Repercusiones de los cambios políticos e intelectuales en el gobierno español en Venezuela

7.2. LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1885-1902). EL NACIONALISMO CATALÁN Y VASCO Y EL REGIONALISMO GALLEGO. EL MOVIMIENTO OBRERO Y CAMPESINO.
La muerte de Alfonso XII en 1885, no supuso ninguna interrupción en el régimen de la Restauración borbónica, pues, a pesar de morir sin heredero varón, la crisis planteada fue resuelta por Cánovas: había que evitar conflictos, como declarar heredera a la hija mayor de Alfonso, por lo que se acordó que Ma Cristina de Habsburgo-Lorena (segunda esposa del rey), quedaría como regente, hasta que su hijo creciera y asumiera el poder; paralelamente, con el Pacto del Pardo (1885), se aplicaría el turnismo (caciquismo) entre el partido conservador de Cánovas, y el liberal de Sagasta, asegurándose de esta forma la estabilidad del régimen.
El periodo entre 1885 y 1890, es conocido como el Parlamento Largo, tan estable, que Sagasta había agotado la totalidad del periodo que se tenía previsto en la Constitución. Entre sus reformas destacan el Código Civil y la introducción de jurado en los delitos de prensa. En cuanto a política exterior, Moret activó las relaciones internacionales y creó 4 nuevas embajadas: Londres, Berlín, Roma, Viena. En 1891 vuelven los conservadores al gobierno, y tras instaurar un arancel proteccionista (sustituyendo el librecambismo, que había movilizado grandes sectores productivos), su vuelta se ve envuelta en un grave cambio en la política económica. Se continuó con el sistema turnista, que con el tiempo comenzó a deteriorarse, e iba incrementando la tensión social, haciéndose fuerte a finales del Siglo XIX en el campo andaluz, y el textil catalán, donde ocurrirán violentos ataques, como por ejemplo, el asesinato de Cánovas en una huelga minera. Esta tensa situación es el origen del nacimiento de los movimientos nacionalistas, en especial en Cataluña, País Vasco y Galicia, teniendo como argumento de lucha que estas regiones son naciones, y por tanto, tienen derecho al autogobierno.
Comenzando por Cataluña, y los demás reinos de la Corona de Aragón, su lucha tiene como antesala la pérdida de leyes y fueros, acordadas en Los Decretos de Nueva Planta (1716). A partir de ahí, y sobre todo, en el Siglo XIX (que por contexto, estaban surgiendo los nacionalismos en Europa), el sentimiento de autogobierno se reavivó entre una burguésía que estaba protagonizando la revolución industrial. El nacionalismo catalán se fue construyendo en varias etapas:
En la primera (década de 1830), se inicia la Renaixença, movimiento intelectual, literario y apolítico, basado en la recuperación de la lengua catalana. Ya en 1882, Almirall creó el Centre Catalá, organización política que proclamaba la autonomía y denunciaba el caciquismo. En esta misma etapa, Prat de la Riba fundó la Uníó Catalanista, y al año siguiente, esta organización aprobaba Las Bases de Manresa (1892), un programa en el que se reclamaba el autogobierno y una división de competencias entre el Estado Español y Cataluña. En la última etapa (1901) nace la Lliga Regionalista con Cambó, cuyos objetivos eran la autonomía política para Cataluña y la defensa de una política comercial proteccionista de los intereses económicos industriales de Cataluña.


Este nacionalismo se extendíó entre la burguésía y el campesinado catalán. La clase obrera abrazó mayoritariamente al anarquismo.

 En cuanto al pueblo vasco, las sucesivas Guerras Carlistas habían supuesto su derrota, y en consecuencia, se habían ido eliminando paulatinamente los fueros, debido a la Ley de Reforma de los Fueros Vascos (1839), que culminó en el 76 con la liquidación total. Este nacionalismo fue representado por el PNV, fundado por Goiri, cuya ideología se basaba en la Independencia de Euskadi, la exaltación de la etnia vasca y el catolicismo, y la Euskaldunización. El nacionalismo vasco se extendíó por el mundo rural, y la pequeña y media burguésía, mientras que el proletariado era más partidario del socialismo.
Aunque tuvo menos repercusión, cabe destacar el movimiento regionalista gallego, originándose éste en tres corrientes: la liberal, liderada por Murguía; la tradicionalista, por Brañas; y la federalista, con Pereira al frente.
Todas estas corrientes se organizaron en la Asociación Regionalista Gallega (1890), que era partidaria de la autonomía política de Galicia, que debía recuperar y preservar su identidad cultural y lingüística. El primer presidente fue Murguía, y tuvo iniciativas de tipo político
Cultural, como la organización de los Juegos Florales de Tuy. Pero este movimiento terminó por fracasar por la falta de gallegos implicados.
La oposición al régimen de la Restauración fue muy variada. Los carlistas habían estado siempre presentes en el País Vasco y Navarra, pero nunca obtuvieron más del 3% en las elecciones. Los republicanos fracasaron también por su falta de coordinación; y hubo una oposición intelectual (pensadores, profesores de universidad y novelistas) que eran contrarios a un sistema que impedía la modernización del país, pero su repercusión fue escasa.
Sin embargo, una oposición que sí tuvo mucho éxito en España: el movimiento obrero. Éste estaba dividido en anarquistas y socialistas, ambos teniendo por raíz el nacimiento de la AIT, y divididos tras la ruptura entre Marx y Bakunin en el Congreso de la Haya. Los anarquistas eran el grupo mayoritario en España, y su lucha social defendía la “Solidaridad Obrera”. Llegaron a la cúspide con la CNT (1910), el mayor sindicato español formado por agricultores andaluces, y obreros catalanes, que miraban por una ideología colectivista, apolítica, anticlerical y muy radical. Mientras tanto, los socialistas crearon de forma clandestina el PSOE (1879), cuyo fundador, Pablo Iglesias, defendía una ideología colectivista, anticlerical y anti burguesa, pero más moderada.


9.2. LA INTERVENCIÓN EN Marruecos. REPERCUSIONES DE LA I Guerra Mundial. LA CRISIS DE 1917 Y EL TRIENIO BOLCHEVIQUE.
La pérdida de las últimas colonias de América y el pacífico, propició que toda la atención recayera en las colonias africanas, en particular, Marruecos, zona que había sido cedida a España durante la Conferencia de Berlín (18841885). Se comenzaron a establecer acuerdos hispano-franceses, como las Zonas de Protectorado en la Conferencia de Algeciras (1906), lo que permitía el desarrollo de las zonas. El problema era que España había mostrado poco interés, y toda actividad era iniciativa francesa, por lo que los acuerdos fueron disminuyendo, así como las zonas de dominio español, limitándose a la zona del Rif.
En 1909 sucede la Semana Trágica de Barcelona. Maura había llamado a filas a los reservistas de Barcelona y Madrid, para que se enfrentarán a los disturbios que estaban ocurriendo en Marruecos, los cuales boicoteaban la construcción del ferrocarril en las Minas del Rif. El día de salida de los primeros reservistas del puerto, los socialistas comenzaron una campaña de acoso contra el gobierno, que se intensificó con una huelga general. Las represalias tomadas por Maura fueron la declaración del Estado de guerra, lo que consiguió restaurar el orden, sí, pero a costa de centenares de muertos, heridos, y la proclamación de mártires como Ferrer Guardia, lo que terminó con su carrera política.
Después de la crisis de 1909, España comenzó a expandirse por la zona oriental marroquí, y desde la I Guerra Mundial, por la occidental. Quedaba por controlar el Rif, que estaba resultando una zona difícil de explotar, carecía de valor económico y estaba habitada por bereberes muy belicosos. El general Silvestre había comenzado a expandir la zona de Melilla, tanto, que protagonizó la derrota de Annual, quedando a su cargo 10.000 muertos (no se le responsabilizó de esas muertes, pues se llevó a cabo una investigación, el Expediente Picasso, por el cual se establecíó que el general seguía en todo momento órdenes del gobierno y el Alto Comisario, Berenguer). Se había perdido lo ganado en dos años, por lo que comenzaron a llegar refuerzos de la península y se sugirió un pacto de paz que terminase con el conflicto. En realidad la solución al conflicto sería el desembarco de Alhucemas (1925) bajo las directrices de Primo de Rivera, y la pacificación final con Franco.
Asimismo, la Península Ibérica, que se había mantenido al margen de la Primera Guerra Mundial, estaba experimentando un fuerte crecimiento económico, debido a que los países contendientes demandaban materias primas, alimentos y otros productos. Este crecimiento económico se convirtió en crisis, ante el desabastecimiento interno, que había provocado una fuerte demanda, y consigo, la subida de precios. Esta crisis de 1917 se dio a nivel militar, político y social.
Empezando por los militares, con las sucesivas guerras, se habían excedido el número de oficiales, lo que llevó al recorte de recursos y la implantación de pruebas de aptitud a dicho mando.


Esto desembocó en una protesta de militares, que se reunieron en Juntas Militares de Defensa, quedando el coronel Márquez como líder. El Conde de Romanones disolvíó las Juntas y García Prieto ordenó la detención de los dirigentes.
El problema político comienza cuando, estando Dato en el gobierno, Cambó convoca una reuníón de la Asamblea de Parlamentarios en Barcelona, en la que se solicitaría la formación de Cortes Constituyentes (que Dato quería evitar), pero por falta de apoyo se disolvíó. Después de esta reuníón, los movimientos obreros comienzan a hacerse fuertes, y es cuando en 1917, el sindicato ferroviario de la UGT comienza una huelga, que se extiende por el resto de secciones sindicalistas como huelga general. Los mismos militares de las Juntas toman represalias, por lo que la huelga termina siendo un fracaso. Otro fracaso fue el intento de García Prieto, tras ponerse al frente del

 Partido Liberal, de representar los distintos sectores sociales, ya que lo único que consiguió fue la fragmentación de los partidos de turno. Ante la amenaza de Alfonso XIII de abdicar, los líderes políticos más importantes del momento organizaron un Gobierno Nacional, tan diverso que también fracasaría.
En 1918, la Lliga Regionalista inicia una campaña a favor de la autonomía, redactando unas bases que serían entregadas a García Prieto, quien había vuelto al gobierno, por poco tiempo, ya que sería sustituido por el Conde de Romanones, que se enfrentó al problema catalán desde la descentralización. La situación generó disturbios en Barcelona, y quedando Toca al mando, envió un nuevo gobernador civil a Barcelona que acabara con el terrorismo. En 1919 regresaría Dato al gobierno, pero su falta de mano dura no detuvo las protestas, sino que de hecho, se intensificaron, trayendo consigo un gran número de muertes diarias, e incluso la del propio presidente (1921).
El periodo de conflictividad a nivel social se conoce como Trienio Bolchevique, ocurrido entre 1917 y 1921. Y es que, desde la crisis económica del 17, las condiciones laborales, tanto de agricultores, como de obreros eran insostenibles. El gobierno en varias ocasiones había tratado de ampliar las reformas, incluyendo en ellas la implantación del estado social, pero ni eso, ni el gobierno de Romanones (sistema público de pensiones y reducción de jornada laboral a 8 horas), fueron suficientes. Debido a la insuficiencia de las medidas tomadas, se dio una afiliación masiva en las zonas campesinas de Andalucía y Extremadura, alcanzándose en 1919 el máximo nivel de movilizaciones y numerosas huelgas. Desde ese momento, y extendíéndose a Cataluña, las movilizaciones se radicalizaron, convirtiéndose en disturbios, que serían reprimidos con dureza, tras ser declarado el Estado de Guerra. En 1923, la situación era tan insostenible que Primo de Rivera tendría vía libre para implantar su dictadura.


9.3. LA DICTADURA DE Primo de Rivera. EL FINAL DEL REINADO DE Alfonso XIII

El 13 de Septiembre de 1923, el militar Primo de Rivera ascendíó al poder. Su manifiesto fue simple: deseaba regeneracionar España para llegar a un régimen liberal, para lo cual, se habría de pasar primero por una dictadura temporal. Salvo la oposición de los intelectuales, en general, su dictadura tuvo una buena acogida, y es que, era la última esperanza de salvar una España que se desplomaba. Ésta se basó en la censura, la suspensión de la Constitución del 76, y el afán por terminar con el caciquismo (aunque desaparecieron algunos, fueron sustituidos por unos igual de corruptos que los anteriores).

Una vez en la presidencia del Directorio militar, con facultades como “ministro único”, preparó una serie de Reales Decretos (suspensión de la Constitución, confirmación del Estado de Guerra y sustitución de gobernadores civiles por militares), que configuraron lo que sería el nuevo régimen. Además, nombró a 468 delegados gubernativos, encargados de mantener el orden, con funciones, desde potenciar el espíritu nacional a nivel escolar, hasta inspeccionar diariamente los mercados, para evitar el fraude. Con esta primera etapa de la dictadura, Primo de Rivera pretendíó enfrentarse a los problemas pendientes de la época anterior:

El primero fue Cataluña. El golpe allí fue bien recibido, quizá por la elevación del general Martínez Anido a la subsecretaría del Gobierno, o por la persecución de los sindicalistas de la CNT; pero Ortega y Gasset denunció un posible pacto entre Cambó (que ofrecía el apoyo de la burguésía catalana) y Primo de Rivera (que permitiría un desarrollo autonomista). Aún así, afrontó el problema catalán con mano dura: persiguió los símbolos catalanistas (utilización de la lengua o banderas) y aprobó un Estatuto Provincial, que fortalecía las diputaciones frente a la Mancomunidad.

El segundo problema al que se enfrentó fue la alteración del orden público. El general respondíó con la implantación de un Estado de Guerra que duró dos años, así como con la persecución de los anarquistas, que habían pasado a la clandestinidad.

El problema marroquí, derivado del desastre de Annual también estaba por resolver. El malestar social se calmó con la colaboración Franco-española del Desembarco de Alhucemas (1825), colaboración dada porque Abdelkrim, al haber avanzado sin resistencia por el protectorado español, atacó al francés, pensando que los españoles estaban entregados.El desembarco se trató del mayor éxito del dictador. El 2 de Diciembre de 1925, Primo de Rivera propuso al rey sustituir la dictadura militar por una civil. Al día siguiente, ya estaba en marcha un Real Decreto que establecía la de un Consejo de Ministros, con Primo de Rivera en la presidencia, Martínez Anido como vicepresidente, y viéndose apoyado por colaboradores en cada ministerio.


El objetivo del directorio fue eliminar los conflictos sociales, y se logró mediante reformas y la formación de comités partidarios (compuestos por el mismo número de patronos y obreros), en los que cada sector industrial estaba incluido obligatoriamente. Con esto, el número de huelgas no se redujo, pero sí el número de horas de huelga por trabajador.

Durante este directorio civil, se llevaron también a cabo reformas económicas. Entre las de carácter intervencionista, destaca el decreto sobre la Protección de la Industria Nacional, con el que se concedían ayudas a la creación de nuevas industrias, o la modernización de las existentes. Otro tipo de reforma de carácter económico fueron los monopolios: el de Tabaco concedido a Juan March; el de Teléfonos a la ITT (creando consigo la Compañía Telefónica Nacional de España; y el de CAMPSA, llevándose a cabo el  proceso completo desde la importación, hasta la venta del petróleo. Y la última reforma que benefició la economía fue la mejora de la red de carreteras, en concreto, unos 7,000 kilómetros, mediante la creación del Patronato del Circuito Nacional de Firmes Especiales (1826). 

A pesar de las reformas, la oposición a la dictadura fue inevitable. Por un lado, los intelectuales, entre los que destacaba Unamuno; y por el otro, la colaboración entre los partidos políticos de la Restauración y los militares se manifestó en la “Sanjuanada”, cuando Weyler y Alguilera organizaron un Golpe de Estado, que pretendía derribar la dictadura. El desgaste de la dictadura llegó a su cúspide en 1929, cuando Primo de Rivera, debilitado por su diabetes, tuvo que enfrentarse a grandes revueltas estudiantiles, y la conspiración de Andalucía.El dictador dimitíó, se exilió a Francia y murió siendo abandonado por todos, militares, políticos y Alfonso XIII. La dictadura de Primo de Rivera, y su demostrado agotamiento, fueron un peldaño más en la caída de la monarquía alfonsina. El militar Berenguer, se puso al frente de la dictadura, conocido su periodo como “Dictablanda”, prometiendo volver a la normalidad constitucional e implantando medidas liberalizadoras, lo que le supuso un buen recibimiento.

En 1930, se firmó el Pacto de San Sebastián entre el viejo (Lerroux), y el nuevo republicanismo (Alcals ,Zamora, Maura y Azaña). Con ello se forma un gobierno provisional republicano, presidido por Alcalá .Zamora, que sería la antesala de la ll República. Este republicanismo tenía el apoyo de los intelectuales y del ejército (que se había manifestado en la sublevación de Jaca). Berenguer, dimitíó. En 1931, Aznar es elegido presidente, y tras su convocatoria a elecciones el 12 de Abril (y a pesar de la victoria de los partidos monárquicos), se proclama el 14 de Abril la ll República española.

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