Reinos cristianos en la Edad Media

La ROMANIZACIÓN se entiende como el proceso de adopción y asimilación de la cultura y las formas de vida romanas por parte de los pueblos conquistados. Fue un proceso discontinuo con resultados desiguales: • En el área ibérica (sur y levante), más urbanizada y de cultura más avanzada, la romanización fue muy intensa. • En el centro y en el oeste, la romanización fue más difícil por su menor grado de urbanización y desarrollo. • En el norte, la más atrasada y última en conquistarse, la vida urbana era inexistente y los romanos no consiguieron desarrollarla ni imponer del todo su modelo de vida. Esta se llevó a cabo a través de varios medios:

SISTEMA ADMINISTRATIVO

Las provincias fueron inicialmente dos: “Hispania Citerior” y “Hispania Ulterior”. A finales del siglo I a.C, Augusto dividíó la Península en tres provincias: la Citerior pasó a llamarse Tarraconensis; y la Ulterior se dividíó en Baética  y Lusitania. Finalmente, Diocleciano, a finales del siglo III separa de Tarraconensis dos nuevas provincias: Cartaginensis y la Gallaecia. Completó el mapa con Baleárica, a mediados del siglo IV, desgajada de la Tarraconensis. En cada provincia había un gobernador. Todas las provincias constituyeron una unidad mayor llamada “Diócesis Hispaniarum”. Cada provincia estaba dividida en conventos jurídicos y estos en ciudades.

LA EXTENSIÓN DE LA VIDA URBANA

Los romanos aprovecharon la red de ciudades indígenas existentes, las ampliaron y transformaron sus órganos de gobierno autónomos en dependientes de la administración romana. Pero también crearon nuevas ciudades (colonias), según el modelo romano, para asentar ciudadanos romanos, con frecuencia veteranos del ejército a los que se entregaba tierras en pago por su servicio militar.

EL PAPEL DEL EJÉRCITO

Los romanos reclutaban tropas auxiliares entre los pueblos indígenas, lo que facilitaba el contacto, y, además, al término de su servicio militar, podía obtener el privilegio de la ciudadanía romana y recibir lotes de tierras. A veces junto a los campamentos de las legiones, se formaron núcleos urbanos habitados por mercaderes, soldados, sus mujeres e hijos, etc., que se convirtieron con el tiempo en municipios romanos.  

LA CONCESIÓN DE LA CIUDADANÍA ROMANA A LOS INDÍGENAS

Los indígenas eran considerados “extranjeros” hasta que en el año 212 el emperador Caracalla concedíó a todos los habitantes libres del Imperio el título de la ciudadanía romana. Esta supónía gozar de numerosos derechos y privilegios : participar en las asambleas, ser elegido para cargos políticos, tener propiedades y firmar contratos, contraer matrimonio con otro romano, inmunidad frente a algunos impuestos, derecho de defensa delante de los tribunales,…. Fue utilizada como reclamo para asegurarse su apoyo y colaboración.

EL USO DEL LATÍN COMO LENGUA OFICIAL

 

LA CONSTRUCCIÓN DE UNA EXTENSA RED DE COMUNICACIONES

Crearon una red viaria basada en las calzadas, con la finalidad de organizar el territorio, asegurar su control militar y administrativo, y unir las distintas ciudades. También para fomentar el comercio. Tres fueron los ejes de comunicación principales: la vía Augusta; la vía de la Plata; y la vía Transversal.


La conquista de la Península Ibérica por los musulmanes (711-714) fue un proceso rápido y
aparentemente sencillo. Los factores que propiciaron esto fueron varios: – La crisis interna de la Monarquía Visigoda: en el 711 los visigodos se encontraban en plena Guerra Civil entre el Rey Rodrigo y los witizianos. Precisamente éstos últimos pidieron ayuda a los musulmanes para que pasaran el Estrecho y les ayudaran en la guerra. – El desinterés de buena parte de la población hispana por el mantenimiento de un sistema de explotación agraria muy duro protagonizado por la nobleza visigoda. – La colaboración abierta de parte de la población hispana con los musulmanes: witizianos y judíos. – Una parte importante de las conquistas se debíó a las capitulaciones o rendiciones pactadas. En éstas los musulmanes concedían amplios privilegios a los vencidos, pues éstos conservaban sus tierras y podían seguir practicando su religión a cambio de pagar un impuesto. – La actitud tolerante de los musulmanes hacia los pueblos conquistados, especialmente hacia las “gentes del libro” (cristianos y judíos). La evolución política de Al Ándalus se divide en las siguientes etapas: a) El Emirato dependiente de Damasco (714-756). Durante este período, Al Ándalus es una provincia dependiente del Califato Omeya de Damasco y gobernado por un valí. A pesar de que va a intentar mantener la expansión militar, ésta se va a ver frenada por: La Batalla de Poitiers (732), en la que el ejército musulmán es derrotado por los francos y que pone fin a la expansión musulmana por el Occidente Europeo. La Rebelión de los bereberes (741) en la que las guarniciones de beréberes instalados en las zonas más pobres de la Meseta Norte, abandonan éstas y se levanta contra el gobierno del emir. Es la expresión de los conflictos internos entre las diferentes etnias musulmanas que generarán una continua inestabilidad política en Al Ándalus. Escasa importancia estratégica tuvo la “batalla” de Covadonga (722), escaramuza poco importante que muestra el poco interés de los musulmanes por la Cornisa Cantábrica, considerada demasiado primitiva y pobre por ellos. Esta franja nunca fue completamente romanizada, ni visigotizada. b) El Emirato Independiente de Córdoba (756-929). Durante este período Al Ándalus se independiza políticamente del Califato de Bagdad y es gobernado por la familia de los Omeyas. Sin embargo, continúa su dependencia religiosa de dicho Califato. Se trata de un período de consolidación y reorganización política interna dentro del Emirato de
Córdoba. Sin embargo, durante la segunda mitad del siglo IX y principios del Siglo X, el Emirato vive fuertes tensiones políticas internas, debido a los conflictos entre musulmanes y con los mozárabes y muladíes. c) El Califato de Córdoba (929-1031). En 929 Abd –al-Rahman III, emir de Córdoba, se convierte en Califa, es decir, se hace religiosamente independiente del Califato de Bagdad. Se trata del período álgido de Al Ándalus como potencia política y económica del Mediterráneo Occidental. Durante el Califato de Al-Hakam II Córdoba se convierte, además en el centro cultural más importante de Europa Occidental. 


Durante el Califato se culmina la Gran Mezquita de Córdoba y se construye el Palacio de Medina Azahara. Los Califas posteriores son más débiles, lo que permitíó a Almanzor (972-1002) dominar políticamente el Califato con una dictadura militar. Este giro militarista se manifiesta en una serie de
campañas de castigo ejercidas por Almanzor contra los núcleos cristianos del norte (Santiago de Compostela, Barcelona, etc.). La justificación de esta política era la obtención de botín, el freno a los reinos del norte y el prestigio propio. Muerto Almanzor, el Califato entró en un proceso de decadencia y
disgregación política en los primeros Reinos de Taifas (1002-1031). d) Los Reinos de Taifas (1031-1090). La desaparición del último califa precipitó la división de Al Ándalus en múltiples reinos de Taifas. Sin embargo, a lo largo del Siglo XI, unas taifas se anexionaron otras, formándose reinos algo mayores (Sevilla, Toledo, Zaragoza, Valencia). Estas taifas mantuvieron un alto nivel de riqueza económica y auge cultural y artístico. Sin embargo, estaban sometidas al pago de parias a los reinos cristianos a cambio de protección, e incluso a fines del Siglo XI, importantes taifas sucumbieron ante ellos (Alfonso VI conquistó Toledo en 1085 y el Cid Valencia en 1089). e) La Unificación Almorávide (1090-1145). La conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085 propició la llegada del emir almorávide desde el norte de África a llamada de los reinos de Taifas. Los almorávides frenaron la expansión cristiana en la batalla de Sagrajas (1086) y volvieron a unificar Al Ándalus. La intolerancia e intransigencia de los almorávides les hizo muy impopulares entre los propios musulmanes andalusíes. El Imperio Almorávide cayó en 1145 desintegrándose nuevamente Al Ándalus en las segundas taifas. f) La Unificación Almohade (1146-1232). Otro Imperio norteafricano, los almohades, unificaron nuevamente Al Ándalus hacia 1172 y situaron su capital en Sevilla. Los almohades mantuvieron esta situación de predominio militar sobre los cristianos hasta fines del Siglo XII, momento en el que fueron derrotados por una coalición de los reinos cristianos en la decisiva Batalla de las Navas de Tolosa (1212). Tras esta batalla, el Imperio Almohade se fue descomponiendo y las taifas andalusíes fueron siendo conquistadas por Castilla y Aragón. g) El Reino Nazarí de Granada (1237-1492). Uno de esos reyezuelos de Taifas, Muhammad I al Nasrí, conquistó Granada en 1237 e inmediatamente se declaró vasallo de Castilla. Así se fundó el Reino Nazarí de Granada, que subsistíó hasta 1492 gracias a: situarse sobre un territorio montañoso, al apoyo de los benimerines del Norte de África y a los problemas internos de Castilla durante los siglos XIV-XV. En 1492, los Reyes Católicos conquistaron el último reino musulmán de la Península, pero la presencia musulmana aún perduraría en el tiempo hasta la expulsión de los moriscos entre 1609-1614.

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