas. Mantuvo un congreso elegido por sufragio universal masculino y recurrió al plebiscito. Se convirtió en precursor de la manipulación de la opinión pública a través de la propaganda, logrando también apoyos sociales muy heterogéneos.

Dos Nuevos Estados: Italia y el Imperio Alemán

En Europa central, en 1848, no existían estados nacionales, sino un mosaico de principados de tamaño desigual y de origen feudal. Los principales fueron el Reino de Piamonte y el de Prusia.

La Formación del Reino de Italia

El Fracaso de la Vía Revolucionaria

Desde 1815, el norte y el centro de la península italiana se encontraban bajo influencia austríaca (Milán, Venecia, Módena, Parma y Toscana). Eran independientes el Reino de Piamonte-Cerdeña y los Estados Pontificios. Todos estos territorios compartían una lengua, el italiano (casi recluida al ámbito intelectual y literario), y la vecindad geográfica. Existían notables diferencias entre el norte de la península italiana, más industrializado, y el sur, agrario y atrasado.

Surgieron diversas iniciativas para la unificación:

  • Un movimiento intelectual, el Risorgimento, que soñaba con la unidad italiana.
  • Ambiciones económicas lideradas por comerciantes e industriales.
  • Diversos proyectos políticos, como el de Mazzini y sus partidarios, que aspiraban a una República italiana.

El promotor de la unificación italiana fue el conde de Cavour, un liberal moderado que estaba al frente del gobierno de Piamonte-Cerdeña y había convertido este reino en un Estado liberal moderno, y a su rey, Víctor Manuel II, en el candidato idóneo para dirigir la lucha contra los absolutistas austríacos.

La Formación del Imperio Alemán

El Fracaso de la Vía Revolucionaria

El antiguo Imperio Alemán sobrevivió hasta las guerras napoleónicas y fue sustituido en 1815 por una Confederación Germánica en la que convivían más de 30 estados. Sobresalían el Imperio Austríaco y el Reino de Prusia. Por su parte, el Reino de Dinamarca poseía una región dentro de la Confederación.

La Revolución de 1848 fracasó en su intento de unificación: el Parlamento de Fráncfort, que pretendía proclamar una constitución alemana, no contó con el apoyo de Austria ni de Prusia. Sin embargo, se crearon vínculos económicos que contribuyeron a la unificación y unieron los intereses de industriales, comerciales y terratenientes.

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