Reinos cristianos en la Edad Media

2.2 AL ÁNDALUS: REINOS DE TAIFAS. REINO NAZARÍ Tras la muerte de Almanzor, el califato de Córdoba entra en crisis producíéndose su desintegración en pequeños estados indepedinetes denominados taifas (1031), enfrentados por el dominio territorial y debilitados frente al avance de los reinos cristianos, a los que pagan parias. En 1085 Alfonso VI de Castilla conquistó Toledo. Ante la creciente expansión cristiana, los principales taifas (Sevilla, Badajoz, Granada…) reclamaron el auxilio de los almorávides, bereberes del norte de África, quienes vencen a Alfonso VI en Sagrajas (1086), reunifican Al-Ándalus y lo incorporan a su Imperio. Pero su poder se debilitó (implantación de impuestos, estricta ortodoxia religiosa) formándose unos segundos reinos de taifas. Esta nueva división territorial facilitó la entrada de los almohades que disolvieron los segundos taifas anexiónándose sus territorios. Su victoria en Alarcos impulsó a Alfonso VIII de Castilla a promover una alianza entre los reinos cristianos venciendo a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Unos terceros reinos de taifas irán desapareciendo bajo el dominio cristiano, excepto el Reino nazarí de Granada, fundado por el noble musulmán Ibn Nasr (1238) y tributario de Castilla. Apoyado en una próspera economía, una densa red urbana y su estratégica posición, mantendrá su independencia hasta 1492, cuando Boabdil rinda Granada a los Reyes Católicos, poniendo fin a 781 años de presencia musulmana en la Península Ibérica


2.5 LOS REINOS CRISTIANOS EN LA Edad Media: ORGANIZACIÓN POLÍTICA, RÉGIMEN SEÑORIAL Y SOCIEDAD ESTAMENTAL La principal autoridad de los reinos cristianos era el monarca (el Conde de Barcelona en Cataluña), asesorado por la Curia Regia. La autoridad del rey estaba limitada por el poder de la Iglesia y la nobleza, los privilegios de las ciudades (fueros) y, desde el XIII, las competencias de las Cortes (asamblea de representación estamental cuyas funciones eran asesorar al rey y votar impuestos extraordinarios). En 1188 se celebraron en León las primeras Cortes y posteriormente se convocaron en Aragón, Cataluña o Valencia. El régimen señorial fue un modelo político y social basado en las relaciones de dependencia personal (vasallaje) entre el Rey y sus súbditos más poderosos: nobleza y clero. Estos quedaban obligados a guardar lealtad y prestar ayuda militar al rey que, a cambio, entregaba señoríos a sus vasallos. El señorío supónía la cesión de derechos económicos (señorío territorial) o jurisdiccionales (señorío jurisdiccional) por parte del rey hacia un noble, institución eclesiástica o ciudad, surgiendo territorios bajo dominio directo del rey (realengo), de los señores laicos (solariegos) y de eclesiásticos (abadengo). La sociedad estaba dividida en tres estamentos: nobleza y clero, que constituían los estamentos privilegiados (exentos del pago de impuestos directos, acceso a cargos públicos, régimen jurídico propio) y el estado llano (estamento no privilegiado), compuesto por campesinos (la mayoría bajo dominio señorial), artesanos, comerciantes y una débil burguésía en el ámbito urbano. Una sociedad en la que coexistieron distintos grupos (cristianos, judíos y mudéjares) no siempre de forma pacífica, producíéndose persecuciones y enfrentamientos y viviendo las distintas comunidades física y jurídicamente separadas.


2.3 AL ÁNDALUS: ECONOMÍA, SOCIEDAD Y CULTURA Al Ándalus se integró en la estructura económica del mundo musulmán que supuso la activación del comercio, la vida urbana y la producción agropecuaria e industrial. En agricultura se mejoraron los sitemas de regadío con nuevas infraestructuras (acequias, norias) y se introdujeron nuevos cultivos (cítricos, arroz, caña de azúcar, alcachofa, azafrán). Se desarrolló la ganadería equina y ovina. En artesanía destacan la cerámica, orfebrería, textil y cuero; los talleres de Toledo, Córdoba y Granada se especializaron en productos de lujo (seda, marquetería, damasquinados). Un activo comercio interior y exterior se apoyó en el dinar de oro y el dírham de plata. En contraste con la vida rural predominante en los núcleos cristianos, las ciudades de Al-Ándalus fueron centros de una intensa vida política, religiosa, comercial y cultural.
La sociedad andalusí era muy heterogénea y tenía la religión (Islam) como elemento diferenciador. Entre los musulmanes, los árabes formaron la elite dirigente junto con algunas familias hispano-godas: poseían tierras y ocupaban altos cargos en la administración. Bereberes y muladíes ocupaban una posición inferior; muchos eran campesinos, comerciantes, artesanos. La minoría cristiana (mozárabes) y los judíos vivían preferentemente en las ciudades y jugaron un papel económico y cultural relevante, aunque soportaban mayor carga fiscal. Los esclavos eran numerosos. Al-Ándalus experimentó un gran desarrollo cultural que fusiónó aportaciones del mundo musulmán oriental con elementos de los legados griego, bizantino, persa e indio. Los emires y califas abrieron escuelas y bibliotecas. El árabe, lengua oficial, convivíó con el latín y el hebreo. En literatura destaca la poesía de Ibn Hazm y dentro del árabe vulgar estilos como el zéjel. En el campo del pensamiento destacaron dos cordobeses: el musulmán Averroes y el judío Maimónides. Se impulsaron avances en medicina, matemáticas, astronomía y botánica. Mezquitas, palacios, alcazabas y vocablos, tradiciones, música… Forman parte del patrimonio cultural actual, extraordinario en Córdoba o Granada.


2.1 AL-ÁNDALUS: LA CONQUISTA MUSULMANA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. EMIRATO Y CALIFATO DE CÓRDOBA La conquista musulmana de la Península se produjo en un contexto de crisis del reino visigodo y de expansión del Islam. Tras la muerte del rey Vitiza (710) y la proclamación de Rodrigo como rey, se inicia un período de luchas internas por el control del reino visigodo. Una de las facciones en lucha solicita ayuda a los musulmanes, y así, en el 711 un ejército al mando de Tariq entra en la península y derrota a Rodrigo en la Batalla de Guadalete. En pocos años, los musulmanes controlan casi toda la península, a la que denominan Al-Ándalus. Su rápida expansión se vio favorecida por la debilidad del reino visigodo y por los pactos entre el poder musulmán y la nobleza y altos cargos visigodos. Las Batallas de Covadonga (722) y Poitiers (732) frenarán la expansión musulmana. Al-Ándalus, con capital en Córdoba, se convirtió en un Emirato dependiente de los califas Omeya de Damasco(711-756). En el 750 la dinastía Omeya fue derrocada y la familia real asesinada, excepto el príncipe Abderramán. La nueva dinastía abasí establecíó la capital en Bagdad. Por su parte, Abderramán huye a Córdoba y establece el Emirato independiente de Córdoba(756-929), aunque dependiente del califato abasí desde el punto de vista religioso. El Emirato de Córdoba vivíó momentos de esplendor aunque no estuvo exento de problemas derivados de las rebeliones internas entre árabes y bereberes, muladíes y mozárabes y del avance cristiano. El Califato (929-1031), la época de mayor esplendor, fue proclamado por Abderramán III, asumiendo la dirección religiosa y política. Durante el mandato de su hijo Al-Hakam II el califato se convirtió en un gran foco cultural. Con su sucesor, Hisham II, el poder quedó en manos de Almanzor, militar que actuó de forma dictatorial. A su muerte, el califato entró en un proceso de luchas internas que conducirá a su desintegración en reinos de Taifas (1031).

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