Reinado de Alfonso XIII éxitos

Crisis de la Restauración


LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN: Alfonso XIII


El «PROBLEMA DE ESPAÑA».


En los últimos años de la regencia de María Cristina (1885-1902) se rompe la estabilidad creada por los líderes de los partidos dinásticos. Canovas muere asesinado por el anarquista Angiolillo en 1897. Sucedíéndole en el partido conservador Francisco Silvera y Antonio Maura. El partido liberal y su líder, Sagasta, tuvieron que sufrir la crisis de 1898 y asumir el desprestigio político de la derrota ante la opinión pública, por lo que tras la muerte de Sagasta en 1903, su partido se divide en varias facciones que siguen a distintas figuras (Moret. Canalejas. Romanones…) que no conseguirán unificar a los liberales. A la crisis política hay que añadir el planteamiento por parte de muchos intelectuales del «problema de España», es decir, la solución a la situación de atraso y aislamiento respecto a los países más desarrollados. Sobre las causas de la decadencia española surgen diversas interpretaciones:


Los políticos antidinásticos (republicanos, socialistas y nacionalistas) señalán la necesidad de reformar el sistema canovista.


La burguesía y los economistas achazaban los males patrios a la falta de modernización de nuestra economía.


Los intelectuales llamados regeneracionistas (Joaquín Costa, Ortega y Gasset…) y los escritores de la Generación del 98 (Baroja, Azorín, Unamuno, Valle-Inclán…) diferencian la «españa oficial» de la «España real», en la esperanza de regenerar a España desde abajo, a partir de las fuerzas sociales, ya que las políticas gubernamentales son a cual más calamitosa. Este espíritu queda resumida en el lema de Costa «alacena, escuela y siete llaves al sepulcro del Cid», como símbolo de la necesidad de conocer y mejorar las condiciones de vida del pueblo, modernizar la economía, reformar el sistema político y recuperar el prestigio nacional.


Pero las consecuencias de la derrota del 98 fueron más allá de la pérdida de las colonias


ultramarinas:


La economía española, y especialmente la industria catalana, perdieron un excelente mercado para sus productos y una fuente de materias primas baratas.


Frente al fracaso del nacionalismo español, crecerán los nacionalismos periféricos catalán, vasco y gallego.


La sangría provocada por la guerra de Cuba entre los quintos cuestiona el sistema dé reclutamiento y abre en el ejército la demanda de aumentar sus presupuestos y de encontrar en África el prestigio perdido en las antiguas colonias. Los intelectuales criticarán el sistema de la Restauración, apartándose de los partidos dinásticos a favor del republicanismo (Ortega y Gasset, Blasco Ibáñez, Pérez Galdós…) o del socialismo (Giner de los Ríos, Besteiro…).


LA SITUACIÓN POLÍTICA DESDE LA ENTRONIZACIÓN DE Alfonso XIII HASTA LA SEMANA TRÁGICA (1902-1909)


En Mayo de 1902 Alfonso XIII es proclamado rey, abriendo un periodo de inestabilidad política y social que se extendería hasta 1923. Entre las causas de esta situación podemos citar las siguientes:


La propia personalidad del monarca, que participó activamente en política rodéándose de elementos conservadores que le incitaron a tomar decisiones que contribuyeron al descrédito de la monarquía.


La división dentro de los partidos dinásticos tras la desaparición de sus líderes históricos Canovas y Sagasta.


La implantación del sufragio universal masculino, la proliferación de partidos y el inicio de la actuación política de los sindicatos obreros dificultaron el mantenimiento de un sistema


electoral basado en el pucherazo y el caciquismo. Por lo anterior, desde 1917 ningún partido fue capaz de formar gobierno por si solo. Sucedíéndose las crisis ministeriales.


Tras el fracaso de los proyectos regeneracionistas de Silvela y Polavieja los primeros años del reinado de Alfonso X1I1 se caracterizan por las crisis políticas: si exceptuamos el «gobierno largo» de Maura (1907-1909) la media es de un gabinete cada cinco meses. Además de la inestabilidad política, otras cuestiones agravan la situación nacional:


La conflictividad social, pues a partir de 1902 se sucede una oleada de huelgas, comenzando en Barcelona y siguiendo con la minería bilbaína y los campesinos andaluces al año siguiente.


El problema religioso, al agudizarse con el regeneracionismo las denuncias de sectores progresistas sobre el predominio que la Iglesia ejercía sobre la enseñanza.


La inquietud dentro del ejército, generada tanto como consecuencia de la derrota ante EE.UU. Como por la situación interna, en un estamento con exceso de oficiales y escasez de recursos materiales. Esta frustración cristaliza en 1905, cuando oficiales de la guarnición de Barcelona atacan las instalaciones de dos publicaciones nacionalistas, el diario La Veu de Catalunya y el semanario satírico Cui-Cut. El gobierno del liberal Moret se vio obligado a respaldar a los militares mediante la Ley de Jurisdicciones de 1906, dando a los tribunales castrenses competencias para juzgar las ofensas a la Patria.


La cristalización de los movimientos nacionalistas en el País Vasco y Cataluña, debido al fracaso del nacionalismo español en modernizar el Estado y mantener los mercados coloniales. Así, Cambó y Prat de la Riba lograron un agrupamiento catalanista en tomo a Solidaridad Catalana, que consigue un triunfo electoral en las elecciones de 1907, mientras que el Partido Nacionalista Vasco sale de sus feudos rurales.


Entre 1902 y 1905 se suceden varios gobiernos conservadores, hasta que la situación obligó al monarca a optar por un ejecutivo liberal, de manera que en 1907 llega a la jefatura de gobierno Antonio Maura, quien emprendíó una serie de reformas para provocar una «revolución desde arriba», es decir, dentro de los cauces del sistema canovista, que evitara otro tipo de revolución «desde abajo” encabezada por las fuerzas progresistas y sindicales. Entre las medidas tomadas por Maura destacan las siguientes:


Leyes para la protección de la industria nacional – a petición de los empresarios catalanes- y fomento de industrias y transportes marítimos – de suma importancia para el País Vasco-


Creación del Instituto Nacional de Previsión y obligación del descanso dominical, para cumplimentar parte de las demandas obreras.


Reforma electoral, que impone el voto obligatorio y el nombramiento automático del candidato que no tuviera contendiente


Por el contrario, no pudo Maura conseguir que se aprobara su ley antiterrorista ni el proyecto de ley de la Administración Pública que pretendía impulsar la descentralización administrativa. Por otro lado, en Julio de 1909 se producen graves incidentes cuando Maura ordena el envío de soldados reservistas a Marruecos. En Barcelona comienza la Semana Trágica al estallar una huelga general, mientras que las masas atacan propiedades públicas e iglesias, sucesos en los que convergen sentimientos antimilitaristas, anticlericales y catalanistas junto a reivindicaciones obreras. El gobierno reacciónó con dureza: más de mil personas fueron encarceladas y diecisiete condenadas a muerte, entre las que destaca el ajusticiamiento de Francisco Ferrer Guardia, militante anarquista y fundador de una Escuela Moderna de carácter laico y crítica con el sistema, que no había tenido participación directa en los acontecimientos.


LA PRESIDENCIA DE CANALEJAS


Tras la Semana Trágica se suceden los gobiernos liberales de Moret y Canalejas. Este último (1910-1912) pretendíó regenerar la vida política española mediante una serie de iniciativas:


Los sucesos de 1909 habían puesto de manifiesto el anticlericalismo de las fuerzas políticas izquierdistas. En este sentido. Canalejas mantuvo la idea de separar Iglesia y Estado y promulgó la Ley del Candado, que prohibía la instalación de órdenes religiosas en España si ante no habían recibido la autorización del gobierno.


La idea de sustituir el impopular impuesto de Consumos por un impuesto que gravara la renta – según la riqueza urbana de cada uno – le granjeó la enemistad de la alta burguésía.


El proyecto de creación de las mancomunidades provinciales fue bien recibido por los catalanes, pero contó con la oposición de los políticos centralistas.


La Ley de reclutamiento obligatorio rebajaba en tiempos de paz el servicio militar a cinco meses.


El proyecto reformista de Canalejas quedó truncado al ser asesinado en Noviembre de 1912 por un anarquista. A partir de entonces el partido liberal se dividíó en varias facciones, estando los nuevos líderes (Romanones, Alba, García Prieto…) alejados de la claridad de ideas del finado político. La misma división se produjo entre los conservadores según siguieran a Dato o La Cierva, a la vez que Maura no perdónó su cese en 1909, formando un grupo propio, los mauristas. Mientras los partidos dinásticos se fragmentan, la oposición se reorganiza: ya en 1910 una coalición electoral de radicales, republicanos y socialistas (conjunción republicano-socialista) conseguirá importantes resultados, concediendo escaños a Alejandro Lerroux y a Pablo Iglesias. En ese mismo año, las federaciones anarquistas se unen en la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que llegará a convertirse en la primera fuerza sindical del país. Además, en 1912, surge el Partido Reformista de Melquíades Álvarez, que se presenta como un republicanismo de derechas que aspira a hacer evolucionar al sistema hacia posiciones más próximas a la oposición autonomista y de izquierdas.


ESPAÑA DURANTE LA PRIMERA Guerra Mundial


España se declaró neutral al estallar la Primera Guerra Mundial, circunstancia que tuvo importantes repercusiones sociales y económicas:


Aspectos negativos fueron la subida de precios y la escasez de productos básicos debido a las exportaciones, hacia los países beligerantes. Por otro lado, se produce una división en la sociedad española, al manifestarse las izquierdas como aliadófilas y los derechas como Germánófilas.


Por el contrario, la burguésía industrial y mercantil de Cataluña y País Vasco obtiene extraordinarios beneficios con las exportaciones, prosperando por la misma razón la minería de carbón asturiana y los propietarios agrarios de la Meseta y Andalucía. Además, la gran cantidad de oro ingresada por el Estado permitíó cancelar sus deudas y adquirir el capital extranjero en empresas mineras y ferroviarias.


Pese a esta prosperidad relativa, en 1917, bajo gobierno del conservador Dato, van a estallar tres


importantes conflictos:


En el seno del ejército, oficiales de infantería crean en 1916 las llamadas Juntas de Defensa, especie de sindicatos militares encargados de defender sus intereses económicos y profesionales. Estas Juntas fueron prohibidas, hasta que en Junio de 1917 el gobierno Dato se ve obligado a reconocerlas ante el temor a un Golpe de Estado castrense.


El movimiento catalanista y los partidos de izquierda exigían una reforma de la Constitución de 1876. Ante la mayoría parlamentaria de la oposición. Dato no convoca a las Cortes y gobierna mediante decretos, por los que los catalanistas aprueban la petición de autonomía para Cataluña y una convocatoria a todos los diputados y senadores


españoles para celebrar una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona. Esta Asamblea pidió al gobierno la formación de unas Cortes constituyentes que aprobaran un nuevo marco político, pero los conflictos sociales subsiguientes y la oferta que Alfonso XIII hace al líder catalanista Cambó para colocar en el nuevo gobierno de García Prieto a dos miembros de la Lliga. Terminaron por disolver esta reuníón política.


En Marzo de 1917 los sindicatos UGT y CNT firman un manifiesto conjunto que sirve de preludio a la huelga de ferroviarios en toda España. A despecho de la solidaridad de anarquistas, socialistas, republicanos y reformistas, la detención del «Comité Directivo de Huelga» y el decidido apoyo del ejército al gobierno, condujeron al cese de las huelgas y a la represión de sus instigadores.


EL FINAL DEL RÉGIMEN CANOVISTA


Pese a que los gobiernos de concentración posteriores a la crisis de 1917 habían hecho renacer las esperanzas democratizadoras, entre dicho año y 1923 se suceden veintitrés crisis en el ejecutivo. El sistema de la Restauración no había hecho frente a las reformas que demandaba y que el programa del Partido Reformista resumía así en 1918:


Necesidad de modificar la Constitución.


Establecimiento de la soberanía popular y limitación de las prerrogativas de la Corona. Reconocimiento de las Autonomías.


Secularización del Estado.


Reforma del Senado para conseguir que dejara de ser un reducto de la oligarquía.


Por el contrario, a partir de 1919 se observa una reacción conservadora debido a varias cuestiones:


El miedo de la burguésía española, tras las huelgas de 1917 y 1919, ante la posibilidad de que en nuestro país pudiera reproducirse la revolución proletaria acaecida en Rusia.


El agravamiento del problema de Marruecos, sobre todo tras el desastre de Annual, que supuso la pérdida de 12.000 vidas españolas y la neutralización de las conquistas obtenidas en los doce años anteriores.


El desorden público y el pistolerismo nacidos de los enfrentamientos entre patronos y obreros, sobre todo en Cataluña. En 1919 destacó por su virulencia la huelga de «La Canadiense» , empresa eléctrica de Barcelona que encabezó un paro general de la industria catalana, forzando al gobierno a aprobar la ley sobre la jornada laboral de ocho horas.


La vuelta al poder del conservador Dato en 1920 y el apoyo que éste dio al general Martínez Anido para llevar a cabo medidas represivas del talante de la Ley de Fugas, sólo sirvieron para que el propio Dato fuera asesinado en 1921, año en que se produce la derrota de Annual. Tras esta debacle, se nombró al general Picasso como instructor de una investigación que depurara las responsabilidades del desastre; pero el interés de la clase dirigente, incluido el propio monarca, por ocultar el informe y el rechazo de Alfonso XIII a las reformas democratizadoras propuestas por el gobierno liberal de García Prieto, abrieron el camino al Golpe de Estado del general Primo de Rivera, que, al contar con el beneplácito regio, vinculó de esta manera el trono a la figura del dictador.


LA DICTADURA DE Primo de Rivera


EL PRONUNCIAMIENTO


En 1923 el Capitán General de Cataluña. Miguel Primo de Rivera, da un Golpe de Estado que triunfa en todo el país que cuenta con el apoyo del rey Alfonso XIII, contrariado éste por las limitaciones que la Constitución de 1876 establecía al poder monárquico. Por ello, cuando el presidente del gobierno. García Prieto, solicitó al rey que destituyese a los militares sublevados, éste se negó dimitiendo el gobierno. Primo de Rivera dio a conocer un Manifiesto al País y al Ejército donde expresaba su propósito de liberar a España de los profesionales de la vieja política y de emprender urgentes reformas económicas, sociales y políticas.


A este Directorio militar van a oponerse el Partido Comunista y la CNT anarquista, que hacen intentos infructuosos de convocar una huelga general. Por su parte, el Ejército, la Iglesia y la aristocracia dieron la bienvenida al régimen, mientras que la prensa y la burguésía más activa del país. La catalana, vieron en Primo de Rivera un restaurador de la paz social. Una postura ambigua fue la mantenida por el PSOE y la UGT socialistas, que no atacan al nuevo gobierno a cambio de que siguieran abiertas las sedes del partido (Casas del Pueblo) y que se publicase el periódico El Socialista: incluso el líder ugetista F. Largo Caballero fue nombrado miembro del Consejo de Estado, manteniendo este pacto hasta 1929.


EL DIRECTORIO MILITAR (1923-1925)


El dictador hace hincapié en su sumisión al rey, con lo que le une a su propio destino, a la vez que se presenta como el cirujano de hierro que necesita España para arreglar una serie de cuestiones con un programa regeneracionista:


Para garantizar el orden público se declaró el estado de guerra en todo el país, siendo sustituidos los gobernadores civiles por militares que reprimieron cualquier manifestación de hostilidad al régimen. Además se suspendíó la Constitución y se prohibieron las actividades de los partidos políticos, disolvíéndose las Cortes. Con estas medidas, los atentados terroristas redujeron a la mínima expresión, al igual que las huelgas, volviendo el orden a las grandes ciudades, especialmente en Barcelona y Bilbao.


En 1924, el dictador comenzó a promocionar un «partido político, pero apolítico, que ejerza una acción política administrativa». Nace así la Uníón Patriótica, formación que su fundador definíó como » un partido central. Monárquico, templando serenamente democrático». Bajo el lema «Dios, Patria y Religión», incorporó a sus filas a terratenientes, burgueses conservadores, elementos de los Círculos Católicos, comerciantes e industriales; paralelamente, se formó una denominada Asamblea Nacional, que era un remedo de Parlamento. Sin embargo, estas medidas políticas carecieron de apoyo popular, al servir sólo a los intereses oportunistas de las clases dominantes.


El desastre de Animal (1921) había ocasionado 10.000 muertos entre las tropas españolas, poniendo en evidencia la mala organización y la ineptitud de los mandos militares. Pese a que Primo de Rivera había defendido en el pasado la idea de abandonar Marruecos, paralizó el Informe Picasso, que podría haber implicado directamente al rey en la derrota. En 1924 inició una política de reducción de tropas, pero las protestas de los militares africanistas, encabezados por Francisco Franco, segundo jefe del Tercio de Extranjeros, le incitaron a una ofensiva contra el jefe rebelde Abd el Krim. Cuando éste atacó el Protectorado bajo control francés, París solicitó la ayuda de Primo de Rivera, quien planea la operación de desembarco en Alhucemas (1925), logrando, gracias al factor sorpresa, la división en dos del territorio rebelde y la rendición del líder rifeño. La eficacia de unidades profesionales como la Legión o los Regulares Indígenas hizo que formasen a partir de entonces la columna vertebral del ejército español en África.


EL DIRECTORIO CIVIL (1925-1929)


A Finales dé 1925. El dictador nombró un nuevo gobierno en el que los militares eran reemplazados por civiles, haciendo creer a la opinión pública que se volvía a la «normalidad» anterior. Este gobierno realizó una serie de reformas sobre la idea de que al Estado le correspondía un papel dirigente en la actividad económica. Por otro lado, la formación castrense de Primo de Rivera hacía que considerase necesario jerarquizar militarmente las relaciones sociales de acuerdo a un modelo corporativista inspirado en el fascismo italiano y basado en la familia, el municipio y las organizaciones profesionales. Esta imitación de las realizaciones de Mussolini trataba de crear un sistema intermedio entre capitalismo y socialismo: nace así en 1926 la Organización Corporativa Nacional, en la que están representados los diversos oficios, agrupando a sus miembros en comités locales, provinciales y nacionales.


Siguiendo las ideas regeneracionistas de Joaquín Costa se llevaron a cabo grandes obras públicas, bajo la dirección del Ministro de Fomento, conde de Guadalhorce: el Circuito Nacional de Firmes Especiales logró renovar la red viaria española construyendo más de 7.000 K.M. De carreteras. Además, se realizaron diversas obras hidráulicas para generalizar el regadío y aumentar la red eléctrica, surgiendo las Confederaciones Hidrográficas, encargadas de planificar el uso del agua para fines agrícolas y energéticos dentro d e su área de influencia. En cuanto a los transportes, se modernizó el material rodante de los ferrocarriles y se doblaron algunas importantes vías férreas.


El proteccionismo a la industria se vio favorecido por una política antiliberal que restringía las importaciones. Se creó un Consejo Económico Nacional como órgano encargado de autorizar la instalación de nuevas industrias. En fin, una política monopolista puso en manos del Estado sectores tan importantes como el del petróleo, mediante la creación de CAMPSA, mientras que otros fueron a parar a manos extranjeras, caso de la Telefónica controlada por la ITT norteamericana. Estas medidas fueron muy criticadas, ya que favorecieron fundamentalmente a los grandes financieros ( March, Urquijo, duque de Tetuán…) afines al dictador.


Para financiar esta política, el Estado acudíó a la emisión de bonos de Deuda Pública y a una reforma tributaria ideada por el ministro de Hacienda, Calvo Sotelo, que intentó modernizar el impuesto de la renta y aumentar los pagos al Estado de los capitales invertidos y por derechos de sucesión, medidas que sólo consiguió en parte debido a la oposición de las clases privilegiadas.


La Dictadura complementó estas medidas económicas con una política social paternalista. Se dan mejoras sociales como el seguro de maternidad, el subsidio a las familias numerosas y el aumento de las prestaciones de la Seguridad Social. Para, superar la conflictividad laboral, aparecen los Comités Paritarios de empresarios y trabajadores, propiciando a través de ellos la estabilidad en el empleo de los asalariados. Asimismo, las ideas reformadoras se tradujeron en la creación de 5.000 escuelas y en un número similar de plazas de docentes.


LA CRISIS DEL DIRECTORIO (1929-1930)


Primo de Rivera permitíó durante su mandato la actividad de algunas organizaciones políticas sin actuar con excesiva dureza contra ellas, consintiendo cierta libertad de expresión y crítica al régimen, que la censura del gobierno raramente reprimíó. Esto facilitó la labor de una oposición en la que confluyen sectores diversos de la sociedad española:


Los miembros de los partidos dinásticos, liberales y conservadores, a los que el dictador había calificado despectivamente de «profesionales de la política», buscaron el apoyo del Ejército y produjeron algunas intentonas golpistas.


Sectores del Ejército, concretamente del Arma de Artillería, se enfrentaron a la pretensión de Primo de Rivera de que los ascensos se realizasen por méritos y capacidad y no sólo por antigüedad. Esos militares recurrieron al rey, que no les hizo caso, por lo que, como revancha, empezaron a extender en los cuarteles ideas republicanas.


Entre los partidos progresistas, los republicanos, pese a contar con líderes tan capacitados como Manuel Azaña, no representaron una amenaza importante al régimen. Los socialistas


mantuvieron una actitud ambigua, viniendo las protestas más enconadas de los comunistas (PCE) y de los anarquistas (CNT y FAI).


-La burguésía catalana, a cambio de su inicial respaldo al régimen, trató de alcanzar


mayores cotas de autonomía. Sin embargo, el 1925 se prohibíó el uso el catalán en actos


oficiales o litúrgicos y mostrar la senyera censurándose la manifestación de ideas separatistas.


Los intelectuales, aprovechando los resquicios de la censura, criticaban en publicaciones y reuniones a la dictadura, destacando figuras como Valle-Inclán, Unamuno. Blasco Ibáñez. Azorín y Ortega y Gasset. Autor este último de la frase delenda est manarchia (hay que acabar con la monarquía). Debido a las alteraciones del orden público, las Universidades fueron clausuradas varias veces y detenidos los líderes de la republicana F.U.E.


En fin, la misma Iglesia empezó a mostrar poca simpatía por la persona del dictador, al considerarle hombre demasiado laico y de costumbres poco acordes con la moral católica.


EL FINAL DE LA MONARQUÍA


Antes las críticas generalizadas. Primo de Rivera consultó a los Capitanes Generales si seguía teniendo el apoyo de las Fuerzas Armadas para gobernar: ante la equívoca respuesta, presenta en Enero de 1930 la dimisión al rey, muriendo dos meses después en el exilio. Alfonso XIII nombró Presidente del Consejo de Ministros al general Berenguer, con la intención de volver a la legalidad de la Constitución de 1876 y convocar elecciones. Sin embargo, los apoyos a la monarquía estaban reducidos a los terratenientes, financieros, empresarios y católicos tradicionales. Por su parte, la oposición aprovechó el fin de la censura para aumentar su actividad, a lo que se sumó el deterioro de la situación socioeconómica por la Crisis de 1929, que se tradujo en el cierre de empresas y el aumento del paro, con su secuela de violencia y huelgas.


En este ambiente, el republicanismo crecía gracias a las clases medias deseosas de tranquilidad, a los nacionalismos periféricos y a las organizaciones políticas de izquierda, incluyendo ahora a los socialistas. Las distintas fuerzas de oposición firmaron en Agosto de 1930 el Pacto de San Sebastián para formar en su momento un comité revolucionario que derribase al régimen. El gobierno, ante la falta de base social, era incapaz de reaccionar, siendo denominado con ironía como la Dictablanda: cuando monárquicos y republicanos declararon su voluntad de abstenerse en las elecciones generales, al Gobierno Berenguer no le quedó más salida que la dimisión. El almirante Aznar formó un nuevo ejecutivo y convoco elecciones municipales para el 12 de Abril de 1931. Pese a que en el total de votos predominaron los partidos dinásticos, el triunfo republicano en 41 de las 50 capitales de provincia impulsó a Alfonso XIII a la abdicación, marchando al exilio italiano. Nace así la II República en medio de gran expectación de un pueblo cansado de crisis y desórdenes.


CONSECUENCIAS DE LA DICTADURA DE Primo de Rivera


Aunque la dictadura se ha considerado históricamente como un paréntesis entre la Restauración y la II República, lo cierto es que trajo consecuencias decisivas para periodos posteriores:


Produjo la desaparición del turno de partidos dinásticos en el gobierno.


Ocasiónó la crisis de los partidos monárquicos reformistas, caso del Partido Social Popular maurista o la Lliga regionalista.


Creó la Uníón Patriótica, germen político de los sectores vinculados al catolicismo social (Acción Nacional, CEDA).


Las referencias al modelo corporativista del fascismo italiano serían una seña de identidad de movimiento como Falange Española, fundada por el hijo del dictador. Sin embargo, la dictadura se apartaba del sistema mussoliniano en cuestiones como la permisividad de un sindicalismo libre dentro de la corporación obligatoria, el derecho de huelga, el limitado papel del Estado en las relaciones patrón – obrero y en


la carencia de una ideología coherente y organizada.


Deterioró aún más la institución monárquica y el Ejército, lo que provoca el advenimiento de la República y la división de aquél, factores decisivos en la posterior Guerra Civil.


Cambió la correlación de fuerzas políticas, dejando a republicanos y socialistas como las últimas fuerzas capaces de impulsar un cambio en la situación nacional.


Además del modelo político para el Movimiento Nacional (la Uníón Patriótica), aportó a la dictadura franquista la creación de un funcionariado estable, la importancia concedida a cuestiones económico- sociales y la consolidación de unas fuerzas militares profesionales, el ejército de África.

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