Evolución de las Sociedades Humanas en la Península Ibérica
Del Paleolítico al Neolítico
La evolución de las sociedades humanas es un largo proceso que ocupó millones de años. En el Paleolítico, los grupos eran cazadores, recolectores y pescadores. Eran grupos nómadas y se organizaban en hordas. Reconocían al mejor cazador como jefe, compartían las actividades cotidianas y se repartían las tareas.
Con el Neolítico, cambiaron de la depredación a la producción de alimentos, se desarrolló la agricultura y la ganadería, surgió la arquitectura y creció la población. Empezó la división del trabajo y apareció la propiedad privada. Se desarrolló la técnica de la piedra pulimentada, los tejidos y la cerámica.
Arte Rupestre
El arte rupestre fue creado para decorar paredes y techos de cuevas y abrigos rocosos, siendo una expresión de sentimientos y creencias. Se distinguen principalmente dos tipos de arte:
- Arte Paleolítico Superior: Se caracteriza por el uso de técnicas y pigmentos naturales, siendo la policromía su rasgo fundamental. Se representan principalmente escenas de caza y animales, generalmente sin figuras humanas detalladas. Ejemplos notables son la cueva de Altamira y la cueva de Tito Bustillo.
- Arte Levantino (Mesolítico y Neolítico): Tiende a la monocromía, es menos naturalista y presenta formas más esquemáticas, casi geométricas. Aparece la figura humana y se reflejan escenas de la vida cotidiana (caza, recolección, danza). Ejemplos representativos se encuentran en Cogull (Lleida) o Minateda (Albacete).
Pueblos Prerromanos y Colonizadores
Pueblos Prerromanos (Primer Milenio a. C.)
Durante el primer milenio antes de Cristo, diversos pueblos habitaban la Península Ibérica:
- Tartessos: Localizados en el suroeste de la Península. Se organizaban en torno a una monarquía probablemente hereditaria. Su economía se basaba en la explotación de su riqueza minera (oro, plata, cobre) y en el comercio con pueblos mediterráneos.
- Iberos: Asentados en la zona mediterránea y sur. Se organizaban en ciudades-estado. Su economía se basaba en la agricultura, la ganadería, la explotación minera y unas desarrolladas manufacturas textiles y cerámicas que comercializaban. Utilizaban la moneda y conocían la escritura.
- Celtíberos: Ocupaban la zona centro y este de la Meseta. Su economía era esencialmente agrícola y ganadera. Habitaban en pueblos fortificados (castros).
- Celtas: Se establecieron en el norte y oeste peninsular. Su organización política presentaba una estructura tribal. Su economía se basaba en la ganadería, la agricultura de subsistencia y la pesca. Vivían en poblados fortificados (castros).
Pueblos Colonizadores
Diferentes pueblos procedentes de diversas áreas del Mediterráneo establecieron colonias en la Península:
- Fenicios: Fundaron colonias comerciales en la costa sur, como Gadir (Cádiz), Malaka (Málaga), Sexi (Almuñécar) y Abdera (Adra). Establecieron contactos comerciales e introdujeron el torno de alfarero y la escritura alfabética.
- Griegos: Se localizaron principalmente en las costas mediterráneas del norte. Fundaron colonias como Emporion (Ampurias) o Rhode (Rosas). Intercambiaban cereales y metales por manufacturas de lujo (cerámica, tejidos).
- Cartagineses: Procedentes de Cartago (antigua colonia fenicia en Túnez), fundaron colonias como Ebusus (Ibiza) y, sobre todo, Cartago Nova (Cartagena). Su presencia se intensificó y derivó en un intento de dominio territorial que les llevó a enfrentamientos directos con la República Romana.
Hispania Romana
La Conquista Romana (218 a. C. – 19 a. C.)
La conquista romana de la Península Ibérica se inició en el siglo III a. C., en el contexto de la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.), que enfrentó a Roma y Cartago por la hegemonía en el Mediterráneo occidental. La conquista militar completa de Hispania se prolongó hasta el 19 a. C. y encontró una fuerte oposición por parte de los pueblos que la habitaban. Se puede dividir en tres etapas principales:
- Ocupación del litoral mediterráneo, el Valle del Guadalquivir y parte del Valle del Ebro (218-197 a. C.): Los romanos desembarcaron en Emporion en el 218 a. C. y expulsaron a los cartagineses de la Península tras vencerlos militarmente.
- Conquista de la Meseta (197-29 a. C.): Fue una fase larga y difícil, con numerosas campañas militares. Destacaron las guerras lusitanas, donde Viriato lideró una eficaz guerra de guerrillas hasta su asesinato, y las guerras celtibéricas, siendo célebre la resistencia de Numancia hasta su destrucción en el 133 a. C.
- Conquista del norte peninsular (29-19 a. C.): El propio emperador Augusto dirigió las operaciones finales en las guerras contra cántabros y astures, que pusieron fin a la conquista.
Para administrar el territorio, inicialmente Hispania se dividió en dos provincias: Hispania Citerior y Hispania Ulterior. Tras finalizar la conquista, Augusto la reorganizó en tres provincias: Tarraconense, Lusitania y Bética. Posteriormente, se crearían otras divisiones.
La Romanización
La romanización es el proceso de asimilación e integración de los pueblos conquistados por Roma en las estructuras económicas, sociales, políticas y culturales del Imperio Romano. Fue un proceso lento y desigual geográficamente. Sus principales vehículos fueron:
- La extensión de la vida urbana y la red de calzadas.
- El papel del ejército como foco de difusión cultural.
- La concesión de la ciudadanía romana.
- La adopción del latín como lengua común.
- La implantación de una sociedad esclavista.
- Una economía basada en la agricultura (tríada mediterránea: trigo, vid, olivo), la minería y la comercialización de la producción primaria a través del Mediterráneo.
- La introducción del derecho romano y las estructuras administrativas imperiales.
- La difusión de la religión romana y, posteriormente, del cristianismo.
El Reino Visigodo (Siglos V-VIII)
Formación y Consolidación
Las primeras incursiones visigodas en la Península Ibérica se produjeron a principios del siglo V, tras la invasión que suevos, vándalos y alanos llevaron a cabo hacia el 409. Los romanos solicitaron la ayuda militar de los visigodos (como federados) para expulsar a estos pueblos. Inicialmente, los visigodos se instalaron en territorios del sur de la Galia, creando el denominado reino visigodo de Tolosa (Toulouse).
En el año 507, los francos de Clodoveo I derrotaron a los visigodos en la batalla de Vouillé, obligando a estos a cruzar los Pirineos y establecer el núcleo de su reino en la Península Ibérica, con capital primero en Barcelona y luego en Toledo. Este reino perduró hasta la invasión musulmana del 711.
La consolidación del reino visigodo en Hispania implicó varios pasos fundamentales hacia la unificación:
- Unidad territorial: Impulsada por el rey Leovigildo (segunda mitad del siglo VI), que contuvo a los francos por el norte, replegó a los vascones, conquistó el reino suevo de Galicia y redujo la presencia bizantina en el sur.
- Unificación religiosa: Llevada a cabo por el rey Recaredo (hijo de Leovigildo) en el III Concilio de Toledo (589), donde se estableció el catolicismo como religión oficial del reino, abandonando el arrianismo que profesaba la minoría visigoda.
- Unificación legislativa: Culminó con el rey Recesvinto (mediados del siglo VII), quien promulgó el Liber Iudiciorum (o Fuero Juzgo), un código de leyes único aplicable tanto a la población hispanorromana como a la visigoda, derogando las leyes anteriores.
Instituciones y Sociedad
En el reino visigodo, las instituciones de carácter público fueron debilitándose, siendo progresivamente sustituidas por relaciones personales de dependencia, lo que fortaleció el poder de la nobleza. El modelo estatal se fue feudalizando.
La monarquía era electiva en teoría, aunque hubo intentos de hacerla hereditaria, lo que provocó gran inestabilidad política y luchas por el poder. Los monarcas conservaron una comitiva de fieles (fidelis regis) que los acompañaban y apoyaban. En la práctica, el rey gobernaba con la ayuda del Officium Palatinum, en el que intervenían dos órganos de gestión principales:
- El Aula Regia: Asamblea consultiva formada por los principales nobles y funcionarios palatinos que asesoraban al rey.
- Los Concilios de Toledo: Asambleas inicialmente religiosas que adquirieron un gran peso político, donde se trataban asuntos tanto eclesiásticos como civiles y se aprobaban leyes.
La Iglesia católica adquirió una enorme influencia política y social tras la conversión de Recaredo, colaborando estrechamente con la monarquía.